1.- La felicidad
2.- Ni "Reformistas" ni "Quietistas"
3.- ¿Por qué en Occidente se ignoró la idea de la Reencarnación?
4.- El descubrimiento de otro mundo
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LA FELICIDAD
Todos los seres humanos tenemos derecho a la felicidad y debemos disfrutarla, desde sus mínimas expresiones a las más grandiosas en todo el panel de la existencia.
Si deseas ser feliz, podrás serlo, porque la felicidad pertenece a todos; sin embargo la naturaleza pide tu participación en tu esfuerzo de mejorarte moralmente. En todas las naciones, se enseñan caminos ciertos, mostrando vías llenas de espinos, más la mayoría de las criaturas, se entretiene, con el bienestar breve, con los placeres efímeros.
Limpiemos nuestros sentimientos de sentimientos inferiores, alcanzando un discernimiento más elevado. La felicidad es aquella que perdona, que olvida las ofensas, que ampara a los débiles, que renuncia en favor de la propia vida, ayudando a los que sufren más.
La felicidad se constituye en hacer caridad, aquella que no exige, que no maltrata, no calumnia, no tiene odio, porque ella es amor permanente, que sale del corazón del ser humano, atendiendo a todo y a todos, en las dimensiones correspondientes. Felicidad es Cristo dentro de nosotros, mostrándonos a Dios en la conciencia…
Franciscos de Asis cuando fue preguntado por uno de sus compañeros para que hablara sobre la felicidad, dijo: que solamente tenemos noticias de la felicidad en la tierra de su belleza de su estado permanente de bienestar. Que depende de cada uno, en el pleno ejercicio del perfeccionamiento. Ella no es ni nunca fue dada; es conquistada por el alma que sube el calvario de la vida. la felicidad no se vende ni se compra, es acumulada paso a paso, por las líneas de la oportunidad que la vida nos ofrece en todos los momentos. La felicidad es pues, el conjunto de virtudes acumuladas en el corazón.
Todos somos candidatos a la tranquilidad imperturbable, más, para eso, tenemos que luchar y vencer la más dura de las batallas, en la guerra con nosotros mismos, que carece de vigilancia permanente para eliminar a los enemigos que mucho conocemos: el odio, la envidia y los celos, la discordia y la maledicencia, la venganza y el orgullo, el egoísmo etc… Son frentes de batallas que debemos impedir para vencernos a nosotros mismos y conocer el terreno sagrado de nuestro corazón.
Existen muchas criaturas que se desaniman en la búsqueda de la felicidad, por desear disfrutarla de inmediato, un hecho que es impracticable. Ella comienza con el simple cambio de pensamiento, descendiendo por las ideas, dominando las acciones, buscando la vivencia, demorando, a veces, un tiempo prolongado. La verdadera felicidad exige, en la vida de cada uno, la pureza de pensamientos, de ideas y de sentimientos, la pureza de corazón, de la palabra y de la vida. Después de conquistar todo es, el clima de la felicidad perfumará nuestro ser, y nunca más la perderemos y ella nos acompañará en el tiempo que se llama eternidad.
Por tanto la felicidad es, una forma de vivir y para que se torne permanente, es necesario que adquiramos el nivel de conciencia del espíritu y esto comienza cuando se descubre y se atiende a lo que realmente se desea de la vida más allá de los niveles del gozo y del placer.
Si deseas un mensaje extraído de estas enseñanzas, consulta al amor y entrégate a él en el servicio a la Humanidad. Avanza tranquilo y feliz, sin más interrogantes o necesidades, porque el amor es Dios que se revela en tu corazón y en el de todos los hombres.
Piensa en el amor y procura sentirlo. Entrégate al bien, al prójimo, e inevitablemente encontrarás a Dios dentro de ti, que pulsa, ama y te conduce rumbo a la plenitud.
Os desea un buen día, con mucho amor y mucho cariño, vuestra amiga
Merchita
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Ni «Quietistas» ni Reformistas»

El Espiritismo nunca fue ni será una nueva teología ni un nuevo «evangelismo», pero tampoco es una nueva ciencia cargada de prejuicios residuales del pasado positivista-materialista, ni una idea doctrinaria divorciada de la fe (racional) o de. lo espiritual.
Abogar por una renovación de los textos sería un sinsentido y un error mayúsculo; lo que sí debiéramos revisar y renovar son los patrones de pensamiento de los propios espíritas (en este sentido, la Codificación no debe ser «actualizada» sino explicada y esmeradamente contextualizada).
Cualquier otro tipo de actualización es una maniobra del ego y una separación de los deberes esenciales que emanan del Espiritismo.
Si en algún momento recurrimos a la división, a la crítica compulsiva o al descrédito hacia aquellos que, simplemente, no descodifican el mensaje espírita como nosotros, entonces, aún en el supuesto de que tengamos la razón en varios o casi todos los puntos, habremos fracasado como espíritas…
Pensar diferente en tal o cual cuestión nunca debe ser motivo de resquemor o separación. No importa si somos más «religiosos» o más «científicos», o el haber discutido por otras cuestiones organizativas; si recurrimos a la deslealtad … o alimentamos rumores negativos, sea cual sea nuestra posición, no seremos buenos ni dignos agentes en la divulgación.
El librepensamiento respetuoso y natural, junto a ser buenos compañeros, nos estimula y abre caminos; pero la amistad y la unión nos hace invencibles, porque anula toda oposición de las sombras y nos granjea la simpatía de los Espíritus felices.
Si nos importa ser comprendidos por las mentes y los corazones del siglo XXI, debemos superar a ese escolástico Jesús de catecismo que impera en parte del movimiento desde mediados del siglo XX, y acercarnos más al concepto del Jesús maestro universal o Cristo interno.
Los sensibles a la actualización cooperan para que el movimiento no permanezca rezagado en las antiguas consignas de la creencia (hasta el punto de que a veces, verdaderamente, parece sólo una secta cristiana más), aunque también es cierto que un sector de los partidarios de la renovación, es evidente que aún no superaron el racionalismo del siglo XVII y el positivismo negador del XIX…
Revisemos (lejos de la pasión ideológica), nuestros ardientes posicionamientos, tanto como nuestro comodismo…
Revisemos (lejos de la pasión ideológica), nuestros ardientes posicionamientos, tanto como nuestro comodismo…
El Espiritismo incapaz de ir más allá del frío racionalismo puede, quizá, ilustrar, pero no irradiará…
Estemos atentos para que el mensaje espírita sea adogmático y actual… pero también, para que la razón (mal gestionada) no nos aparte de la esencia del Espiritismo, y de paso, comprometa la divulgación y nos conduzca a la desunión.
Estemos atentos para que el mensaje espírita sea adogmático y actual… pero también, para que la razón (mal gestionada) no nos aparte de la esencia del Espiritismo, y de paso, comprometa la divulgación y nos conduzca a la desunión.
«Grupos de evangelio» o «evangelizar» son expresiones naturales y esperables dentro del movimiento católico, pero (en honor del buen sentido), resultan del todo imprecisos y bastante inconvenientes cuando nos referimos al Espiritismo, porque no forman parte de su discurso y porque si no cuidamos el uso y manejo de cierta terminología, en términos divulgativos, añadiremos confusión y ambigüedades innecesarias.
Pensamiento final:
Como espíritas necesitamos de la metacognición: controlar/organizar lo que se estudia y aprende, y evaluar los logros conseguidos…
Si no utilizamos esto nos limitamos a aprender y/o engullir conceptos, sin controlar y cotejar el proceso de aprendizaje (y la praxis consiguiente), dejando que sea nuestro personalismo (a su vez influenciado por los estereotipos y condicionamientos culturales), el que guíe nuestra manera de interpretar la doctrina…
Escrito por Juanma
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