INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Una probable historia de las religiones
2.-¿ Qué es el Espiritismo?
3.- La muerte ( Comunicado espiritual)
4.- Max, el mendigo
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Una probable historia de las religiones
- Krishnamurti-
A medida que el ser humano evolucionó, la idea innata y natural de un Ser Superior Supremo y Creador de todo cuanto existe en la Tierra y aun más allá de las estrellas, también evolucionó con él y en consecuencia fueron cambiando y evolucionando las formas de culto o de relación con la idea de lo divino. Desde los más remotos tiempos el ser humano dejó constancia de esto en sus manifestaciones externas tal como testimonian las representaciones de sus dioses en las paredes de las cavernas, etc.
Con las grandes civilizaciones surgieron los sacerdotes y chamanes, en el papel de intermediarios entre Dios y los hombres, impartiendo la idea de lo sagrado y la creación de muy diversos rituales y ceremonias para relacionar a los pueblos con lo divino entre las brumas de lo desconocido y lo misterioso. Así surgieron entre tantas ceremonias y liturgias, los rituales y hasta los sacrificios de sangre y se levantaron imponentes templos de piedra para adorar en ellos a los dioses.
El mundo religioso quedó forjado entre dioses y diosas, siendo muy largo el camino recorrido desde la simple creencia en una Fuerza Superior de los primeros pobladores cavernícolas, hasta el intrincado politeísmo que adoptaron los grandes reinos en la antigüedad. Dioses diversos fueron inmortalizados por los romanos y por los griegos en su mitología, pero sin embargo fue en el pueblo judío donde se inició la idea de Un Dios Único.
Todas las grandes religiones establecidas han
tenido unos comienzos basados en los ejemplos y enseñanzas espirituales y
morales de algún Maestro, Profeta, Enviado o Avatar, que a
lo largo de la Historia, en diferentes momentos y lugares de la Tierra,
surgieron en algún lugar geográfico de nuestro globo terrestre con la misión de
impulsar a la Humanidad o a una parte de ella, en su evolución
espiritual y social a través de sus enseñanzas y ejemplos de vida
coherentes con dichas enseñanzas.
Todas las religiones tienen en lo esencial un mismo y básico concepto de Dios, al que cada una de ellas llamó de un modo diferente. O sea, que se le nombre como se le nombre, todas las denominaciones diferentes se refieren al mismo Ser Supremo. Sin embargo, en cuanto a ciertas corrientes teológicas, ceremoniales con llamativos ropajes, ritos, simbolismos, etc, se fueron al cabo del tiempo pasando de unas religiones a otras, en otros lugares de la Tierra y en otras épocas. Esto es: los rituales y normas litúrgicas, ritos y ceremonias, pueden ser diferentes o similares entre unas y otras religiones, como si hubiesen sido copiadas o inspiradas unas de otras, pero las ideas básicas y fundamentales, como Dios, el Alma, el Más Allá, etc, vienen a ser comunes y es lo que hace que se les puedan atribuir un origen común
Al principio de su existencia las religiones actuales mantuvieron los fundamentos y enseñanzas de sus Profetas en toda su pureza, pero poco a poco, con el paso del tiempo y a causa de las diversas interpretaciones que cada persona damos a las cosas, estos fundamentos se fueron deformando progresivamente, con lo que los principios religiosos que en su comienzo eran sencillos, se fueron complicando cada vez más con estructuras teológicas y litúrgias. Además de esto, también influyeron grandemente las divulgaciones escritas, en forma de libros traducidos, cuyos textos muchas veces, eran traducciones defectuosas, deformaciones y adaptaciones de los anteriores que ya estaban escritos desde otras épocas, en otros idiomas y con los mismos problemas de fidelidad literaria. Esta “Torre de Babel”, que se fue construyendo al rededor de la fidelidad, la pureza y la sencillez doctrinaria de origen, ha derivado en un desplazamiento de los problemas del espíritu, hacia el terreno del misterio, lo sobrenatural, lo milagroso, lo enigmático y lo supersticioso.
La persona
que haya caído en las redes de algún fanatismo religioso, debiera
pensar que Dios, aun en el supuesto de que fuese un Ser personal
como nosotros, no pertenecería a ninguna religión determinada, ni a
ningún partido político, ni le interesaría la teología, ni
nada que divida o que enfrente a los seres humanos, sino que su interés estaría
en lo que hacemos cada día por los demás y lo que se
encuentra evolucionando en el corazón de cada uno.
- Jose Luis Martín-
¿Qué es el Espiritismo?
( Alguna vez nos lo preguntaron)
Respuesta
:
Al
contrario de lo que muchos se piensan el Espiritismo no es estar frente a una
mesa y llevar a cabo la ouija o la evocación de los espíritus. Tampoco tiene
nada que ver con el tarot, o con esos que se autodenominan médiums y espíritas,
sin ni siquiera conocer el Espiritismo, o peor aún que hacen profesión de la
mediumnidad. Un espírita nunca cobra por su labor mediúmnica.
El Espiritismo es la ciencia que trata sobre el origen y el destino de los espíritus y las relaciones que pueden establecer con el hombre.
El espiritismo es la filosofía
que resulta de estas relaciones, resultado de estas comunicaciones que se
constituyen en hechos demostrados. Filosofía que ahonda en las profundas
cuestiones de dónde venimos, quienes somos, hacia dónde vamos. Es pues
una revelación que no procede de la mano de un hombre, un profeta, o una
colectividad religiosa, es una revelación que surge de los mismos espíritus.
-Por Juan
C. Mariani -
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Max, el mendigo
En una aldea de Baviera murió, hacia el año 1860, un viejo casi centenario, conocido bajo el nombre de Padre Max.- Nadie conocía con certeza su origen, porque no tenía familia. Hacía medio siglo que, abrumado por enfermedades que le privaban de ganar la vida por el trabajo, no tenía otros recursos que la caridad pública, que disimulaba yendo a vender en las granjas y las quintas, almanaques y objetos insignificantes. Se le había dado el apodo de Conde Max, y los niños no le llamaban nunca sino el señor conde, y él se sonreía sin formalizarse. ¿Por qué este título? Nadie habría podido explicarlo, el caso es que era ya una costumbre. Quizá lo fuese por causa de su
fisonomía y de sus maneras, cuya distinción contrastaba con sus harapos. Muchos años después de su muerte apareció en sueños a la hija del propietario de una de las quintas donde recibía hospitalidad en la cuadra, porque él no tenía domicilio, y le manifestó: “Gracias os doy de haberos acordado del pobre Max en vuestras oraciones, porque han sido oídas del Señor. Desearéis saber quién soy yo, alma caritativas que os habéis interesado por el desgraciado mendigo. Voy a satisfaceros, esto será para todos una gran instrucción.”
Hizo entonces la relación siguiente, en estos términos:
“Hace cerca de siglo y medio era un rico y poderoso señor de esa comarca. Pero vano, orgulloso y fatuo con mi nobleza. Mi inmensa fortuna no servía sino para mis placeres, y apenas bastaba, porque era jugador disoluto y pasaba mi vida en las orgías. Mis vasallos, que creía habían sido creados para mi uso como los animales de las granjas, eran acosados y maltratados para atender a mis prodigalidades. Me hacía el sordo a sus quejas, como a las de todos los desgraciados, y a mi parecer, debían tenerse por muy honrados satisfaciendo mis caprichos. Morí en una edad
poco avanzada, aniquilado por los excesos, pero sin haber experimentado ninguna desgracia verdadera. Al contrario, todo parecía sonreírme, de suerte que era a los ojos de los demás uno de los felices del mundo. Mi rango me valió suntuosos funerales.
“Los amigos de darse buena vida echaron de menos en mí al fastuoso señor, pero ni una lágrima fue derramada en mi tumba, ni una plegaria del corazón se dirigió a Dios por mí, y mi memoria fue maldecida por todos aquellos cuya miseria había aumentado. ¡Ah! ¡Qué terrible es la maldición de aquellos a quienes se ha hecho desgraciados! ¡No ha cesado de resonar en mis oídos durante largos años, que me parecieron una eternidad! Y la muerte de cada una de mis víctimas era una nueva figura amenazadora e irónica que se levantaba ante mí y me perseguía sin descanso, sin poder encontrar un rincón oscuro donde ocultarme de su vista. ¡Ni una mirada de amigo! Mis antiguos compañeros dc libertinaje, desgraciados como yo, huían de mí y parecía que me decían con desdén: «Ya no puedes pagar nuestros placeres.»
“¡Oh: ¡Qué caro habría pagado entonces un instante de reposo, un vaso de agua para
extinguir la sed ardiente que me devoraba! Pero nada poseía y todo el oro que había sembrado a manos llenas en la Tierra, no había producido una sola bendición, una sola, oyes, hija mía!
“En fin, abrumado de fatiga, extenuado como un viajero cansado que no ve el término de su ruta, exclamé:
“-¡Dios mío, tened piedad de mí! ¿Cuándo acabará esta terrible situación?
“Entonces una voz, la primera que oí desde que había dejado la Tierra, me dijo:
“-Cuando tú quieras.
“-¿Qué es preciso hacer, gran Dios? Decid, me someto a todo.
“-Es necesario arrepentirte, humillarte ante los que tú has humillado. Ruégales que
intercedan por ti, porque la oración del ofendido que perdona es siempre agradable al Señor.
“Me humillé, rogué a mis vasallos, a mis servidores, que estaban allí ante mí, y cuyas
figuras, a cual más benévolas, acabaron por desaparecer. Esto fue entonces para mí como una nueva vida. La esperanza reemplazó a la desesperación, y di gracias a Dios con todas las fuerzas de mi alma.
“La voz me dijo enseguida:
“-¡Príncipe!
“Yo respondí:
“-No hay aquí otro príncipe que Dios Todopoderoso, que humilla a los soberbios.
Perdonadme, Señor, porque he pecado. Hacedme el servidor de mis servidores, si tal es vuestra voluntad.
“Algunos años más tarde nací de nuevo, pero esta vez en una familia de pobres aldeanos.
Mis padres murieron cuando todavía era niño, y me quedé solo en el mundo y sin apoyo. Gané mi vida como pude, unas veces como obrero, otras como mozo de granja, pero siempre honradamente, porque creía en Dios.
“A la edad de cuarenta años, una enfermedad me dejó baldado de todos mis miembros, y me fue preciso mendigar durante más de cincuenta años en estas mismas tierras de las cuales fui dueño absoluto, y recibía un pedazo de pan en las granjas que había poseído, y donde por una amarga irrisión se me dio el apodo de señor conde, muchas veces bastante feliz por encontrar un abrigo en la cuadra del castillo que había sido el mío. Soñando, me complacía en recorrer este mismo castillo
donde he mandado como déspota. ¡Cuántas veces en mis ensueños, me he visto allí en medio de mi antigua fortuna! Estas visiones me dejaban al despertar un indefinible sentimiento de amargura y pesar, pero jamás una queja salió de mi boca, y cuando quiso Dios llamarme a sí, le he bendecido por haberme dado el valor de sufrir sin murmurar esta larga y penosa prueba, de la cual recibo hoy la recompensa. Y a vos, hija mía, os bendigo por haber rogado por mí.”
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Recomendamos este relato a los que pretenden que los hombres no tendrían freno sin el espantajo de las penas eternas a la vista, y dígannos si la perspectiva de un castigo como el del padre Max es más a propósito para detener en la pendiente del mal que los tormentos sin fin en los que nadie cree.
El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo
Allan Kardec Página 206
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