INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Convergencia de hechos
2.- ¿Espiritismo laico ?
3.- Caracteres del verdadero profeta
4.- El acto mediúmnico
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CONVERGENCIA DE HECHOS Ernesto Bozzano
Hay doce puntos fundamentales respecto a los cuales se encuentran de acuerdo todos los espíritus que han transmitido mensajes.
En base a los rasgos comunes de esos mensajes, se puede establecer el siguiente cuadro:
1) Los espíritus afirman que el mundo espiritual, todos se encontraron en forma humana.
2) En el interín de un tiempo que puede ser más o menos largo, ignoran que están muertos.
3) Dicen que poco después del transcurso de la crisis preagónica, pasaron por la reminiscencia sintetizada y panorámica de los acontecimientos de su existencia.
4) Confirman haber sido recibidos en el mundo espiritual, por los espíritus de sus familiares y amigos fallecidos.
5) Casi todos afirman haber pasado por una fase más o menos larga de sueño reparador.
6) Casi todos dicen haberse encontrado dentro de un ambiente espiritual radiante y maravilloso, en aquellos casos de fallecidos, moralmente normales; y en un ambiente tenebroso; aquellos moralmente depravados
7) Informan haber encontrado, que el ambiente espiritual, es un mundo objetivo, sustancial, real y análogo al medio ambiente terrestre, pero espiritualizado.
8) Supieron que esto se debía al hecho, que, el mundo espiritual, el pensamiento constituye una fuerza creadora, capaz de reproducir a su alrededor, el ambiente de sus recuerdos.
9) No tardaron en comprender que la trasmisión del pensamiento constituye el lenguaje espiritual, a pesar de que los espíritus recién llegados, se hacen ilusiones y creen comunicarse por medio de la palabra.
10) Han observado, que gracias a la facultad de visión espiritual, eran capaces de percibir los objetos por dentro y a través de ellos.
11) Han constatado, que los espíritus pueden transportarse instantáneamente de un lugar a otro, aunque sean muy distantes, gracias a un acto de voluntad, y pueden pasearse por el medio espiritual, o sobrevolar a cualquier distancia del cielo.
12) Igualmente, dicen saber que los espíritus de los fallecidos, gravitan, fatal y automáticamente, hacia la esfera que les conviene, gracias a la “ley de afinidad”.
(Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta)
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"Desconfiad de los falsos profetas". Esta recomendación es útil en todos los
tiempos, pero, sobre todo, en los momentos de transición en que, como en éste, se
elabora una transformación de la humanidad, porque entonces una multitud de
ambiciosos y de intrigantes se convierten en reformadores y en mesías. Contra estos
impostores debe irse con mucho cuidado, y es deber de todo hombre honrado el
descubrirlos. Sin duda que vosotros preguntaréis cómo podéis reconocerlos; yo os daré
las señales.
No se confía el mando de un ejército sino a un general hábil y capaz de dirigirlo;
¿creéis, pues, que Dios es menos prudente que los hombres? Estad ciertos de que El no confía las misiones importantes sino a los que son capaces de llenarlas, porque las
grandes misiones son cargas muy pesadas que aniquilan al hombre demasiado débil para llevarlas. Como en todas las cosas el maestro debe saber más que el discípulo; para hacer avanzar a la humanidad moral e intelectualmente son necesarios hombres superiores en inteligencia y en moralidad; por eso son siempre espíritus muy adelantados, que han hecho ya sus pruebas en otras existencias, los que se encarnan con este objeto, porque si no son superiores el centro en el que deben obrar, su acción será nula.
Sentado esto, deducid que el verdadero misionero de Dios debe justificar su
misión por su superioridad, por sus virtudes, por su grandeza, por el resultado y la
influencia moralizadora de sus obras. Sacad también la consecuencia de que si por su
carácter, por sus virtudes, por su inteligencia, está fuera del papel que quiere
representar, o del personaje cuyo nombre tome, es sólo un histrión de baja esfera, que ni siquiera sabe copiar su modelo.
Otra consideración es necesaria, y es que la mayor parte de los verdaderos
misioneros de Dios, lo ignoran; cumplen aquello para lo que han sido llamados por la
fuerza de su genio, secundado por el poder oculto que les inspira, y les dirige sin
saberlo, pero sin designio premeditado. En una palabra: "los verdaderos profetas se
revelan por sus actos; por ellos se les conoce; mientras que los falsos profetas se llaman a si mismos enviados de Dios"; el primero es humilde y modesto; el segundo es
orgulloso y lleno de sí mismo, habla con altanería, y como todos los mentirosos, siempre teme no ser creído.
Se han visto de estos impostores querer pasar por apóstoles de Cristo, otros por
el mismo Cristo, y, lo más vergonzoso para la humanidad, es que hayan encontrado
gentes bastante crédulas para dar fe a semejantes torpezas. Sin embargo, una
consideración bien sencilla debería abrir los ojos del más ciego, y es que si Cristo se
volviese a encarnar en la tierra, vendría con todo su poder y todas sus virtudes, a menos de admitir, lo que sería un absurdo, que hubiese degenerado; pues lo mismo que si quitáseis a Dios uno sólo de sus atributos no tendríais Dios; si quitaseis una sola de las virtudes de Cristo, no tendríais ya Cristo. Los que quieren pasar por Cristo, ¿poseen, acaso, todas sus virtudes? Esta es la cuestión; mirad, escudriñad sus pensamientos y sus actos, y reconoceréis que sobre todo les faltan las cualidades instintivas de Cristo: la humildad y la caridad, mientras que tienen lo que El no tenía: la ambición y el orgullo. Notad, además, que hay en este momento y en diferentes países, muchos pretendidos Cristos, como hay muchos pretendidos Elías, San Juan o San Pedro, y que necesariamente no pueden ser todos verdaderos. Tened por cierto que éstas son gentes que explotan la credulidad y encuentran cómodo el vivir a expensas de aquellos que les escuchan.
No os fiéis, pues, de los falsos profetas, sobre todo en un tiempo de renovación,
porque muchos impostores se llamarán enviados de Dios; se procuran una vana
satisfacción en la tierra, pero una terrible justicia les espera; podéis tenerlo por seguro.
(Erasto. París, 1862).
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC
EL ACTO MEDIÚMNICO
J. Herculano Pires
El acto mediúmnico es el momento en que el espíritu comunicante y el médium se funden en la unidad psicoafectiva de la comunicación. El espíritu se aproxima al médium y lo envuelve en sus vibraciones espirituales. Esas vibraciones se irradian de su cuerpo espiritual alcanzando el cuerpo espiritual del médium. A ese toque vibratorio, semejante al de un leve choque eléctrico, reacciona el periespiritu del médium. Se realiza la fusión fluídica. Hay una simultánea alteración en el psiquismo de ambos. Cada uno asimila un poco del otro. Una percepción visual de ese momento mueve al vidente que tiene la ventura de captarla. Las irradiaciones periespirituales proyectan sobre el rostro del médium la máscara transparente del espíritu. se comprende entonces el sentido profundo de la palabra intermúndio . allí, están fundidos y al mismo tiempo distintos, el semblante rediante del espíritu y el semblante humano del médium, iluminado por la suave claridad de la realidad espiritual. esa superposición de planos da a los videntes la impresión de que el espíritu comunicante se incorpora en el médium. De ahí la errónea denominación de incorporación para las manifestaciones orales. Lo que se da no es una incorporación, más si una interpenetración psíquica, como la de la luz atravesando un cristal de una ventana. Ligados a los centros vitales de ambos, el Espíritu se manifiesta emocionado, reintegrándose en las sensaciones de la vida terrena, sin sentir el peso de la carne. El médium, por su vez, experimenta la ligereza del espíritu, sin perder la conciencia de su naturaleza carnal, y habla al soplo del espíritu, como un intérprete que no se da al trabajo de la traducción.
El acto mediúmnico natural es ese momento de síntesis afectiva en que los dos planos de la vida revelan el secreto de la muerte: apenas un desvestir del pesado escafandro de la materia densa.
El acto mediúmnico normal es una segunda resurrección, que se verifica precisamente en el cuerpo espiritual que, según el Apóstol Pablo, es el cuerpo de la resurrección. El espíritu vuelve a la carne, no a la que dejó en el túmulo, más si a la que el médium le ofrece, en un gesto de amor, la oportunidad del retorno a los corazones que dejó en el mundo. La belleza del reencuentro de un hijo con la madre, que estrecha al médium en los brazos ansiosos y lo besa con toda efusión del anhelo maternal, compensa mucho la impiedad de los que lo acusan de practicar brujerías. En los casos de materialización, nada más bello que Lombroso con su madre materializada a través de la mediúmnidad de Eusapia Paladino, en la sesión a que fuera llevado por el Profe. Chiaia, de Milao. Eusapia era una campesina analfabeta y mil veces calumniada. Lombroso, el fundador de la Antropología Criminal, se retrató en la revista Luz y Sombra de sus violentos artículos contra el Espiritismo, y declaró conmovido: “Ningún gigante del pensamiento y de la fuerza me podría hacer lo que me hizo esta pequeña mujer analfabeta: arrancar a mi madre del túmulo y devolverla a mis brazos!. Federico Figner, introductor del fonógrafo en Brasil, llevo a su esposa desolada a Belén del para, con la esperanza de un reencuentro con la niña Rachel, su hija, que habían perdido,lo que casi los llevó a la locura, a el y a la esposa. Procuraron a la médium Ana Prado, también mujer del campo, y en una sesión con ella la niña apareció materializada, estimulando a los padres a enfrentar el caso con serenidad, pues ella estaba viva, y hablaba y los besaba, y, se sentaba en su regazo, probando que no muriera. Figner, al volver para Rio de Janeiro, se dedico de allí en adelante al espiritismo, con la llama de la fe encendida en su corazón y en el corazón de la esposa, más ahora una fe inavalable, sentad en la razón y en los hechos.
Cuando el acto mediúmnico es perfecto y claro, iluminado por una mediúmnidad esclarecida y devotada al bien, no hay gigante - como en el caso de Lombroso –que no se curve reverente ante el misterio de la vida inmortal. El médium se torna instrumento de la resurrección imposible, probando a los hombres que la muerte no es más que un lapso en el intermúndio que separa a los vivos en la carne de los vivos en espíritu. Se comprende entonces el fenómeno de la Resurrección de Jesús, que no fue el acto divino de un Dios, más si el acto mediúmnico de un espíritu que dominaba, por el saber y la pureza, los misterios de la inmortalidad.
Cuando el acto mediúmnico no tiene la pureza y la belleza de una comunicación amorosa, tiene el calor de la solidaridad humana y es iluminado por la caridad cristiana. En una sesión común de socorro espiritual, los médiums sentados alrededor de la mesa, los adoctrinadores en la lista, espíritus sufridores y espíritus ignorantes y vengativos, bajo el control de los orientadores espirituales, son aproximados a médiums que desean servirlos. El cuadro es bien diferente de los que mencionamos antes. No hay belleza ni serenidad en los espíritus comunicantes, ni resplandor o transparencia en sus caras. Hay desespero, dolor, expresiones de rebeldía o ímpetus de venganza. Los médiums se sienten inquietos, no raras veces temerosos. La aproximación de los comunicantes es incómoda, desagradable. Las vibraciones periespirituales son ásperas y sombrías el vidente se aturde con aquellas figuras pesadas y oscuras que transforman la fisonomía de los médiums. Más, en la proporción en la que los adoctrinadores encarnados dan el socorro de sus vibraciones y de sus argumentos fraternos a los necesitados, el cuadro se modifica con las luces vacilantes que se encienden en las mentes conturbadas. Los guías espirituales se manifiestan en socorro de los adoctrinadores y sus vibraciones calman las inquietudes que hay en el ambiente. El trabajo es penoso. Criaturas recalcitrantes en el mal se niegan a comprender la realidad negativa en la que se encuentran. Espíritus vencidos por los dolores de encarnaciones penosas se muestran rebeldes. Los que tienen el corazón dolorido por injusticias y traiciones exigen venganza y hacen amenazas terribles. Más la palabra fraterna, cargada de bondad y amor, iluminada por las citaciones evangélicas, van poco apoco suavizando las explosiones de odio. Algunas veces la autoridad el dirigente o de un espíritu elevado se hace sentir, para que los más rebeldes comprendan que están bajo un poder persuasivo, más enérgico. Una persona que desconozca el problema dirá que se encuentra en una sala de hospicio, sin control o asiste a un psicodrama de histéricos en desesperación. Psicólogos sistemáticos reirán con desdén. El dirigente de los trabajos parece un profano saltando con explosivos peligrosos. fanáticos de sectas dogmaticas juzgan asistir a una cena de posesión diabólica. Un espíritu amigo se comunica con palabras de agradecimiento. En silencio, todos oyen la oración final de gratitud a los espíritus bondadosos que ayudaran a socorrer a las sombras sufridoras. Es extraño que todos estén bien y satisfechos con el resultado de los trabajos.las personas beneficiadas comentan sus mejoras. El ambiente es de paz, amor y satisfacción por el deber cumplido.
En una sesión de desobsesión para casos graves, con pocos elementos, sin la asistencia numerosa del socorro general, las comunicaciones son violentas los médiums sufren, gimen, gritan y lloran. El dirigente y los adoctrinadores permanecen tranquilos, aparentemente impasibles, y los adoctrinadores usan de palabras persuasivas, de actitudes benignas. Nada de amenazas y expresiones violentas, como en las prácticas anticuadas del exorcismo arcaico, viniendo de las profundidades de Egipto, de Mesopotamia, de Palestina. Nada de velas encendidas, de símbolos sacramentales, de expulsión de entidades diabólicas. La técnica es de persuasión, de esclarecimiento racional. Una niña de quince años llega cargada por los padres. Desde hace una semana duerme en estado cataléptico. Los primeros intentos de despertarla se agitan y se levanta furiosa, con gritos. Cuatro o cinco hombres no consiguen contenerla, parece dotada de una fuerza indomable. Más poco a poco se calma, llora bajita y vuelve a su estado natural de niña graciosa y frágil. Se retira de la reunión como si nada demás hubiese acontecido. Se despide alegre. Corre para la calle y toma el automóvil que trajo como si volviese de un paseo. El acto mediúmnico fue violento, asustador. Más el resultado de la oración, de los pases, de la adoctrinaciones amorosas fue sorprendente. Pocos percibieron que, en aquel corpiño de niña las garras de la venganza estaban gravadas, intentando rasgar la cortina piadosa que vela los odios del pasado.
En el acto mediúmnico la criatura humana recupera los tiempos olvidados y se revé en la pantalla de las experiencias muertas. Y una vez más la muerte le aparece como pura ilusión sensorial, pues todo cuanto había desaparecido en un pozo renace de repente en las aguas amargas de la libertad condicional. La mediúmnidad funciona como un radar sensibilísimo volcado para los caminos perdidos. No siempre la pantalla de la memoria consigue reproducir las imágenes distantes, más en la profundidad del inconsciente recalques anti freudianos esperan la catarse piadosa de la comunicación absurda, en la que los diálogos de la caridad parecen brotar de terribles malos entendidos. Una mujer no entendía porque el espíritu comunicante la acusaba de atrocidades que jamás practicara y la llamaba de Condesa. Halló que todo aquello no pasaba de una fuerza o de un momento de locura. Más cuando, aconsejada por el adoctrinador, pidió perdón al espíritu atormentador y lloró sin querer sin saber por qué motivo lo hacía, sintió profundo alivio y en los días siguientes sus males desaparecieron. Las lágrimas de una criatura que la amnesia tornó inocente pueden conmover un corazón embrutecido en el deseo de venganza. Más quien facilitará el encuentro necesario para el ajuste de los viejos errores y crímenes, si el médium no se ofrece en la inmolación voluntaria de sí mismo para apaciguar con la palabra del Maestro?
La responsabilidad espiritual del médium se refleja en el espejo de cada uno de sus actos en la caridad mediúmnica. El mediunato no es una consagración ritual inventada por los hombres. Nace de las leyes naturales que rigen las conciencias en el fluir del tiempo, en el suceder de las generaciones y de las reencarnaciones. Un acto mediúmnico es el cumplimiento de un deber asumido ante el Tribunal de Dios instalado en la conciencia de cada uno. Cuando el médium se esquiva a ese cumplimiento se engaña a si mismo, pensando engañar a Dios. su propia conciencia se incumbirá de condenarlo cuando suene la hora del veredicto inapelable. Nada justifica la fuga a la unión con el compromiso forjado a costa del sacrificio ajeno. Las leyes morales de la conciencia tienen la misma inflexibilidad de las leyes materiales de la Naturaleza. Nuestra conciencia de relación capta apenas la realidad inmediata en que nos encontramos. Más la conciencia profunda guarda el registro ineludible de todos los compromisos asumidos en el pasado y de todas las deudas morales que pensamos apagar en las aguas del Letes, el río del olvido de las viejas mitologías. El río Letes secó en las laderas áridas del Olimpo, el cenáculo vació de los antiguos dioses. Hoy solo tenemos un Dios, que no precisa vigilarnos desde lo alto de un monte ni dictarnos sus leyes para ser inscrititas en tablas de piedra. Esas leyes están gravadas a fuego en nuestra propia carne. Nuestros actos determinan en el tiempo las situaciones en las que nos encontraremos en cada existencia. y el mediumnato es el pasaporte que Dios nos concede para la liberación del pasado a través de un solo acto, el más bello el más honroso de todos, que es el acto mediúmnico.
La responsabilidad mediúmnico no nos fue impuesta como castigo. Nosotros mismos la asumimos con la esperanza de la redención, que no vendrá del Cielo, más si de la Tierra, de la manera por la cual hagamos nuestra travesía existencial en el planeta, en un mar de lágrimas o por caminos floridos por las obras de sacrificio y abnegación que supiéramos sembrar. Tenemos el futuro en nuestras manos, el futuro inmediato del día a día y el futuro remoto que nos espera en las traslaciones de la Tierra en torno al Sol. Llegamos así a la conclusión inevitable de que el presente pasa deprisa, más el pasado repunta en cada esquina del presente y del futuro
Traducido al español por Mercedes Cruz Reyes.
Autoría de J. Herculano Pires de su libro: Mediúmnidad, Vida y comunicación
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