EL SUICIDIO ES LA NEGACIÓN ABSOLUTA DE LA LEY DE AMOR
En Taiwan, el fabricante de electrónicos Foxconn “anunció que va a contratar dos mil profesionales de salud mental para intentar contener una ola de suicidios en sus fabricas en China”.(1)La empresa cuenta con 700 mil funcionarios – cerca de 300 mil de ellos en China -, fabrica varios productos para multinacionales, como el celular Phone, de Apple, las consolas de juegos PlayStation, de Sony, Wii. De Nintendo, y Xbox, de Microsoft, y el lector electrónico Kindle, de Amazon.
En Francia, como si no bastase el preocupante “Día nacional de prevención contra el suicidio”, la Justicia francesa está investigando la onda de suicidios en la operadora de teléfonos Francia Telecon. En los dos últimos años, 46 funcionarios de la compañía se mataron – 11 de ellos apenas en el 2010, según datos de la dirección de la empresa y de los sindicatos. En los EUA la Universidad de Cornell, en el estado americano de Nova York, lanzó recientemente una campaña de prevención al suicidio. La universidad de Cornell ya carga hace mucho tiempo la fama negativa de ser una escuela marcada por los suicidios. Entre el 2000 y el 2005, hubo 10 casos de suicidios confirmados en Cornell.
El número de suicidios golpea la Tierra: hace diez años fueron “815,000 personas las que cometieron suicidio. Países del Leste Europeo son los recordistas en una media de suicidio por 100.000 habitantes. Lituania (41,9), Estonia (40,1), Rusia (37,6) (la tasa de suicidios en Rusia es la segunda en el mundo, bajo solamente de Letanía y leste europeo), Letonia (33,9). Guatemala, Filipinas, y Albania están en el lado opuesto, con la menor tasa, variando entre 0,5 y 2. Los demás están en la fase de 10 a 16. En números absolutos, sin embargo, la República Popular de China lidera las estadísticas. Fueron 195 mil suicidios en el año 2000, seguido por la India con 87.000, los estados Unidos con 31.000, Japón con 20.000 (en el 2008 el suicidio entre los jóvenes batió un nuevo record en Japón y en Alemania con 12,5 mil. “(2)
El suicidio es un acto exclusivamente humano y está presente en todas las culturas. Sus matrices casuales son numerosas y complejas. Algunos cometen el suicidio como un asunto legitimo de la escuela personal y un derecho humano (absurdamente conocido como el “derecho a morir”), y alegan que nadie debería ser obligado a sufrir contra su voluntad, sobretodo en las condiciones como dolencias incurables, dolencias mentales, y edad avanzada que no tienen ninguna posibilidad de mejoría.
Ninguna religión admite el suicidio. Esa unanimidad evidencia el que se trata de algo contrario a las leyes divinas. Más, algunas sectas paranoicas hacen cultos al suicidio, como la Orden del Templo Solar, a Heaven's gate, a Peoples Temples e otras. Adeptos “notables” de esa escuela de pensamiento incluye el filosofo pesimista Arthur Schopenhauer, Friedrich Nietzsche, y el empirista escocés David Hume.
Bajo el punto psicológico, el suicidio es un acto que se produce en el marco de situaciones anómicas (3), en la que los individuos se ven forzados a tirar la propia vida para evitar conflictos o tensiones inter humanas, para ellos insoportables. En verdad para los espiritas el “suicidio es un acto cobarde de quien opta por huir, despertando en realidad más vigorosa, sin otra alternativa de escapar”, (4)
El suicida no quiere matarse a sí mismo, más si alguna cosa que carga dentro de sí y que, sintéticamente, puede ser nominado de sentimiento de culpa y de voluntad de querer matar alguien con quien se identifica. Como las restricciones morales lo impiden, el acaba por autodestruirse. Así, el suicida mata a otra persona que vive dentro de él que lo incomoda, profundamente. El pensador Émile Durkheim teoriza que la “causa del suicidio, casi siempre, es la raíz social, o sea, el ser individual es abatido por el ser social. Absorbido por los valores [sin valor], como el consumismo, la búsqueda de placer inmediato, la competitividad, la necesidad de no ser un perdedor, de ser el mejor, de no fallar, la persona se aparta de si mismo y de su naturaleza,. Sobrevive de “apariencias”, para representar un “papel social” como protagonista del medio. En esa vivencia neurótica, el deja de desenvolver sus potencialidades, no se abre, ni expone sus emociones y se amarga en su intimidad solitaria.”(5)
Curiosamente, hay casos y casos. En los incendios de edificios, algunas personas atrapadas en pisos superiores, saltan hacia la muerte ante la proximidad de las llamas. No podemos considerar esa situación como un acto suicida. Es apenas un gesto instintivo de fuga. El calor, en esa situación, es tan intenso que, literalmente, puede llevar a la persona al estado absoluto de inconsciencia.
Situación grave que merece ser analizada es la obsesión que puede ser definida como un constreñimiento que un individuo, suicida en potencial o no, siente, por la presencia perturbadora de un obsesor (encarnado o desencarnado). Hay suicidios que se figuran como verdaderos asesinatos, cometidos por perseguidores desencarnados (y encarnados también). Esos seres envuelven de tal forma a la victima que la inducen a matarse. Obviamente que el suicida en ese caso no estará exento de responsabilidad. Hasta porque un obsesor no obliga a nadie al suicidio. El sugiere telepáticamente al acto, sin embargo la decisión será siempre del autocide.
La simple idea, repetida varias veces, lleva al individuo a la fascinación, a la subyugación, y, por fin, al suicidio. Emmanuel advierte que el suicidio es como alguien que “ pula en lo oscuro sobre un precipicio de brasas. Después del acto, sobrevén la infeliz sede, el hambre, el frio, el cansancio, el insomnio, los irresistibles deseos carnales, la promiscuidad y las tempestades con constantes inundaciones de las llamas fétidas.” (6) En verdad, “de todos los desvíos de la vida humana el suicidio es, tal vez, el mayor de ellos por su característica de falso heroísmo, de negación absoluta a la ley del amor y de la suprema rebeldía a la voluntad de Dios, cuya justicia nunca se hizo sentir, junto a los hombres, sin la luz de la misericordia” (7)
¿Reflexionando sobre la cuestión 945 de “El Libro de los Espíritus”, qué pensar del suicido que tiene como causa el hastió de la vida? Los Espíritus respondieron: ¡Insensatos! ¿por qué no la trabajaron? ¡la existencia no les sería una carga!(8) El suicidio es la más desastrosa manera de huir de las pruebas o expiaciones por las cuales debemos pasar. Es una puerta falsa en la que el individuo, juzgando liberarse de sus males, se precipita en una situación mucho peor. Arrojado violentamente para el Más Allá del Túmulo, en plena vitalidad física, revive, intermitentemente, por mucho tiempo, las llamadas de conciencia y las sensaciones de los últimos momentos, además de quedar sumergido en las regiones de penumbra, donde sus tormentos serán importantes para el sacrosanto aprendizaje, flexibilizándolo y enseñándolo a respetar la vida con más empeño.
En la literatura espirita encontramos libros que comentan el asunto. Tenemos como ejemplo: “El martirio de los Suicidas”, de Almerindo Martins de Castro, y “Memorias de un Suicida”, de Yvonne A. Pereira. El maestro de Lyon, en el libro “El Cielo y el Infierno” deja enorme contribución en examen comparado con las doctrinas sobre el pasaje de la vida corporal a la vida espiritual y, específicamente, en el capitulo V, de la Segunda parte, donde aborda la cuestión de los suicidas.
Cuando un individuo pierde la capacidad de amarse, cuando la autoestima está debilitada, pasa a tener dificultad de mantener la salud física, psíquica y somatica. André Luiz explica que “los estados de la mente son proyectados sobre el cuerpo a través de los bioforos que son unidades de fuerza psicosomáticas, que se localizan en las mitocondrias. La mente transmite sus estados felices o infelices a todas las células de nuestro organismo, a través de los bioforos. Ella funciona como un sol, irradiando calor y luz, equilibrando y armonizando todas las células de nuestro organismo, y ora como tempestades, generando rayos y fajas destructoras que desequilibran al ser, principalmente actuando en las células nerviosas”(9)
Jorge Hessen
Lo más grave es que el suicida acarrea daños a su periespiritu. Cuando reencarnando, más allá de enfrentar los viejos problemas aun no solucionados, verá crecida la necesidad de reajustar su lesión periespiritual. Por tanto, dejar la vida significa reencontrarla más tarde, con juros cuidadosamente calculados y cobrados, sin moratoria. La cuestión 920, de el Libro de los Espíritus, registra que la vida en la Tierra fue dada como prueba y expiación, y depende del propio hombre luchar, con todas las fuerzas, para ser feliz cuanto se pueda, amenizando sus dolores.” (10)
Ante el impositivo de la Ley de la fraternidad, debemos orar por nuestros hermanos que dieron fin a sus vidas, compadeciéndonos de sus angustias, sin condenarlos. Hasta porque, todos los suicidas, sin excepción, lamentan el acto practicado y son acordes en la información de que solamente la oración en su favor alivian los atroces dolores de la conciénciales en que se encuentran y que les parecen eternos.
Jorge Hessen
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En la oración, el sentimiento es todo. El Divino Maestro siempre Se hizo presente al lado de los sencillos y de los necesitados. Al enseñarnos una fórmula para orar,se ofreció como intermediario entre Dios y los hombres. De esta forma, si tu corazón está herido, si te sientes solo, comienza hoy mismo a orar a Jesús.
Regina Lucia de Souza ********************** NOTA IMPORTANTE: Los lunes,miércoles y jueves a las 22,30 horas, pueden participar en el chat de la Federación Espírita Española. Los viernes a las 23,00 horas se os invita a asistir a una conferencia en la misma sala. Los domingos a las 21,00 horas tenemos la clase de Estudio del Espiritismo por el "Grupo espírita Sin Fronteras".dirigido por Carlos Campetti- Y además recomiendo los Blogs: El espirita albaceteño.- elespiritadealbacete.blogspot.com.es Albacete espírita: espiritismoalbacete.blogspot.com.es kardeciano.blogspot.com elblogdeazucena.blogspot.com marinamiesdeamor.blogspot.com boletin-nuevaesperanza.blogspot.com ade-sergipe.com.br ceesinfronteras.es/eventos.htm espiritistas. es Revista virtual AMOR, PAZ Y CARIDAD : www.amorpazycaridad.com
Un niño es como un libro que acaba de ser abierto, con muchas sorpresas para los que se disponen a leerlo. Así es para los padres la vida de sus hijos, siempre son sorprendidos por las anomalías que estos presentan. Frutos todas ella de su imperfección.
No sabemos los padres el secreto que en su inocencia esconden los niños; no sabemos lo que son, lo que han sido y ni lo que serán, ellos son seres que Dios envía a nuevas existencias; y para que no se les pueda imponer una severidad demasiado grande, El les da todas las apariencias de la inocencia; incluso en un niño de mala índole, se cubren sus acciones malas con la no conciencia de sus actos.
Los espíritus entran en la vida corporal para perfeccionarse, para mejorarse; la fragilidad los vuelve flexibles, accesibles a los consejos de la experiencia y a la de aquellos que deben hacerlos progresar; es entonces cuando se puede reformar su carácter y reprimir sus malas tendencias.
Un periodo de incertidumbres e inseguridad surge en las casas donde hay niños y alguno de ellos presenta mediumnidad ostensiva en los primero años de su vida. El conocimiento de la Doctrina Espirita favorece la forma adecuada de conducir estos procesos.
En el capítulo XVIII del Libro de los Médiums, el Maestro de Lión, Allan Kardec, nos presenta esta cuestión sobre la posibilidad o la existencia de la mediumnidad en los niños, siendo este un tema de mucho interés e importancia para el estudio, pues en las tempranas edades del desarrollo físico pueden presentarse eventos que necesitan de nuestra atención y comprensión.
Pongamos varios ejemplos:
El niño Marcos del Sur tenía cuatro años cuando contó haber presenciado la muerte del bisabuelo, fallecido antes de su nacimiento. Para convencer a su familia el imitó al viejo con perfección. En otra ocasión, dijo haber presenciado la imagen de un niño, hijo de una amiga de su madre, siendo atropellado por un coche rojo. Rita de Cassia, la madre, fue para la casa de la familia del accidentado, confirmó la veracidad de la escena y llevó al hijo a un centro espírita, donde su mediumnidad fue reconocida. Al final del 2006, a los doce años, él describió los atentados en que unos traficantes incendiaron un autobús y provocaron la muerte de ocho pasajeros en Rio. El decía: “Lo veo todo negro y veo cosas. No tengo miedo, pero siento dolores”.
La mediumnidad de Giovanna aun choca a la familia. A los dos años, la pequeña sólo dormía en la alfombra y despertaba siempre cuando intentaban colocarla en la cuna. Durante la noche, bastaba aproximarse a la cuna con ella en el cuello para Giovanna volver a los llantos. Un neurólogo prescribió remedios para la disritmia cerebral. Claudia Geminiani, la madre, prefirió procurar un centro espirita. “Una médium explicó que un rapaz que había sido hijo de Giovanna en otra encarnación la perseguía a la cuna en busca de cariño”, cuenta Claudia. “Ella tenía el rostro desfigurado y los miembros comprimidos, por eso asustaba a mi hija. “Una vez Giovanna llegó a proferir palabras agresivas en un tono de voz diferente al suyo. Lecturas Evangélicas ayudaron a suavizar la crisis. Hoy con tres años y ocho meses, Giovanna frecuenta un curso de evangelización y hace una oración siempre que alguna entidad la asusta.
Desde los ocho años; Camila no conseguía dormir en su propio cuarto. La visión de un perro feroz la impedía quedarse allí. La madre, Carla de Almeida Olivera, no olvida los gritos que la niña, hoy ya con cuatro años, daba cuando iba para la cuna. “Ella lloraba mucho, con los ojos siempre cerrados. Sólo paraba con mucha oración”. Carla siendo espírita, no entendía el miedo que su hija sentía durante las sesiones del culto del evangelio en el Hogar, pues en esas ocasiones, Camila acostumbraba a ver una bruja por la casa, lo que la hacia sufrir. Cuenta su madre: “Cuando tiene visiones, mi hija se transforma en otra persona. Queda con una fuerza tan grande que ella mal conseguía dominarla.
Relatos como estos, de comunicaciones con espíritus revelan que la mediumnidad es común en la infancia. Y los padres precisan a prender a lidiar con la situación.
En el inicio del retorno al cuerpo físico se generan una serie de procesos en el que el espíritu encarnado va acoplándose y amoldándose al nuevo cuerpo que habita, en ese momento de la vida el vehículo físico va sufriendo cambios en vías de su acondicionamiento a la vida material, y por su puesto, direccionándose para lo que será el cumplimiento de las necesidades del espíritu. A su vez el espíritu debe pasar también por muchos cambios a nivel periespíritual y psíquicos, pues debe ir elaborando nuevas facetas de su personalidad con el fin de ir mejorando sus condiciones para el cumplimiento de sus compromisos adquiridos en la vida espiritual que le permitirán el adelantamiento moral y el equilibrio.
Estudiada por religiosos, psiquiatras y hasta neurólogos, la mediumnidad es la capacidad de ver y oír espíritus o realizar fenómenos paranormales – como incorporación y clarividencia – por intermedio de agentes externos. O sea, de entidades espirituales que utilizan el cuerpo del médium como vehículo para manifestarse.
La psicología y la medicina, entretanto, buscan otras formas de justificar esos fenómenos. Si la criatura parece poseída por una entidad sobrenatural, por ejemplo, es tomado como un trastorno de la personalidad o estado de trance o posesión, cuyo tratamiento es la psicoterapia y medicamentos. La comunicación con los amigos invisibles a los ojos de los padres acostumbra ser encarada como mera fantasía. Hay momentos que la ilusión predomina y la criatura transforma en real lo que apenas es un deseo inconsciente”.
Todos sabemos que la mediumnidad es el canal que liga a todas las criaturas vivas al mundo invisible o de los Espíritus. Su finalidad básica es la de excitar al espíritu encarnado en la materia, a vivir sus experiencias evolutivas. En los vegetales y animales la mediumnidad se encuentra apenas en estado rudimentario. Se va tornando más amplia y compleja a medida en que se considera la evolución de esos seres animados a través de las reencarnaciones.
La criatura es un adulto en potencia. Como nacemos trayendo predisponibilidad que nos posibilitan el intercambio mediúmnico, en algunas criaturas la Mediumnidad se presenta precozmente.
El libro de los Médiums nos dice en el capitulo XVIII ítem 221 que es muy peligroso el desarrollar la mediumnidad en los niños; porque estos son organizaciones demasiado tiernas y delicadas se conmoverían demasiado y su joven imaginación se sobreexcitaría; los padres por esta razón deben alejarlos de estas ideas o al menos sólo les hablaran de ellas bajo un punto de vista de las consecuencias morales.
Cuando la mediumnidad en el niño es espontánea es porque esta, está en su naturaleza y que su constitución se presta a ella; eso no es lo mismo que cuando es provocado y sobreexcitado. El niño que tiene visiones, se impresiona generalmente poco por ellas; le parece una cosa muy natural, en la cual sólo se fija débilmente, más tarde el hecho se le presenta en la memoria y se lo explica fácilmente si conoce el Espiritismo.
El desarrollo del ser humano puede dividirse en ciclos de 7 años en donde podemos observar los cambios y las adaptaciones orgánicas necesarias para la madurez del cuerpo, pero en estos ciclos esta incluido también el proceso de maduración del espíritu quien es el que define las modificaciones del vehículo carnal cumpliendo con la planificación establecida en los planos espirituales, en donde la definición de las características de su cuerpo orgánico le permitirá ciertas condiciones en provecho de la mejoría de sus deficiencia, sirviendo este nuevo cuerpo para la prueba o expiación.
En el primer ciclo, comprendido entre el alumbramiento y los 7 años de edad, el niño se encuentra en una condición ambivalente al respecto de estado de libertad espiritual, pues en esa etapa su espíritu y su cuerpo físico aún no establecen los lazos finales que le permitirán la culminación efectiva de la encarnación.
Su cuerpo aun inmaduro es apenas un vehículo en desarrollo en donde los controles periespirituales no son tan definidos, permitiendo al espíritu gozar de cierta libertad en cuanto a la percepción sensorial del entorno, experimentando por igual ambos estados de la existencia, es decir que el espíritu del niño al no haber establecido los vínculos profundos con la carne tiene la posibilidad de vivir en dos mundo a la vez, pues en su naturaleza espiritual puede verificar todo lo que le rodea en el plano físico, pero también puede percibir todo lo que se produce en el entorno invisible, siendo su espíritu protector el primero en mantener un contacto permanente con su tutelado.
En base a esto, las características presentadas por el niño definen mas una condición anímica que mediúmnica, pues lo que se produce no es otra cosa que la manifestación de las propiedades espirituales que todos poseemos al encontrarnos liberados de los lazos físicos, siendo en el caso del infante la expresión de sus propias condiciones espirituales.
La visión, la audición, incluso la posibilidad de conversar con los espíritus, son sólo eventos naturales para el niño, pues al no tener la posibilidad de diferenciar ambos estados de la existencia no existe en él ningún tipo de temor o de rechazo hacia algo que le parece normal, es luego en su crecimiento cultural e intelectual que se van estableciendo las convenciones sociales que le pueden dirigir su percepción sobre las cosas, generando según su educación ciertas fobias sobre la vida espiritual que en su mayoría son proyectadas por los adultos de su entorno, producto de la ignorancia y de los preceptos culturales sin fundamento.
Durante la niñez pueden presentarse eventos mediúmnicos relevantes, pues hay seres que en sus planificaciones establecieron la posibilidad del trabajo mediúmnico desde el inicio de su encarnación, ya sea por un proceso probatorio o por una misión en particular, expresando pues el espíritu encarnado desde el principio sus condiciones de medianero, teniendo sus padres la necesidad de auxiliar y dirigir estas manifestaciones en beneficio del crecimiento moral e intelectual del niño.
La práctica de la mediumnidad no tiene una edad prefijada para el niño, eso depende enteramente del desarrollo físico y mucho más del desarrollo moral; hay niños de doce años que se afectaran menos que muchas veces los adultos. Si los hombres son víctimas de los espíritus mentirosos la infancia y la juventud están aun más expuestas por su inexperiencia. La edad está subordinada a las circunstancias, al temperamento y al carácter del niño.
La constatación de la edad es muy difícil pues hay bebés que tienen incorporaciones. Cada criatura tiene sus características propias y su mediumnidad aflora de acuerdo con sus condiciones. La practica de la mediumnidad entretanto, debe ser incentivada cuando el joven estuviera maduro lo suficiente para un ejercicio seguro dentro los padrones de comportamiento conducidos con seriedad y responsabilidad de que se reviste el trabajo mediúmnico.
La mediumnidad en los niños es más común de lo que se piensa. El adulto, por ya ser dueño de si mismo, entiende mejor el surgimiento de la misma, y procura una forma de ajustarse a ella. Sea en los diversos Centros Espíritas o no. Cuando los hechos mediúmnicos estén surgiendo en la niñez de nuestros hijos, sabemos con seguridad, que su ángel protector estará atento para tal hecho. Esa asertiva, no nos excluye, entre tanto, a los padres y educadores, de nuestra responsabilidad de buscar la mejor forma de disminuir esos efectos. Deberemos estar siempre dentro de las orientaciones de la codificación Kardeciana, y seguros del amparo de nuestros amigos espirituales para conducirnos con claridad hacia el camino marcado por Jesús.
La práctica de la mediumnidad presenta peligros e inconvenientes contra los cuales debemos precavernos. Muchos que trabajan en actividades mediúmnicas improductivas están bajo el imperio evidente de obsesión y de fascinación.
Lo que el libro de los médiums nos dice bien claro es que no se debe excitar el desarrollo de la mediumnidad en los niños cuando no es espontánea, y que en todos los casos es preciso usar de esta con gran circunspección; que tampoco se debe alentar en personas débiles, a los que den señales de excentricidad en las ideas o debilidad en las facultades mentales, porque hay en ellas predisposición evidente a la locura que cualquier causa sobreexcitante puede desenvolver.
Aunque no se vea u oiga a los espíritus, es la mediumnidad la que hace que una criatura sea capaz de sentir si un ambiente está cargado y hacerla llorar cuando un extraño con energías ruines la pega en el cuello. Es preciso antes de afirmar que una criatura está bajo la influencia de un espíritu, descartar las hipótesis de fantasía y de disturbios psíquicos. La primera etapa es entrevistar al paciente en busca de elementos que no podrían ser dichos por él. “Es difícil diagnosticar como fantasiosa una criatura de tres años que se pone a analizar cuadros de Botticelli o a conversar en francés sin conocer ese idioma” por poner un ejemplo. Finalmente, exámenes neurológicos facilitarían el verificar si la actividad en el cerebro es equivalente a la registrada en convulsiones o ataques de epilepsia. Normalmente la reacción es otra.
Algunos médicos y pensadores materialistas clasifican a los médiums como personas enfermas.
Generalmente, esos científicos emiten pareceres fundamentales en los conceptos de ciencia materialista y no se dan al trabajo de examinar los libros espíritas, puesto que ni los conocen.
Estudiada por los religiosos, psiquiatras y hasta neurólogos, la mediumnidad es la capacidad de ver u oír a los espíritus o realizar fenómenos para normales – como la incorporación y la clarividencia- por intermedio de agentes externos, o sea, de entidades espirituales que utilizan el cuerpo del médium como vehículo para manifestarse.
Normalmente en esos casos, el fortalecimiento por el pase, el agua fluidificada y la oración son poderosos instrumentos de los que se vale la espiritualidad para la solución del problema. Nuestros mentores espirituales, con certeza, miraran el tratamiento de forma que, siguiendo correctamente las instrucciones de la espiritualidad superior, podamos tener ayuda y seguridad.
Los padres deben mostrarse aptos para efectuar cambios en la conducta diaria en su recinto doméstico. Todo lo que sea para elevar el padrón vibratorio debe ser cultivado, al mismo tiempo en que se ofrecen para apartar toda conducta que lleve a lo contrario. Buenos libros, buenos films, comportamiento mental pautado en las enseñanzas del Evangelio, aliados al respeto y cariño mutuo, son factores de envolvimiento de los hijos en un halo protector, beneficiando así, a todos los espíritus que conviven en el núcleo. El hábito de la oración y la institución de una pequeña reunión para el estudio doctrinario del evangelio a la luz de las revelaciones espíritas son de fundamental importancia. Con certeza, en los Centros espíritas, existen equipos formados para enseñar a los neófitos como se instituyen esas pequeñas reuniones, recordando que el objetivo no es el desarrollo mediúmnico, y si la evolución espiritual del grupo familiar, y que el intercambio entre espíritus encarnados y desencarnados debe ser efectuado dentro de los locales apropiados en las Casas espíritas.
Si el pequeño demuestra miedo es bueno que los padres acompañen en las sesiones necesarias al tratamiento espiritual, hasta que ellos se acostumbren con naturalidad a tal hecho. El ambiente de la sala de pases, o locales destinados para tal, a pesar de ser locales simples, destituidos de mucha decoración, puede ser intimidante para un niño que ya debe estar asustado con los hechos que por ventura ya le están ocurriendo. Normalmente luego ellos se acostumbran, desde que los padres estén tranquilos y pasen para ellos esa tranquilidad. Si la criatura ya está alfabetizada, un buen libro conveniente a su edad le ayuda mucho, principalmente porque contiene enseñanzas morales propias a su elevación espiritual. En las librerías espíritas, existen ya un buen número de títulos dedicados a los niños. Si el niño no esta en la edad de leer, se le pueden contar cuentos e historias basadas en los libros infantiles para que el se familiarice poco a poco con la Doctrina. Vigilar los síntomas ver si van disminuyendo y al mismo tiempo apartados hasta que la normalidad se establezca a la espera de la hora apropiada para el correcto desarrollo y ejercicio de la mediumnidad.
Cuando un jovencito descubre que tiene mediumnidad, la forma mejor de desenvolverla es frecuentando las reuniones apropiadas para los jóvenes en los Centros espíritas, pues allí los dirigentes experimentados podrán orientarle sobre esa cuestión. Sin olvidar que no se puede atribuir mediumnidad a cualquier disturbio que la criatura presenta. Sólo el estudio de la Doctrina Espirita dará subsidios para la identificación de los fenómenos pues es una observación bastante cuidadosa.
Cuando un niño pequeñito mira a su alrededor como viendo algo, con gran temor en el rostro, o se asusta como observando a alguien que no se ve, es aconsejable darle pases magnéticos, agua fluidificada y concienciación de la familia para los actos relacionados con la Doctrina Espirita.
Muchos niños son sonámbulos y presentan alguna alteración en un determinado estado del sueño. Durante esa fase el niño está en un estado intermediario entre el sueño y la vigilia. A pesar de no mostrarse consciente de todo lo que pasa a su alrededor, la persona puede realizar pequeñas tareas, como alimentarse, vestirse, sentarse, mirar para algún lugar, conversar. Siendo cuestionada verbalmente las respuestas son incoherentes y murmuradas.
Usualmente ocurre en las primeras horas del sueño pudiendo durar algunos segundos o pocos minutos. Durante el episodio el paciente se muestra apático estableciendo poco contacto con el medio, pareciendo no reconocer a las personas y familiares. Raramente realiza un procedimiento más elaborado como cambiarse de ropa u orinar en el lugar adecuado.
Para un sonámbulo, despertar durante la crisis puede ser un momento difícil. Principalmente en el adulto, existe la posibilidad de tener una reacción violenta si es abordado, si juzga estar sufriendo alguna amenaza. A la mañana siguiente, normalmente, no recordará el episodio.
También se sabe que ese es un trastorno típicamente de la infancia, siendo presentado esporádicamente en asta un tercio de los niños entre los tres y diez años de edad. En esta misma faja están los episodios que acostumbran a ser regulares. A lo largo de la pubertad van disminuyendo y apenas un pequeño grupo continua teniendo episodios de sonambulismo durante la edad adulta.
No se debe en las Casa espíritas, en los trabajos de pases para los niños, admitir que el pase sea efectuado también por los niños; el Libro de los Médiums item 222, aborda la cuestión, cuando hace referencia a los peligros e inconvenientes de la Mediumnidad practicada por los niños.
El equipo debe estar formado por adultos, que por fuerza de la madurez y el estudio sabrán conducir con seguridad cualquier caso que se presente. Una criatura por muy acostumbrada que esté con los fenómenos espíritas, no tendrá condiciones de tratar y salir bien ante la sutileza enmascarada con que se revisten algunos obsesores. El estimulo para la espiritualización de los niños debe ser dado de acuerdo con la edad de cada uno, al conducirlos a una sala de conocimientos evangélicos doctrinarios, existentes en los diversos ciclos de mocedad en las Casas espíritas.
Muchos niños juegan con amiguitos imaginarios. Ese procedimiento es común en las criaturas que se sienten solitarias y carentes. Algunas criaturas realmente tienen contacto con entidades. Ese fenómeno tiende a desaparecer cuando llegan a la edad de los siete u ocho años.
La manifestación de los fenómenos mediumnicos no está sujeta a la voluntad de los padres. Ese es un atributo exclusivo de la criatura. Ella nació dotada de ese don. Los padres el deber que tienen para sus hijos y lo que pueden hacer en el caso de ellos tener mediumnidad es tratar de que ellos reciban un tratamiento espiritual, para que los fenómenos sean apartados y puedan seguir su curso normal, reapareciendo, cuando el individuo este en una fase más madura.
Muchas criaturas demuestran tener una sensibilidad mayor que otras, y captan del ambiente y de las personas de su alrededor, las energías que se presentan, tanto positivas como negativas. Para estar seguros y ver esta constatación en los niños es preciso un examen minucioso de los hechos y llevarlos a una casa espirita. En las horas de crisis es aconsejables mucha paciencia y una dosis extrema de amor para ella, para que con seguridad puedan ayudarla. Algunas veces es aconsejable consultar a una psicóloga infantil para auxiliarla en esos procesos. Existen buenos profesionales en ese área médica, que abrazan los principios espíritas y son de gran ayuda
A muchos niños no les gusta frecuentar la casa Espirita. Normalmente a esa edad algunas criaturas precisan mucha persuasión. Muchos dicen que sólo van bajo “libre y espontánea presión”. Luego más tarde lo asimilan mejor y se convierten en jóvenes trabajadores en las Casas espíritas que frecuentan. Los jóvenes al ver el comportamiento de los más viejos también se integran en la medida de lo posible.
Cuando nos encontramos con un caso de mediumnidad en una criatura de catorce años con la aparición de fenómenos mediumnicos, es preciso buscar orientación segura. Descartado la cura por la Ciencia es hora de buscar la ayuda de la Doctrina Espírita. Mientras tanto tales fenómenos pueden darse simultáneamente. Se debe buscar ayuda en la ciencia aliada a un tratamiento eficaz en la casa espírita.
Antes de cualquier actitud, los padres deben concienciarse de la responsabilidad ante esa criatura, y conducir el caso con naturalidad y racionalidad. Muchos por desconocer el fenómeno mediúmnico tratan de forma inadecuada la cuestión, lo que acarrea perjuicio para la criatura en el futuro. Como consecuencia, cuando adulto, la criatura podrá tener una visión distorsionada de los fenómenos que envuelven la mediumnidad. Es muy común los padres que castigan físicamente a sus hijos en esa fase.
La naturalidad debe ser la tónica para envolver la cuestión. El desarrollo mediúmnico es desaconsejable, visto que la criatura no posee defensas que la ayuden cuando se encuentren con algún enemigo del pasado. Como ya hemos dicho anteriormente, un tratamiento efectuado dentro de una casa espírita dará subsidios para que sean apartados esos síntomas, que volverán a aflorar en momento oportuno, cuando las condiciones de madurez física de la criatura permitan que ella haga buen uso de sus fuerzas mediumnicas.
¿Se sabe que la mediumnidad en los niños perturba el desenvolvimiento de los mismos, más cuando esta trae una tarea predeterminada en el plano espiritual, se debe bloquear este desarrollo?
Aquí no diremos bloquear. Conforme sea la edad de la criatura puede ser que ella presente condiciones de madurez que le permitan el uso de sus facultades de forma que no la perjudique en nada.
Se sabe por experiencia, que la mediumnidad puede aparecer en cualquier edad, más existen médiums, que por su aptitud natural presentan condiciones para el ejercicio de la mediumnidad aun en criaturas o adolescentes, haciéndolo de forma consciente y responsables. Citamos aquí el caso de las hermanas Baudin que auxiliaron a kardec en la fase de la Codificación, o nuestro bondadoso Chico Xavier y otros que se esparcen por Brasil o por el mundo.
Médicos adeptos del espiritismo afirman que la infancia es el periodo en que la acción de la glándula pinneal está en el auge, aunque la criatura no tenga el armazón intelectual necesario para interpretar los estímulos de forma consciente. Con el desarrollo completo del cerebro, la mediumnidad sería sublimada en la mayoría de las personas. La volvería aun más fuerte en aquellos que aprendieron a ejercitarla. Muchas criaturas sienten dolor porque el cuerpo no está preparado para recibir ese impacto. Por ese motivo, en general los padres son orientados a no incentivar a los hijos a ejercerla.
La dedicación, la paciencia y renuncia son los caminos del crecimiento mediúmnico. El orgullo y los malos Espíritus son sus obstáculos.
La mediumnidad es un cuchillo de dos filos. Si por un lado es fuente de benditas alegrías, por otro, puede ser también de profundas decepciones, para orientarse en el desarrollo mediúmnico, podría ser hecha citación de innumerables obras respetables. Sin embargo, lo más correcto es la utilización del viejo y buen Libro de los Médiums. Por lo tanto los que se ven afectados por ella, deben comenzar por el principio, conociendo las obras de Kardec y estudiarlas con profundidad.
En todas las situaciones, nuestra postura debe ser la de la más absoluta tranquilidad, una vez que la relación entre encarnados y desencarnados forma parte del propio contexto evolutivo de cada ser. Estamos, siempre, rodeados de espíritus, creamos en ellos o no, siendo espíritas o no. Al percibir las “conversaciones” de criaturas con la “nada”, tengamos serenidad y procuremos “entender” el proceso, y hacernos dueños de la situación.
Se recomienda a los padres y pariente más próximos el diálogo con las criaturas sin interrogatorios o curiosidad excesiva, más, procurando ”entrar” en la historia, participar del contexto, para percibir, en la naturalidad de la conversación, cuales son los “personajes” que efectivamente se hallan presentes junto a la criatura.
Como se trata de cosas naturales, cuanto mayor sea la naturalidad con que encaremos tales acontecimientos, menos las criaturas y nosotros los adultos, quedaremos asustados o “con miedo”. Al final, en términos de envolvimiento espiritual, los lazos que nos ligan a los espíritus (encarnados o desencarnados) no son rotos en razón de la alteración de nuestro estado vivencial (en la carne o fuera de ella) por el contrario se fortalecen y perduran.
Ame a su hijo con problemas del cuerpo o de la mente, o de ambos, cooperando con ellos, con mucha paciencia y con el gesto de ternura, para que puedan salir victoriosos de la expiación terrena, avanzando para más altos vuelos rumbo a nuestro Creador.
Llénese de cariño, de paciencia, de tranquilidad interior, viendo en estos hijos las joyas bendecidas que el Padre confía a nuestras manos para que las pulamos.
Usted podrá haberlos recibido por renuncia y elevado amor de su parte, más, puede ser que usted este ligado directamente a las causas que determinan la situación que viven hoy, debiendo auxiliarles e incentivarlos para la propia recomposición, usted, igualmente avanza para el Creador, sufriendo a su vez, al verlos rescatar, sin otra opción que no sea abrazarlos y colocarse, usted y ellos, bajo la Luz del amor de Dios, resignadamente.
Trabajo realizado por Merchita
Extraído de paginas y de Libro de los Médiums.
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"Cuando la ley de amor y caridad sea la ley de la Humanidad, ya no habrá egoísmo; el débil y el pacifico ya no serán explotados ni pisoteados por el fuerte y el violento. Tal será el estado de la Tierra cuando, según la ley del progreso y la promesa de Jesús, venga a ser un mundo feliz por la expulsión de los malos." Allan Kardec
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Extraigo el siguiente mensaje de un precioso librito de revelaciones trascendentales, fruto de la mediumnidad de la Sra. E.B.Duffey, titulado: Heaven Revised. Su valor puede deducirse del siguiente hecho: durante algunos años la obra alcanzó su 10ª edición y fue recientemente publicada de forma popular, con enorme tirada y a precio reducido. La Sra. Duffey, muy culta, tornose medium escribiente y escribió estos mensajes cuando hacía poco tiempo que andaba interesada en las investigaciones mediúmnicas, por consiguiente todavía no había leído, o muy poco, sobre doctrinas espíritas. Conviene insistir en este punto ya que, en la presente monografía, solo me ocupo de las fases iniciales de la vida de ultratumba, y no me será posible hacer resaltar eficazmente el gran valor de la circunstancia de ser numerosos los médiums que, como la Sra. Duffey, escribieron sus mensajes justo acabando de iniciarse en las nuevas investigaciones, e incluso cuando todavía todo ignoraban sobre el asunto.
Efectivamente entre los médiums autores de mensajes trascendentales concordantes con otros, encontramos algunos cuya mediumnidad se reveló al probar a escribir automáticamente, en obediencia al consejo de terceras personas. Todo nos lleva lógicamente a deducir que, si también los médiums improvisados, aún ignorándolo todo, escriben mensajes que concuerdan admirablemente con otros, en lo tocante a la descripción de los detalles fundamentales, de los secundarios, de los relieves substanciales del medio y de la existencia espirituales, no se puede explicar el hecho, sin que se reconozca que todo eso se produce porque las personalidades que se comunican son efectivamente Espíritus de los muertos y que, por tanto, sacan sus descripciones e informes de un medio real, permanente, objetivo, común a todos.
Aquí está como la Sra. Duffey describe la manera cómo obtuvo los mensajes publicados: Si, yo hubiese escrito al dictado, no hubiese podido conocer menos de que conocía mi mano al escribir. Por otro lado, es cierto que no asimilaba subconscientemente los mensajes que escribí, ya que todavía escasamente había oído hablar de esas cuestiones y todavía menos había leído al respecto. Me había convertido a las nuevas ideas apenas hacía un año; muchas veces cuando leía lo que acababa de escribir, confusa me sentía y perpleja, temiendo que lo que había escrito no estuviese de acuerdo con las doctrinas espíritas. Este sentimiento de confusión se volvió particularmente fuerte a propósito del capítulo titulado “En el abismo”. Durante todo el tiempo en que me fueron dictados los mensajes (cerca de cuatro meses), viví en un estado permanente de sueño. Nada de lo que me rodeaba o acontecía me parecía real, incluso las preocupaciones de naturaleza material, que me asaltaron en esa época, no tenían el poder de afligirme. Me sentía como bajo la influencia de un poderoso anestésico moral. Fue un sábado por la tarde cuando acabaron de dictarme los mensajes. En la noche del domingo di un breve discurso en nuestra Sociedad Espiritualista. El lunes por la mañana desperté por primera vez en la plena posesión de mi personalidad normal. Recuperé entonces la capacidad de actuar con la eficacia acostumbrada en la vida práctica de cada día.”
Estas informaciones de la Sra. Duffey son teóricamente interesantes, porque demuestran que, durante todo el tiempo en que fueron escritas sus comunicaciones trascendentales, la médium permaneció en condiciones de “sonambulismo en estado de vigilia”, como acontecía en circunstancias análogas al célebre vidente americano Anfrew Jackson Davis. En otros términos; esto probaría que el órgano cerebral del medium fue sometido, durante todo aquel período de tiempo, a una disciplina de posesión parcial, ejercida por la entidad comunicante. Como si esta se propusiera eliminar manifiestamente el peligro de emergencia esporádica de interferencias subconscientes, que hubieran podido intercalarse en los mensajes. Interferencias que solo muy difícilmente se pudieran evitar si la médium, entre dos mensajes, se sumergiese en sus preocupaciones de la vida cotidiana. Si tenemos en cuenta esta sugestiva circunstancia junto a la de que la médium todo lo ignora de las doctrinas espíritas, hemos de convenir en que, en este caso, somos conducidos a admitir un origen extraño al médium de las revelaciones trascendentales obtenidas.
Siendo así, estas conclusiones deberán extenderse al conjunto de las revelaciones trascendentales, ya que los mensajes de la Sra. Duffey, concuerdan admirablemente con los contenidos de todas las otras revelaciones de esta especie. Está fuera de duda que la lógica más rigurosa permitiría concluir en el sentido indicado, aun cuando no hubiese más que un caso análogo al precedente.. De hecho, en el caso que nos ocupa, no se trata de simples concordancias acerca de informaciones banales, que pudieran ser atribuidas a “coincidencias fortuitas”; se trata, al contrario, de un conjunto orgánico muy complicado de concordancias muy diferentes, grandes y pequeñas, frecuentemente extrañas e inesperadas, en contraste con las tradiciones religiosas asimiladas en el curso de la infancia y de la adolescencia por toda la humanidad cristiana. Después de este preámbulo extenso, pero necesario, paso a reproducir algunas páginas de la narración dictada por la entidad comunicante y referente al proceso de su desencarnación. Esa personalidad, en el curso de su existencia terrestre, fue una señora conocida por la médium. Era una mujer distinguida y tenía un espíritu cultivado, cuyas opiniones fueron durante largo tiempo, las de una librepensadora, en materia de religión, pero que se tornó espírita convencida en los últimos años de su vida.
He aquí lo que ella escribe, hablando de sí misma: Yo sabía que iba a morir, pero no temía a la muerte, no temía a esa idea. Hacía mucho tiempo que los terrores de la ortodoxia habían perdido toda eficacia sobre mi alma; me sentía preparada para afrontar la inevitable crisis con una serenidad filosófica. Añadiré incluso que había alguna cosa de más en mi estado de alma, esta era que me disponía a observar y analizar, con el interés de una investigadora, la lenta aproximación del gran momento. No quería perder esa suprema ocasión de adquirir conocimientos psicológicos que hubiesen escapado a las investigaciones de la ciencia. Me conservé, pues, como espectadora impasible de los lentos progresos de mi agonía, esperando poder comunicar más tarde, a los asistentes, mis observaciones y prestar así un último servicio a la humanidad; el de disipar el terror que la hora fatal produce en toda la gente. Parecía que el medio terrestre se alejaba a mi alrededor; sentía como fluctuaba fuera del cuerpo, en un desconocido modo de existencia. No se dio conmigo nada de lo que yo esperaba experimentar durante la crisis de la muerte. Así, por ejemplo, leí descripciones interesantes sobre una especie de “epílogo de la muerte”, que naciera de la mentalidad de los moribundos, como consecuencia del cual todos los acontecimientos de sus vidas pasarían delante de la visión subjetiva. Nada se verificó en mi caso; no me sentía atraída ni por el pasado ni por el futuro. Un solo pensamiento y un solo sentimiento me dominaban la conciencia: los de las personas que yo amaba y de las cuales me iba a separar. Sin embargo jamás me consideré una mujer excesivamente tierna; llevaba mi razón a dominar todos los impulsos y todas las emociones. Juzgo hasta que ese dominio de mí misma ejerció muy favorable acción sobre el rendimiento eficaz de las actividades en mi vida. Con todo, en esa hora suprema, el afecto me pareció la cimbre ya la substancia de todo lo que hay de apreciable en la existencia. Ese estado de vigilia atenta sobre la aproximación de la muerte acabó por agotarme y, poco a poco, una suave somnolencia me invadió. Era tan suave, de tal modo me descansaba que, en el transcurso de ese período de semi-inconsciencia que precede al estado de inconsciencia total, di en reflexionar sobre el hecho de que en mi existencia solo dos veces había sentido sensación análoga de somnolencia deliciosa...
Desperté, experimentando casi un sentimiento de remordimiento, como ocurre cuando alguien se apercibe de haber dormido demasiado, por encima de las conveniencias sociales. Ese despertar me pareció todavía más dulce que el anterior al sueño. No intentaba abrir los ojos, permanecía gozando aquella sensación placentera y serena, que en vano deseé tantas veces, en el correr de mi existencia tan llena de pruebas. ¡Qué delicioso era! ¡Qué perfecto era aquel sentimiento de Paz! ¡Oh, si él pudiese durar eternamente! De todas maneras me sentía bien; lo que me demostraba que, a final de cuentos, todavía no estaba a punto de morir. ¿Tendría entonces que someterme de nuevo a la antigua servidumbre, conocer otra vez el aburrimiento y la inquietud de la existencia? De pronto, oí algunas personas que conversaban a media voz en el cuarto de al lado. Oyendo nítidamente por la puerta abierta lo que decían, no lograba coger el sentido de la conversación en que se hallaban empeñadas. Pero, despertando más, llegué a percibir un dicho que me llamó la atención, si bien no llegué a darle demasiada importancia. Esta es la frase en cuestión.
-“No dudo que lo hiciese con buena intención; de hecho ella era tan excéntrica!” La otra voz respondió:
-“Sí, muy excéntrica y también obstinada en sus caprichos.” La primera replicó:
-“Fue muy tocada por la infelicidad, pero es justo decir que ella misma causó, casi siempre, sus infortunios. Esto es lo que pasa las más de las veces.”
-“Sin duda por ejemplo se perfectamente...”
Espíritu de un monje en S.Compostela
Y siguió la narración grotescamente desfigurada de algunos incidentes de mi vida. Estaba sorprendida: hablaban de mí y hablaban empleando el verbo en el Imperfecto: “Ella era...” ¿Qué querían decir? ¿Me creían muerta? Me vino la idea de que aquellas personas podrían pensar más tarde que yo fingía estar muerta para oírles la conversación confidencial a mi respecto. Me apresuré por ello a llamar a una de mis amigas, para demostrarle que todavía estaba viva y además me sentía mucho mejor... Ellas, sin embargo, no se daban cuenta de mi llamada y continuaron conversando sin interrumpirse. Llamé de nuevo, en voz alta, siempre en vano. Me sentía tan bien de cuerpo y espíritu que decidí detener sus imprudentes apreciaciones, presentándome delante de ellas en el otro cuarto... Pero...¿Qué pasaba? Quedé instantáneamente presa del terror, o de algo semejante. ¿Qué maniquí era ese colocado por alguien en mi cama, donde, sin embargo, yo debería estar muy gravemente enferma, yaciendo rígido en mi lugar y con el rostro lívido, absolutamente idéntico a un cadáver en el lecho de muerte? Yo lo veía de perfil; tenía los brazos cruzados sobre el pecho, las piernas rígidamente extendidas, las puntas de los pies vueltas hacia arriba. Sobre él se extendía un lienzo blanco. Pero, cosa rara, yo lo distinguía igualmente debajo de la sábana blanca y reconocía en aquel maniquí mis rasgos. ¡Dios mío! ¿Estaba entonces realmente muerta? Una intensa sensación parecía invadirme desde el fondo de mi alma. Entonces fue cuando todo mi pasado afluyó de golpe como una gran ola a mi conciencia.
Todo lo que me habían enseñado, todo lo que yo temiera, todo lo que esperara relacionado al gran paso de la muerte a la existencia espiritual, se presentó en mi espíritu con indescriptible nitidez. Fue un momento solemne y aterrador; no obstante, la sensación de terror se desvaneció enseguida y solo la solemnidad grandiosa del acontecimiento permaneció... De todos modos, en el mundo de los Espíritus, como en el de los vivos, lo sublime se da codazos con lo raro o ridículo, de manera tan inmediata que basta dar un paso para caer de lo solemne a lo divertido, del dolor a la alegría, del desespero a la esperanza. Fue lo que aconteció en mi primera experiencia en el mundo espiritual. Efectivamente, no pudiendo acallar las lenguas de aquellas mujeres criticadoras y maldicientes, tuve que resignarme a oír todo lo malévolo que decían de mí. Así fue como, por primera vez, tuve que contemplarme a la luz como me veían los otros. Pues bien, la lección me fue instructiva. Ahora había traspasado una frontera que despojaba de todo interés a los acontecimientos mundanos. Aquellos conceptos calumniadores podían compararse a un espejo convexo colocado delante de mi visión espiritual, dónde los defectos de mi carácter estaban exagerados y deformados de modo grotesco, por la convexidad del cristal que los reflejaba.
Esta primera lección espiritual la recibí por ello de mis amigas vivas. Luego que se satisfacieron sus instintos de enredo, las dos mujeres se levantaron para venir una vez más a contemplar la fisonomía de la amiga que se les murió y cuyo carácter habían anatomizado con tanta crueldad. Éramos tres contemplando aquel cadáver, aunque una de las tres fuese invisible para las otras. Y, como estas no percibían mi presencia, me desinteresé de ellas, para absorberme en la contemplación del cuerpo inanimado, que fue mío. Miré el pálido aspecto, demudado por los sufrimientos, y con mi mano invisible procuré alejar de la frente los cabellos blancos que la cubrían, a la vez que una inefable piedad me oprimía el alma, al pensar en la suerte de aquel cuerpo viejo, del cual me sentía separada para siempre... ¿Estaba entonces muerta? Qué extraña sensación la de una persona saberse muerta y sentirse exuberante de vida; cómo los vivos comprenden mal el sentido de esta palabra. Estar muerto significa estar animado de una vitalidad diferente y extraordinaria, de la que la Humanidad no puede hacerse ni idea... Probablemente la muerte se diera hacía unas 24 horas; yo me adormecí en el mundo de los vivos y desperté en el mundo espiritual. Es extraño que sólo en ese momento pensé, por primera vez, que estaba en el mundo espiritual. Hasta ahí, mis pensamientos y emociones se habían conservado presas en el mundo de los vivos. Pero, ¿dónde estaban los espíritus de tantas personas queridas, que habían traspasado antes de mí la frontera de la muerte? Esperaba verlas acudiendo para darme la bienvenida en el umbral de la morada celeste y a servirme de consejeros y guías. No me preocupada el aislamiento en que me hallaba, y todavía menos me asustaba; sin embargo, experimentaba un penoso sentimiento de decepción y desorientación. En todo caso, ese estado de alma no duró más que un instante.
Apenas formulé en mi espíritu aquellos pensamientos, vi disolverse y desaparecer la habitación en que me encontraba y todo lo que acontecía y me sitúe, no sé cómo, en una especie de vasta planicie. Era indescriptible la belleza del paisaje. Bello es también el paisaje terreno, pero el celeste es mucho más maravilloso... Caminaba; pero cosa singular, mis pies no tocaban el suelo. Me deslizaba sobre este como sucede en los sueños... ¿Dónde estaban aquellos a quienes amé? ¿Dónde estaban tantos amigos muertos, a los que tan unida estuve en la Tierra? ¿Por qué ese estado de aislamiento en mi nueva existencia? No sentí haber hablado en voz alta mis pensamientos; pero como si alguien me hubiese oído y se apresurase a atenderme, vi delante de mí dos jóvenes, cuya radiante belleza superaba todo lo que el espíritu humano pueda imaginar... Muchos años antes llevé a la tumba, con lágrimas desesperadas de dolor, dos hijitos que adoraba: uno después del otro, y muchas veces, al llorar sobre sus sepulturas, extendí los brazos hacia el frente como si pudiese arrancarlos a la muerte arrebatadora.
¡Oh, mis hijos! ¡Mis hijos! ¡Cuánto os añoré! Cuando vi delante de mí a aquellos jóvenes luminosos, un instinto súbito e infalible me previno de que ellos eran mis hijitos vueltos adultos. No dudé un instante en reconocerlos. Extendí los brazos, como antes hiciera en la Tierra, y esta vez si los apreté contra mi pecho. ¡Oh, mis hijos, mis hijos! ¡Al fin volví a encontraros! ¡Oh, mis hijos, míos para siempre!.
Con real pesar interrumpo aquí la narración de la entidad comunicante, narración que se vuelve más interesante al manifestarse el padre y la madre, los parientes, los amigos, así como también el Espíritu-guía de la difunta. Sin embargo, al no ser reproducible todo, me limitaré a transcribir un solo pasaje más en que se explica por qué motivo la personalidad comunicante permaneció algún tiempo en la soledad, en le mundo espiritual. Ella pregunta al “Espíritu-guía”: ¿Por qué fui condenada a pasar de un mundo a otro completamente sola? El Espíritu-guía: “Condenada” no es el término, mi querida amiga. No estabas sola. Eso te parecía, pero, en la realidad yo velaba ansiosamente por ti, junto a muchos otros Espíritus de parientes y amigos, esperando el momento en que nos fuese posible manifestarte nuestra presencia. Para muchas almas el paso del mundo de los mortales al de los inmortales es un período de crisis moral muy dolorosa; esos seres imploran la asistencia inmediata de los seres queridos que puedan reconfortarlos y animarlos, hasta el momento en que se encuentran familiarizados con el nuevo medio. Tú, sin embargo, no eres un alma como tantas otras. En el curso de las vicisitudes más críticas de la vida preferiste siempre actuar sola; encerraste constantemente en el fondo de tu alma tus pensamientos, tus meditaciones, el fruto de tu experiencia, incluso tus emociones. Supiste, con firmeza de heroína, encarar de frente la muerte. Ahora, a un temperamento como el tuyo convenía que, en el medio espiritual, se encontrase en un aislamiento aparente, para mejor apreciar seguidamente el valor de la sociedad espiritual. Por otro lado, en cuanto sentiste la necesidad de compañía y lo deseaste con el pensamiento, inmediatamente nos encontramos en condiciones de responder a tu llamada.
Estas explicaciones del Espíritu-guía son teóricamente interesantes porque constituyen una variante complementaria de otra información, que antes comentamos y según la cual “los Espíritus inferiores” no podrían percibir a los superiores, dada la diferencia existente en la graduación de las vibraciones de sus respectivos “cuerpos etéreos” y, por analogía, de las vibraciones de sus pensamientos. Pero, en este caso, es preciso ver primero que razones de temperamento aconsejaron, al “Espíritu-guía” de la difunta, someterla a una primera experiencia espiritual, consistente en permitirle conservarse en condiciones de soledad temporal al desencarnar. Esta condición será posible al estar los sentimientos de la muerta intensamente ligados al medio donde ella vivía. En ese estado, su mentalidad que todavía vibraba al unísono con las vibraciones específicas del medio terrestre, no llegaba a percibir las vibraciones infinitamente más sutiles del medio espiritual; por consiguiente ella no percibía a los Espíritus que se encontraban a su alrededor. Sin embargo, en cuanto su pensamiento se volvió hacía las cosas espirituales, ella vio desaparecer delante de sí el medio en que viviera y se encontró, como por encanto, en el medio espiritual. Al dirigir el pensamiento hacia sus muertos queridos, los puso en situación de podérsele manifestar; o más bien, ella se encontró en condiciones de distinguirlos, al haber su pensamiento y su “cuerpo etéreo” aprendido a vibrar al unísono con el mundo espiritual. No será inútil repetir que también en este caso se aprecian algunas de las concordancias habituales.
Así, por ejemplo, el detalle de la ignorancia de la propia muerte y de no intuir la verdad hasta que no se topa con su cadáver rígido sobre la cama. Lo mismo se verifica con relación al detalle de la “visión panorámica” de los acontecimientos de su vida qué también llegan más tarde a la visión subjetiva de la difunta, ya que antes no los había dejado presentarse. Se registran muchos casos en los que la demora de la prueba es todavía más considerable; aunque parece que nunca deja de verificarse. Señalemos finalmente otra circunstancia: la de que la muerta se halló en forma humana, en el mundo espiritual, donde andaba, o más bien, se transportaba a poca distancia del suelo.
Ernesto Bozzano
Extraído del libro "La crisis de la muerte" por Jacob C. Sanchez
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Usa tus sentidos Usa tus ojos para ver la belleza de la vida, o para ver el interior de las personas... No los uses para criticar maliciosamente de cómo se ven o visten los demás,o para juzgar a las personas, sólo por sus apariencias. Usa tus oídos, para escuchar a tu prójimo, y poder ofrecerle una palabra de aliento,para escuchar los sonidos agradables, que te ayudan a olvidar las dificultades,y edifican tu interior. No los uses como un arma, o para envenenar a los demás. Usa tu olfato, para percibir el olor de las flores, del perfume, del amor... No lo impregnes, con los malos olores,como lo son el odio, el egoísmo, la traición. Usa tu gusto, para saborear el triunfo de tus metas alcanzadas, de los logros obtenidos con esfuerzo y dedicación... No lo uses para saborear, las derrotas de otros. Usa tu tacto, para sentir y dar amor, para tocar a las personas con tus deseos positivos, con tu caridad... No lo uses para pedir injustificadamente. El sexto sentido, el más importante, es el que nos da la sabiduría para distinguir la diferencia entre los otros sentidos, entre el bien y el mal, entre dar o recibir, entre construir o desmoronar. A veces miramos sin ver, oímos sin escuchar, olemos sin percibir, probamos sin saborear, tocamos superficialmente. Usa tus sentidos sabiamente, no se trata de cuántos tengas,sino de cómo los utilizas.
Marilys Fernandez Rodriguez
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Ciertos hombres muy cartesianos, aún impregnados de la concepción anticuada del «animal-máquina», concuerdan en sólo reconocer un instinto vulgar en las manifestaciones de la inteligencia animal. Esta actitud oscurantista está lejos de sorprendernos; la facultad así discutida se debe a que no son esos hombres que tienen la fortuna de aparecer en plena luz para reproducir a su entera voluntad esas experiencias científicas. Schopenhauer bien ha juzgado a esos negadores al decir que la inteligencia es rechazada en los animales «porque los primeros la poseen en muy poco grado.»
El principio inteligente en los animales no ha llegado a su individualización porque se encuentra en un ciclo de evolución obligatoria en razón de las leyes de la Naturaleza, es decir, en una constante evolución, hasta que dicho principio se individualice y se transforme en alma al llegar a la humanización o estado hominal, fase en la cual podrá ejercer su libre albedrío para elegir entre las cosas bellas o feas, en una perpetua búsqueda de lo mejor para sí mismo, según el grado de elevación de su propia alma. «De esta manera, mientras que en cada hombre existe un yo distinto y conciente de sí mismo que domina nuestras acciones, el fragmento divino de cada animal no está aún individualizado», ha constatado el Dr. Raoul Montandon en su obra: Del animal al Hombre. Este fragmento divino es una derivación de una reserva común de inteligencia divina denominada alma-grupo animal, que distribuye sus principios-directores para cada especie en medio de sus múltiples ramificaciones. Y las «conciencias» animales están sujetas ciegamente a esta ley invisible; las mismas obedecen a sus impulsos sin buscar comprender la Esencia Divina, a la manera –salvando la debida distancia– de esos médiums simples pero llenos de fe: como Juana la pastora, cuando sus dones del Cielo la pusieron en presencia de hechos supranormales.
Como las divinidades que se ocultan en la sombra de los templos herméticos, el alma-grupo no se muestra a los ojos de los hombres, lo que hace que frecuentemente éstos estudien minuciosamente la maravillosa máquina animal, pero se olviden de buscar al misterioso conductor. Ellos admiran de buen grado la perfección de sus mecanismos, pero solamente se contentan diciendo: «¡Qué curioso!», calificando así las manifestaciones profundas de la inteligencia universal. De esta manera, ellos no aceptan que nuestros hermanos llamados inferiores tengan ese Don Divino que la Naturaleza les ha dado desde el origen de las especies, a fin de suplir la ausencia de imaginación creadora: inteligencia inspirada y genial, en una palabra, Inteligencia Divina.
Hay en el Universo todos los inventos llamados humanos; existe todo aquello que los hombres han encontrado, y también hay todo lo que falta descubrir. La Creación no deja lagunas. «Dios tiene una cantidad infinita de facultades infinitas», ha escrito Víctor Hugo. Si está en el destino del hombre descubrir laboriosamente todas esas cualidades del Cosmos, catalogadas con el vocablo «invento», a fin de merecer esa dicha y acelerar su evolución, los animales –al igual que las plantas– tienen la ocasión de pasar por las leyes y técnicas científicas desde el origen de los tiempos.
Tal vez sea una de esas reglas misteriosas que a veces rigen a los números, regla que se encuentra aplicada en toda su rigurosa simplicidad en las perfectas construcciones. Así, la abeja, desde que es abeja, construye sus celdillas de cera siguiendo la forma de un hexágono regular, usando las propiedades del número seis con la misma espontaneidad genial que lo hace el copo de nieve al reflejar la estructura que lo compone. Igualmente, sin ser ningún geómetra y sin conocimientos científicos, el caracol moldea su caparazón siguiendo la curva de un espiral matemáticamente irreprochable. ¿Y dónde el castor ha aprendido el arte de calcular exactamente el ángulo propicio para construir el dique que edifica con la corriente del río? En materia de arquitectura, las hormigas no son menos sorprendentes: éstas construyen las galerías subterráneas del hormiguero en medio de pilares reunidos por un arco de medio punto, cuyo conjunto han conseguido soldar con un cierto cimiento que ellas secretan.
Los modestos gusanos primitivos y todos los animales marinos, desde las grandes profundidades hasta las luces de situación multicolores, son los depositarios de la luz fría. El pez torpedo y el gimnoto aniquilan sus enemigos con una descarga eléctrica viva tan fuerte como nuestra corriente eléctrica doméstica. El menor de los peces sumergiéndose con una facilidad tan natural sin llegar al fondo, demuestra el principio del submarino. Sus congéneres, los anablépidos de América tropical, poseen verdaderos ojos periscópicos que les permiten ver al mismo tiempo lo que sucede en el agua y en el aire. Para conducirse en el vuelo, el murciélago emite ultrasonidos que rebotan en los obstáculos a la manera de un radar. Pájaros e insectos son claramente los primeros representantes del avión y del helicóptero.
Si los hombres –Ícaros ambiciosos– tienen éxito al posar el avión, ellos no pueden rivalizar con los aterrizajes flexibles e instantáneos de las aves que no exigen ningún terreno de aviación, aterrizajes que siempre se efectúan sin accidentes. La rapidez de todas esas maravillosas máquinas no dejan de sorprendernos, si tomamos en consideración la velocidad en función del tamaño del cuerpo que se desplaza. Sin embargo, ciertos animales, sin duda los más prosaicos, usan esas sabias técnicas para reflejar los actos más comunes de la vida humana, pero con menos problemas de su parte.
Trabajadoras infatigables en la colmena, las abejas depositan la miel en los panales, los cuales son después cerrados herméticamente. Otros previdentes maestros de la casa, las hormigas, se dedican a la cría de pulgones, mientras que sus colegas, las termes, prefieren cultivar champiñones en los jardines. El pez pescador es menos casero: sus gustos lo llevan a la pesca con «caña», con la cual la Naturaleza lo ha dotado, fijada sobre el dorso, siendo que en la punta de dicha caña están colgados anzuelos y cebos luminosos. En cuanto a la jibia, da a quien quiera seguirla, lecciones de escondite; este molusco enturbia el agua con un líquido oscuro que secreta para esconderse de sus enemigos. El arte del camuflaje evidencia además los atributos de un gran número de animales que se valen del mimetismo: mariposas multicolores que se confunden con las flores que liban; orugas que tienen el color de la hoja que devoran; serpientes verdes, al igual que el color de las lianas de donde se cuelgan; siluros con escamas móviles, algunas veces pardas y otras veces amarillentas, según el lugar donde estén: una roca o bajo la arena. Son innumerables los ejemplos de mimetismo, del cual el más popular es ciertamente el camaleón.
Otra manifestación del alma-grupo animal, que inquieta mucho a los naturalistas, es el famoso sexto sentido de las palomas mensajeras y de las aves migratorias. Guiadas por el invisible conductor, estas últimas eligen el momento meteorológico propicio para dejar el país, cuyo clima se ha vuelto inclemente, y son orientadas sin ningún error de ruta hacia tierras lejanas más hospitaleras, efectuando así un largo viaje a través de los mares, a pesar de la ausencia de puntos de referencia «aparentes» y de los riesgos de desvío del viento. Es necesario observar con qué fuerza imperiosa el Consejero invisible precipita a la pobre ave enjaulada –por ejemplo, una codorniz– contra las barras de su prisión, cuando ella siente que el instante ha llegado, en el cual sus hermanas se agrupan para el gran viaje.
En materia médica, los animales están igualmente lejos de ser ignorantes; intuitivamente saben prevenir y curar una enfermedad, evitándola mejor que los hombres, sobre todo cuando permanecen en su estado natural, peyorativamente llamado «salvaje». Ciertos animales parecen peritos en esa materia, tales como la tortuga, la carpa o el buitre, que tienen el record de longevidad al alcanzar o pasar la edad de 300 años. Contrariamente a tantas intemperancias humanas, los animales nunca comen sin que tengan hambre y jamás beben sin que sientan sed. Si la fatiga los acomete, es preciso admirar la posición de relajamiento total en que su cuerpo se armoniza para recuperar las fuerzas perdidas. Observad a ese joven perro que al sentirse descompuesto entra en un prado y elige con seguridad la hierba que lo ha de ayudar a eliminar su molestia. Le hicimos ver personalmente a un cazador de perdices lo que hacían las mismas después de ser heridas no mortalmente: ellas cambian de plumaje –como si fuese una autocirugía– para conservar su salud; uno a uno son extirpados por su propio pico los plomos descargados por el dueño cruel de la escopeta, siendo que las heridas resultantes de esta verdadera operación se cicatrizan rápidamente, gracias al apósito formado por las propias plumas.
Antes de concluir recordamos aún otra forma, entre tantas, que la Ciencia Divina aplica en los animales: el genio organizador de las sociedades de los insectos. Naturalistas como Henri Fabre o filósofos como Maurice Maeterlinck han reunido –mejor de lo que nosotros podríamos hacer– una multitud de observaciones interesantes sobre la vida de las abejas, de las hormigas y de las termes. Diríamos sencillamente que la mejor referencia que pueda testimoniar a favor de esas notables sociedades, es la estabilidad de su régimen, cualidad verdaderamente poco difundida entre los numerosos modos de gobierno de los hombres. Así considerados, nuestros pequeños hermanos –los animales– no aparecen más como simples máquinas, como pensaba Descartes, movidos solamente por el instinto, sino como verdaderos «médiums» que incorporan el Conocimiento Divino. Aquí, donde los investigadores franceses están dando los primeros pasos en la comprensión de este tema, acertando y equivocándose, los animales se encuentran siempre en el camino de la verdad primera, y es por esto que nosotros debemos no sólo amarlos como hermanos, sino también protegerlos como criaturas de Dios.
Tomado de la Revista Damas Espiritas Amalia
«La grandeza de una Nación y sus progresos morales pueden evaluarse por el modo con el que tratan a los animales.»
-Gandhi-
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