SERIE INFORMACIÓN ESPÍRITA
10 - La Lógica del Espiritismo ante la
Paz y la Felicidad
NADIE HUYE DE SÍ MISMO
¿Habrá un principio capaz de infundir
más confianza en la Justicia de Dios que este?
A
partir de él se entiende la recomendación de Jesús en cuanto al “no
juzgar”, pues él conocía el
sentido oculto de “a cada uno conforme a sus obras”. A través de él, tenemos la garantía
de que todos, del explotador al explotado, del corruptor al corrupto, del
verdugo a la víctima, del opresor al oprimido, todos en fin, experimentarán los
efectos de las propias acciones o reacciones en el debido tiempo.
Estamos
destinados al progreso espiritual (fin),
a través de vidas sucesivas (medio),
que nos conducirá a la felicidad y a la paz tan soñada, teniendo como itinerario
el camino del auto – descubrimiento, del auto – conocimiento.
Una
reencarnación bajo el ángulo de la Eternidad, representa “menos que un relámpago”, como informaron los Espíritus a Allan
Kardec (cuestión 738, L.E.), e inexorablemente el peaje de la muerte aguarda a
todos en la camino de la vida.
El
Codificador por medio de observaciones, comparaciones, deducciones y
conclusiones, analizando el testimonio de centenares de espíritus, delineó el
conjunto que denominó CÓDIGO PENAL DE LA VIDA FUTURA, contenido en el libro “EL CIELO Y EL INFIERNO” (capítulo 7), o
la Justicia Divina Según el Espiritismo.
Por
ser informaciones que precisan ser difundidas y meditadas para que un número
cada vez mayor despierte para la responsabilidad de vivir, les brindamos algunos
de esos artículos.
1 – ¿Dónde está escrita
la Ley de Dios?
–
En la conciencia.
2 – La completa felicidad se prende a la perfección, esto es, a
la purificación completa del Espíritu. Toda imperfección es, a su vez, causa de
sufrimiento y de privación de la satisfacción, del mismo modo que toda
perfección adquirida es fuente de placer y atenuante de sufrimientos. (2º)
3 – El Espíritu sufre, sea en el mundo corporal, sea en el mundo
espiritual, como consecuencia de sus imperfecciones. Las miserias, las
vicisitudes padecidas en la vida corpórea, son oriundas de nuestras
imperfecciones, son expiaciones de faltas cometidas en la presente o en
precedentes existencias. Por la naturaleza de los sufrimientos y vicisitudes de
la vida corpórea, se puede juzgar la naturaleza de las faltas cometidas en la
anterior existencia, y de las imperfecciones que las originaron. (10º)
4 – No hay una imperfección del alma que no conduzca a funestas
e inevitables consecuencias, como no hay una sola cualidad buena que no sea fuente
de placer. (3º)
5 – Toda falta cometida, todo mal realizado es una deuda
contraída que deberá de ser pagada; si no fuese en una existencia, lo será en
la siguiente o en las siguientes. (9º)
6 – El arrepentimiento, si
bien es el primer paso en la regeneración, no basta por sí solo; son necesarias
la expiación y la reparación. Arrepentimiento, expiación y reparación constituyen,
por lo tanto, las tres condiciones necesarias para apagar los rastros de una
falta y sus consecuencias. El arrepentimiento
suaviza las amarguras de la expiación,
abriendo por la esperanza el camino de la rehabilitación; solo la reparación, no obstante, puede anular
el efecto destruyéndole la causa. De lo contrario, el perdón sería una gracia,
no una anulación. (16º)
7 – El arrepentimiento puede
darse por todas partes y en cualquier tiempo; sin embargo, si fuera tarde, el
culpable sufre por más tiempo. Hasta que desaparezcan los últimos vestigios de
la falta, la expiación consiste en
los sufrimientos físicos y morales que le son consecuentes, sea en la vida
actual, sea en la vida espiritual después de la muerte, o incluso en una nueva
existencia corporal. La reparación consiste
en hacer el bien a aquellos a quien se había hecho el mal. Quien no repara sus
errores en una existencia, por debilidad o mala voluntad, se encontrará en una
existencia ulterior en contacto con las mismas personas que de él tuvieron
queja, y en condiciones voluntariamente escogidas, de modo a mostrarles
reconocimiento y hacerles tanto bien cuanto mal les haya hecho. No todas las
faltas acarrean perjuicio directo y efectivo; en tales casos la reparación se opera, haciéndose lo que
se debería hacer y fue descuidado; cumpliendo los deberes despreciados, las
misiones no cumplidas; practicando el bien en compensación al mal practicado,
esto es, volviéndose humilde si se viene siendo orgulloso, amable si se fue
austero, cariñoso si viene siendo egoísta, benigno si se viene siendo perverso,
laborioso si se viene siendo ocioso, útil si se viene siendo inútil, frugal si
se vienen siendo intemperante, cambiando en suma por buenos los malos ejemplos
perpetrados. Y de ese modo progresa el Espíritu, aprovechándose del propio
pasado. (17º).
Nota – La necesidad de reparación es un
principio de rigurosa justicia, que se puede considerar verdadera ley de
rehabilitación moral de los Espíritus. Mientras tanto, esa doctrina religión
alguna aun la ha proclamado. Algunas personas la repelen porque es más cómodo
el poder librarse de las malas acciones con un simple arrepentimiento, que no
cuesta más que palabras, por medio de algunas fórmulas; sin embargo,
creyéndose, así, libre de deudas, verán más tarde si eso les bastaba.
¿Podríamos preguntar si ese principio no es consagrado por la ley humana, y si
la justicia divina puede ser inferior a la de los hombres? Y más, si esas leyes
se darían por desafrentadas desde que el individuo que las transgrediese, por
abuso de confianza, se limitase a decir que las respeta infinitamente. ¿Por qué
no han de vacilar tales personas delante de una obligación que todo hombre
honesto se impone como deber, según el grado de sus fuerzas? Cuando esta
perspectiva de reparación sea inculcada en la creencia de las masas, será otro
freno a sus desequilibrios, y bien más poderoso que el infierno y respectivas penas
eternas, ya que como interesa la vida en su plena actualidad, pudiendo el
hombre comprender la procedencia de las circunstancias que la hacen penosa, o a
su verdadera situación.
8 – La expiación varia
según la naturaleza y la gravedad de la falta, pudiendo por tanto la misma
falta determinar expiaciones diversas, conforme las circunstancias, atenuantes
o agravantes, en que sea cometida. (11º)
9 – La responsabilidad de las faltas es toda personal, nadie
sufre por los errores ajenos, salvo si a ellos da origen, ya provocándolos por
el ejemplo, ya no impidiéndolos cuando podría hacerlo. Así, el suicida es
siempre castigado; más aquél que por maldad impulsa a otro a cometerlo, ese
sufre mayor pena todavía. (21º)
10 – Dependiendo el sufrimiento de la imperfección, como el goce
de la perfección, el alma trae consigo el propio castigo o premio, donde quiera
que se encuentre, sin necesidad de lugar circunscrito. El infierno está por
todas partes en las que haya almas sufridoras, y el cielo igualmente donde haya
almas felices. (5º)
11 – El único medio de evitar o atenuar las consecuencias futuras
de una falta, está en repararla, deshaciéndola en el presente. Cuanto más nos
demoramos en la reparación de una falta, tanto más penosas y rigurosas serán,
en el futuro, sus consecuencias. (27º)
12 – La situación del Espíritu, en el mundo espiritual, no es
otra sino la de por sí mismo preparada en la vida corpórea. Más tarde, otra
encarnación le faculta para nuevas pruebas, la expiación y reparación, con
mayor o menor provecho, dependiedo de su libre albedrío.; y si él no se
corrige, tendrá siempre una misión que recomenzar, siempre y siempre más acerba,
de suerte que puede decirse que aquél que mucho sufre en la Tierra, mucho tenía
que expiar, y los que gozan de una felicidad aparente, en que pesen sus vicios
e inutilidades, lo pagarán muy caro en futura existencia. En ese sentido Jesús
dijo: – “Bienaventurados los afligidos,
porque serán consolados.” (El Evangelio Según el Espiritismo, cap. V.)
(28º)
13 – El bien y el mal que hacemos transcurren de las cualidades
que poseemos. No hacer el bien cuando podemos, es, por tanto, el resultado de
una imperfección. Si toda imperfección es fuente de sufrimiento, el Espíritu
debe de sufrir solamente por el mal que hizo como por el bien que dejó de hacer
en la vida terrestre. (6º)
14 – El espíritu sufre por el mal que hizo, de manera que, siendo
su atención constantemente dirigida para las consecuencias de ese mal,
comprende mejor sus inconvenientes y trata de corregirse. (7º)
15 – Siendo infinita la Justicia de Dios, el bien y el mal son
rigurosamente considerados, no habiendo una sola acción, un solo pensamiento
malo que no tenga consecuencias fatales, como no hay una única acción
meritoria, un solo buen movimiento del alma que se pierda, incluso para los más
perversos, por eso que constituyen tales acciones un comienzo de progreso. (8º)
16 – No hay regla absoluta ni uniforme en cuanto a la naturaleza
y duración del sufrimiento: – la única ley general es que toda falta tendrá castigo,
y tendrá recompensa todo acto meritorio, según su valor. (12º)
17 – La duración del sufrimiento depende de la mejoría del
Espíritu culpable. Ninguna condenación por tiempo determinado le es prescrita.
Lo que Dios exige por término de sufrimientos es un mejoramiento serio,
efectivo, sincero, de vuelta al bien. De este modo el Espíritu es siempre el
árbitro de la propia suerte, pudiendo prolongar los sufrimientos por la permanencia
en el mal, o suavizarlos y anularlos por la práctica del bien. Una condenación
por tiempo determinado tendría el doble inconveniente de continuar el martirio
del Espíritu renegado, o de liberarlo del sufrimiento cuando aún permaneciese
en el mal. Ahora, Dios, que es justo, solo pune el mal cuando existe, y deja de
castigar cuando no existe más; por otro lado, el mal moral, siendo por sí mismo
causa de sufrimiento, hará que este dure mientras aquél subsista, o disminuirá
de intensidad a medida que disminuya. (13º)
18 – Como el Espíritu tiene siempre libre albedrío, el progreso a
veces se le hace lento, y tenaz su obstinación en el mal. En ese estado puede
persistir años y siglos, viniendo por fin un momento en que su obstinación se
modifica por el sufrimiento, y, a pesar de su jactancia, Dios le hace entrever
la esperanza. No hay espíritu incapaz de nunca progresar, consagrado a eterna
inferioridad, lo que sería la negación de la ley de progreso, que
providencialmente rige todas las criaturas. (19º)
19 – En virtud de la ley de progreso que da a toda alma la
posibilidad de adquirir el bien que le falta, como de despojarse de lo que
tiene de malo, conforme el esfuerzo y voluntad propios, tenemos que el futuro
está abierto a todas las criaturas. Dios no repudia a ninguno de sus hijos,
antes los recibe en su seno a medida que alcanzan la perfección, dejando a cada
cual el mérito de sus obras. (4ª)
20 – Dependiendo de la mejora del Espíritu la duración del
sufrimiento, el culpable que jamás mejorase sufriría siempre y, para él, la
pena sería eterna. (14º)
21 – Una condición inherente a la inferioridad de los Espíritus
es no ver el término de la prueba, creyéndola eterna, como eterno les parece
deba de ser tal sufrimiento. (15º)
- Luz no Lar -
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CASO DE DOLENCIA DE PÁNICO
Juan Cabral
Cierta vez, se manifestó un Espíritu a través de un médium y, poco a poco, quedo claro para todos los trabajadores presentes, de acuerdo con sus quejas, que pasaba por un gran sufrimiento. Decía que hace poco tiempo le apareció una situación en que el miedo era vivido de manera nada proporcional y, a veces, sin motivo aparente, en forma de crisis, que se volvían cada vez más frecuentes.
Yo estaba en la dirección de la reunión mediúmnica y conforme ya había sido convenido, como si fuera un Espíritu desencarnado, pues allí se encontraba para un tratamiento en la condición de Espíritu emancipado (parcialmente emancipado del cuerpo físico).
La conducción desembocó en una inducción regresiva a vivencias pasadas cuando pasó la situación en que, como jefe de beduinos, en el Oriente, envió a sus hombres a prender a una mujer para explotarla sexualmente.
La Joven mujer, no obstante, fue apresada con su hijo, un pequeño niño. Indagado sobre qué hacer con el niño, ordenó que le quitasen la vida. Después de violar a la mujer, por el hecho de no haber cedido de buena voluntad a sus caprichos, él mismo le quitó la vida.
Volviendo a la personalidad actual (saliendo de la regresión) el paciente recordó que la mujer asesinada era su esposa ahora y que esperaba un hijo, el mismo hijo (Espíritu) que cruelmente hiciera asesinar. Identificaba el surgimiento de la enfermedad con el embarazo de la esposa y cree que su cuadro resultaba de un recelo que le asomaba a la mente en relación a una posible reincidencia violenta contra aquel Espíritu que renacía, aunque no le tuviera ningún sentimiento negativo y, hasta al contrario, se había alegrado de recibirlo.
Inmediatamente después de esa comunicación mediúmnica en nuestra reunión, se presentó un Espíritu extremadamente rencoroso, endurecido y revuelto, afirmando ser su perseguidor, al mismo tiempo en que maldecía contra Dios, por no entender Su sentido de justicia que entregó a “su mujer” y “su hijo” en las manos del propio asesino. Estaba interesado en vengarse del enemigo, pues no fue capaz de perdonarle la violencia perpetrada contra su hogar y contra él mismo, y al mismo tiempo, se esforzaba para provocar la muerte de la ex esposa y del ex hijo, imaginando que ahora que los encontraba, los llevaría consigo para el Más Allá.
Entonces quedó patentado que el paciente portador del trastorno de pánico, más allá de las causas anímicas para el nacimiento de la enfermedad, sufría la acción perniciosa del obsesor. ¡Este, a su vez, sufría terriblemente por el hecho de no haber perdonado!
¿Cuando se inició ese doloroso embate? ¿Cuántas veces, ya se venían alternando aquellos dos Espíritus, a lo largo de las reencarnaciones redentoras, en los papeles de obsesor y obsesado?
La respuesta solamente a Dios y sus obreros podría dar. Pero, sin ninguna duda, el odio, la amargura, el deseo de venganza mantenía la llama de la tortura anímica en esos pobres compañeros de jornada terrena.
¡Cuándo el dolor no se consigue estacionar con la actitud impar y decisiva del perdón, que se muestra como la única y definitiva solución para la inmensa mayoría de los males que arruinan las relaciones humanas entretejidas a lo largo de los siglos!
Traducido por Isabel Porras
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MÉDIUMS Y ORÁCULOS
El Espiritismo no ha inventado la
mediumnidad, ni siquiera la ha descubierto,
pues hace miles de años que se conoce y se
utiliza para contactar con el mundo
espiritual. Lo que sí ha hecho es estudiarla
como nadie antes y exponer sus grandezas y
sus riesgos para que todos tomemos
conciencia de la importancia de darle un
buen uso.
La existencia de oráculos desde tiempos
inmemoriales en todas las civilizaciones y
repartidos por toda la geografía de la historia
antigua sustenta y demuestra un principio
básico del Espiritismo: hablar con los
espíritus de los muertos es una realidad.
La
cuestión más importante es: ¿para qué se ha
utilizado esa capacidad de comunicarse con
el más allá? ¿Qué estamos haciendo con ese
don?
Delfos fue un gran centro religioso del
mundo helénico que con sus predicciones
influyó en grandes acontecimientos de su
época. Cuando tras el ritual se preguntaba a
la pitonisa se establecía una comunicación
con el mundo espiritual a través de un
médium, la misma pitonisa, que contestaba
tras entrar en trance. Con el tiempo se
agregó la figura del sacerdote que hacía la
función de intermediario entre el
consultante y la pitia, pero era un papel
totalmente secundario. Las respuestas solían
ser más consejos que verdaderas
predicciones, y eran tan famosas por su
ambigüedad como por sus aciertos, que no
solo encumbraron a Delfos a la
consideración del oráculo más fiable, sino
que lo hicieron mantenerse en este lugar
durante varios siglos. Es por este sentido
ambiguo de las profecías que dijo Heráclito:
“El oráculo no oculta ni revela la verdad, solo la
insinúa”(siglo VI a.C.).
Además del célebre “conócete a ti mismo” en
Delfos estaban inscritas muchas más
anotaciones a modo de consejos, en total se
conocen 1 47. Con toda probabilidad los
preceptos de Delfos constituyen un modelo
educativo y un valioso legado de conocimiento
que se transmitieron de generación en
generación. Los preceptos délficos o máximas
pitias eran frases sencillas atribuidas a los Siete
Sabios de la antigüedad[1], máximas que se
podían leer inscritas por todo el santuario.
Estas son algunas de ellas:
-Conócete a ti mismo- Nada en exceso Sométete
a la justicia- Domina tu carácter No
censures- Aléjate del mal- Hazte amante
del saber- Obra de acuerdo con tu
conciencia- Habla cuando sepas- Sé
agradecido- Enriquécete de manera
honrada- Siente compasión por los
desgraciados. [2]
Varios lemas filosóficos adornaban la
ciudad: «nada en exceso», inculcando la
mesura y el rechazo de los excesos,
«conócete a ti mismo», en el frontón del
templo de Apolo, máxima que enseñaba la
importancia de la autonomía en la búsqueda
de la verdad y la de la introspección, así
como una extraña «Ε», también sobre el
frontón del templo y sobre cuyo significado
los griegos se interrogaron durante largo
tiempo, y que podría ser una manera de
anotar la palabra εï eĩ, «tú eres»,
sobreentendida como «tú también tienes
una parte divina». Sea lo que sea, la
presencia del oráculo ha hecho de Delfos un
lugar por excelencia de revelación de uno
mismo[3].
Con la llegada del cristianismo se
caricaturizó el oráculo y nos han llegado
falsas informaciones a través del imaginario
colectivo de cómo se producía la consulta y
la forma en que se respondía. De la fase más
importante, el momento del trance, llamado
por los griegos pneuma entousiastikon,
podemos inferir su significado, “espíritu de
inspiración divina”, y gracias al Espiritismo
sabemos que era un proceso mediúmnico,
un intercambio entre los hombres y los
espíritus, que en aquellos tiempos estos
últimos eran considerados daimon o genios
tutelares de los hombres[4].
La mediumnidad es una maravillosa
herramienta de adelanto moral, llave de
esperanza y consuelo para los que estamos
de forma transitoria en este mundo; sin
embargo mayoritariamente hemos acudido
a ella para fines exclusivamente egoístas y
con objetivos materialistas, preferimos
milagros instantáneos antes que trabajo y
esfuerzo instructivo. El hombre pervierte
todo lo sagrado debido a su estado de
inferioridad moral.
La historia del oráculo de Delfos es
paradigmática de lo ocurrido con esa
comunicación entre ambos mundos que ha
tenido a su alcance la humanidad. En
principio su uso prudente ayudó con sus
consejos y enseñanzas pero, poco a poco, al
convertirse en foco de riquezas por los
donativos de los consultantes, su uso se
corrompió y la función inicial que cumplía
pasó a segundo plano, manipulando su
esencia y pervirtiéndola. Es un resumen de lo
que hemos hecho con la mediumnidad
durante toda la historia. Por ese motivo dijo
Jesús a los apóstoles: Dad de gracia lo que de
gracia recibisteis[5]. Sabía muy bien, y así lo
recomendaba, que no se debía comerciar
con las cosas sagradas, en referencia a las
mediumnidades de profecía, lenguas o de
sanación que enseñó a los apóstoles[6].
Ahora gracias al Espiritismo sabemos que
la mediumnidad, como herramienta
educativa, es un canal de comunicación
donde el emisor está en las zonas vibratorias
invisibles a nuestros ojos y que debido a ese
desconocimiento debemos ser cautos[7].
Porque la capacidad en sí es neutra, pero
dependerá de nuestra actitud transformarla
en herramienta de progreso adoptando sus
enseñanzas o convertirla en oportunidad
perdida; somos libres de usarla como nos
plazca mas también somos responsables de
los resultados obtenidos.
Médiums han existido durante toda la
historia de la humanidad realizando la
función de re-ligar el mundo físico con el
espiritual, de ahí la existencia de tantos
oráculos repartidos por el mundo antiguo[8]
y las constantes apariciones de profetas[9]
recordándonos los deberes morales,
revelando lo espiritual.
El concepto de revelación expresa la idea
de dar a conocer algo que estaba oculto o
que no se sabía. Una revelación científica,
por ejemplo, se produce cuando alguien de
especial genio e inteligencia hace un
descubrimiento notable y lo hace público;
también las enseñanzas de un profesor a sus
alumnos son revelaciones que hasta
entonces desconocían, la diferencia es que el
profesor no es un revelador de primer orden,
ya que transmite algo que le fue enseñado a
él. Así tenemos revelaciones de dos tipos, de
primer orden cuando se originan, y de
segundo orden cuando se transmiten. En el
terreno de la moral también tenemos esa
correlación, cuando leemos un tratado sobre
conducta ética o moral estamos recibiendo
una revelación de segundo orden; esto
ocurre por ejemplo cuando leemos los
evangelios de los apóstoles, pero se
producen revelaciones de primer orden
cuando recibimos las enseñanzas
directamente del mundo espiritual a través
de un médium o profeta, pues ese es su
papel[1 0].
Moisés fue un gran médium de la
antigüedad que transmitió la primera gran
revelación al pueblo judío; Jesús es
considerado médium de Dios por su elevada
jerarquía espiritual aportando la segunda
revelación dirigida a todos los habitantes del
planeta, es la figura central que da sentido y
completa la revelación mosaica, anunciando
la tercera: la espiritista[11].
La aserción de Juan, Hijos míos mirad si
los espíritus son de Dios, pone en claro que
uno de los principales escollos de la
mediumnidad es la autenticidad del
mensaje, recayendo sobre nosotros la
responsabilidad (un derecho y un deber) de
decidir si aceptamos la validez de lo que nos
dicen o no. El Espiritismo no ha venido a
convertirnos en tomadores de doctrina,
manteniéndonos en una fe pasiva, no, él ha
venido para hacernos trabajar la razón y
mejorar en base a nuestro esfuerzo, cuando
rasgando el velo de lo paranormal nos
ilumina sobre las leyes que gobiernan
nuestros destinos a este lado de la vida y al
otro. Ya no más misterios ni dogmas
inextricables.
La razón y el buen criterio unidos a un
trabajo colosal de codificación permitieron a
Allan Kardec trillar el trigo de la paja entre la
gran cantidad de mensajes mediúmnicos
recibidos de todo el mundo que catalogó y
ordenó dando forma a la Doctrina Espírita, la
tercera revelación cristiana. Gracias a él
tenemos bases seguras sobre las que
trabajar la mediumnidad, gracias a Kardec
tenemos mensajes tan concisos y claros
como el del Espíritu de Verdad[1 2]: Espiritistas.
Amaos e instruíos. Ahí está todo, tan simple y
a la vez tan complicado porque nuestro ego
todavía prevalece en nosotros. También este
mensaje deja en nuestras manos llevar a
cabo la recomendación y la responsabilidad
de decidirnos a amar y de esforzarnos por
estudiar de forma seria y continuada toda la
compilación de hechos y conocimientos
presentados por la Doctrina que ponen de
manifiesto la tutela espiritual de que todos
disponemos, desde tiempos inmemoriales.
Como alumnos de la espiritualidad,
aprendices postulantes del gran camino, es
un deber el aprovechamiento de las
enseñanzas que obtenemos con las
revelaciones. El Espiritismo es la última
etapa, hasta ahora, del trabajo educativo
acumulado en los siglos precedentes, es la
base sobre la que surgirán las nuevas
religiones del futuro, más razonadas, más
consistentes y mejor cimentadas en nuestra
conciencia, produciendo mejores frutos para
esta humanidad tan necesitada de
esperanzas y consuelos.
Jesús Valle ( Centro Espçirita Manuel y Divaldo)
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LAS EMOCIONES
Qué es la emoción?.- La palabra emoción proviene de la unión de ex= hacia afuera, y motión= mover. La emoción es la resultante de procesos mentales y físicos que tanto pueden ser vehementes como exaltados. Las emociones van surgiendo en el ser humano por el sistema natural de la evolución de la psiquis. Como ya hemos visto, en los animales aparece de forma ostensiva un esbozo de las reacciones que caracterizan el despertar de los instintos de conservación (hambre y sed) y de reproducción, junto con reacciones que ponen de relieve la irritabilidad, el cariño, la alegría, los celos, el despertar de la inteligencia y algunos otros elementos psíquicos en desarrollo. Una vez alcanzada la fase humana esas funciones psíquicas entran en el grado de desenvolvimiento más pronunciado, por el apoyo recibido de la inteligencia, que ha avanzado, del mismo modo que la experiencia llegó a su nivel más alto robustecida por la aparición de otras funciones. Se pone de manifiesto una auténtica progresión geométrica en el campo del desenvolvimiento psíquico. Las capacidades se interrelacionan y abren paso a nuevas capacidades al mismo tiempo que mejoran las ya existentes.
La reacción de la mente ante los acontecimientos, sean agradables o desagradables, provoca estados mentales de vehemencia o excitación, a los que se denominan emociones. Existen cientos de emociones diferentes, resultado de combinaciones, variaciones, etc. Los celos, por ejemplo, son una combinación del temor (imaginario), de la tristeza de la ira. Cuando el individuo experimenta celos imagina situaciones que pueden serle desfavorables, y eso le da tristeza. Convencido de que su modo de pensar está avalado por la razón, aunque no sea así, la ira estalla como un trueno en su alma y le provoca sufrimiento.
La vida turbulenta y agresiva de las grandes ciudades, las adaptaciones kármicas en el seno del hogar, o las exponencias tumultuosas del pretérito desequilibran emocionalmente a las personas. No obstante, la angustia derivada de estas situaciones puede ser elaborada con ayuda de profesionales de la psicoterapia.
Educación de los sentimientos
Jason de Camargo
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