INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Animismo y Mediumnidad
2.- Sonambulismo
3.- Comunicación entre espíritus
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ANIMISMO Y MEDIUMNIDAD
La palabra animismo tiene acepciones diferentes, según se aplique en sociología, psicología, parapsicología o Espiritismo. Aquí se emplea para indicar las manifestaciones psíquicas, de carácter paranormal, que se originan en la mente inconsciente o subconsciente de un sujeto y que eclosiona en diversos estados de trance, ante la presencia de estímulos adecuados.
No existe contradicción antagónica entre estas dos clases de fenómenos, los hay anímicos, como mediúmnicos. El error aparece entre los partidarios del animismo, cuando niegan la posibilidad de que, en algunos casos, se esté produciendo la comunicación de una entidad espiritual; así también, entre los defensores de la mediumnidad, cuando todos los fenómenos los atribuyen a los espíritus, ignorando que en muchas ocasiones, se están expresando talentos inconscientes propios del sujeto.
Así pues, en la vasta gama de fenómenos psíquicos, el animismo y la mediumnidad, lejos de constituir manifestaciones antagónicas, representan grados diversos dentro de un mismo contuum, abarcando desde las formas primarias y elementales de sensibilidad, hasta la paranormalidad y la mediumnidad, las cuales se hacen evidentes en estados especiales de trance. Este es un término común para indicar un estado alterado de conciencia, que propicia diversas actividades psíquicas y sus correlaciones neurofisiológicas, y se aplica cuando se habla de trance hipnótico, trance magnético, trance paranormal o trance mediúmnico, aun cuando en cada caso los orígenes y particularidades del fenómeno son diferentes.
Ya en su tiempo, Allan Kardec estableció con claridad que el propio espíritu del médium podía manifestarse, y dedicó un capítulo completo de "El Libro de los Médiums" (2ª Parte, cáp. XIX) al análisis de estos hechos, bajo la denominación "Rol del médium en las comunicaciones espíritas". El término "animismo" sería creado ulteriormente, en 1890 por el investigador ruso de orientación espírita Alexandre Aksakof.
Respetando la semántica y manejando un adecuado esquema didáctico, deben deslindarse nítidamente aquellas manifestaciones psíquicas originadas en la mente subconsciente e inconsciente del sujeto (animismo), de aquellas otras en que la persona es tan solo un intermediario entre la causa espiritual que origina el fenómeno y quienes lo presencian (mediumnidad). Todo fenómeno auténticamente mediúmnico tiene como agente causante a un espíritu.
Al individuo que produce la manifestación anímica, ha de llamársele sujeto, dotado o sensitivo. En el segundo caso se habla con toda propiedad de un médium.
Los conocidos en el léxico parapsicológico como fenómenos paranormales, supranormales o extrasensoriales, son de carácter anímico y entre ellos se cuenta principalmente la telepatía (transmisión del pensamiento), la clarividencia (captación extrasensorial de un acontecimiento objetivo), y la precognición (conocimiento de un evento futuro que no se puede inferir racionalmente) y la psiconesia (acción de la mente sobre un sistema físico). Estas no son formas mediúmnicas, sino capacidades del propio sujeto, quien no está actuando como intermediario de otro espíritu, sino dando curso a potencialidades psíquicas propias.
Como demostró Aksakof y también Ernesto Bozzano, el hecho comprobado de que algunas comunicaciones falsamente atribuidas a los espíritus, sean ocasionadas por la mente inconsciente, no implica que las cosas ocurran siempre así. El animismo no invalida la mediumnidad, puesto que produciendo un hecho anímico, la persona está actuando como médium de sí misma. He aquí la conclusión de Bozzano sobre esta cuestión:
"Ni el animismo ni el espiritismo logran, separadamente, explicar el conjunto de fenómenos supranormales. Ambos son indispensables a tal fin y no pueden separarse puesto que son efectos de una causa única, y esta es el Espíritu humano, que cuando se manifiesta, en momentos fugaces, durante la encarnación, determina los fenómenos anímicos y cuando se manifiesta mediúmnicamente, durante la existencia desencarnada, determina los fenómenos espíritas" . (Animismo y Espiritismo).
Además, consta suficientemente que en la mayoría de los casos, los mejores y auténticos médiums comenzaron con producciones anímicas, que luego fueron superadas en un proceso de adaptación y afinación.
Esto no debe causar extrañeza, si tenemos en cuenta que el hombre no es mas que un espíritu encarnado, y nada es más natural que en los estados de amenguamiento vital- como el trance mediúmnico- afloren sus propias facultades espirituales, produciéndose manifestaciones de carácter paranormal, así como aparecen a veces durante el sueño, la hipnosis, o en otros estados alterados de conciencia, como en las circunstancias cuando, un ser agoniza, en las cuales el espíritu suele exteriorizarse o desdoblarse, haciéndose presente en otro sitio, despidiéndose de familiares o amigos, o llamando la atención sobre su situación. Este hecho es la clave de muchos fenómenos psíquicos, como apariciones, ruidos insólitos o acciones telecinéticas, y demuestra que también pueden producirse manifestaciones de espíritus encarnados a través de los médiums. En una obra clásica inglesa de investigación psíquica "Phantams of the living", los autores Frederick Myers, Frank Podmore y Edmund Gurney, ofrecieron pruebas irrefutables de ello.
Algunos de los denominados santos en el catolicismo, han sido protagonistas de interesantes casos de desdoblamiento. José Cupertino, desde la celda de su convento, asistió a su madre moribunda. Alfonso e Liguria, sin abandonar el convento, asistió en sus últimos momentos al Papa Clemente XIV.
El análisis comparado de los hechos que forman el vasto repertorio de las manifestaciones psíquicas, sugiere que algunas de ellas han podido tener su origen en actos involuntarios de carácter inconsciente, como expresión de los propios recursos psíquicos del sujeto, en tanto que en otros casos de trata de la auténtica mediación entre ambos planos de la vida. Inclusive, un mismo tipo de fenómeno, físico o intelectual, puede ser anímico o mediúmnico, por lo que se recomienda como pauta para establecer su génesis, no generalizar, ni mucho menos dogmatizar, adoptando criterios a priori, ni dejarse llevar por el apasionamiento o el preconcepto siendo lo prudente analizar cada caso detalladamente. El buen criterio hará comprender al estudioso que si hay casos en los que excluir la intervención espiritual directa, otros en cambio no admiten ninguna otra explicación fuera de la espiritista.
Hay que diferenciar el fraude del animismo, y este de la mixtificación. En el fraude ocurre una acción engañosa del supuesto médium, de forma deliberada y consciente. En el animismo el engaño es involuntario. La mixtificación se da en un acto mediúmnico real, solo que quien engaña es el espíritu manifestante, haciéndose pasar por otro, adulterando su propia identidad.
Superando el empirismo de las prácticas mediúmnicas, colocando la dirección de estas en manos competentes y evitando las indebidas solicitudes y presiones de los participantes, se logra en todos los casos la transición de las formas anímicas, hacia la emergencia de la mediumnidad auténtica.
- Jon Aizpurua-
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SONAMBULISMO
Abordaremos en este artículo, la diferencia entre el sueño
y el sonambulismo, la manifestación física de éste y su origen.
Durante las diferentes fases del sueño, sucede que una persona
se levanta y se ocupa de sus asuntos o se desplaza de un lugar a otro.
Se habla entonces de sonambulismo. Muchos de nosotros conocemos
o hemos oído hablar de las personas sonámbulas.
Se trata del “sonambulismo natural”.
Este estado ya suscitaba el interés de Allan Kardec en su
tiempo, y lo pregunta en El Libro de los Espíritus.
Veamos las respuestas proporcionadas por los espíritus: “Es
una independencia del alma más completa que en el sueño y entonces sus
facultades están más desarrolladas; tiene las percepciones que no tiene en el
sueño que es un estado imperfecto de sonambulismo”. He aquí un comienzo de
respuesta interesante que nos presenta el sonambulismo como una manifestación
más avanzada que el sueño.
En este caso se impone una reflexión, pues, en el sueño el espíritu
recupera cierta libertad. Utilizar un cuerpo dormido no es sinónimo de libertad
ni de independencia. Veamos la continuación de la respuesta: “En el
sonambulismo, el espíritu se pertenece completamente a sí mismo: los órganos
materiales que en cierta forma están en catalepsia, ya no reciben las
impresiones externas.
Cuando se producen los hechos de sonambulismo, es porque el
espíritu, preocupado por una cosa u otra, se entrega a una acción cualquiera
que necesita el empleo de su cuerpo del cual se sirve entonces de manera
análoga al empleo que hace de una mesa o de cualquier otro objeto material”.
Es preciso entonces comprender esto: el ser humano está
compuesto por tres elementos: el espíritu, es decir el ser espiritual
inmaterial, inteligente, dotado de reflexión y de razonamiento; el
periespíritu, cuerpo energético, vehículo del espíritu; y el cuerpo físico,
hecho de la materia del medio donde el espíritu encarna. Cada noche, durante
unas dos horas, el espíritu deja su envoltura carnal para unirse a los éteres y
regenerarse. Es entonces cuando el espíritu vive el más allá y puede acordarse
al despertar, bajo la forma de ensueños, de sus encuentros y sensaciones,
durante la libertad encontrada temporalmente. Sin embargo, el espíritu no
utiliza la totalidad de sus facultades en esta desincorporación donde ya no hay
interacción con el cuerpo. Por la respuesta referida en El Libro de los
Espíritus, se comprende que el estado de sonambulismo es la suma de la
desincorporación del espíritu y de la capacidad de las fuerzas de éste para
actuar sobre su cuerpo a fin de realizar las acciones que le preocupan.
Para ilustrar estas palabras, he aquí un ejemplo de sonambulismo
natural observado por el profesor Soave quien enseñaba filosofía e historia
natural en la universidad de Padua, ejemplo extraído del libro de Gabriel
Delanne El Espiritismo ante la Ciencia:
“Un farmacéutico de Pavía, versado en química, a quien se deben
importantes descubrimientos, se levantaba todas las noches durante su sueño e
iba a su laboratorio para retomar allí sus trabajos inacabados.
Encendía los hornos, colocaba los alambiques, retortas,
matraces, etc. y proseguía sus experimentos con una prudencia y una agilidad
que no hubiera podido tener estando despierto; manejaba las sustancias más
peligrosas y los venenos más violentos sin que le ocurriera el menor accidente.
Cuando le había faltado tiempo en el día para preparar las
recetas que le entregaban los médicos, las tomaba del cajón donde estaban
guardadas, las abría, las colocaba una al lado de otra sobre la mesa y procedía
a su preparación con todo el cuidado y todas las precauciones deseables.
Era verdaderamente extraordinario verlo tomar la balanza, elegir
los gramos, decigramos y centigramos, pesar con precisión farmacéutica, las
dosis más mínimas de las sustancias de las que estaban compuestas las recetas,
triturarlas, mezclarlas, revisarlas, luego ponerlas en frascos o paquetes según
la naturaleza de los remedios, pegar las etiquetas y finalmente almacenarlos en
orden sobre los estantes de la farmacia, listos para ser entregados cuando
fueran a recogerlos. Terminados los trabajos, apagaba los hornos, volvía a
poner en su sitio los objetos utilizados y retornaba a su cama donde dormía
tranquilamente hasta el momento de despertar”.
El profesor Soave hacía notar que este farmacéutico sonámbulo
tenía los ojos cerrados durante esos trabajos nocturnos y que la simple
memorización de los lugares, no era suficiente para la realización de los
trabajos y que la preparación de las recetas cuyo contenido desconocía, seguía
siendo inexplicable.
He aquí la explicación espírita de este fenómeno. Si un
sonámbulo puede movilizarse en un apartamento, escribir o trabajar con los ojos
cerrados, es porque existe en él una fuerza que lo dirige con seguridad fuera
de los sentidos utilizados habitualmente en estado de vigilia, puede decirse
entonces con certeza, que es el alma o el espíritu lo que predomina sobre los
órganos utilizados en estado de conciencia.
He aquí otro ejemplo para argumentar el hecho de que el espíritu
es capaz de ver a través de la materia. Se ha extraído de la enciclopedia del
artículo “sonambulismo”.
Relata el hecho siguiente: “Un joven abad se levantaba
cada noche, iba a su despacho, componía los sermones y se acostaba. Unos amigos
suyos, deseosos de saber si verdaderamente dormía, lo espiaron; y una noche en
que escribía como de costumbre, interpusieron un gran cartón entre sus ojos y
el papel. No se interrumpió en absoluto, continuó su redacción, y en cuanto la
hubo terminado se acostó como tenía por costumbre hacer, sin sospechar la
prueba a la que acababa de ser sometido. El autor del artículo agrega: cuando
había acabado una página, la leía en voz alta, de un extremo al otro (esta
acción la realizaba sin el concurso de los ojos). Entonces si alguna cosa le
desagradaba, la retocaba y escribía encima las correcciones con gran exactitud.
He visto el comienzo de uno de sus sermones que había escrito dormido; me
pareció bastante bien hecho y correctamente escrito. Pero hizo una corrección sorprendente:
habiendo escrito en un lugar ‘ce divin enfant’, creyó, al releerlo, que debía
sustituir la palabra ‘divin’ por ‘adorable’; pero vio que el ‘ce’, colocado
delante de divin, no podía ir con adorable; de manera que añadió muy hábilmente
una ‘t’ al lado de las letras anteriores, para que se leyera ‘cet adorable
enfant’.
El sonámbulo ve pues a través de los cuerpos opacos que no
son obstáculos sino para nuestros órganos todavía rudimentarios, pero no para
el espíritu que atraviesa libremente la materia”. Estas observaciones alentaron
a Allan Kardec a hacer a los espíritus la siguiente pregunta:
¿Cómo puede el sonámbulo ver a través de los cuerpos opacos?
Respuesta: No hay cuerpos opacos más que para vuestros
órganos rudimentarios; ¿no os hemos dicho que, para el espíritu, la materia no
es en absoluto un obstáculo, pues la atraviesa libremente?
Ciertos sonámbulos, como para ver mejor, aplican los objetos
sobre el epigastrio o sobre la nuca. Ve entonces por todas las partes de su
cuerpo. Está fuera de su cuerpo al que ve. Ve pues con toda su alma. Al no
estar la vista del alma o del espíritu circunscrita ni tener sede determinada,
se explica por qué los sonámbulos no pueden asignarle un órgano particular. He
aquí un punto importante aclarado. Sin embargo, quedan muchos otros y en
particular, este razonamiento:
¿El sonámbulo actúa de manera mecánica o razona de manera
inteligente?
He aquí otro ejemplo extraído del libro de Gabriel
Delanne “El Espiritismo ante la Ciencia”.
Es referido por el doctor Esquirol que cuenta que un
farmacéutico se levantaba todas las noches y preparaba las pociones cuyas
fórmulas encontraba sobre la mesa.
Para saber si el juicio actuaba en este farmacéutico sonámbulo o si no había más que movimientos automáticos, un médico puso sobre el mostrador de la farmacia la nota siguiente: “Sublimado corrosivo: 2 dracmas, agua destilada: 4 onzas a tragar de una vez”.
Habiéndose levantado el farmacéutico durante su sueño, bajó como
siempre a su laboratorio, tomó la receta, la leyó varias veces, pareció muy
asombrado y comenzó el monólogo siguiente que el autor del relato, oculto en el
laboratorio, escribió palabra por palabra: sin duda el doctor se ha
equivocado. Me niego a preparar esta poción”. El sonámbulo tomó luego
diversas recetas que estaban sobre la mesa, las preparó, las etiquetó y las
ordenó en fila para ser entregadas al día siguiente. Este ejemplo prueba que sí
hay una reflexión y un razonamiento. Hay allí una prueba suplementaria de la
existencia del espíritu que trasciende la materia y que nuestros sentidos son
considerablemente exacerbados bajo la influencia del espíritu. Para comprender
nos hace falta todavía admitir la existencia de un principio espiritual.
Esto nos lleva a otra forma de sonambulismo, que se acompaña con
la visión a distancia. En efecto, la persona sujeta al sonambulismo, puede
practicar a veces la visión a distancia, no como si se mirara un objeto desde
lejos, como podría hacerse con un catalejo o con un par de prismáticos, pues no
es el objeto que se acerca sino es el espíritu que se desplaza.
En el sueño, el espíritu, la parte inmaterial de nuestro ser, se
traslada instantáneamente por el espacio, conducido por el pensamiento y la
voluntad. Se desarraiga entonces de su envoltura carnal durante un tiempo más o
menos largo.
Durante ese período, el cuerpo parece anonadado y la palabra es
más sorda, al estar la vida espiritual entera en el lugar donde su pensamiento
la ha transportado.
Sin embargo, el sujeto puede experimentar físicamente
impresiones de calor o frío, o bien otras sensaciones del lugar donde se
encuentra su espíritu pues siempre se halla unido a su cuerpo por una atadura
fluídica que sigue siendo la conductora de las sensaciones.
Esta separación puede engendrar también cansancio para el
cuerpo, sobre todo cuando el espíritu se entrega a un trabajo activo.
La clarividencia del sonámbulo, la fuente de las ideas innatas,
el hecho de que pueda hablar con soltura y exactitud de cosas desconocidas en
estado de vigilia, que a veces pueden estar por encima de sus capacidades
intelectuales, hay que relacionarlo con el hecho de que el sujeto dispone de
muchos más conocimientos que los que sabe, que están registrados en el
periespíritu y por tanto no están disponibles en estado de vigilia.
Finalmente, concluiremos este artículo, precisando que el sonambulismo puede ser provocado por medio de pases magnéticos. Hablamos entonces de sueño magnético que ya ha sido objeto de varias disertaciones en nuestro Jornal Spirite(N°62 y N°64) que les invitamos a leer o a releer
CHRISTOPHE CHEVALIER Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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COMUNICACIÓN ENTRE ESPÍRITUS
225. La disertación
que sigue, brindada espontáneamente por un Espíritu superior que se dio a
conocer mediante una comunicación de orden elevadísimo, resume del modo más
claro y exhaustivo la cuestión del rol de los médiums: “Sea cual fuere la
naturaleza de los médiums escribientes, ya sean mecánicos, semimecánicos, o
simplemente intuitivos, nuestros procedimientos de comunicación con ellos no varían
en lo esencial. En efecto, con los Espíritus encarnados nos comunicamos de la
misma forma que con los Espíritus propiamente dichos: sólo mediante la
irradiación de nuestro pensamiento."
-El libro de los
médiums - Allan Kardec
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