INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Enriquece tu día
2.- Espíritus Guías y Protectores (V)
3.- Reflexiones sobre el Espiritismo
4.- Preexistencia y supervivencia del Espíritu
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Reconozco que la Doctrina Espírita, en cuanto a su esencialidad, puede ser apreciada de varias maneras. Parece evidente que nuestras características culturales y psicológicas son determinantes en la selección de lo que más nos sensibiliza, más acorde con nuestra naturaleza, merece. por lo tanto mención especial. Personalmente, me identifico con quienes ven en el Espiritismo, sobre todo, la ciencia que, interpretando racionalmente los fenómenos mediúmnicos, hizo del espíritu, por primera vez en la historia, el objeto central de sus investigaciones. Revelando la existencia del espíritu como “un ser concreto y circunscrito que, en ciertos casos, puede ser aprehendido por nuestros sentidos”, Kardec inicia una revolución conceptual que aún no ha sido valorada ni siquiera por los espíritas. Herculano Pires decía, quizás con un poco de presunción, que el Espiritismo es una síntesis conceptual del mundo moderno como lo fue el cristianismo del mundo greco-judeo-romano y el mosaísmo del mundo antiguo. A pesar del claro cristianocentrismo de esta afirmación, que no parece reconocer en la antigua cultura oriental más que un ensayo para el surgimiento del mosaísmo, es evidente la vocación de síntesis de aquel Espiritismo de Allan Kardec y Leon Denis. Vocación olvidada o desapercibida por la mayoría de los espíritas, especialmente en Brasil, que aceptaron la transformación del pensamiento espírita vigoroso y prometedor en una religión más. Este proceso sectario sacó al Espiritismo del campo abierto de los debates científicos y de las especulaciones filosóficas y lo aisló en los terrenos mal ventilados de las religiones y creencias. La “religión espírita” tiene bastante éxito en Brasil, habiendo conquistado adeptos y admiradores, principalmente por sus realizaciones de carácter asistencial. Es una buena religión y sin duda sería mi elección si me obligaran a tener una religión. No nos engañemos, sin embargo, con esta simpatía que no tiene profundidad. También me conmueve el trabajo desinteresado de los profetas de diferentes religiones. Esto, sin embargo, no me arrastra hacia estas religiones ni cambia mi filosofía de vida. Y ahí radica una cuestión fundamental. Ya se ha dicho que el hombre moderno ya no quiere creer con los ojos cerrados, sino conocer con los ojos abiertos, es decir que el hombre ilustrado de nuestro tiempo sólo acepta modificar su filosofía, es decir, su concepción del hombre y del mundo. , a través de la argumentación científica y la filosofía robusta. Pues bien, el don espírita se destaca especialmente en estos ámbitos y, si se divulga inteligentemente, podría ser un valioso aliado en la búsqueda de la verdad, la libertad y la lucha contra el sufrimiento, fines comunes a todos los hombres. La consecuencia esencial del extraordinario diálogo de Kardec con los Espíritus fue revelar la existencia objetiva del mundo extrafísico o espiritual del cual nuestro mundo físico es un mero subsistema, desplazando así el eje de nuestras indagaciones filosóficas. Del hombre físico pasamos al hombre espiritual que trasciende al primero. Ahora bien, considerando fundamental la existencia de esta dimensión extrafísica, el Espiritismo afecta drásticamente la forma en que percibimos el mundo y a nosotros mismos. Esta visión espiritucéntrica y el “humanismo trascendental” que de ella deriva es el núcleo de la filosofía espírita. Es evidente su carácter renovador, revolucionario. Es como una brisa fresca en el desierto, pero es una doctrina de hombre a hombre y sólo puede ser lo que nosotros hagamos de ella. - Maurice Herbert Jones - ( de CEPA )
" La cuna tiene un ayer, y la tumba tiene un mañana " ( Victor Hugo)
El principio fundamental en que se basa el ideario espiritista, es la existencia del espíritu como elemento animador y organizador de la materia. El espíritu es el principio inteligente del Universo.
Existimos antes de nacer y continuamos viviendo después de la muerte. Todos los seres vivientes están dinamizados por un ente psíquico, imperecedero. En los animales esa alma rudimentaria se manifiesta principalmente a través de los instintos y del raciocinio elemental; en los seres humanos es el asiento de la individualidad superior, en sus expresiones intelectuales, emotivas y volitivas, principio central de conciencia indestructible y perdurable que coexiste con el organismo corporal, siendo testigo inmutable de sus cambios. No es que tenemos un espíritu, somos un espíritu. Puesto que el organismo no es un individuo real sino su representación exterior, somos un espíritu con un cuerpo, no un cuerpo con un espíritu.
El espíritu está envuelto por una estructura fluídica a la que Kardec denominó periespíritu y que actúa como un campo magnético en torno al cual se agregan las partículas de materia densa que constituyen el organismo físico.
A pesar de las apariencias, millares de hombres y mujeres en todos los tiempos, han sentido germinar la noción maravillosa de la supervivencia, como una íntima y profunda protesta del principio esencial que vibra en ellos, su espíritu inmortal. Muchos de estos seres han encontrado el alimento de su ideal en la fe; otros en la teorización especulativa, y ahora, gracias al Espiritismo, la humanidad puede llegar a esta certeza, por medio de la experimentación científica de los fenómenos.
La existencia y supervivencia del principio espiritual, como lo que espera al ser humano después de su muerte, ha dejado, mediante el Espiritismo, de ser un problema de metafísica abstracta o un artículo de fe religiosa, para convertirse en un hecho concreto y positivo. Los teólogos de todas las religiones hicieron del alma una concepción tan abstracta, que en verdad, casi equivalía a negarla, y reaccionando contra esa absurda concepción, los pensadores materialistas creyeron cortar el nudo gordiano y decretaron la supresión del alma o espíritu, y transfirieron todas sus propiedades al cuerpo físico. Si bien Descartés expresó en su momento, con gran brillo y altura, la noción dualista que informa a todo espiritualismo en su esencia, llamando res extensa a la sustancia material y res cogitans al elemento espiritual, ha sido con el Espiritismo, en cuanto espiritualismo científico, que se ha establecido la existencia real, concreta y objetiva del espíritu.
El insigne pensador espírita francés, Gustave Geley presentó su filosofía científica, idealista y dialéctica, respaldado sobre dos proposiciones capitales:
1) Lo que hay de esencial en el Universo y en el individuo es un dinamopsiquismo único, primitivamente inconsciente, conteniendo en sí todas las potencialidades. Las apariencias diversas e innumerables de las cosas no son mas que sus representaciones.
2) El dinamopsiquismo esencial y creador, pasa por la evolución de lo inconsciente a lo consciente.
Estas dos proposiciones reposan sobre los hechos. Pueden ser hoy objeto de una demostración precisa, en el individuo primero, y luego por una vasta inducción, pueden trasladarse hasta el Universo.
El Espiritismo libera al hombre de la angustia de la muerte al darle el sentido de la inmortalidad, haciendo resaltar con claridad meridiana la excelsitud de los destinos humanos, en estados posteriores a la disgregación física.
- Jon Aizpúrua- ( Tratado de Espiritismo)
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