INQUIETUDES
1.- Las moradas de la Casa del Padre
2.-Los huérfanos
3.-El peligroso juego de la Ouija
4.-El conocimiento de la muerte
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Los mundos son creados para que el espíritu pueda aprender a través de las experiencias que realiza con la materia, como la lucha en la vida diaria, los problemas que se nos presentan de continuo, el trabajo, el trato con las personas, las corrientes ideológicas, etc., son sus primeras lecciones espirituales. O sea, los mundos físicos son, ante todo, escuelas de perfeccionamiento espiritual y el primer curso de estas escuelas, es destinado a aprender qué es el Amor. Hasta que los espíritus encarnados no aprendan a vivir teniendo por fundamento en sus actos de cada día “el amor que predicó Jesús”, no pasarán a formar parte de las humanidades que pueblan otros mundos más avanzados en donde todo es armonía y felicidad.
¿Qué hay que entender por Amor? La emoción de amor, es el tronco del cual, como ramas, parten todas las virtudes. La honradez, la sinceridad, la bondad, la misericordia, la humildad, la sencillez, etc., son aspectos del Amor.
Los mundos, como cualquier otra cosa en el Universo, también progresan; todo tiende a perfeccionarse, de ahí que existan mundos hostiles, planetas inhóspitos y primarios, y planetas paradisíacos. Los mundos pueden dividirse por su grado de perfeccionamiento en cinco clases, que son: Mundos primitivos, mundos de expiación y prueba, mundos de Regeneración, mundos Felices y mundos Divinos o Espirituales.
Sebastián de Arauco.
Dios permite que haya huérfanos para exhortarnos a servirles de padres. ¡Qué divina caridad la de ayudar a una pobre criatura abandonada, la de impedir que sufra hambre y frío, la de dirigir su alma con el fin de que no se pierda en el vicio! El que tiende la mano al niño abandonado, es agradable a Dios porque comprende y practica su ley. Pensad también que el niño que socorréis os ha sido con frecuencia muy amado en otra encarnación y si pudieseis acordaros, no sería caridad, sino un deber. Así, pues, amigos míos, todo ser que sufre es vuestro hermano y tiene derecho a vuestra caridad, no a esa caridad que hiere el corazón, no a esa limosna que quema la mano del que la recibe, porque vuestros óbolos a
menudo son muy amargos* ¡Cuántas veces los rehusarían, si la enfermedad y la desnudez no les esperasen en casa! Dad con delicadeza; agregad al beneficio el más precioso de todos; una buena palabra, una caricia, una sonrisa de amigo; evitad ese tono de protección que hiere de nuevo al corazón que sangra y pensad que haciendo el bien, trabajáis para vosotros y los vuestros.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
EL CONOCIMIENTO
DE LA MUERTE
Uno
de los capítulos de más transcendencia de la filosofía espirita es el
conocimiento de la muerte.
De
la resolución del problema de la muerte la solución de innumerables problemas
en torno de los cuales se debaten sin resultado fructífero a la ciencia oficial
y a las religiones. Son cuestiones que se eternizan sin la firme esperanza de
un acuerdo bajo las bases de la verdad y de la justicia.
La
“salud y fraternidad” que subscriben los papeles oficiales, el “orden y
progreso” que constituye la insignia de nuestra borla, todos estos nobles
ideales que deben guiar a los pueblos y erguir a las naciones y sirven de
soportes máximos de la ciencia y de la moral no ha tenido aplicación decisiva
por faltar en ellos la linfa de la vida, única fuerza capaz de establecer el
equilibrio de los pueblos y mantener la integridad de los gobiernos en el
ejercicio de su tarea de gobernar con justicia y equidad.
Esa
linfa, esa fuerza solo puede nacer de la solución del problema de la muerte.
sin la revelación de ese misterio, la humanidad continuará paralizada en su
ascensión para la luz, los sabios permanecerán en el circulo vicioso de las
concepciones abstractas y las religiones limitadas a la tierra nada más harán
que recibir al hombre en la cuna y entregarlo al Túmulo!
Religión
sin ciencia, ciencia sin estudio, sin pesquisa, sin verdad, qué bienes podrán
proporcionar a la inteligencia, que ya levantó su vuelo, y en un salto elevado
de raciocinio sabe ya inquirir sobre su destino, para guiarse bien en el camino
de la vida!
Los
más graves `problemas humanos, repetimos, solo pueden ser resueltos cuando la
muerte raja el velo del misterio y se presenta en su magnífica realidad.
Mas
no se puede estudiar la muerte sin estudiar la vida, no se puede estudiar lo
que no se ve sin conocerse lo que se ve.
Urge
que comencemos nuestras pesquisas de lo conocido para lo desconocido, de lo visible
para lo invisible, de la materia para la esencia, de lo físico para lo
psíquico.
No
ponemos en duda que la humanidad haya progresado y que la ciencia haya
revelado, en el campo de la fisiología, misterios que parecían insondeables.
Basta recordar el descubrimiento de Harvey, que señala una fecha memorable en
el progreso de la medicina, el de Jenner, abriendo el larguísimo campo de la
microbiología al descubrir la vacuna; los trabajos de Bésale sobre el estudio
anatómico del cuerpo humano; el de Bell sobre las funciones de los nervios
espinales; el de Pasteur, uno de los más ilustres sabios del siglo XIX, aunque
no fuese médico, ni farmacéutico, para ver que la fisiología no ha paralizado
su acción progresiva, como sueles acontecer a todas las ciencias.
¿Mas
habrá llegado a la meta, al non plus ultra de las realidades?
Es
una pregunta que nadie será capaz de responder afirmativamente. Al contrario,
los más competentes fisiologos de nuestra época son unánimes en afirmar que
la fisiología está muy ajena a la explicación de los fenómenos de ectoplasmia,
así como de otros tantos, visibles y tangibles, que causan profunda
perturbación a los doctos de nuestros tiempos. Por la misma forma, la química
no explica las producciones de flores y hiervas que aparecen repentinamente en
las sesiones espiritas, no explica la agregación y desagregación de cuerpos, en
esas mismas experiencias; y ni la física es capaz de dar la razón de la
levitación de cuerpos, sin contacto aparente, contrariando las leyes establecidas
de atracción y repulsión , o de gravedad!
La
ciencia oficial, es innegable, está en las fajas de la infancia, es la razón
por la que no tenemos conocimiento de la muerte.
Foméntese
el estudio, invítese al sabio a progresar, ya que constituye dictador de leyes
que rigen los fenómenos más conocidos de nuestro mundo; obligarlos a dejar el
comodismo de sus salones tapizados, sustituyéndolos por el laboratorio, por el
gabinete de análisis, de pesquisa, y muy en breve nuestra humanidad caminará
por uno u otro camino en el que brillen las luces de los grandes ideales. Lo
que la filosofía no alcanza, lo alcanza la psicología; lo que la química no
puede resolver, una química más elevada nos dará la solución; lo que la física
no hiciere, lo hará la física transcendente.
El
problema de la muerte está íntimamente ligado a la solución del problema de la
organización humana, o antes, de la organización del hombre. Sin el estudio
imparcial y criterioso del hombre ese problema se conserva insoluble.
El
inicio de este trabajo ya está magníficamente trazado por el Espiritismo.
Según
los hechos espontáneos y provocados para la realización del gran desiderátum,
se verificó que el hombre es un ser transcendente compuesto de cuerpo y
espíritu, y que el espíritu es retenido al cuerpo por un mediador que lo
envuelve llamado, por eso, periespiritu.
El
conocimiento del periespiritu viene a llenar una gran laguna, esclareciendo
muchos fenómenos de la fisiología.
Estudiándose
al hombre a primera vista, se encuentra en él un primer motor, invisible e
intangible, que es la vida. Más esta fuerza no puede dejar de tener una acción
determinada, pues, como dice Geoffroy Saint Hilaire, “la vida es al mismo
tiempo organizadora, conservadora y reparadora, conforme un modelo ideal.” Este
modelo no puede absolutamente consistir en el hombre exterior, carnal, que se
transforma sin cesar. Antes, debe ser en el periespiritu que se incorporan las
moléculas materiales, los átomos que forman el organismo corporal.
En
fin, el estudio del periespiritu es la base del estudio del hombre, en su ser
complejo. Sin ese estudio es absolutamente imposible llegar al conocimiento de
la muerte y su misterio.
Las
propiedades funcionales del periespiritu resuelven aun cuestiones de alta
importancia para la fisiología, como el agrupamiento en la forma orgánica de
las innumerables células que constituyen nuestro cuerpo; la conservación de la
individualidad física e intelectual, a pesar de la renovación perpetua de las
moléculas, las relaciones entre lo físico y lo moral; y otras tantas, como
tendremos ocasión de recordar más tarde.
Es
llegada la época en la que el hombre tendrá la verdadera noción de su
individualidad para mejor trabajar por su progreso.
La
ciencia, si no quiere mantenerse retrasada, tiene la obligación de tomar en
serio estos estudios, que constituyen el punto de partida de todos los
conocimientos que deben ilustrar las generaciones venideras.
- Caibar Schutel-
CASA
EDITORA O CLARIM
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