miércoles, 23 de agosto de 2023

De la Ingratitud

 INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- La Indulgencia

2.- Tramas del destino (1 de 2)

3.- La oración

4.- De la ingratitud

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               LA INDULGENCIA

 

                  

     La indulgencia es una manifestación de la verdadera Caridad. Ser indulgente significa optar por el perdón.

    Jesús en muchos momentos de su enseñanza evangélica, hace mucho hincapié en esta virtud. Vemos por ejemplo, como en la oración que enseñó a sus discípulos les enseñó como se debían dirigir al Padre.  La idea de la indulgencia aparece en la frase: “Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”; esto es como decir: “Te pido que me perdones en la misma medida que yo también perdono”.

   Para ser perdonados por Dios,  antes es necesario saber y querer  perdonar de corazón nosotros mismos.

   Para perdonar, en el más completo sentido, no basta con olvidar las ofensas, sino que además hay que saber amar en un acto de indulgencia, misericordia y Caridad. A veces se oye decir: “ yo perdono, pero no olvido”. O sea, que están afirmando que tienen en cuenta las ofensas pasadas, aunque perdonen de labios para afuera. Realmente eso no es perdonar.

   Con esta virtud de amor y generosidad, se trata de sacar a flote nuestro potencial divino y aun siendo nosotros todavía espíritus imperfectos y atrasados, debemos intentar  imitar al Padre, o al menos tratar de ser un reflejo de Su misericordia y Amor infinitos.

    Para ser indulgente es también necesario ser humilde y ante lo que nos pueda herir viniendo de los demás, disculparlo siempre tal como Jesús hizo con los que lo torturaron y mataron: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. ¡ Qué gran indulgencia la de aquel ser humano, atormentado y a las puertas de una dolorosa y degradante muerte, que en esos momentos tan humanamente angustiosos, su  generosidad y su amor eran manifestados pidiendo al Padre  perdón para sus crueles verdugos, con una disculpa por el acto criminal que cometían con El !; ¡ y es que en verdad, los criminales que ejecutan entre odios su impiedoso acto, no saben lo que hacen !.

    En el Evangelio según el Espiritismo se señala que debemos animar a los fuertes de espíritu para que perseveren en sus actitudes y también que debemos dar fuerza y ánimo a los débiles para que  se venzan a sí mismos y a sus defectos, tomando cada día, con valentía,  la cruz de las pruebas que les toque afrontar y con la Fe puesta en Jesús siguiendo su camino y ejemplo.

    Sobre todo es importante subrayar que la mejor prédica ante los demás, es el buen ejemplo y esto es un compromiso que, desde el verdadero conocimiento espiritual, debemos asumir esforzándonos por demostrar y demostrarnos a nosotros mismos cada día, que la indulgencia, el Amor y la Caridad no son solo bellas palabras o conceptos teóricos, sino realidades que sean como luces en medio de las tinieblas de este mundo en donde nos desenvolvemos ahora.

   Finalmente, que al igual que Pablo de Tarso, todos podamos decir: “vivo, mas no yo; es Cristo quien vive en mí”. Que Él lo haga también  en nosotros.

- Jose Luis Martín-

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Tramas del destino

 ( 1 de 2)

Mercedes Cruz Reyes

 

El objetivo moral de la reencarnación es disciplinar y edificar el pensamiento a través de la fijación de la mente en ideas superiores de la vida, del amor, del arte elevado, del bien, de la inmortalidad para que la plenitud, la felicidad, sea una conquista lograda.

Los hechos de existencias anteriores, quedan grabados, en nuestra memoria psíquica y sus consecuencias se nos presentan cuando menos lo esperamos,”absorbiéndolas” con un dolor semejante al que ocasionamos en su oportunidad. Los Mentores Espirituales nos dicen que el odio que genera el ser humano no se pierde: finalmente se transforma en sufrimiento para el que lo engendro. Y agregan que podemos sembrar libremente, haciendo huso de nuestro libre albedrío, pero luego tendremos que cosechar obligatoriamente lo que brote de nuestras simientes.

La más importante misión del Espiritismo; es enseñarnos a sembrar el Bien, como único medio de no tener que cosechar el Mal.

Y que nos son indispensables los “reencuentros” en vidas sucesivas,       para pagar las deudas contraídas voluntariamente, y poder así alcanzar el gran anhelo de nuestras almas: el progreso espiritual.

La Humanidad, está sufriendo, en una ascendencia alarmante, casos de terrible obsesión.

Cuando las causas de las enfermedades mentales son exclusivamente de origen físico, somático, los tratamientos espiritistas no son determinantes, aunque las labores espirituales, entre ellas las oraciones rogando a Dios por la recuperación del enfermo, resulten de indiscutible provecho; pero es el psiquiatra quien debe actuar aplicando su ciencia.

Cuando las enfermedades mentales, por el contrario y las depresiones están originadas en la influencia perniciosa de espíritus obsesores que se vengan de las victimas para cobrarse daños recibidos de las mismas en la presente o en anteriores encarnaciones, la labor prolongada de los espíritus obsesores acaba por lesionar los órganos físicos mediante esa pertinaz actuación obsesiva, siempre resulta de gran utilidad la protección científica y medicinal del psiquiatra; pero nada podara lograrse en definitiva, si no se trata medianimicamente al espíritu obsesor, llevándolo al conocimiento de que él está causando gran daño a su victima, pero que, realmente, el daño mayor se lo causa a si mismo, puesto, que, mientras persista en su acción vengativa, estará estacionando la evolución de su propio espíritu, de por si atrasado, al no poner en practica el don divino del perdón.

El hombre no experimenta una sola y única vida terrestre. La Tierra es su cuna y la escuela en la que evoluciona, demandando más altas adquisiciones espirituales. Sus experiencias de éxito o fracaso, produce el engranaje en que se moverá en el futuro. A cada acción, corresponde una reacción equivalente.

Muchos de los problemas graves relacionados con la salud física y mental que la Medicina depara a cada momento, tienen sus raíces en el pretérito espiritual del paciente

Sus errores y sus adquisiciones, constituyen los agentes de su perturbación o de su paz. Reencarnando cada cual con la suma de sus propias experiencias, son diversas las situaciones personales, tal como se  observa en el Mundo.

Auto obsesiones, obsesiones y subyugaciones, son capítulos que merecen de la Patología Medica, un estudio simultaneo con los postulados del Espiritismo.

La reencarnación es la clave que explica sus enigmas. Al lado de las terapéuticas valiosas que son aplicadas ahora a los obsesados de distinta clase, se imponen los recursos valiosos y saludables de la fluido terapia y de las expresivas contribuciones doctrinarias de la Tercera Revelación, que trae de regreso los insuperables métodos evangélicos de los que es exponente máximo Jesús, el Divino Medico de todos nosotros.

El amor y la oración, el perdón y la caridad, la tolerancia y la confianza, la fe y la esperanza, no son apenas virtudes vinculadas a las religiones pasadas, y si insustituibles valores de higiene mental, de psicoterapia, de laborterapia, que son de urgencia para neutralizar las hondas crecientes del odio y de la rebeldía, de la venganza y de la aflicción, de la intolerancia y de la desconfianza, de la falta de creencia y de la desesperación, que irrumpen y se instalan en el hombre, avasallándolo todo intempestivamente.

La doctrina Espirita dispone de valiosos tesoros para poder adquirir la felicidad en la Tierra y después de ella. Conocerla y practicar sus enseñanzas, representa una libertad dichosa para aquellos que aspiran a disfrutar de mejores días, que anhelan la paz y que laboran por el bien.

Diariamente reencarnan, espíritus felices que se olvidan de los placeres, voluntariamente, tratando a través del amor, de elevar a las regiones Venturosas, a antiguos compañeros que, por obstinación, equivoco o rebeldía contumaz, naufragan en las experiencias de la evolución, deteniéndose en lamentables estados de perturbación.

La vida humana, señalada por el desequilibrio, en la superficie del Mundo, refleja solo pálidamente las realidades que se viven en las Esferas Espirituales inferiores, por ser en estas en donde surgen los factores reales, que modelan aquellos sufrimientos.

El amor de nuestro Padre nos vigila, en su compasión, procede periódicamente a expurgaciones lenificadoras, a emigraciones en grupos, encaminando a legiones de esos desdichados, colectivamente, a la experiencia reencarnacionista, con vistas a su propi9a mejoría y a la disminución de la psico-esfera que los envenena y degenera, perturbando, de cierto modo, la economía moral de la Tierra...

Frecuentemente, en nombre de ese amor, caravanas de abnegados enfermeros espirituales y de misioneros de la caridad, condensan sus energías sutiles, y descienden hasta esos centros de alucinación y de crimen, usando la misericordia y la solidaridad con que sensibilizan a los mas heridos y a los mas acongojados, ayudándolos a renovarse, interiormente, proporcionándoles la modificación vibratoria, para que puedan deshacerse mentalmente de los martirios que los torturan, y que bajo la cariñosa vitalizaciòn de la oración como de la  afectividad del despertar, puedan ser recogidas y encaminados a nidos de reposo y a campos de rehacimiento, en donde puedan armarse de fuerzas para acontecimientos futuros...

Bendecidos por verdaderos indultos que les propician el pago de pesadas deudas en clima menos denso de angustia, en los círculos del sufrimiento corporal y moral, son conducidos, tan pronto como es posible, a la carne, esa bendita escafandra terrestre, nuestra escuela de redención.

Ante la clara iluminación de las estrellas, en determinada noche, bajo el palio de la oración luminosa, tales Mensajeros de la bondad y de la renuncia, descienden a las furnias o deambulan en rumbo de los hospitales- purgatorios colectivos, para recoger a los arrepentidos y a los sensibilizados que fueran alcanzados por la magnanimidad del Cordero Celeste, como también la de su Madre la Excelsa Madre de la Humanidad, sublime intercesora de todos nosotros.

Los Bienhechores amorosos no liberan a sus tutelados de la carga del sufrimiento que necesitamos por impositivo de nuestros propios errores, que nos cumple recuperar, recomponiendo los paisajes humanos que quedaron yermos por nuestras actuaciones infelices. Pero inspiran decisiones felices, evitan celadas odiosas que aumentan el padecimiento debido a la rebeldía a que se arrojan los incautos con la suma de las cargas imprevisibles que arrastran y se imponen, dañinas; impregnan de fuerzas superiores que se originan en la oración y en el intercambio psíquico, que establecen y mantienen en la psicoesfera de armonía y de esperanza; inducen personas y facultan factores que auxilian, atenuando las pruebas; iluminan la conciencia y activan los recuerdos del pasado, tomándolos de los archivos de la memoria, con el fin de que se perciba que la indefraudable Justicia Divina es también Amor, y que el Amor es la mas apurada metodología existente para la liberación y el aprendizaje del Espíritu necesitado de evolución; amparan moralmente con su presencia y se convierten en faroles íntimos que señalan el rumbo en la noche de las pruebas santificadoras.

Nadie que malgaste los valores de la vida, podrá permanecer con la conciencia en paz. El abuso de la fuerza, del poder económico o social, de la autoridad, de la inteligencia o de lo que sea, produce la desdicha a la que el mal mayordomo se arroja, en prolongada y aflictiva recuperación.

Todos los valores positivos que afloran en la vida humana exigen rendición de cuentas, en la cual son examinados la aplicación, el uso y los resultados de la actuación, concediéndose al usufructuario el respectivo salario, adicionado a los intereses a que se haga acreedor.

En el orden Divino, nadie explota, se aprovecha, pervierte o abusa del patrimonio del Padre, sin ser llamado a rendir graves cuentas...

Recusar los problemas ni los anula ni los resuelve, más bien los agrava. La actitud valerosa para afrontarlos, ensaya los medios para vencerlos

Toda tempestad, por grande que sea la fuerza de que se revista en su violencia, después de alcanzar la culminación amaina, dejando destrozos a su paso, pero cediendo a la fuerza pacificadora de la bonanza. Los conceptos torpes de los hombres sin una fuerte convicción en Dios, se extravían y se entorpecen aunque estén sostenidos por legítimos ideales, toda vez que les falta la sabia esencial que proviene de la Causa Excelsa.

En las reencarnaciones se apagan normalmente las recordaciones de hechos pasados, las que son de naturaleza criminal sobresalen, generando perturbaciones, recelos aparentemente infundados para el observador común, aumentando poco a poco su liberación total, reincorporándose entonces a la personalidad, en forma de pensamientos actuales, tumultuosos, inconexos.

El paciente incurso en tal proceso, se concentra en el oscuro pozo de los recuerdos que se agudizan, y cae en alucinaciones y delirios, porque son invadidos los centros de la conciencia por las fuertes impresiones desagradables y trágicas de las que desea libertarse.

Desaparecen los contornos de las adquisiciones del momento, mientras se manifiestan las experiencias archivadas, que pasan a gobernar en desorientación las reacciones de la emotividad del “yo” consciente, ocasionando la alineación.

Por ponderables razones, el olvido de las vidas anteriores, es misericordia y sabiduría Divina para con la criatura humana.

Los síndromes de las enfermedades mentales, tienen sus raíces en el espíritu endeudado, y tales, dolencias son recursos punitivos y reeducadores de que se vale la Vida, en nombre de la Divinidad, para hacer justicia y administrar evolución a los que se niegan a la convivencia dentro de las líneas del amor, tal como lo enseñaron todos los constructores héticos de la Humanidad, y, especialmente Jesús, el amor por excelencia de todos las criaturas.

La oración refrigera, calma y da valor. La oración no siempre modifica las cosas, pero siempre nos modifica, ayudándonos a ver y entender los acontecimientos por el Angulo correcto, a través del cual deben ser examinados. Y esto es lo que importa. No es valido que Dios nos aparte de los obstáculos, pero es bueno que nos de los medios para poder apartarlos...

Después de orar, todo se ve mejor, se llega a saber los porqués, conocemos las formulas de la resignación y del valor, que solucionaran las dificultades que nos torturan.

( Continúa y finaliza en la siguiente publicación)

 

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                         La oración

                           

     La oración debe ser una expansión íntima del alma hacia Dios, una conversación solitaria, una meditación siempre útil y a menudo fecunda. Es el refugio por excelencia de los afligidos, de los corazones martirizados. En las horas de tribulación, de desgarramiento interior y de desesperación, ¿ quién no ha encontrado en la oración la calma y el reconfortamiento, o, por lo menos, una suavización de sus males?.

Un dialogo misterioso se establece entre el alma sufriente y la potencia evocada. El alma expone sus angustias y sus desfallecimientos; implora socorro, apoyo, indulgencia. Y entonces, en el santuario de la conciencia, una voz secreta responde, la voz de Aquel del cual provienen toda fuerza para las luchas de este mundo, todo bálsamo para nuestras heridas, toda luz para nuestras incertidumbres.
Y esta voz consuela, anima y persuade; hace descender hasta nosotros el valor, la sumisión y la resignación estoica. Nos sentimos menos tristes y menos abrumados; un rayo de sol divino entra en nuestra alma y hace florecer en ella la esperanza.

La oración es una elevación por encima de las cosas terrenas, una ardiente invocación, un transporte, un batir de alas hacia regiones que no turban los murmullos y las agitaciones del mundo material, y donde el Ser obtiene las inspiraciones que le son necesarias. Cuanto más poderoso es su transporte, cuanto más sincera es su invocación, más distintas y más claras se revelan en él las armonías, las voces y las grandezas de los mundos superiores.

Es como una ventana que se abre hacia lo invisible, hacia lo infinito, y por donde el Ser percibe mil impresiones consoladoras y sublimes, se impregna con bellas emociones y se embriaga y se sumerge en ellas como en un baño fluidico regenerador.

En estas conversaciones del alma con la Potencia suprema, el lenguaje no debe ser preparado ni fijado de antemano; debe variar según las necesidades y el estado de espíritu del ser humano. Es un grito, una queja, un acto de adoración, un inventario moral hecho ante los ojos de Dios, o una simple idea, un recuerdo, una mirada alzada hacia los Cielos.

En la oración que dirige todos los días al Eterno, el hombre sensato no pide que su destino sea feliz; no pide que el dolor, las decepciones y los reveses sean apartados de él, ¡no! Lo que desea es conocer la ley para cumplirla mejor; lo que implora es la ayuda de lo Alto, a fin de soportar dignamente los malos días.
La oración del hombre sensato, hecha con recogimiento profundo, fuera de toda preocupación egoísta, despierta en él esa intuición del deber, ese sentimiento superior de lo verdadero, del bien y lo justo que le guían a través de las dificultades de la existencia y le mantienen en comunión íntima con la gran armonía universal.
El camino Recto – León Denis

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                 LA INGRATITUD
                       

De San Juan de la Cruz a la priora del convento de Segovia, María de la Encarnación, ante la persecución que estaba sintiendo en determinados momentos de su vida, a causa de su posible envío a México:

De lo que a mí me toca en este negocio, hija mía, no le dé pena, que ninguna a mí me da. De lo que la tengo muy grande es de que se eche culpa a quien no la tiene; porque estas cosas no las hacen los hombres, sino Dios, que sabe lo que nos conviene y las ordena para nuestro bien. No piense otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y adonde no hay amor, ponga amor, y sacará Amor.

   San Juan de la Cruz.

Reflexión:    

   San Juan de la Cruz reflexiona acerca de la falta de agradecimiento que, en general, padecen los seres humanos, aunque hubiesen recibido algún beneficio. Esto es bastante común; a veces, los beneficiados se sienten avergonzados, o lo que es más grave, su orgullo se siente herido y procuran alejarse lo más posible de aquellos que puedan recordarles su pasado, sobre todo si su presente ha cambiado y su posición social ha mejorado notablemente.

Les hace comprender que hay que hacer las cosas sin esperar nada a cambio y aun a riesgo de recibir ingratitud, que aquellos que así actúan ni siquiera son culpables, que son cosas que permite Dios para templar nuestra paciencia y tolerancia ante las faltas de los demás, habida cuenta de que también nosotros tenemos las propias, lo cual redundará en nuestro beneficio. Así, pues, obremos siempre con desinterés, porque recogeremos aquello que sembremos.

 Mª Luisa Escrich.-   Amor, Paz y Caridad

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