INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Educación para la muerte
2.-¿ Cómo funciona la Ley de Afinidad ?
3.- La indulgencia
4.- Algunos pensamientos íntimos de Allan Kardec
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EDUCACIÓN PARA LA MUERTE
Cada día, al llegar la noche, nos disponemos al descanso, pero no siempre lo conseguimos, porque muchas veces, perturbados por los acontecimientos del día, no logramos serenarnos y padecemos como cuando estamos en vigilia.
"Todos moriremos un día", y dicen que lo hacemos todas las noches, que es una experiencia tan natural que muchos no se dan cuenta de que están muertos, que suele parecerse al trance del sueño, solo que el hilo que nos mantiene unidos al cuerpo para retornar a la vida, en el caso de la muerte ya no está.-
La muerte no es una opción ni una posibilidad. Es una certeza. Es curioso señalar que en nuestro tiempo solo nos preocupamos de la educación para la Vida. Nos olvidamos de que vivimos para morir. La muerte es nuestro fin inevitable.
Generalmente llegamos a ella sin prepararnos, las religiones nos preparan, bien o mal, para la otra vida. Y después de que morimos encomiendan nuestro cadáver a los dioses, como si esto no fuese precisamente lo que dejamos en la Tierra al morir, el fardo inútil que ya no sirve para nada.
Quien primero se preocupa por la Psicología de la Muerte y de la Educación para la Muerte, en nuestro tiempo, fue Allan Kardec. Él realizó una pesquisa psicológica ejemplar sobre el fenómeno de la muerte. Por años consecutivos habló al respecto con los Espíritus de los muertos. Y considerando al sueño como hermano o primo de la muerte, investigó también a los Espíritus de las personas vivas durante el sueño. Esto porque, según verificó, los que duermen salen del cuerpo durante el sueño. Algunos salen y no vuelven: mueren. Llegó con anticipación de más de un siglo a esta conclusión a la que las ciencias actuales también llegaron, con la misma tranquilidad de Sócrates, a la conclusión de Víctor Hugo: " Morir no es morir, sino solamente mudarse."
El mayor pavor de la muerte proviene de la idea de soledad y oscuridad. Mas los teólogos creyeron que esto era poco, y oficializaron las leyendas remotas del Infierno, del Purgatorio y del Limbo, del que no escapan siquiera los niños recién nacidos sin bautizar. La muerte transforma al hombre en cadáver, le tacha del número de los vivos, le quita todas las posibilidades de acción, y por lo tanto, de significación en el medio humano. "El muerto está muerto"- dicen los materialistas y la población ignorante.
Jesús enseñó y probó, que la muerte se resuelve en la Pascua de la resurección, que ninguno muere, que todos tenemos un cuerpo espiritual y viviremos más allá del túmulo, como vivos y más vivos que los encarnados. Pablo de Tarso proclamó que el cuerpo espiritual es el cuerpo de la resurección ( Cáp. 12 de la Primera Epístola a los Corintios ), mas la permanente imagen del Cristo crucificado, de las procesiones absurdas del Señor muerto,- herejía clamorosa- , las ceremonias de la Vía Sacra y las imágenes aterradoras del Infierno Cristiano- más impío y brutal que los Infiernos del Paganismo- marcados a fuego en la mente humana a través de dos milenios, aplastan y envilecen el alma supersticiosa de los hombres.
En vano el Cristo enseñó que las monedas del Cesar solo valen en la Tierra . Hace dos mil años estas monedas impuras vienen siendo aceptadas por Dios para el rescate de las almas condenadas. La criatura humana es un ser definido que se refleja en el mundo en su conciencia y se ajusta a él, no para permanecer en él, sino para conquistarlo, sacar de él el jugo de las experiencias posibles y transcenderlo, o sea, pasar más allá de él.
El hombre que vive sin tomar conocimiento de este proceso, no ha vivido, pasó apenas por la vida. Como dice el poeta: " Pasó por la vida y no vivió". Una criatura así no ha entrado aún en la especie humana, no se ha integrado en ella. La integración se hace por la educación y por eso la Educación para la Vida será la primera en serle dada. En esta educación el Ser se amolda al mundo, comenzando por la educación familiar y pasando después a la educación social por la escuela y por la educación profesional o experiencial, en la cual se hace ciudadano del mundo, apto para elegir su oficio o su que hacer y dedicarse a él. También por esto, Simone de Bauvoir observó, con razón, que la Humanidad no es una especie, sino un devenir. "El hombre se completa en la muerte". " La muerte es la puerta de la Vida".
La muerte libera al ser de las condiciones de la existencia y en él se completa la realidad del Ser.
La educación para la muerte será, por lo tanto, la preparación del hombre durante su existencia, para la liberación de su condicionamiento humano. Liberándose de ese condicionamiento, el hombre se reintegra a su naturaleza espiritual, tornándose espíritu, en la plenitud de su esencia divina.
Con cariño fraterno: Merchita
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¿CÓMO FUNCIONA LA LEY DE AFINIDAD ?
La
ley de Afinidad, llamada también ley de Sintonía psíquica o ley de Sintonía Vibratoria, básicamente
funciona haciendo que cada vibración mental o espiritual emitida, atraiga
otras vibraciones de igual o similar sintonía, semejantes o afines. De este modo esta
ley nos agrupa en diferentes niveles evolutivos, con lo
que también se hace posible la ley
de Jerarquía Espiritual. Estas leyes espirituales confirman la ley de Evolución del espíritu ,
al que agrupan en distintas dimensiones de sintonía . Asimismo vemos como en lo cotidiano con arreglo a lo que determna esta Ley
psíquica, las personas tienden naturalmente a agruparse según sus semejanzas
de pensamiento, de temperamentos, de gustos y tendencias; los que se encuentran
en polos opuestos, o sea con pensamientos y sentimientos diferentes,
naturalmente se repelen o al menos se ignoran.
Mediante
esta ley de Afinidad vibratoria, la energía psíquica del Ser
espiritual, ya sea en personas de este mundo, como en los espíritus
desencarnados existentes en otra dimensión, pero que nos
rodean , nos contemplan y nos inspiran, manifiestan una fuerza de atracción
hacia cualquier otro Ser, siempre que sus vibraciones mentales o anímicas
sean semejantes a las suyas, o sea que exista entre ellos una igualdad de
frecuencia o de sintonía entre, porque estas vibraciones o frecuencias
actúan a modo semejante de las ondas electromagnéticas que
emiten las emisoras de radio con respecto a los receptores
que las sintonizan buscando la misma frecuencia de onda.
El
funcionamiento de la Ley de Afinidad se podría sintetizar en que según esta ley espiritual, lo semejante atrae su
semejante. Por tanto, si no sintonizamos con esas energías mentales negativas
que, aunque sea de modo imperceptible, pugnan por alterarnos, estaremos
libres de su influencia. Es por ello que seguimos teniendo la libertad de
escoger nuestro destino de cada día y de cada momento.
Cotidianamente
vemos que así sucede también entre las personas, grupos y sociedades que
se relacionan entre sí cuando algo tienen en común o en semejanza, que les atrae o
les une, y en caso contrario cuando esa afinidad no existe, sus propias
diferencias les alejan y separan .
- José Luis Martín-
“Emplea diariamente el poder de tu pensamiento en propósitos
benéficos; debes ser una fuerza a favor de la evolución” -
Krishnamurti-
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LA INDULGENCIA
La indulgencia, que consiste en perdonar y echar un velo sobre las faltas de nuestros semejantes, es uno de los mayores deberes que debemos observar siempre como verdaderos cristianos que queremos llegar a ser. La doctrina de nuestro maestro Jesús hace hincapié en ello en diversas formas: “No juzguéis y no seréis juzgados” “Perdona a tus enemigos ” “Devuelve bien por mal”, “No miréis la paja en el ojo ajeno ”, “Reconcíliate con tu adversario”, etc.., es decir que esta cuestión ocupa un lugar preferente en la lista de deberes y obligaciones que nos invita a practicar la doctrina del evangelio, y que también el espiritismo amplía y aclara consecuentemente.
Para practicar con éxito la indulgencia es necesario estar imbuido de un sentimiento de caridad y de piedad hacia el prójimo, y también ser consciente de que cuantas experiencias nos ocurren en la vida están destinadas a poner a prueba nuestros valores morales y la convicción que tenemos en la reforma interior que ha de ser una constante a lo largo de nuestra estancia en la Tierra.
Quien es consciente de que ha de aprovechar al máximo las experiencias y pruebas que la vida en la Tierra nos proporciona y se ha propuesto progresar al máximo poniendo en práctica los conocimientos espirituales, tiene en su haber como herramientas de trabajo todas las virtudes morales para aplicarlas en el momento necesario, que es cuando surge una necesidad determinada y cuando en nosotros se produce esa lucha interior en la cual hemos de vencer nuestros defectos y limitaciones para obrar lo más acorde a las enseñanzas que nuestro Maestro Jesús nos legó, con su ejemplo.
Soportar las faltas, ofensas, agravios, etc… no es sólo un deber, sino que además hemos de ser capaces de olvidarlos, para que en nosotros no haya ni un ápice de rencor, resentimiento o cualquier otro tipo de sentimiento negativo de aversión o rechazo hacia esa persona y no nos veamos imposibilitados de obrar hacia ella con nobleza de sentimientos y como lo haríamos con la debida naturalidad y con un sentimiento cristiano. Es más, la doctrina de nuestro Maestro Jesús nos habla de devolver bien por mal, lo cual nos está diciendo que hemos de ganarnos a esa persona para que comprenda que no le deseamos ningún mal y tenemos también el deber de hacerle comprender con toda benevolencia y delicadeza si ha incurrido en alguna falta hacia nosotros para que pueda reconocerlo y no repetirlo.
Si actuamos faltándoles de la misma forma que se nos pudo faltar a nosotros no hacemos más que echar más leña al fuego y en lugar de “reconciliamos con nuestro prójimo”, como se nos ha enseñado, nos alejamos de él, distanciándonos también del camino que se nos ha marcado para nuestro mejoramiento.
La indulgencia nos obliga a no practicar la maledicencia, a no practicar la crítica destructiva, a no deteriorar la imagen de una persona, al contrario hemos de aprender a saber guardamos de divulgar las faltas y defectos de los demás, paliándolas y empequeñeciéndolas, siendo esta una forma de demostrar la amistad que deseamos profesar y reprimiendo así el instinto que nos sale de destruir y de hacer daño a nuestros semejantes. Hemos de ver sus cosas buenas y positivas y procurar que estas las desarrolle aún más, dejando a Dios que el día de mañana le juzgue por sus obras negativas y pueda darle una existencia para que se regenere de todo ello.
Sólo Dios conoce los sentimientos de cada uno de nosotros y puede reprendemos para que nos corrijamos.
No ganamos nada divulgando a los cuatro vientos los defectos de los demás, sino que podemos llegar a herir y hundir a una persona. No, nuestro deber es siempre el de ayudar y esto lo haremos si nos es posible, haciéndole entender que está estancado en el camino del progreso debido a que no es consciente de sus faltas.
Otra cuestión es que una persona, en perjuicio de todo un conjunto, practique el mal en cualquiera de sus formas y esto no cause más que perjuicios propios y ajenos, entonces es justo que para evitar males mayores, quien esté dotado de autoridad moral pueda reprenderlo para hacerle comprender el error en su actitud y comportamiento y pueda corregirse, pero esto siempre ha de hacerse sin faltarle al respeto, con una sana intención y mostrándole un deseo sincero de ayuda.
Nuestro interés ha de ser siempre el de progresar, sin fijarnos en lo que hacen los demás, nuestro modelo ya sabemos cuál es y es ese el que hemos de ir comprendiendo mejor día a día y acercamos a él. Si hacemos sólo bien a quienes nos lo hacen a nosotros no hacemos nada, estamos demostrando un egoísmo. Es necesario que demostremos que somos capaces de elevamos por encima de nuestras limitaciones e imperfecciones y que somos capaces de devolver bien por mal, única manera de hacer que las relaciones entre las personas mejoren y que todos se avengan al bien y al respeto mutuo, tolerancia y convivencia en paz y en verdadera fraternidad.
Apliquemos siempre la máxima de ser indulgentes con los demás y severos con nosotros mismos y empezaremos a andar por el camino del progreso a pasos agigantados, a hacer el bien por doquier y a acostarnos todos los días con la conciencia tranquila de que no tenemos nada en contra de ninguno de nuestros semejantes.
Fermín Hernández Hernández- (Amor, paz y caridad)
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ALGUNOS PENSAMIENTOS ÍNTIMOS DE ALLAN KARDEC :

"FUERA DE LA CARIDAD NO HAY SALVACIÓN"
" Estos principios representan para mí, no solo una teoría, sino que representan también una práctica. ¿ Hago el bien tanto como me permite mi posición?: ¿ Presto el servicio que puedo?; ¿ He rechazado o tratado con dureza a los pobres?; ¿ No los he recibido siempre con la misma benevolencia?; ¿ Nunca he ahorrado mis pasos y excusado mis tentativas de prestar servicios?; ¿ No he sacado de las cárceles, con mi perseverancia, a muchos padres de familia?. Cierto que no me pertenece formular el inventario del bien que pude hacer; pero en un momento en el que todos parecen olvidarse, debe serme permitido manifestar a los que me sobrevivan, que mi conciencia me dice no haber traicionado a nadie
( Pensamientos íntimos de Kardec, hallado entre sus papeles, tras su desencarnación)
- Extraído del libro " Obras Póstumas "-
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