EL
CÁNCER
BREVES REFLEXIONES SOBRE EL IMPACTO DEL PENSAMIENTO EN EL PROCESO
TERAPÉUTICO
Es común, después
de vencer un cáncer, al paciente precisar de refuerzo emocional para volver a
la rutina de la vida, pues, continua precisando
de cuidados especiales, física y emocionalmente, sabiéndose que cada caso envuelve aspectos específicos. Hasta porque,
las etapas son muchas y penosas: diagnostico, exámenes, investigación, cirugía,
quimioterapia, radioterapia y otros procedimientos médicos, motivos por el cual, la persona
queda debilitada y exige un cauteloso acompañamiento.
Vencer un cáncer y volver inmediatamente a la
actividad, auqneu no sea la regla, no significa decir que la dolencia no pudo ser vencida.
Por relatos de pacientes, el sufrimiento no
viene a penas de la dolencia en si, más si de los propios tratamientos,
normalmente marcados por los efectos colaterales. Es común observar
secuelas emocionales y cambios en el
estilo de vivir del paciente y de la familia. Para amenizar un poco los traumas
dejados por el proceso terapéutico, el amparo emocional alivia angustias y el
miedo a recaer.
Los espiritas tienen conciencia de que el
paciente, al llegar al hospital, trae consigo, más allá de la dolencia, su
historia de vida actual y pasada. Su estado emotivo es el resultante de sectores como la estructura de la
personalidad, interpretación y vivencia de los acontecimientos, considerando
aspectos de lo imaginario y de lo real, más allá de otras variables causas de
la patología.
La ciencia y la
patología posibilitan cada vez más el
diagnostico precoz y la terapéutica adecuada
de las dolencias, acompañando su evolución y, hasta aun mismo,
obteniendo éxitos en muchos casos. Sin embargo, aun mismo con tales avances
científicos, muchas molestias promueven alteraciones orgánicas, emocionales y
sociales, que exigen constantes cuidados y, consecuentemente, procesos
adaptativos. Recordando, sobretodo, que “la
valiosa contribución de la
medicina académica, cuando no es acompañada por un buen relacionamiento
médico-paciente, resulta incompleto para atender la cruciales causas de las dolencias y
angustias.” (1)
Actualmente, se
estudia el optimismo, la espiritualidad, la creatividad, la fe religiosa y,
sobretodo, el universo complejo del pensamiento que ha sido asociados al bienestar y a la calidad
de vida de personas portadoras de dolencias crónicas. Por otro lado, hay
pesquisas sobre la salud humana que viene analizándose la mente, por medio de
un estado psicológico u emocional, tiene la capacidad de curar dolencias.
Estudio ese, realizado por científicos de la Universidad de Pensilvania, en los Estados Unidos, que
intentan demostrar que el caso de las personas con cáncer estar optimistas en
relación a la cura no influencia
directamente en las oportunidades de sobrevivencia a la dolencia.
Por razones consistentes, discordamos de esos
argumentos, una vez que diversas pruebas apuntan que en el caso de dolencias
graves (como cáncer avanzado), la mente (en forma de pensamiento) puede
influenciar en el resultado de la cura,
no desconsiderando el valor de los médicos, obviamente. A titulo de rigor, la
fe (en el concepto de sentido común) no modifica las leyes de la naturaleza, ni
hace, “milagros”, muy sin embargo pueda ayudar, concomitantemente, el trabajo
de un buen equipo médico, haciendo gran diferencia en el tratamiento
hospitalario. Urge considerar por oportuno, que se afirmase dotado de fe
religiosa para “sentirse” poderoso ante las dolencias, no resuelve la cuestión
del dolor, hasta porque, los “títulos de fe no constituyen meras palabras
cubriéndonos deficiencias y flaquezas. Expresan deberes de mejoría a los que no nos será lícito huir, sin
agravio de obligaciones. En nuestros círculos de trabajo, de ese modo, no nos
bastará el simple hecho de creer y convencer”. (2)
Hay especialistas
que corroboraban esta tesis, ponderando que el mirar optimista sobre la
dolencia, y el pensamiento firme en la cura, son mecanismos poderosos que pueden ayudar a los pacientes a lidiar mejor con los
tratamientos del cáncer y a retomar una vida normal. A ejemplo de eso, tenemos
lo que ocurre con el vicepresidente de Brasil, José Alencar. Actualmente, cada
vez más personas están sobreviviendo al cáncer y esa sobrevivencia se debe, sin
duda alguna, a las emociones y
pensamientos, ricos de contenidos vibratorios entre el enfermos y el Creador. Muchos pacientes, ante
el diagnostico de la dolencia, transforman
el dolor en esperanza y despiertan en ellos la voluntad de luchar por
una vida mejor. Otros, sin embargo,
desisten y se entregan,
admitiendo que están bajo una sentencia de muerte.
A respecto del
proceso del pensamiento humano, la ciencia académica, materialista por
excelencia, establece que el fenómeno es meramente fisiológico, proveniente de
la incesante actividad neuronal. Sin embargo, los espiritas saben que la
materia mental es creación de energía que se exterioriza del Espíritu y se
difunde por un flujo de partículas y
ondas, como cualquier otra forma de propagaciones de energía del Universo.
Tanto como en el campo físico, el pensamiento, en variados grados de
excitación, genera ondas de compresión y
frecuencia correspondientes al tenor del impulso creador de la voluntad
o del objetivo deseado.
Pensar es un
proceso de proyección de la materia mental y esa materia “es el instrumento
sutil de la voluntad, actuando en la formación
de la materia física, generando las motivaciones de placer o disgusto,
alegría o dolor, optimismo o desespero, que no se reducen, efectivamente a
abstracciones, por representar torbellinos de fuerza en la que el alma crea sus
propios estados de mentalización
inductiva, atrayendo para sí misma los agentes [aunque imponderables], de luz o sombra, victoria o
derrota, infortunio o felicidad.” (3) En ese aspecto, el pensamiento deja de
tener una dimensión intangible para consustanciarse en la condición de materia
en movimiento.
Los reflejos de los
sentimientos y pensamientos negativos que alimentamos se vuelven contra
nosotros mismos, después de transformados en ondas mentales, tumultuando
nuestras funciones orgánicas. Por tanto,
el pensamiento, como una modalidad de energía sutil, actuando en una
forma de onda, con velocidad muy superior a la de la luz, cuando al pasar por
los lugares y criaturas, situaciones y cosas nos afectan integralmente la
salud. “cuando nos rendimos al desequilibrio o establecemos perturbaciones en
prejuicio contra nosotros (…) plasmamos
en los tejidos fisio psicosomáticos determinados campos para esa o
aquella enfermedad y, consecuentemente, toda la zona atendida se torna
pasible de invasión microbiana.” (4)
Por el pensamiento
de miedo, angustia exacerbada, sinsabor, nos esclavizamos en los troncos de
suplicio doloroso, sentenciándonos, por veces, a años y años de peregrinación
en los caminos de la intranquilidad espiritual. Y, para, abreviar el tormento
que nos flagela de varios modos la
conciencia, es imprescindible atender a la renovación mental, únicos medios de recuperación de la harmonía
espiritual y de la salud física.
Cara a eso,
procuremos adoptar regida disciplina de hábitos mentales y morales,
estableciendo como metas colocar los deberes que nos dicen respeto por encima
de los placeres mundanos y mantengámonos serenos con la oportunidad impar de
la actual experiencia física, que nos
favorece con la información espírita.
Busquemos, por
encima de todo, los hábitos saludables de la oración, de la meditación y del
trabajo, procurando enriquecernos de esperanza y de alegría, para nunca
desanimarnos ante los desafíos de cualquier dolencia. “debemos vigilar y orar
para no caer en las tentaciones, una vez que más vale llorar bajo los aguijones
de la resistencia que sonreír bajo los narcóticos de la caída.” (5)
Para todos los
males y cualquier dolencia, centremos nuestros pensamientos en Jesús, pues, “nuestro
remedio es y será siempre Jesús. Ajustémonos al Evangelio Redentor, pues Cristo
es la meta de nuestra renovación. Regenerando nuestra existencia
por los padrones de Él, reestructuraremos la vida intima de aquellos que nos
rodean. El Evangelio del Señor nos esclarece que el pensamiento puro es
operante es la fuerza que nos arranca de
las tinieblas para la luz, del odio al amor, del dolor a la alegría.” (6)
Jorge Hessen
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En vuestras aflicciones mirad a los que están por debajo y no por encima; pensad en aquellos cuyo sufrimiento es todavía mayor que el vuestro.
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AMBIENTE CASERO
La casa no es solo un refugio de madera o albañilería, es el hogar donde la unión y el compañerismo se desarrollan.
El paisaje social de la Tierra se transformaría inmediatamente, para mejor, si todos nosotros, en la condición de espíritus encarnados, nos tratásemos,dentro de casa, por lo menos con la cortesía que dispensamos a
nuestros amigos.
nuestros amigos.
Respete la higiene, pero no transforme la limpieza en asunto de obsesión.
Adorne su hogar con los recursos de la gentileza y del buen humor.
Colabore en el trabajo casero, tanto como sea posible.
Sin organización de horario y previsión de tareas es imposible conservar el orden y la tranquilidad dentro de casa.
Recuerde que usted necesita tanto de sus parientes como sus parientes necesitan de usted.
Los pequeños sacrificios en familia forman parte de la felicidad en el hogar.
FRANCISCO CÂNDIDO XAVIER
POR EL ESPÍRITU ANDRÉ LUIZ
FRANCISCO CÂNDIDO XAVIER
POR EL ESPÍRITU ANDRÉ LUIZ
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LA AYUDA ESPIRITUAL QUE RECIBIMOS
Cuando decidimos encarnar en una materia, es porque sabemos que nuestro perfeccionamiento se consigue más deprisa, con todas las posibilidades y situaciones que nos proporciona el cuerpo físico.
Para eliminar parte de las deudas que tenemos, elaboramos un cuidadoso proyecto de las experiencias y pruebas de recuperación de tropiezos vividos con anterioridad, que necesitamos vivir en esa próxima existencia, para sacar lo mejor de nosotros. Las dificultades estarán en función de nuestra imperfección moral. Mientras más grande sea y en función de la actitud, más ayuda nos proporcionaran para superar las pruebas que fallamos en el pasado y para eliminar defectos que aún tenemos arraigados y nos ocasionan sufrimiento.
Los proyectos en el astral siempre se hacen con la ilusión de cumplirlos, pero al encarnar nos encontramos con el cuerpo físico, instrumento necesario, pero a su vez obstáculo para desarrollar los compromisos con facilidad, porque, dentro de la materia estamos muy limitados, ya que, todas las potencialidades del espíritu se quedan latentes, el recuerdo de lo que veníamos a hacer disminuye, por lo tanto poner en práctica el programa y la comunicación con el mundo espiritual resulta más difícil.
Nuestro programa ésta confeccionado según las necesidades de lo que tenemos que rescatar y corregir. Ahí es cuando empezamos a recibir la ayuda de los hermanos que nos aprecian, ya que nos aconsejan lo que podemos hacer, lo que es conveniente dejar para más adelante y las pruebas que tenemos que pasar obligatoriamente si queremos aprovechar la existencia carnal.
Al mismo tiempo y previamente, se compromete con nosotros un hermano, que nos acompañará en toda la existencia que estamos preparando, es decir, desde que nacemos hasta la muerte física. Son seres más elevados que nosotros que nos conocen y nos quieren, pretenden que aprovechemos el tiempo en la materia; es considerado como el guía, ángel de la guarda, ángel bueno…
Él está a nuestro lado para proteger, orientar, intuir…, si queremos escuchar, el camino que nos hemos marcado y avisar si nos estamos saliendo de lo que hemos acordado de antemano.
Como él se ha comprometido con nosotros a guiarnos y cuidarnos durante nuestra estancia en la tierra, sigue con nosotros aunque rechacemos su ayuda o su presencia, él siempre continúa ahí para auxiliarnos. Nos ayuda a enfocar esa fuerza, y nos facilita las cosas comunicándose con nosotros, e indicando cuál es la mejor manera de actuar. Son compasivos y no juzgan, nos dejan que hagamos las cosas a nuestra manera y entienden que tenemos que cometer nuestros propios errores para aprender.
Uno de los motivos que nos hace rechazar la ayuda puede ser el orgullo, que tantas veces nos entorpece haciéndonos creer que somos capaces de valernos por nosotros mismos, que somos autosuficientes para superar esas situaciones que tanto nos molestan y no nos dejan avanzar en nuestra evolución.
Otro motivo de rechazo viene motivado por la sociedad que nos rodea. Es muy fácil dejarse llevar por ella, no complicarse la existencia, haciendo en cada momento lo que nos pide el cuerpo y así olvidarnos por completo el compromiso que hemos traído.
La ayuda espiritual la recibiremos si estamos receptivos. Mientras más nos materialicemos y nos centremos sólo en los quehaceres diarios, en las preocupaciones del trabajo, en las relaciones sociales, etc., crearemos una distancia con ellos. Bien es cierto que los aspectos materiales son necesarios pero no hasta el punto de abstraernos de manera que, no nos dejen elevar el pensamiento en algún momento al Padre, porque esto significa que en algo estamos fallando, ya que tampoco nuestro guía podrá ponerse en contacto con nosotros porque el canal se irá cerrando y porque tenemos libre albedrío para decidir qué tipo de vida queremos llevar.
Al ir centrándonos en el plano material, los valores morales que tengamos van a ir cambiando, según nos vayamos relajando y no nos esforcemos en mejorar interiormente. Esto en nuestra relación con los demás va a repercutir de manera considerable y siempre de forma negativa. En ocasiones al llevar esta clase de vida, podemos entrar en estados de melancolía, tristeza o depresiones, porque al no realizar lo que hemos venido hacer, se establece un desequilibrio en nuestra vida, de donde es difícil salir, pero con oración, ayuda y voluntad de cambiar se sale. Además, el protector que tenemos al lado nos socorrerá y nos infundirá ánimos para que lo logremos.
El amparo lo tenemos siempre que lo pidamos, en todas las dificultades, situaciones complicadas, pero recordemos que nos inspiran para ayudarnos; no son apuntadores que nos dicen lo que tenemos que hacer, ya que el que toma la decisión última en cada situación es el propio encarnado. Ellos nunca imponen nada, son pacientes y saben que, lo que no hagamos en esta existencia, lo haremos en la próxima.
En alguna ocasión el hermano espiritual se puede alejar del protegido si ve que son inútiles sus consejos, porque el encarnado ha cerrado los oídos y su vida en la tierra tiene un proceder de comportamientos dañinos que atraen a hermanos negativos que lo envuelven en un ambiente nocivo; no obstante, apenas le llama acude.
Invariablemente la ayuda espiritual que nos es enviada desde el plano espiritual, cuando la pedimos, nos será mucho más fácil reconocerla si estamos en buena predisposición para recibirla, esto se consigue con un trabajo interior que se hace día a día, entonces veremos cómo desde el astral nos inspiran en aquellas situaciones que tenemos que superar para avanzar espiritualmente, teniendo presente que la asistencia que recibimos es exactamente la que “necesitamos”, a veces, no la que “desearíamos”, por lo cual, en ocasiones podemos pensar que no nos escuchan.
En conclusión, si nos centramos y sabemos que es lo que queremos lograr en esta existencia, y tanto nuestros pensamientos como nuestras acciones están encaminados hacia lo espiritual, la ayuda que recibiremos será inmensa y lo mejor es que estaremos en predisposición de reconocerla y aceptarla.
Gloria Quel
©2015, Amor,paz y caridad
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Diferentes naturalezas de las manifestaciones espíritas
Los Espíritus atestiguan su presencia de diversas maneras, según
su aptitud, su voluntad y su mayor o menor grado de elevación.
Todos los fenómenos de que tendremos ocasión de ocuparnos se
relacionan naturalmente con uno u otro de esos modos de
comunicación. Por lo tanto, para facilitar la comprensión de los
hechos, creemos un deber abrir la serie de nuestros
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artículos con el cuadro de las diferentes naturalezas de
manifestaciones. Se las puede resumir así:
1°) Acción oculta: cuando no tiene nada de ostensible. Tales son,
por ejemplo, las inspiraciones o sugerencias de pensamientos, las
advertencias íntimas, la influencia sobre los acontecimientos, etc.
2°) Acción patente o manifestación: cuando es apreciable de
alguna manera.
3°) Manifestaciones físicas o materiales: son aquellas que se
traducen por fenómenos sensibles, tales como ruidos, movimientos y
desplazamiento de objetos. Muy a menudo estas manifestaciones no
poseen ningún sentido directo; sólo tienen como objetivo llamar
nuestra atención sobre algo y convencernos de la presencia de un
poder superior al hombre.
4°) Manifestaciones visuales o apariciones: cuando el Espíritu se
presenta bajo una forma cualquiera, sin tener ninguna de las
propiedades conocidas de la materia.
5°) Manifestaciones inteligentes: cuando revelan un pensamiento.
Toda manifestación que posea un sentido, aunque no fuese más que
un simple movimiento o un ruido que denote una cierta libertad de
acción, es una manifestación inteligente, porque responde a un
pensamiento u obedece a una voluntad. Las hay en todos los grados.
6°) Las comunicaciones: son las manifestaciones inteligentes que
tienen por objeto un continuo intercambio de pensamientos entre el
hombre y los Espíritus.
La naturaleza de las comunicaciones varía según el grado de
elevación o de inferioridad, de saber o de ignorancia del Espíritu que
se manifiesta, y según la naturaleza del tema que trata. Pueden ser:
frívolas, groseras, serias o instructivas.
Las comunicaciones frívolas emanan de Espíritus ligeros,
burlones y traviesos, más maliciosos que malos, que no atribuyen
ninguna importancia a lo que dicen.
Las comunicaciones groseras se traducen por expresiones que
chocan la decencia. Emanan de Espíritus inferiores o que aún no se
han despojado de todas las impurezas de la materia.
Las comunicaciones serias son graves en cuanto al tema y a la
manera como son hechas. El lenguaje de los Espíritus superiores es
siempre digno y desprovisto de cualquier trivialidad. Toda
comunicación que excluya la frivolidad y la grosería, y que tenga un
objetivo útil –aunque fuese de interés privado– es por esto mismo
seria.
Las comunicaciones instructivas son las comunicaciones serias
que tienen por objeto principal una enseñanza cualquiera, dada por
los Espíritus sobre las Ciencias, la Moral, la Filosofía, etc. Son
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más o menos profundas y más o menos verdaderas, según el grado
de elevación y de desmaterialización del Espíritu. Para obtener un
fruto real de esas comunicaciones es necesario que sean regulares y
seguidas con perseverancia.
Los Espíritus serios se vinculan a los
que quieren instruirse y los secundan, mientras que dejan a los
Espíritus ligeros el cuidado de divertir con sus chistes a los que no
ven en esas manifestaciones más que una distracción pasajera. Es
por la regularidad y por la frecuencia de las comunicaciones que se
puede apreciar el valor moral e intelectual de los Espíritus con los
cuales se conversa, y por el grado de confianza que merecen. Si es
necesario tener experiencia para juzgar a los hombres, más aún lo
será para juzgar a los Espíritus.
- Revista Espírita de Allan Kardec-
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NI VIEJOS, NI MOZOS
En estos tiempos, muchos afirman que la juventud es la sonrisa de la casa espírita, y es verdad.
Podemos aseverar también que el trabajador más antíguo, representa la mirada serena del Centro espírita.
Hay quien afirma que los jóvenes necesitan ganar cada vez más espacio, en nuestras nobles instituciones. No es menos verdad.
Discursos inflamados, piden la transición inmediata entre las generaciones, para que las viejas `prácticas sean dejadas de lado.
Es importante que consideremos con respeto fraternal esas cuestiones, pues en nuestro campo de acción no existen prácticas nuevas o viejas, deben de existir y prevalecer solamente, las prácticas espíritas.
No podemos prescindir de la fuerza y del entusiasmo juvenil, de la misma forma, que del servidor más antíguo, que por sus experiencias y dedicación es alguien que puede dar sustentación emocional y espiritual a los desafíos del mundo moderno.
En los hogares, la experiencia de los padres es la vereda por la que los hijos deben caminar de manera más segura.
Todos cumplen un papel de edificación del bien común, sea en la casa espírita, sea en el ambiente doméstico.
No puede existir futuro responsable, sin que se considere el trabajo que es la base de las casas espíritas de hoy.
Nuestro modelo y guía es Jesús, que aunque traía la Buena Nueva, no despreció las antíguas tradiciones de su pueblo.
Ni viejos, ni mozos, solo espíritus en momentos diferentes.
El Espiritismo es el mismo, el evangelio es el mismo.
Sin que las generaciones se den las manos, la obra perece.
Es preciso priorizar el trabajo, pues los intereses son los mismos: el amor y la caridad.
En nuestras bendecidas casas espíritas, la transición se hará naturalmente, por la voluntad de los hombres o por la labor del tiempo.
Viejos y mozos, mozos y viejos, el amanecer y el anochecer, el anochecer y el amanecer, todo concurre para la belleza y el equilibrio de la vida.
Cristo necesita de nuestras manos unidas, de nuestros esfuerzos conjuntos.
Hay que reflexionar en las transformaciones que ya ocurrieron y en las muchas que aun han de ocurrir.
Bendito sea el tiempo que trae las verdades, que purga las diferencias, que acomoda las ideas.
Cuando el viento de las disensiones amenace la paz y la unión en nuestro camino, esforcémonos por traer a Jesús a nuestros actos, porque el Maestro, aun siendo el portador de las nuevas ideas, no se rebeló contra la humanidad entera, portadora y defensora de las viejas ideas egoístas.
Sea en el hogar o en las dignas instituciones espíritas, todos tienen espacio para hacer lo mejor.
Las diferencias hacen parte del conjunto de ejercicios, para el aprendizaje entre todas los niveles establecidos.
Vale resaltar que todos son espíritus, unos a más tiempo en el cuerpo, otros a menos tiempo, otros fuera del cuerpo, pero todos carecemos de la práctica de la comprensión y del respeto mútuo.
El espíritu se rejuvenece en ideas a medida que él ama y sirve.
En la historia del cristianismo, Esteban buscó la experiencia y la acogida de Pedro, cuando llegó a la Casa del Camino. Pablo recibió del viejo Gamaliel los fragmentos del evangelio y los consejos preciosos para su misión apostólica.
Lo nuevo no puede prescindir de la experiencia de lo viejo y lo viejo no prescinde de lo nuevo para continuar el trabajo.
Por las leyes de la reencarnación, cuando la muerte nos sorprende, el viejo parte, y el joven sigue en el mundo para en el porvenir, recibir al viejo que tomó un nuevo cuerpo para seguir ejecutando la melodía inmortal de la vida.
El anochecer amanece y el nuevo día anochece.
Ni viejos ni mozos, solamente espíritus.
Ivan de Albuquerque
por Adeilson Salles
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