INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Dios espera que ames
2.-Amor por todos los seres
3.- Un caso de reencarnación comprobada ( entre tantos)
4.- Calidad de los mensajes de Espíritus
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Dios espera que ames
( Comunicado mediúmnico)
Si tuvieras un poco de atención y miraras a tu alrededor, encontrarías los variados gestos de la vida que se reportan al amor de nuestro Creador, en cada movimiento. En todas partes la naturaleza esta siempre ofreciendo un poco más a la vida, en homenaje al Gran Padre, en cuanto también se enriquece de luz, de colores y de armonía.
Si de lejos vieras un cantero, donde crecen las flores, alcanzarías solamente los matices multicolores de las corolas; pero, si te aproximas sentirás que, cuando besadas por la brisa, las flores exhalan benéficos perfumas, dando un poco más en pro de la belleza terrena.
Si miraras la exuberante caída del agua, que cae de la montaña, observaras apenas un soberbio espectáculo de fuerza y vigor. Pero, si te acercaras a esa catarata, verías un risueño arco-iris que se diseña sobre las gotitas suspendidas en el aire, a fin de que, al reflejar los matices de la luz, pueda ofrecer un poco más a favor de la belleza planetaria.
Contemplas, a lo lejos, la nieve que inspira frio y desolación, en la blanca vastedad del invierno. Si, llegaras más cerca, identificaras las miríadas de cristales de hermosísimas estructuras, al reflejar los rayos del Sol, como pequeños brillantes colgantes en cualquier lugar, en el anhelo de cooperar un poco más en el embellecimiento del mundo.
Si miraras el viejo tronco del árbol, empobrecido por el tiempo y abandonado, tendrás ante tus ojos tan solo un aseladero inusitado de múltiples aves, en rumbo de un antiguo cercado. Entre tanto, si te acercaras, verías el nido cómodo y bien preparado que se abriga en el hueco vetusto, donde los hijitos pían, ensayando el canto del futuro, a fin de tornar más bellas los pasajes terrestres.
Si, por entre amenazadores zumbidos, el enjambre de abejas que se agita te deja temeroso, de hecho, no consigues darte cuenta de lo que ocurre. Al acercarte, entre tanto, encontraras una sociedad organizada, con los trabajos debidamente distribuidos, bajo instintivo orden y obediencia, generando variados productos para sí mismo y para quien más los pueda utilizar, hombres y animales, de modo a dar un poco más para la hermosura del mundo.
En fin, para donde te vuelvas, percibirás siempre la alabanza que se establece en la naturaleza, dirigido a nuestro Dios. Procura vivir de tal manera, corazón amigo, que puedas desmentir cualquier cosa, al verte de lejos, admita que es tan solo, alguien a la búsqueda de atender las necesidades inmediatas, que ayudan a mantener el cuerpo, la especie y las propiedades que adquiriste con esfuerzos. Todavía, si ya sabes el porqué estas en el mundo y lo que te trajo al cuerpo carnal, nuevamente, sabrás expresar, para quien se acerque a ti, el ángel potencializado que eres, por el momento sumergido en arduas luchas humanas por brillar y crecer, hacia el Creador, de modo a dar belleza a la vida que late en la Tierra.
Dios quiere que ames y que ofrezcas un poco mas de ti a la vida. No huyas de ese destino; ni te niegues a atender a ese anhelo de nuestro Padre Celestial. Ven, levántate y muévete para incrementar una vida nueva para ti; busca aprender siempre mas, a fin de que más te libertaras de las cadenas de la ignorancia; trabaja con ahínco y alegría, para que te conviertas en afinado instrumento en las manos del Señor, y ama, por fin, porque fuiste hecho a Su semejanza, y porque no debes nunca detener el vuelo que te hará alcanzar tu propio destino, destino de felicidad cuyos fundamentos se encuentran en el latir de las constelaciones.
Rosângela C. Lima
Médium Raúl Teixeira
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El gran mandamiento: "Amar al prójimo como a sí mismo".-Marcos 12-31, pero cuanto más seres consideremos e identifiquemos como nuestro prójimo, más cerca de Cristo y de Dios estaremos.
El ejemplo de la "Samaritana"
Homenaje a todos los "Protectores de Animales".
Cuento la historia de una protectora, que mucho me emocionó, y sirve de ejemplo para todos nosotros. Un ejemplo de caridad y de bondad, que demuestra como el preconcepto y el desprecio a los comentarios especicistas son inválidos e irrazonables.
El pobre señor pedía pañales para su nieta que había nacido prematura y estaba en el hospital. En ese momento ella adoptó una actitud cariñosa y creyó en el hombre. Cuantos de nosotros conseguiríamos creer y más que eso, no prejuzgar a quienes nos rodean. Vencer el preconcepto que se va formando en nuestras mentes por tantas veces como hemos podido ver actos y gestos de corrupción y bandidaje. Creer es confiar en el semejante, pero es un gesto meritorio de caridad.
Niño que recuerda el sitio donde vivió en anterior existencia. Exacta comprobación
El caso que paso a reseñar hoy, merece sería atención por parte de los que combaten nuestra escuela. No son hechos difíciles de comprobar los que a su estudio presentamos. Sino por el contrario, fácilmente comprobables, si es que se quiere hacerlo.
Trátase hoy de un caso en que el Espíritu recuerda con minuciosidad de detalles su vida pasada, ¡Cuánto en esta nueva fase de su existencia apenas cuenta 4 años! ¡Preciosa comprobación de uno de nuestros principios más hermosos!
LA FAMILIA ESPLUGAS
En nuestra visita de propaganda a diferentes centros espíritas de esta ciudad, conocimos a los esposos Espulgas Cabreras, hermanos nuestros en ideas y personas cultas enamoradas de los principios que informan nuestra doctrina filosóficas, que tiene en ambos entusiastas defensores.
Fruto de ese matrimonio es el niño Eduardo Espulgas Cabreras, hoy de 4 años de edad, muy vivo, muy locuaz y bastante despejado en su intelecto.
RESIDENCIA DE LA FAMILIA ESPULGAS CABRERA
Ha sido siempre la casa marcada con el número de la calle de san José, donde el señor Torcuato Espulgas tiene el taller tipo- litográfico de que es dueño.
En esa misma casa nació el niño Eduardo
“YO TENÍA OTRA CASA QUE NO ERA ESTA”
Hablando del niño con su señora madre, Cecilia Cabreras, díjole de buenas a primeras: “Mamá; yo tenia otra casa que no es ésta. Yo vivía antes en una casa amarilla de la Calle del Campanario que tenía el número 69. Lo recuerdo perfectamente.
La señora Cabrera no dio importancia al asunto al primer momento; mas como el niño insistiera con posterioridad en sus manifestaciones, pusiéronle atención, mediante un diálogo interesante y óptimo en frutos como caso de investigación espírita, hizo la siguiente reseña:
“Cuando yo vivía en campanario, 69, en la casa amarilla, mi padre se llamaba Pedro Saco, y su madre, Amparo.
“Recuerdo que yo tenía dos hermanitos que se llamaban Mercedes y Juanito, con los cuales jugaba mucho.
“La última vez que salí de la casa amarilla fue el domingo 28 de febrero de 1903, y mi mamá de entonces lloraba mucho mientras yo me iba de la casa aquel día.
“Aquella otra mamá era muy blanca y de pelo negro; trabajaba en hacer sombreros.
“Entonces yo tenía 13 años y compraba la medicina en la farmacia americana, porque era más barata.
“Mi bicicleta la guardaba en los bajos cuando venía de paseo, y no me llamaban Eduardo como ahora, sino Pancho”.
ASOMBRO DE LOS PADRES
Ante el relato de tal naturaleza, hecho con firmeza impropia de un niño de cuatro años, los padres de Eduardo quedáronse asombrados, máxime cuando el nunca estuvo en el número 69 de la calle Campanario.
Más, pasado el primer momento, y repuesto un tanto de la impresión con el relato recibida, los esposos Espulgas- Cabrera concibieron el plan de investigar lo que de cierto hubiera en todo aquello.
PRIMEROS PASOS
Pasado algunos días, salieron con Eduardo a dar un paseo, llevándole, tras largo rodeo, a pasar por frente a la casa número 69 de la calle de Campanario, desconocida por el niño, y aún por los mismos padres.
Hallarse frente a ella y reconocerla Eduardo, fue obra de un instante
-“¡En esa casa era que vivía!” exclamó.
-Pues entra – díjole el señor Torcuato Espulgas – si es que la reconoces.
LA DECEPCIÓN
El niño corrió al interior, fue directo a la escalera, subió al primer piso, entro en las habitaciones de la casa como si las conociera, bajo luego muy decepcionado por no estar allí sus padres, sino otra personas distintas. Tampoco halló los juguetes con los cuales tanto decía divertirse con sus hermanos de entonces Mercedes y Juanito.
LA INVESTIGACIÓN
Los esposos Espulgas- Cabrera, visto el resultado de la primera tentativa de comprobación, comenzaron a hacer las gestiones para terminarla, llegando, mediante datos oficiales, a las siguientes conclusiones:
1°. Que la casa número 69 de la calle Campanario, estuvo ocupada, hasta poco después del mes de febrero de 1903, para el señor Antonio Saco, ausente hoy de la Habana.
2°. Que la esposa del señor Saco, se llamaba Amparo, y que el matrimonio tenía tres hijos, llamados Mercedes, Juanito y Pancho.
3°. Que por el mes de febrero falleció este último, siendo esta la causa de dejar la casa el señor Saco.
4°. Que existe cerca de la casa mencionada la Farmacia americana a que el niño Eduardo hace referencia.
RESUMEN
He aquí, pues, un caso perfectamente comprobado, en el cual, no tan solo recuerda el Espíritu encarnado haber vivido antes de la época actual, si que también recuerda el sitio donde vivió. Y como si no fuera suficiente todo eso, recuerda hasta el nombre de sus padres y sus hermanitos.
Y no hay que olvidar el hecho de ser un niño de cuatro años quien recuerda esos detalles. Lo que hace aún más importante este caso especial, ya que no parece probable que a tan corta edad se pueda formar una fábula con tal minuciosidad de detalles.
Más vamos a suponer que la fábula pudiera existir. En este caso, yo pregunto a los que así crean:
¿Cómo pudo el niño Eduardo Espulgas adquirir el dato, existente en el Registro correspondiente, referente a que el 27 de febrero de 1903, falleció en campanario, 69, el jovencito Pancho Saco?
¿Qué fin podría guiarle al decir a sus padres, personas respetables, que pancho Saco y Eduardo Espulgas, eran una misma personas viviendo en épocas distintas?
¿Cómo puede el niño Eduardo referir con tanta certeza y veracidad el número de personas y los nombres de su familia?
Nuestros adversarios pueden hacer las conjeturas que el caso les brinda.
El señor Espulga, su digna esposa y el niño Eduardo, continúan viviendo en San José, 44.
Desearíamos que nuestros sapientes contradictores nos dieran una explicación para este fenómeno, que he estudiado sobre el terreno gracias a la amabilidad de tan apreciados amigos.
JULIO GALVES OTERO
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