jueves, 29 de octubre de 2015

Visiones a la hora de la muerte


PRUEBAS VOLUNTARIAS, EL 

VERDADERO SILICIO 

Preguntáis si os es permitido aligerar vuestras propias pruebas; esta pregunta tiene relación con esta otra: Al que se ahoga, ¿le es permitido el que procure salvarse? Al que se clave una espina, ¿sacársela? Al que está enfermo, ¿llamar al médico? Las pruebas tienen por objeto ejercitar la inteligencia, del mismo modo que la paciencia y la resignación; un hombre puede nacer en una posición penosa y embarazosa, precisamente para obligarle a buscar los medios de vencer las dificultades. El mérito consiste en soportar sin murmurar las consecuencias de los males que no se pueden evitar, en perseverar en la lucha, en no desesperarse si no se sale bien del negocio; pero no en el abandono, que sería más bien pereza que virtud. 

Naturalmente esta pregunta conduce a esta otra. Puesto que Jesús dijo: "Bienaventurados los afligidos", ¿hay mérito en proporcionarse aflicciones agravando sus pruebas con sufrimientos voluntarios? A esto contestaré muy claro. Si hay un gran mérito cuando los sufrimientos y las privaciones tienen por objeto el bien del prójimo, porque es la caridad por el sacrificio; no, cuando no tienen otro objeto que uno mismo, porque eso es un egoísmo fanático. Aquí debe hacerse una gran distinción; en cuanto a vosotros, personalmente, contentáos con las pruebas que Dios os envía, y no aumentéis la carga, ya de por sí muy pesada a veces: aceptadlas sin murmurar y con fe; es todo lo que El os pide. No debilitéis vuestro cuerpo con privaciones inútiles y maceraciones sin objeto porque tenéis necesidad de todas vuestras fuerzas para cumplir vuestra misión de trabajo en la tierra. 
Torturar y martirizar voluntariamente vuestro cuerpo, es contravenir a la ley de Dios, que os da los medios de sostenerle y fortificarle; debilitarlo sin necesidad, es un verdadero suicidio. Usad, pero no abuséis, tal es la ley; el abuso de las mejores cosas, lleva consigo mismo el castigo en sus consecuencias inevitables. 
Otra cosa es con respecto a los sufrimientos que uno se impone para el alivio del prójimo. Si sufrís frío y hambre para calentar y alimentar al que tiene necesidad y por lo cual vuestro cuerpo padece, este es un sacrificio que Dios bendice. Vosotros, los que dejáis vuestros perfumados tocadores para ir a las infectadas bohardillas a llevar el consuelo; vosotros, los que ensuciáis vuestras delicadas manos curando llagas; vosotros, los que os priváis de lesueño para velar a la cabecera del enfermo que es vuestro hermano en Dios; vosotros en fin, los que gastáis vuestra salud en la práctica de las buenas obras, ya tenéis vuestro silicio, verdadero silicio de bendición, porque los goces del mundo no han secado vuestro corazón, no os habéis dormido en el seno de las voluptuosidades enervadoras de la fortuna, sino que os habéis hecho los ángeles consoladores de los pobres desheredados. Mas vosotros, los que os retiráis del mundo para evitar sus seducciones y vivir en el aislamiento ¿para qué servís en la tierra? ¿En dónde está vuestro valor en las pruebás, puesto que huís de la lucha y evitáis el combate? Si queréis un silicio, aplicadlo a vuestra alma y no a vuestro cuerpo; mortificad vuestro espíritu y no vuestra carne; azotad vuestro orgullo, recibid las humillaciones sin quejaros, martirizad vuestro amor propio; sed fuertes contra el dolor de la injuria y de la calumnia, más punzante que el dolor corporal. Ese es el verdadero silicio cuyas heridas os serán tomadas en cuenta, porque atestiguarán vuestro valor y vuestra sumisión a la voluntad de Dios. (Un Angel Guardián. París, 1863). 

"¿Debe ponerse término a las pruebas del prójimo cuando se puede, o por respeto a la ley de Dios, se les ha de dejar seguir su curso?" 
Os hemos dicho y repetido muchas veces que estáis en esa tierra de expiación para acabar vuestras pruebas, y que todo lo que os sucede es consecuencia de vuestras existencias anteriores y el interés de la deuda que debéis pagar. Pero este pensamiento provoca en ciertas personas reflexiones que es necesario cortar, porque podrían tener funestas consecuencias. Algunas piensan que desde el momento en que se está en la tierra para expiar, es menester que las pruebas sigan su curso. 
Los hay también que llegan a creer que no solamente no debe hacerse nada para atenuarlas, sino que, por el contrario, es menester contribuir a hacerlas más provechosas recrudeciéndolas; esto es un gran error. Sí, vuestras pruebas deben seguir el curso que Dios les ha trazado; ¿pero conocéis acaso ese curso? ¿Sabéis hasta qué punto debén llegar; y si vuestro Padre misericordioso ha dicho al sufrimiento de tal o cual de vuestros hermanos "De aquí no pasarás?" ¿Sabéis si su Providencia os ha elegido, no como un instrumento de suplicio para agravar los sufrimientos del culpable, sino como el bálsamo de consuelo que debe cicatrizar las llagas que su justicia había abierto? No digáis, pues, cuando veáis herido uno de vuestros hermanos: es la justicia de Dios, y es preciso que siga su curso; sino decid lo contrario: veamos qué medios nuestro Padre misericordioso ha puesto a mi alcance para aliviar los sufrimientos de mi hermano: veamos si mis consuelos morales, mi apoyo material y mis consejos podrán ayudarle a sobrellevar esta prueba con más fuerzas, paciencia y resignación; veamos si quizá Dios ha puesto en mis manos los medios de hacer cesar ese sufrimiento, o si me ha sido también a mí como a prueba, y tal vez como expiación, cortar el mal y reemplazarlo por la tranquilidad. 
Ayudáos, pues, siempre, en vuestras pruebas respectivas, y no os miréis jamás como instrumentos de tormento; este pensamiento debe desagradar a todo hombre de corazón, mayormente a todo espiritista; porque el espiritista debe comprender mejor que los otros la extensión infinita de la bondad de Dios. El espiritista debe pensar que su vida entera ha de ser un acto de amor y de abnegación, y que cualquier cosa que haga para contrarrestar las decisiones del Señor, su justicia seguirá su curso. Puede, pues, sin miedo hacer todos los esfuerzos para endulzar la amargura de la expiación; pero sólo Dios es el que puede detenerla o prolongarla, según lo juzgue más conveniente. ¿No habría un orgullo muy grande en el hombre en creerse con derecho a exasperar la herida? ¿En aumentar la dosis de veneno en el pecho del que sufre, so pretexto de que tal es su expiación? ¡Oh! Contempláos siempre como un instrumento elegido para hacerla cesar. Resumamos: Todos vosotros estáis en la tierra para expiar, pero todos sin excepción debéis hacer todos vuestros esfuerzos para endulzar la expiación de vuestros hermanos, según la ley de amor y de caridad. (Bernardino, espíritu protector. Bordeaux, 1863). 

"Un hombre está en la agonía, presa de crueles tormentos; se sabe que no hay esperanza de salvarle; ¿es permitido ahorrarle algunos instantes de agonía precipitando su fin?" ¿Quién puede daros el derecho de prejuzgar los destinos de Dios? ¿Acaso no puede conducir a un hombre al borde del sepulcro para sacarle de él, con el fin de hacerle volver en si y conducirle a otras meditaciones? En cualquier estado en que se encuentre un moribundo, nadie puede decir con certeza que haya llegado su última hora. ¿Acaso la ciencia no se ha engañado nunca en sus previsiones? Sé muy bien que hay casos que con razón pueden llamarse desesperados; pero si no queda esperanza de vida y salud, ¿no hay innumerables ejemplos de que en el momento del último suspiro, el enfermo se reanima y recobra sus facultades por algunos instantes? Pues bien. Esa hora de gracia que se le concede, puede tener para él la mayor importancia, porque ignoráis las reflexiones que ha podido hacer su espíritu, en las convulsiones de la agonía y los tormentos que puede ahorrarle un rayo de arrepentimiento. El materialista que sólo ve el cuerpo y nada le importa el alma, no puede comprender estas cosas; pero el espiritista que sabe lo que pasa más allá de la tumba conoce el precio del ultimo pensamiento. Mitigad los últimos sufrimientos tanto como podáis, pero guardáos de abreviar la vida, aun cuando no sea sino por un minuto, porque este minuto puede evitar muchas lágrimas en el porvenir. (San Luis. París, 1860). 
     "El que está hastiado de la vida, pero que no quiere quitársela, ¿es culpable si busca la muerte en un campo de batalla, con la idea de hacer útil su muerte?" Que el hombre se dé la muerte o que se la haga dar, el objeto es siempre abreviar su vida y por consiguiente, hay suicidio de intención, si no de hecho. El pensamiento de que su muerte servirá para algo, es ilusorio; no es más que un pretexto para dar un colorido a su acción y excusarla a sus propios ojos. Si tuviera formalmente el deseo de servir a su país, procuraría vivir defendiéndole y no muriendo, porque una vez muerto, de nada le sirve. La verdadera abnegación consiste en no temer a la muerte cuando se trata de ser útil, en desafiar el peligro, en hacer anticipadamente y sin pensar, el sacrificio de la vida pero la "intención premeditada" de buscar la muerte exponiéndose al peligro, aun cuando sea para hacer un servicio, anula el mérito de la acción. (San Luis. París, 1860). 

"Un hombre se expone a un peligro inminente para salvar la vida a uno de sus semejantes, sabiendo de antemano que él mismo sucumbirá, ¿puede mirarse esto como un suicidio?" 
Desde el momento que no existe la intención de buscar la muerte, no hay suicidio, sino sacrificio y abnegación, aun cuando se tenga certeza de perecer. ¿Pero quién puede tener esta certeza? ¿Quién ha dicho que la Providencia no tenga un medio inesperado de salvación en el momento más crítico? ¿Acaso no puede salvar al mismo que esté a la boca de un cañón? Muchas veces se puede querer llevar la prueba de la resignación hasta su último límite; entonces una circunstancia inesperada desvía el golpe fatal. (San Luis. París, 1860). 
     "Aquellos que aceptan sus sufrimientos con resignación, por sumisión a la voluntad de Dios y con la mira de alcanzar la felicidad futura, ¿no trabajan sólo para ellos mismos y pueden hacer que sus sufrimientos sean provechosos a otros?" 
Estos sufrimientos pueden ser provechosos a otro, material y moralmente. Materialmente, si por el trabajo, las privaciones y los sacrificios que ellos se imponen, han contribuído al bienestar material de su prójimo; moralmente, por el ejemplo que dan de sumisión a la voluntad de Dios. Este ejemplo del poder de la fe espiritista puede excitar a los desgraciados a la resignación, salvarles de la desesperación y de sus funestas consecuencias para el porvenir. (San Luis. París, 1860). 

Extraído de: "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec

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                             CONSIDERACIONES 

      SOBRE  LA

 REENCARNACIÓN





     La Ley divina no considera la ética o la moral.  La Ley Natural no es una ley  moral.
     La ética y la moral son estados creados  a partir de la racionalidad.
     En las fases previas de la vida humana en la tierra, el principio  de la sobrevivencia determina el comportamiento, sin consideraciones de reciprocidad. Apenas el entrenamiento de los factores que, posteriormente, comparan el comportamiento del ser racional.
     En la visión evolucionista, el principio inteligente conoce en los conflictos de la experiencia  que define su proceso de desenvolvimiento, la reciprocidad natural entre acción y reacción, en los campos de relaciones de sobrevivencia. Después,  en el desencadenamiento de las mutaciones, el sufrirá las consecuencias del choque de la convivencia e inscribirá en su mente perenne los rigores de las respuestas.  el resultado  será la estructuración de los valores que se llamaran después de “ética” , o sea, la definición  básica de los cierto y de lo errado, del bien y del mal.
     Ya la moral es establecida por la autoridad, dentro de los padrones creados por la absorvencia de las necesidades de mantener un relativo equilibrio en las  relaciones humanas en el círculo  en el que se desenvuelven, y también para garantizar el poder.
    Ahí nacen las nociones sobre el poder sobrenatural, la delegación de poderes  de misioneros y profetas, con las naciones  de la culpa de la punición.
     Aunque esos sean elementos históricamente encontrados en las civilizaciones de todos los tiempos, constituyen una moral relativamente mutable, adaptable.
     No se puede confundir la reciprocidad de la ley de causa y efecto con la polarización entre culpa y castigo, que en una serie infinita limitaría drásticamente el desenvolvimiento del ser espiritual, perdido en la circularidad permanente.
     Solamente esa perspectiva podrá disolver la aparente contradicción entre  el libre albedrio como instrumento de expansión y evolución del ser espiritual y la Ley. Esto es, no existen límites morales en la Ley. Los limites no están fuera, sino delineados  y funcionan inevitablemente dentro del universo personal, en los mecanismos del proceso de causa y efecto.
     La ley de causa y efecto es el principio fundamental de balance  y reajuste constante de la ruta desdoblada por el ser, en la trilla evolutiva. Ese juego permite la construcción del equilibrio interno.
     No se confunde, todavía, la cuestión de la culpa como consecuencia de la infracción de los valores elegidos  personal y colectivamente, con el instituto de la culpa como acción divina, resultado de un juzgamiento exterior. La pena del Talión es expediente  que el propio ser promueve en los tramites de la culpa y de la reparación.
     La propia Ley Natural o divina establece los mecanismos de la manutención del equilibrio, definido como factor de armonía de los factores competentes, visando el objetivo de manutención y expansión positiva del conjunto.
     El proceso evolutivo del ser es inestable por estar en un nivel de imperfección natural en constante mutación, generando desequilibrios que, en la reciprocidad de la ley de cauda y efecto, promueve el equilibrio, sea internamente, sea en relación con el otro, con el ambiente.
     El libre albedrio, esa libertad esencial, podría llevar a la anarquía incontrolable, si no estuviesen gravados en la conciencia los parámetros de la Ley, construidos en el conflicto existencial.
     En la trayectoria evolutiva del ser espiritual, los factores externos provocan repercusiones que movilizan sus potencialidades, reestructurando niveles mentales y motivaciones. Esos enfrentamientos causan dolor y sufrimiento que producen situaciones penosas e insatisfactorias.
   El equilibrio es la felicidad o la condición de satisfacción y compensación del ser, o si quisiéramos, podemos llamar de Eros.
     La infelicidad es la quiebra del equilibrio  con la creación de estados de confort y desintegración mental, o si queremos, podemos llamar de Muerte o Tánatos.
     El interés de preservación, o instinto de conservación, que se instala en el ser desde el inicio,  y la necesidad que le es inherente de participar en las relaciones compensatorias son los semejantes, son las fuerzas propulsoras que lo mueven para la procura de la honestidad.
     La “inscripción en la conciencia” de los valores de la Ley se da, como se vio, en la propia vivencia de los conflictos y por el deseo de preservación del ser y constituye, en el tiempo, los fundamentos de la ética, considerada como el factor que establece el juzgamiento de los factores para la persistencia del ser.
     En el periodo humano, la ética y la moral se expresan, inicialmente, con el nacimiento de los tabúes, de los miedos ante los factores naturales, en los misterios del nacimiento y de la muerte, y en la apelación de las fuerzas sobrenaturales, en el interés de la preservación personal o grupal.
     Siendo así, como las fuerzas del universo energético siguen un curso aparentemente al acaso, más si permanecen dentro del flujo orientador de la Ley, el ser espiritual también parece seguir una forma anárquica, sin limitaciones. Todavía, a través de los mecanismos de la Ley instalados por la experiencia en la mente del Espíritu, el equilibrio se hace invariable, más no inmediato.
     En la dinámica del proceso, lo que, dentro de la visión sugiere el caos, el acaso, en la verdad, camina para la búsqueda del equilibrio. La cuestión, en esa visión sensorial,  se complica por la variable del tiempo, cronológico  o sensible.
     En el modelo que estamos pensando, la evolución del ser inteligente solo tiene sentido si consideramos la vida de él como una estructura inmortal, dotado de un sentido natural de auto preservación, de inmortalidad, realizada atemporalmente, de la misma forma que las mutaciones del mundo energético se imponen como condición de efectividad.
     En ese modelo no cabe la casualidad, ni el vacío de las intenciones, pues hay siempre la intención de alcanzar el colmo de la satisfacción, tanto en la realización de los fenómenos  biológicos y físicos, como en los fenómenos de la conciencia.
     Si no fuera así, el universo energético y la vida inteligente no habrían sido posibles.
     No se trata de ninguna imposición moral  o relato divino. Lo que se grava en la conciencia, quiero decir en la memoria profunda del Espíritu, son los resultados de las contradicciones vividas a partir del ejercicio vital, dentro del básico principio de causa y efecto. Esa “conciencia” retrata la realidad de las reacciones ante los actos  y acciones realizadas que, a lo largo de la experiencia, establecen una reacción automática, condicionante,  motivando y ajuste imprescindible para el equilibrio del ser, en el conflicto del confort y des confort existencial.
     No estamos olvidando el valor de las interacciones, de los conflictos entre las personas y la influencia de los muertos en la vida de los vivos. Ni en la influencia de entidades más equilibradas en la inducción de encuentros y respuestas. Estamos enfatizando la auto evolución, la elección de lo cierto  y de lo errado en la decisión personal y colectiva.

Articulo recuperado  y publicado en el Jornal Abertura en agosto del 2012
  . Jaci Régis-  EL BLOG DE LOS ESPÍRITAS
Fuente: Instituto Cultural Kardecista de Santos (Brasil) -

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                        MATRIMONIO Y DIVORCIO


Para ser felices todos precisamos de un compañero  con quien compartir ansiedades,  resolver problemas cotidianos, confiar triunfos y reveses,  y principalmente  realizar   nuestros  deseos  de dar y recibir cariño.

Los objetivos principales  que han de ser alcanzados en el matrimonio es el conseguir  establecer vínculos  de amor,   comprensión  y  fidelidad entre marido y mujer, asegurando así el equilibrio emocional.

El matrimonio constituye uno de los primeros actos de progreso  en las sociedades humanas; porque establece la solidaridad fraterna y se encuentra en todos los pueblos, aunque en condiciones diversas. Abolir  el casamiento seria  retroceder  a la infancia de la Humanidad y colocar al hombre por debajo incluso de ciertos animales que les dan el ejemplo de uniones constantes.

Casarse es tarea para todos los días, por lo que solamente   de  la  comunión  espiritual  gradual  y  profunda   es     de donde  surgirá  la integración de los cónyuges en la vida permutada,  de corazón a corazón, en la cual el matrimonio se lanza siempre  para lo Más Alto, en plenitud de amor eterno.
    El porvenir de toda criatura está llenos de incertidumbres e inseguridades,  por eso al contar con un (compañero) o (compañera) que nos ampare y asista en caso deenfermedad   o en la vejez, es lo ideal, para la soledad que es muy triste. Los dolores compartidos, duelen menos, y las alegrías con alguien  que vibre a nuestro lado, ganan en sabor e intensidad.
     Durante el enamoramiento y el noviazgo, los jóvenes, deseosos, de causarse,recíprocamente, favorable impresión, empeñándose en mantener una buena conducta,procurando esconder o camuflarlos aspectos indeseables de sus caracteres. Viven en estado de encantamiento, estimulados por la atracción física, evitando la menor  alusión a episodios desagradables del pasado de cada uno, para entregarse apenas  a devaneos y fantasías, en el ante gozo de las deliciosas promesas del futuro.

Aunque se observe características comprometedoras o menos dignas,  creen, ingenuamente, que el matrimonio las eliminará o que tendrán fuerzas suficientes para soportarlas,  sin prejuicio de la “eterna felicidad” con la que sueñan.
   Sin embargo, después  de casados, al conocer la realidad de la vida, comprenderán  que la vida no está hecha  apenas de momentos románticos, exigiéndoles, ahora, arduos trabajos y no pocos sacrificios para los cuales  no siempre están convenientemente preparados. 
  
     Algunas  veces,  sobrevienen   dificultades  de   orden financiero, que los llevan a sufrir privaciones  nunca antes experimentadas y con ellas acusaciones  y quejas del uno contra el otro.

Las facetas uno del otro que intentaron no tomar en cuenta, empiezan a manifestarse con toda crudeza, generando   conflictos, discusiones, enfados y represalias.

No existe una formula única y por supuesto infalible para la conquista  de la felicidad en el matrimonio.

   Existe, sin embargo determinadas condiciones  y ciertos preceptos, dictados  por la prudencia y por la experiencia  de cónyuges  bien sucedidos, que,  si son observados podrán ofrecer a los jóvenes alguna garantía de que “su” matrimonio venga a ser lo más venturoso posible.

   Uno de los primeros puntos a considerar es la edad para ese paso. Ninguna fijación rigurosa, cabe aquí, ya que  los grados de madurez varían de individuo a individuo, en cualquier fase de la vida, en función  de las experiencias adquiridas en esta encarnación y en las precedentes.

En la actualidad, la edad más propicia  para un matrimonio estable y feliz, se sitúa entre 23 y 26 años para los chicos y 21 a 24 para las chicas. Diversas investigaciones llegaron a la conclusión de que los matrimonios malogrados fueron, en su mayoría, motivados por la precipitación, es decir por haberse realizado demasiado temprano. 

   Otra cosa que influye  en el matrimonio es el grado de cultura y educación.  Lo deseable  es que ambos tengan el mismo nivel cultural y hayan sido educados por padrones   éticos semejantes, pues esto facilitará grandemente la adaptación entre sí.

Las profundas diferencias, una vez pasada, “la luna de miel” en la que todo es deslumbramiento e ilusión, el refinamiento social del cónyuge mejor dotado choque con la bozalidad, la inepcia,  el desaseo y el mal gusto del otro, lo que tornará   insostenible una vida en común, dando lugar a que alguno o ambos  pasen a buscar  compensaciones  fuera del hogar, junto a otra u otro que mejor les comprendan, aprecie du modo de ser y responda  a sus necesidades más intimas.

    Otro contingente  más de la armonía conyugal es el sentimiento religioso, el cual no debe ser subestimado. Al considerar  que la religión es una  característica de la personalidad, se torna penoso, por ejemplo,  a uno de los cónyuges que desease cumplir  fielmente los deberes establecidos por la Iglesia o por las propias convicciones religiosas, tener que soportar, sin enfado o protesta, las propuestas  del otro, ateo o indiferente, que considerase   tales deberes mera simplezas, infantilismo mental, etc.

Es muy difícil mantener la paz doméstica, con un esposo, fanático e intransigente, que intenta convertir al otro  a su credo, importunándolo a cada instante  y con cualquier pretexto con sus discursos de catequesis.

     La  conciencia  del  exacto   papel  de  cada  uno  en  la construcción  y manutención del hogar; la identidad de propósitos en lo tocante al planeamiento familiar;  a la finalidad espiritual; a la filosofía de vida que esposen; a la certeza de que se aman; a pesar de los defectos de cada uno, incluso sabiendo que ellos persistan después del matrimonio,  la aceptación de la familia del futuro cónyuge, tal como ella es; la capacidad reciproca de divergir, sin discutir, y de argumentar, sin pelear, la buena disposición de ambos  de acatarse las opiniones y favorecer la solución de problemas  de interés común, etc. Son otros tantos factores  que contribuyen para un matrimonio afortunado.

  En la unión de los sexos, a la par de la ley divina material, común a todos los seres vivos, hay otra ley divina, inmutable como lo son todas las leyes de Dios, exclusivamente moral. 

 Quiso Dios que los seres se uniesen  no solo por los lazos de la carne, sino también por los lazos del alma,  con el fin  de que el afecto mutuo de los esposos  se transmitiese  a los hijos y que fuesen dos, y no uno solamente, a amarlos, a cuidar de ellos y hacerlos progresar.

   La felicidad conyugal tiene un precio bastante alto, tan alto  que solo podrá ser pagado, a largo plazo, mientras dure el matrimonio, en monedas de humildad, comprensión, paciencia, espíritu de renuncia y gran dosis de buena voluntad en el sentido de adaptación mutua.

    Para conseguir la felicidad en común, cada uno de los cónyuges precisa sacrificar un poco de su “yo” para que el “nosotros” se fortalezca y se vuelva cada vez más agradable.   Para ello  la primera cosa que debe ser cultivada, de parte a parte, es el don de perdonar.

   Conflictos, discusiones, mal entendidos… son hasta cierto punto  normales  en la vida de una pareja, y, si no hay comprensión y tolerancia reciproca, sentido de minimizarlos y superarlos, el hogar  acabara dejando de ser un reducto de amor, de paz y de alegría, para transformarse en campo de negligencias, deprimente y deplorable.
  
   El apoyo mutuo y un poco de humildad espiritual, harían desaparecer tantos antagonismos  irreductibles en las relaciones familiares. La Evangelización en el hogar   también  es otro recurso muy preciado, ya que el recuerdo de los preceptos de Jesús, sus divinas enseñanzas junto con la misericordia,  les harían soportar  las faltas y las flaquezas   de los que los rodean sin guardarles resentimiento,  perdonándolos de corazón.

    Sabrían que “ El verdadero carácter de la caridad es la modestia y la humildad, que consisten  en ver cada uno apenas  superficialmente   los defectos del otro y esforzarse  en hacer que prevalezca lo que hay en el de bueno y virtuoso.
         Otro factor imprescindible para la preservación de la felicidad conyugal es el dialogo entre los esposos. “El sublime amor del altar domestico anda muy lejos, cuando los cónyuges pierden el gusto de conversar entre sí.

     La vanidad y el orgullo son dos sentimientos de los más comunes que pueden anidarse en lo íntimo de las personas. Y son ellos los que, a menudo, provocan  el estremecimiento de las relaciones entre marido y mujer.
   “La caridad sublime, que Jesús enseño, también consiste  en la benevolencia que uses  siempre y en todas  las cosas para vuestro prójimo. Por eso la pareja puede ejercitar esa virtud sublime, dirigiendo palabras de consuelo, de encoraja miento, de amor.

        No estamos en la obra del mundo para aniquilar lo que es imperfecto, sino para completar  lo que se encuentra inacabado.

    En las esferas elevadas, los espíritus evolucionados consideran motivo de honra el amparo a los compañeros menos desenvueltos  que se adiestran en planos inferiores.

  El matrimonio en la tierra puede asumir variados aspectos, objetivando  múltiples fines. Accidentalmente, tanto el hombre como la mujer encarnados pueden experimentar diversas veces el casamiento terrestre, sin por ello encontrar  la compañía de las almas afines con las cuales realizar  la unión ideal.  Eso  es porque comúnmente, el hombre necesita rescatar  deudas que se contrajeron  a causa de la energía sexual aplicada de forma inadecuada ante los principios de causa y efecto.

    Cuando el matrimonio expiatorio ocurre en segundas nupcias, el cónyuge liberado de la vestimenta física, cuando se ajuste a la afección noble, frecuentemente se coloca al servicio  de la compañera o del compañero en la retaguardia, en el que ejercita  la comprensión y el amor puro.  Si los viudos y las viudas de las efectuadas nupcias en grado menor de afinidad demuestran sana condición de entendimiento, son habitualmente conducidos, tras la muerte,  a la convivencia  del matrimonio restituido a la comunión, disfrutando posición análoga  a la de los hijos queridos junto a los terrenos padres, que por ellos se someten  a los más elocuentes y polifacéticos testimonios de cariño y sacrificio personal para que atiendan, dignamente, a la articulación de los propios destinos.

      Si la desesperación de los celos o la nube del despecho ciegan a uno de los miembros del equipo fraterno, los cónyuges re asociados en el plano superior le amparan en la reencarnación, a la  manera de benefactores ocultos, interpretándoles la rebelión por síntoma enfermizo, sin retirarles el apoyo amigo, hasta que se reajusten en el tiempo.
     Cuando el hogar terrestre es analizado sin preconceptos, permanece estructurado en las mismas bases esenciales, al igual que  los padres humanos, reciben, muchas veces, en el instituto domestico, por hijos e hijas, a aquellos mismos lazos del pasado, con los cuales atienden  al rescate de antiguas cuentas, purificando emociones, renovando impulsos, dividiendo compromisos o esmerando relaciones afectivas del alma  para el alma.

      El divorcio, según conocimientos del Plano Espiritual, no debe ser facilitado o estimulado entre los hombres, porque no existen en la Tierra uniones conyugales, legalizadas o no, sin vínculos graves  en el principio de la responsabilidad asumida en común.
        Es urgente, que la sociedad humana establezca regulaciones severas a beneficio de nuestros hermanos  contumaces en la infidelidad a los compromisos asumidos consigo mismos, a beneficio de ellos, para que no se unan a mayor desgobierno, y a beneficio de sí mismos, a fin de que no regrese a la promiscuidad envilecida de las tabas oscuras, en que el principio y la dignidad de la familia aun son plenamente desconocidos.

      Es imprescindible que el sentimiento de Humanidad interfiera  en los casos especiales, en el que el divorcio es el mal menor que pueda surgir  entre los grandes males pendientes sobre la frente  del matrimonio, sabiéndose, por tanto,  que los deudores de hoy volverán mañana al acierto de las propias cuentas.

    Si el espirita debe ser prudente, virtuoso, tolerante, humilde y abnegado y caritativo, entre sus hermanos de ideal y en el seno de la Humanidad, ¡Cuánto más debe serlo en la familia! Si son sagrados los deberes que hemos de cumplir  entre nuestros hermanos y en la Humanidad, mucho más lo  son los que tenemos que cumplir en la familia. Porque debemos considerar que, más allá de los vínculos que en esta existencia nos unen con lazos indisolubles, tenemos siempre historias pasadas, que se enlazan  con la historia presente.
Merchita

Trabajo extraído de los Libros “Evolución en dos mundo”  y “la vida en Familia” ambos de Francisco Cándido Xavier.
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VISIONES A LA HORA DE LA MUERTE


Esta escueta nota ha sido publicada por  Yahoo, el día 28 de Octubre de 2015:


La mayoría de las personas que están a punto de fallecer reciben la “visita” de sus amigos muertos en sus últimas horas de vida
A medida que se acerca la muerte, las visitas se vuelven cada vez más frecuentes. No es la primera vez que se habla de este fenómeno, pero no existían estudios serios hasta ahora. Aunque los científicos continúan sin saber cuáles son las causas de estas visiones.
Un equipo de científicos de
Canisius College, una universidad situada en Nueva York, entrevistó a 66 pacientes de un hospital para enfermos terminales.
Esta investigación se centró en un fenómeno común pero escasamente estudiado y descubrió que la mayoría de los pacientes tenían este tipo de visiones al menos una vez al día.
Muchos de ellos aseguran que
las visitas “parecían reales”, y que la mayoría de las personas que se manifestaron habían sido amigos o familiares suyos.
Los investigadores escribieron: “A medida que estas personas se acercaban a la muerte, se volvían más frecuentes estos sueños y visiones en los que aparecían personas cercanas ya fallecidas”.
El impacto de estas experiencias previas a la muerte sobre los pacientes, de estas apariciones de personas cercanas, puede resultar profundamente significativo…”.
“Las visiones se pueden producir meses, semanas, días u horas antes de la muerte, y generalmente ayudan a aliviar el miedo, lo cual permite afrontar con mayor fortaleza esta transición definitiva entre los dos mundos”.
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La escueta noticia con su breve comentario, nos lleva a poner de nuevo en marcha, nuestra capacidad de reflexionar y, tal vez, sacar las propias conclusiones.
La mayoría de nosotros, ya conocíamos la existencia y realidad de este fe-nómeno, del que dada su vulgarización y repetición, no podemos creer sino que entra dentro del ámbito de   los fenómenos naturales, que cada vez sorprenden menos al tiempo que afianzan más nuestra seguridad íntima de que seguimos viviendo después de que finaliza nuestra vida física.
 Si estas visitas son de seres reales, es evidente que para existir, no necesitan una realidad física. Al mismo tiempo, sabemos por ellos que los lazos afectivos no se deshacen con lo  que aquí conocemos como muerte,pues elamor sigue circulando en dos direcciones o entre  los dos planos de la vida, el físico y el espiritual.

  Como ya es habitual y tal como nos tienen acostumbrados, estos científi-cos que ahora   admiten este fenómeno natural y frecuente,siguen pensando que no se sabe la causa de     todo esto, y tal vez se pueda atribuir solamente a una febril creación de la mente humana      cuando está en declive, debiendo encontrar en el cerebro moribundo, la zona o grupo de    neuronas que “fabri-can” estas visitas tan reales. Pero a nadie se le ocurre considerar las   experi- mentaciones y conclusiones en este tema, que sacaron anteriormente sus colegas, por cier-to, de un alto nivel científico e investigador, que han  pasado a la historia con su     celebridad, por sus brillantes comprobaciones y descubrimientos, tal como Sir Williams Crookes,Thomas A. Edison,Testla, y un largo etcétera, cuyas experiencias e investigaciones,   son tan conoci-das a pesar de que la propia ciencia a la que han servido, se ha ocupado de ignorar lo mas posible, estos detalles, por la sencilla razón de que  contradicen las posturas materialistas y nihilistas que se empeñan en mantener ante las evidencias, por claras y     fuertes que   estas sean.
   La ciencia para admitir el alma, la tendría que poder pesar y medir en un tubo de ensayo o en un laboratorio, pero claro, estamos hablando de un Ente que no es medible por parámetros físicos ni químicos, por tanto,como  es algo que escapa al método científico, lo mas fácil es negar su existen-cia, y si hay alguna evidencia, calificarla como subjetiva y seguir ignorando voluntariamente todo lo que "huele" a espíritu, alma, más allá,etc.

   Me choca ver la afirmación que la noticia hace de que hasta ahora no se había experimentado lo suficiente: Ediht Fiore, Raimond Moody,Sir Oliver Lodge, Camilo Flammarion,  Dra.   Kubbler Ross,Dr. Karl Ossis,Morris Netherton, etc, etc. son solo una pequeña muestra de   los importantes investigadores científicos que han testimoniado el resultado y conclusiones al respecto, confirmando la existencia de los Espíritus de las personas después de haber   dejado el mundo con el fenómeno de la muerte.

¿Por qué suceden estas visitas con mas frecuencia conforme se acerca el 
momento del óbito?.
 
 El Espiritismo ofrece algunas respuestas, y a mí, en este momento solo se me ocurre la de que tanquilizan al ser que va a pasar por la experiencia, le transmiten su cariño y la seguri-dad de que seguimos vivos, y están ahí para recibirlo y acompañarlo definitivamente, una   vez que se vea liberado del cuerpo físico, de modo semejante a como un grupo de amigos acuden a una estación a recibir con alegría al amigo que llega de viaje y se va a reencon-/  trar   con ellos.

     En fin, sean bienvenidas estas publicaciones que ponen a pensar,o al menosa dudar a   las personas que aun caminan por el mundo sin orientación alguna,creyendo que son solamente un cuerpo que cuando muera irá a “criar  malvas”. 
Finalmente muchos, entre los que se encuentran estos perspicaces investigadores, admiti- rán la vida después de esta vida y el futuro luminoso que aguarda a los seres humanos.
- Jose Luis Martín-
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miércoles, 28 de octubre de 2015

ADOLESCENCIA Y VIDA

   ¡ Espíritas ! Imploremos la paz social


jorge-hessen
Es obvio que el dinero no es instrumento del mal; al contrario, el dinero es sudor convertido en cifras. Es importante que le demos funciones nobles, recordando que la moneda en el bien hace prodigios de amor. Por eso, vale reflexionar en el precepto de  Pablo : "tengo sustento y con lo que nos cubrimos, estamos, con eso, contentos". Esa lección debe sdr siempre ponderada cuando nos faltan recursos financieros.
    El Espiritismo anuncia el régimen de la responsabilidad, en que cada Espíritu debe enriquecer la catalogación de sus propios valores. No se engaña con las alucinaciones de igualdad absoluta (comunismo), en vista de los conocimientos de la ley del esfuerzo y del trabajo individual, no se transforma en instrumento de opresión  de los magnates de la economía y del poder (capitalismo), por los imperativosde solidaridad humana.
  Los Espíritas, aunque comprendamos y expliquemos muchos fenómenos sociales y económicos a través de la tesis reencarnacionista, somos evolucionistas, porque proponemos cambios estructurales del ser humano; no contemporizamos con la concentración de riqueza y con la ausencia de fraternidad, que significan la manutención de privilegios y de excesos en el uso de los bienes, de las riquezas y del poder de unos pocos en detrimento del infortunio de la mayoría.
   Importa esclarecer a los emisarios del odio político que la desigualdad de las riquezas no se resuelve con falacias y cartillas de ideología materialista. Las personas no son al mismo tiempo ricas sin no ser igualmente inteligentes, activas y laboriosas para adquirir, ni sobrias y previsoras para conservar. Considerando la pluralidad de existencias, la pobreza es para unos, una prueba de paciencia y de resignación; la riqueza es para otros la prueba de la caridad y de la abnegación, razón por la que el pobre no tiene, por tanto, motivo para acusar a la Providencia, ni para envidiar a los ricos, y estos, no la tienen para vanagloriarse por lo que poseen. Si, por otro lado, estos abusan de la fortuna, no será a través de decretos ni de leyes santuarias, como se podrá remediar el mal.
    La variedad de aptitudes, al contrario que el ideal igualitario, es un medio propulsor del progreso social, ya que cada hombre contribuye con su parcela de conocimiento. Las desigualdades que presentamos entre nosotros, sea en inteligencia o en moralidad, no derivan de privilegios de unos en detrimento de otros, pero del mayor o menor aprovechamiento de ese "tiempo cósmico", en el esfuerzo de alargamiento de habilidades y virtudes que nos son inherentes, conforme al mejor uso del libre arbitrio por parte de cada uno.  De este modo, las desigualdades naturales de las aptitudes humanas, son los resultados de las múltiples experiencias del pasado. Y creemos que esas diferencias constituyen los agentes del progreso y la paz social.
   Reconocemos que los beneficios del desarrollo material no están siendo divididos equitativamente y el foso entre los afortunados y los desheredados ( ricos y pobres), es gigantesco. Esa tendencia es amenazadora para el equilibrio social, por eso, es urgente corregirla. Caso contrario, las bases de la seguridad global estarán seriamente amenazadas. Tenemos el conocimiento y la tecnología a nuestro favor, necesarios para sustentar toda la población y reducir los impactos de las desigualdades, porque los desafíos económicos, políticos, sociales y espirituales, están interligados, y juntos, podemos crear, de inicio, soluciones emergenciales para que evitemos el caos absoluto en poco tiempo.
  El Mensaje de Jesús no preconiza que los ricos del mundo se hagan pobres, y si que todos los hombres se hagan ricos de conocimiento, porque solamente en las adquisiciones de orden moral, descansa la verdadera fortuna. Es más: " la concepción igualitaria absoluta es un error grave de los estudiosos, en cualquier departamento de la vida. La tiranía política podrá intentar una imposición en ese sentido, pero no pasará de ser espectaculares uniformizaciones simbólicas para efectos exteriores, por cuanto el verdadero valor de un hombre está en su interior, donde cada espíritu tiene su posición definida por el propio esfuerzo".
  Urge crear una mentalidad crítica, que permita establecer nuevos comportamientos, reduciendo los extremismos, mayormente de los discursos vacíos de los que fantasean como "padres de los pobres"(en Brasil eso es tradición) y entronizar entre nosotros la solidaridad legítima. La sociedad debe formar nuevos modelos de convivencia lastrados en la fraternidad y en el amor. La falta de percepción de interdependencia y complementaridad entre los ciudadanos, genera una visión individualista, materialista, separatista. 
   Es urgente que se creen los servicios necesarios para una vida humana decente. El crecimiento desordenado de la población, el desempleo estructural, la pobreza, la miseria, la exclusión social, la falta de atendimiento a las necesidades básicas, el no reconocimiento de los derechos del ciudadano, el desrespeto a los derechos humanos, la facilidad de acceso a las drogas y a las armas, la falta de Dios en los corazones, la influencia nociva de las nuevas tecnologías, el uso abusivo de bebidas alcohólicas y otras drogas, favorecerán todo tipo de desequilibrio social. Es por eso que urge un alto grado de trabajo de todos. Desapego, oración, ¡ Sí !. Muchas rogativas al Creador, a fin de que conquistemos definitivamente la paz social en la Tierra.
 - Jorge Hessen -
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                                       ADOLESCENCIA Y VIDA

                                                       
      El tema que intento desarrollar aquí, es modesto, y así lo expresa el autor del libro del cual saque el material, pero aporta un granito de arena en el camino de los adolescentes, pues es un tema que palpita en todos los hogares de la tierra, sobre todo en aquellos hogares donde hay adolescentes.
     En el cuadro primaveral de la adolescencia todo parece fácil, esto sucede  por la falta de vivencia de la realidad humana. El adolescente observa el mundo a través de las lentes límpidas   del entusiasmo, cuando se encuentra contento, o mediante las pesadas manchas  del pesimismo que dominan de momento sus paisajes emocionales. La realidad, sin embargo, difiere  tanto de una como de otra percepción, sin los altos vuelos  del encantamiento ni los abismos profundos del existencialismo negativo.
     La vida es un conjunto de posibilidades que se presentan para ser experimentados, facultando el crecimiento intelecto moral de los seres. La forma  como cada persona se sirve de esos recursos redunda en el éxito  o en el pesar, no siendo la misma  responsable por la gloria o por el pesar de aquellos  que la buscan  y en ella  se encuentran envueltos.
     Para el joven soñador, que todo lo ve de color de rosa, hay muchos caminos para recorrer, que exigen esfuerzos, buena dirección para la opción y sacrificio. Toda ascensión impone inevitable  cuota de dedicación, como es natural, hasta que la conquista de los altiplanos delinee nuevos horizontes aun más amplios y fascinantes.
     Es por esa razón, que las posibilidades del adolescente están  en el ímpetu  que él aplica  para la conquista de lo que traza como objetivo. En ese periodo, se tiene prisa, porque todas las manifestaciones son rápidas y los acontecimientos  obedecen  a un organigrama que no puede ser anticipado, esperando que se consuman los mecanismos  propiciatorios  para su realización.
    Ansioso  por los vuelos que pretende  efectuar, piensa que sus aspiraciones pueden ser transformadas en realidad de uno para otro momento, y, cuando eso no ocurre, se deja abatir por graves frustraciones  y desanimo. Es en ese vaivén  de alegrías y desencantos  el pasa a entender que los fenómenos en la existencia son independientes de sus imposiciones, proviniendo de muchos factores que se conjugan para ofrecer el correspondiente resultado.
     La ignorancia es la causante  de los incontables males que afligen a la criatura humana  y confunden a la sociedad. Igualmente es perversa la información equivocada, destituida de fundamentos éticos y carentes de estructura de lógica.
     En la gran educación de la sociedad futura, que promete más justicia social y menos suma de tribulaciones para la criatura humana en estos momentos, se  está desafiando   a psicólogos, pedagogos, sociólogos, teólogos y principalmente a los padres  para bien conducir a los jóvenes, ya que la criatura humana, en este momento, camina  con los pies  en la infancia y la juventud.
     La adolescencia es el periodo  propio para el desarrollo físico y psicológico, que se inicia aproximadamente a los catorce años para los rapaces y a los doce para las mozas, prolongándose hasta los veinte  y dieciocho años, respectivamente, en los países de clima frío, siendo que en los trópicos hay una variación siendo para más jóvenes.
     En esa fase, hay un desdoblamiento  de los órganos secundarios del sexo, dando surgimiento a los factores que propician la reproducción, como es el caso del espermatozoide en el fluido seminal . Los jóvenes  experimentan alteraciones en la voz, mientras las mozas presentan un mayor desarrollo de los huesos de la cadera, así como en  los senos, lo que ocurre con cierta rapidez, normalmente acompañados del surgimiento de la afectividad, del interés sexual y de los conflictos en el área del comportamiento, como son la inseguridad, la ansiedad, la timidez,  la inestabilidad, la angustia, facultando  el desenvolvimiento  y definición de la personalidad,  el surgimiento de las tendencias y de las vocaciones.
    Completando la reencarnación, el adolescente pasa a vivir la experiencia  nueva, definiendo los rumbos del comportamiento que el tiempo madurará a través de la vivencia de los nuevos desafíos.
     Siendo un inepto en el nuevo medio social en el cual  se encuentra, sufre el conflicto de no ser ya un niño, encontrándose, sin embargo,  sin una estructura organizada para  la edad adulta. Es, por tanto, el periodo intermedio entre las dos fases importantes de la existencia terrena, que se encarga de preparar al ser para las actividades  existenciales más profundas.
      Inseguro, en cuanto a los rumbos en su futuro, el joven enfrenta el mundo que le parece hostil, refugiándose  en la timidez o en la expansión del temperamento, según sean las circunstancias en las cuales se presenten las propuestas de la vida.
      Las bases de sustentación familiar, religiosa y social, le sientan las bases de los desafíos que enfrentan, pues relaciona  todo cuanto aprendió con lo que encuentra al frente.
      No poseyendo madurez en el discernimiento, y fascinado por las oportunidades encantadoras que le surgen  en algunos momentos, se lanza con frenesí a  placeres nuevos sin darse cuenta de los compromisos que  pasa a firmar, entregándose a las sensaciones que dominan su cuerpo.
      El ser humano es esencialmente  el resultado  de la educación, cargando los factores genéticos  que lo componen como consecuencia de las experiencias  en reencarnaciones anteriores. Modelarlo siempre,  teniendo por miras un patrón de equilibrio y de  valía, le faculta el desenvolvimiento de los valores que duermen en él latentes, ampliándolos y posibilitando así la conquista de la meta  a la que está destinado el ser, cual es la perfección.
      El niño y el adolescente, sin embargo, aunque se presenten ingenuos, puros, en la acepción del conocimiento de los errores, no siempre lo son en profundidad,  pues el Espíritu que habita en ellos es viajero de largas jornadas, en sucesivas experiencias, en las cuales no siempre se desarrolló con los valores que se espera, por el contrario contrajo débitos que deben ser resarcidos en la actual existencia. En razón de eso, se torna necesaria e indispensable la educación en su sentido más amplio y profundo, para que  sean liberados de sus   vicios anteriores y la adquisición  de nuevos valores.
      Procurar infundirles  costumbres sanas desde los primeros días de la existencia física, es la principal tarea de los padres, ya que  la educación comienza en el instante de la vida extra-uterina, y no más tarde, , cuando el ser está habilitado para la instrucción.
      Para ese hermoso ministerio  son indispensables el amor, el conocimiento y la disciplina, para así poder  insuflarles las lecciones que los acompañaran para siempre.
      El cuerpo del adolescente es un laboratorio de hormonas  que trabajan a favor de las definiciones orgánicas, al tiempo  en que su psiquismo se adapta  a las nuevas formulaciones, pasando un periodo de ajustamiento que debe facultar la madurez de los valores éticos y de comportamiento.
      Los jóvenes no poseyendo la madurez en el discernimiento, y fascinados por las oportunidades encantadoras que les surgen  en todo momento,  se dan con facilidad  a los nuevos placeres sin darse cuenta de los compromisos que pasa a firmar,  entregándose a las sensaciones  que dominan todo el cuerpo.
      Otras veces, victima de los conflictos naturales que surgen  de la incertidumbre  de cómo debe comportarse, se refugia en el medio de asumir responsabilidades provenientes de las actitudes y presenta cuadros psicopatológicos, como la depresión, la melancolía o la irritabilidad, escamoteando el miedo que lo asalta  y lo intimida.
      En los días actuales las licencias morales son muy agresivas, invitando al joven, aún inadecuado, a los juegos veloces del placer, a lances audaces en el área del sexo, que parece constituir en él la meta prioritaria en la que revuelca hasta el cansancio, dando surgimiento a la ausencia de recursos escapistas, que no  atienden a las necesidades presentes, antes, por el contrario, lo perturban, comprometiéndolo de una manera lamentable.
      Como es comprensible, la escala de la valoración de la vida se modifica ante el mundo extraño  y atrayente  que  descubre, contestando  a todo cuanto antes  le suponía seguridad y estabilidad.
      Los nuevos paneles le presentan colores deslumbrantes, y no encontrando conveniente orientación y educación consistente, firmadas en el entendimiento de sus necesidades, contesta y agrede los valores convencionales, elaborando un cuadro compatible  con su concepto, en el cual pasa a complacerse, ignorando los cánones y paradigmas en los cuales se  basan los grupos sociales, que pierden, para él, momentáneamente, su significado.
     La velocidad de la telecomunicación, la disminución de las distancias a través de los recursos de la prensa, de la computadora, de los viajes aéreos, amedrantan los caracteres más frágiles, mientras estimulan a los más audaces, proponiéndoles el descubrimiento del mundo y el sorber  todos los placeres casi de un solo golpe.
     Los deportes, que se pierden en un incontable número de propuestas, lo llaman y los otros deberes, aquellos que dicen respecto a la cultura intelectual, a la vivencia religiosa, al comportamiento ético-moral, porque exigen sacrificios más demorados y respuestas más lentas, quedan al margen, casi siempre despreciados, en favor de los otros esfuerzos que gratifican de inmediato, ensoberbeciendo el ego y exhibiendo la personalidad.
      El culto del cuerpo, en los campeonatos de glorificación de las formas, les agrada, elaborando programas, algunas veces de sacrificio inútil, en razón de la propia fragilidad de que se reviste la materia en su transitoriedad orgánica y constitucional.
      La música alucinante  y las danzas de exaltación de la sensualidad lo llevan al ardor sexual, sin que tenga resistencia  para los embates del gozo, que exige nuevas y diferentes formas de placer en constante exaltación de los sentidos.
      La moderación cede lugar al exceso y el equilibrio pasa a un plano secundario, porque el joven, en ese momento, recela  perder las facilidades que se multiplican y lo  agotan, sin darse cuenta de las finalidades reales de de la existencia física.
      El Espiritismo ofrece al joven un proyecto ideal de vida, explicándole el objetivo real de la existencia en la cual se encuentra sumergido, cuando está viviendo en el cuerpo y, después fuera de él, como un todo que no puede ser disociado  solamente porque se presenta en etapas diferentes. Le explica que el Espíritu es inmortal y el viaje orgánico constituye  un recurso precioso de valoración del proceso iluminativo, libertador y placentero.
      Esclareciéndolo, en cuanto al investimento que a todos es exigido, lo despierta para  la siembra por intermedio del estudio, del ejercicio del aprendizaje, del equilibrio moral por la disciplina mental y la acción correcta, a fin de poder  tomar por mucho tiempo,   durante todos los años de la vida carnal, los resultados hermosos, provenientes  del empeño por la propia dignificación.
      Los padres y los educadores son invitados, en esa fase juvenil, a caminar a su lado, dialogando y comprendiendo las aspiraciones, aunque ejerciendo una postura moral que infunda respeto e intimidad, al mismo tiempo fortaleciendo el coraje y ayudándole en los desafíos que son propuestos, para que él mismo se sienta confiado para proseguir avanzando con seguridad  rumbo al futuro.
      Es muy importante la conducta de los adultos, que, aun  sin desearlo, sirven de modelos  para los aprendices que transitan por  la adolescencia, pues los hábitos que se arraigan permanecerán como definidores del comportamiento  para toda la existencia física.
      El amor, en su total esplendor, será siempre el gran educador, que posee los mejores métodos para atender  la búsqueda del joven, ofreciéndole los seguros mecanismos que facilitan el éxito en los emprendimientos acometidos, así como  en los que están por venir.
      La continencia moral, el comedimiento de a actitudes constituyen preparativos indispensables para la formación de la personalidad y del carácter del joven, es un periodo de claro-oscuro discernimiento, para el triunfo sobre si mismo y sobre las dificultades que enfrentan  todas las criaturas, durante la marcha física en la Tierra.
      En la adolescencia, el despertar de la sexualidad es como romper  un dique, en el cual se encuentran reprimidas inconmensurables fuerzas, que se  escapan, desordenadas, produciendo daños y prejuicios en relación a todo cuanto encuentran al frente .
      En el pasado, el tema era tabú,  que la ignorancia y la hipocresía preferían esconder, pero en la actualidad, liberado de los preconceptos perniciosos, se dio paso al libertinaje, sin que haya habido un periodo de madurez emocional entre lo prohibido y lo liberado, lo que era considerado vergonzoso y sucio  y lo que es biológico y normal.
      La sociedad contemporánea se encuentra en grave momento de conducta  en relación al sexo, particularmente en la adolescencia. Superada la ignorancia  del pasado, contempla, asustada, los desastres morales del presente, sufriendo terribles  dudas acerca del futuro.
      La orientación sexual sana es la única alternativa para el equilibrio en la adolescencia, como base de seguridad para toda la reencarnación.
      Las inseguridades y miedos, muy comunes en la adolescencia, proceden de las actividades mal vividas en las jornadas anteriores, que imprimieron matrices emocionales o limitaciones orgánicas, deficiencias o exaltación de la libido, preferencias perturbadoras que exigen correcta orientación, así como una terapia especializada.
      A los padres les cabe la tarea educativa inicial. Aunque mal equipados de conocimientos sobre la conducta sexual, castran a los hijos por el silencio  respecto al tema, dejándolos desinformados, a fin de que aprendan  con los colegas pervertidos  y viciados, o bien los liberan, aun sin estructura psicológica,  para que atiendan a los impulsos  orgánicos, sin cualquier  ética o lucidez a respecto de  ocurrencias y de sus consecuencias inevitables.
      La cuestión de la sexualidad merece tratamiento especializado, conforme lo exige la propia vida. El ser humano no es solamente un animal sexual, es también racional, que despierta para el comando de los instintos bajo el amparo de la conciencia.
      El sexo merece en el adolescente el mismo tratamiento y dignificación  que son dispensados a los demás órganos, con la gravedad de tratarse del aparato reproductor, que posee una alta  y expresiva carga emocional,  necesitando  mayor suma de responsabilidad, así  como de higiene y respeto moral.
      El control mental, la disciplina moral, los hábitos saludables en el paso de las horas, el trabajo normal, la oración ungida de amor y de entrega a Dios, constituyen  una metodología  correcta  para la travesía de la adolescencia y el despertar de la edad de la razón con madurez y equilibrio.
      El sexo cuando es orientado reposa  y se estimula en el aura del amor, que debe constituir el guía seguro para solucionar todos los problemas que surgen y preservarlo de los abusos que alucinan.
      Sexo sin amor es agresión brutal en la búsqueda del placer de efímera duración y de desastroso resultado, porque  no satisface  ni calma.
     Cuanto más sea usado en mecanismo de desesperación o fuga, menos tranquilidad proporciona.
      La orientación del sexo ha de iniciarse en la infancia, de forma que el joven se dé cuenta que el sexo existe en función de la vida y no esta como un instrumento de él.
      El propósito de vida del joven debe centrarse en la búsqueda del conocimiento, en la vivencia de las disciplinas morales, con el fin de prepararse para las luchas, no siempre fáciles del proceso evolutivo, en la reflexión, también en la alegría de vivir, en los placeres éticos, en la recreación, en las cuales encuentra resistencia  y renovación para los deberes que son parte integrante  de su proceso de crecimientos personal.
El adolescente actual es Espíritu envejecido, acostumbrado a realizaciones, no siempre meritorias, lo que le produce ansias y disgustos aparentemente inexplicables, inseguridad y miedos  sin justificativa, que son provenientes de su conciencia de culpa, en razón de los actos practicados, que ahora vino a reparar, superando los limites  y avanzando  en otra dirección por el camino de la iluminación interior, que es el esencial objetivo de la vida.
      El proyecto existencia del adolescente no puede prescindir de la visión espiritual de la vida; de la realidad transpersonal del mismo; de las aspiraciones de lo noble, de lo bueno y de lo bello, que serán las realizaciones permanentes en su interior, dirigiendo sus pasos  hacia la felicidad.
      Para ese cometido, la buena orientación sexual se hace indispensable en la fase de la afirmación de la personalidad del adolescente, como ocurre  en todos los diferentes periodos de la vida física.
      El hogar es el mejor educador, el más eficiente, porque las lecciones administradas son vivas e impresionables, cargadas de emoción y de fuerza.
      No siempre, sin embargo, la familia está constituida por Espíritus afines, afectivos, comprensivos y fraternos.
      La mayoría de las veces, la familia está formada para auxiliar a los equivocados a que se recuperen de los errores morales, para reparar daños que fueron causados en otras ocasiones en los cuales fracasaron.
Es por esa razón que existen familias  bendecidas y familias de pruebas. Las primeras son aquellas en las que se reúnen los Espíritus que se identifican en los ideales del hogar, en la comprensión de los deberes, en la búsqueda del crecimiento moral, beneficiándose por la armonía frecuente y por la fraternidad habitual. Las segundas son caracterizadas por los conflictos que se presentan  desde temprano, en las animosidades entre sus miembros, en las alucinadas disputas, en los conflictos continuos, en las revueltas sin descanso.
      Amantes que se corrompieron, y se abandonaron, renacen en la condición de padres e hijos, a fin de alterar el comportamiento afectivo y sublimar sus aspiraciones; enemigos que lucharon en duelos políticos, religiosos, afectivos, empuñando armas e hiriéndose, matándose, retornan casi siempre en la misma consanguinidad, con el fin de superar antipatías que continúan; traidores de entonces ahora se refugian al lado de las victimas  para conseguir su perdón, vistiendo la indumentaria del parentesco próximo, porque nadie huye de sus actos.
      La familia, de este modo, es el laboratorio moral para las experiencias de la evolución, que caldea los sentimientos y trabaja las emociones, proporcionando la oportunidad  del equilibrio, desde que el amor sea aceptado como el gran  moldeador de los desafíos y de las dificultades.
      En razón de esto, el adolescente experimenta en la familia  esos choques emocionales o se siente atraído por las vibraciones positivas, de acuerdo con los vínculos anteriores que  mantiene con el grupo en el cual se encuentra comprometido.  Esa aceptación o repulsión lo afectar de una manera muy significativa en el momento actual, exigiendo, cuando es negativa,  de terapia especializada y gran esfuerzo del paciente, con el fin de poder ajustarse a la sociedad que le parecerá siempre un reflejo de lo que vivió en el nido domestico.
Los padres deben unirse  aun mismo ante la dificultad  en el relacionamiento personal, con el fin de ofrecer seguridad  psicológica  y física a los hijos.
      Esa tarea desafiadora es de gran valía para el conjunto social, los divorcios y las separaciones, legales o no, agrava la economía moral de la sociedad, que sufre  el daño de creciente desequilibrio.
      El adolescente, en un hogar desajustado, naturalmente experimenta las consecuencias nefastas de los fenómenos  de agresividad y de la lucha que tienen allí, escondiendo las propias emociones o dando largas a los vicios, con el fin de sobrevivir, cargado de amargura y asfixiado por el desamor.
      Pese a todo esto, el adolescente  en formación de su personalidad, le cabe  comprender la situación en la que se encuentra, aceptando el desafío y compadeciéndose de sus padres  y demás familiares envueltos en la lucha infeliz, como  seres enfermos que están lejos de la cura  o que se niegan a la terapia de la transformación moral.
      Es, sin duda el más grande desafío que enfrentan el joven, pagar ese elevado precio, que es entender a aquellos que deberían entenderlo , a aquellos que siendo más viejos, y por tanto, más experimentados, deberían comprenderlo  a el y orientarlo.
      El hogar es el gran formador  del carácter del joven. Cuando los adultos adquieran la dignidad, maduren emocionalmente antes de asumir los compromisos de la procreación, habrá un cambio radical en los paisajes de la familia, iniciándose la época de la verdadera fraternidad.
      Cuando el sexo sea ejercido con responsabilidad y no agresivamente; cuando los individuos comprendan que el placer cobra un precio, y este, en la unión sexual, aun mismo con los cuidados  de los preservativos, es la fecundación, habrá un cambio real en el comportamiento general, abriendo espacio para la adolescencia bien orientada en la familia en equilibrio.
      Sea cual sea el hogar en el cual se encuentre el adolescente, tendrá el campo para la comprensión de la fragilidad de los padres y de los hermanos, para la valoración de sus méritos. Si no es comprendido o amado, debe esforzarse en amar  y comprender, teniendo en cuenta que es deudor de los padres, que podrían haber interrumpido el embarazo, y sin embargo, no lo hicieron.
      El adolescente tiene para con su familia, una deuda de cariño, aun  cuando sus padres no se den cuenta  del inmenso débito que tienen para con el joven en formación. Por eso el adolescente debe procurar, entender y disculpar, orando  y contará siempre con el auxilio divino que nunca falta y la protección de sus Guías Espirituales, que son responsables por su nueva experiencia reencarnatorio.
      La adolescencia  es aun la fase de amoldamiento, de adaptación, al mismo tiempo de transformaciones que merece y exige paciencia y habilidad psicológica.
      Por un lado existe el interés familiar, que trabaja  para lo mejor del educando, más por otro lado se encuentra el grupo social, no siempre equilibrado, en la Escuela, en el Club, en la calle, en el trabajo, conspirando contra las actitudes saludables que se desea ofrecer y que naturalmente atraen al adolescente, porque a el le gusta ser igual que los demás, no llamar la atención, o cuando, se trata de un conflicto, quiere destacar, exhibirse, exactamente porque vive inseguro, experimenta dramas, que oculta bajo el disfraz del cinismo aparente…
      Con la tranquilidad del flujo sexual, mediante la reflexión y el trabajo a través del estudio y de las aspiraciones superiores que se deben administrar con cuidado, el pasa a identificarse con el mundo, con las personas y por fin con el mismo. Esa auto-identificación es más demorada, porque es más profunda,  prolongándose  durante toda la existencia bien orientada por el deber y por las aspiraciones ennoblecidas.
El idealismo se torna para el un alimento que debe ser ingerido con frecuencia, a fin de que no haya carencia emocional y pérdida de identidad en el tumulto de las propuestas sociales, económicas y artísticas…
      En esta fase de inseguridad del adolescente, es necesaria toda la vigilancia  para poder auxiliarlo a encontrarse y a definir su ideal en la vida, entregándosele confiado y rico de perseverancia hasta conseguir la meta ambicionada.
      La perseverancia y el idealismo sin exceso responderán por el emprendimiento iniciado.
      El adolescente no debe temer nunca al porvenir, porque eso seria limitar  las aspiraciones, ni subestimar las lecciones de lo cotidiano, que deben constituir mensajes de advertencia, propias para enseñarle como ha de conseguir los resultados superiores.
      Siendo así, en ese periodo de formación, de identificación consigo mismo, la docilidad en el trato, la confianza en las realizaciones, la gentileza en la afectividad, el trabajo constante, al lado del estudio que da paso a  los valores  y desenvuelve  la capacidad  de entendimiento,  deben ser el programa normal de vivencia. Los placeres, los juegos apasionados del deseo, la búsqueda interminable del gozo, ceden lugar a los compromisos  iluminativos, que diseñan  la felicidad en el alma.
      Ser joven  no es, solamente poseer fuerza orgánica, capacidad de soñar  y de producir, es sobre todo, poder discernir  lo que es necesario hacer, como ha de ser hecho,  y para que lo realicemos.
      La escala de valores personales necesita ser muy bien considerada,  a fin de que el tiempo no sea  empleado de forma caótica  con proyectos de  secundaria importancia, en detrimento  de otras labores primacías, que constituyen primera meta existencial, de la cual  discurren todas las otras realizaciones.
      Son infinitas, por tanto, las posibilidades de la vida, limitadas por las circunstancias,  por el estado de evolución de cada hombre y de cada mujer, que deben, desde la adolescencia, programar el camino  de la evolución  y seguir con seguridad, etapa a etapa, hasta el momento de su auto realización.
      Es imposible garantizar que un adolescente concreto llegará a ser un adulto maduro, responsable y capaz. La influencia de los padres es mucho mayor de lo que se cree. A pesar de episodios frustrantes y al límite de la paciencia manténgase al tanto de su hijo, pues nadie lo va a hacer por usted.
      Aprenda todo lo que pueda sobre los adolescentes, su mundo es fascinante.
      No deje pasar la oportunidad de disfrutar de una etapa esencial en el crecimiento de su hijo o hija.
·     Cuanta más información tenga sobre la adolescencia, mejor podrá anticiparse a los cambios y las decisiones que tome serán mucho más eficaces.
       Manténgase al tanto de la vida de su hijo dentro y fuera de la escuela. Una buena relación con los padres es la mejor protección para crecer y explorar el mundo. Sea imaginativo para seguir conectado a su hijo.
      El afecto incondicional y unas normas claras, razonables y razonadas son los cimientos para que su hijo se desarrolle y se sienta seguro.
      Hable con su hijo de los temas importantes en la vida y no evite los temas delicados o difíciles.
      Fijele metas altas pero realistas. Dígale que espera de él su mejor esfuerzo.
      Valore la educación, mantenga el contacto con los profesores, y supervise su evolución académica.
      Ayúdele a descubrir sus puntos fuertes y elógielo por lo que hace bien.
      Conozca a los amigos de su hijo y a sus padres. Hable con él sobre los amigos, la amistad y las cosas que pueden pasar cuando esté con sus amigos.
      No deje a su hijo solo frente a los medios de comunicación y la publicidad.
     Converse sobre las películas, los video-juegos, las revistas que lee y la música que escucha.
     Los valores que usted desea para su hijo tienen que vivirlos en la familia para luego ponerlos en práctica.
     Esté alerta ante los problemas graves que pueden surgir durante la adolescencia.
     Si no puede afrontarlos busque ayuda profesional cuanto antes.
     No se desanime ante las dificultades, la mayoría de adolescentes las superan con éxito si los padres están disponibles para ayudarles y no se rinden.
     Escuche a su adolescente.

Trabajo realizado por Mercedes Cruz Reyes
Extraído del libro de Divaldo Pereira Franco “Adolescencia y Vida” por el espíritu Joanna de Angelis y de internet.
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" El amor es una fuerza que mueve todo el universo, y la caridad es su movimiento más sublime "
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        ESTADO VIBRATORIO Y COMUNICACIÓN INTERESPIRITUAL

       Existen tantas diferencias entre los diversos estados vibratorios como las hay entre las fisonomías y los caracteres humanos. Sin embargo, es necesaria cierta concordancia para que se establezcan relaciones entre 
Espíritus y encarnados. El Espíritu que desea comunicarse debe buscar un médium cuyo estado psíquico presente la mayor analogía posible con el suyo propio. Luego, mediante un adiestramiento gradual que puede abarcar 
-según los casos- semanas, meses y aun años enteros, adiestramiento este al que el médium debe cooperar con el pensamiento, el deseo y la voluntad, llegará a establecer con él una especie de sincronización. Pero si fracasa, 
deberá poner sus esfuerzos en otra persona. 
La mediumnidad más común es la de la escritura en sus diversas formas. 
La apodada "mecánica", porque el Espíritu actúa sobre el brazo del médium sin impresionar su cerebro, nos parece que presenta mayores garantías que los otros procedimientos en uso. 

LEÓN DENIS, MUNDO INVISIBLE.

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 EXPLICACIÓN SOBRE NIVELES EVOLUTIVOS Y VIBRACIONALES

Imagina que estas frente a una gran escalera...esta junto a ti esa persona que es importante para ti..(novio/a, esposo/a, amigo/a etc)...y están fuertemente tomados de la mano...
Mientras están en el mismo nivel todo está perfecto, es disfrutable. Pero de pronto tu subes un escalón, pero esa persona no, esa persona prefiere mantenerse en el nivel inicial, ok, no hay problema, es fácil aun así estar tomados de las manos...
     Pero tu subes un escalón mas...y esa persona se niega a hacerlo..ya las manos han empezado a estirarse y ya no es tan cómodo como al principio, subes un escalón mas y ya el tirón es fuerte. Ya no es disfrutable y empiezas a sentir que te frena en tu avance, pero tú quieres que esa persona suba contigo, para no perderla...
     Desafortunadamente para esa persona no ha llegado el momento de subir de nivel, así que se mantiene en su posición inicial, subes un escalón mas y ya ahí es muy difícil mantenerte unido, te duele y mucho. Luchas entre tu deseo de que esa persona suba, de no perderla, pero tu ya no puedes ni quieres bajar de nivel....
     En un nuevo movimiento hacia arriba, viene lo inevitable y se sueltan de las manos. Puedes quedarte ahí y llorar y patalear tratando de convencerle de que te siga, que te acompañe...puedes incluso ir contra todo tu ser y tu mismo/a bajar de nivel con tal de no perderle, pero después de esa ruptura en el lazo, ya nada es igual; así que por mas doloroso y difícil que sea, entiendes que no puedes hacer mas, mas que seguir avanzando..y esperar que algún dia..vuelvan a estar al mismo nivel. 
     Eso pasa cuando inicias tu camino de crecimiento interior...en ese proceso, en ese avance pierdes muchas cosas: pareja, amigos, trabajos, pertenencias, todo lo que ya no coincide con quien te estas convirtiendo, ni puede estar en el nivel al que estas accediendo.
     Puedes pelearte con la vida entera, pero el proceso así es.
     El crecimiento personal es eso, personal, individual, no en grupo, puede ser que después de un tiempo esa persona decida emprender su propio camino y te alcance o suba incluso mucho mas que tu, pero es importante que estés consciente, de que no se puede forzar nada en esta vida.
     Llega un momento, en tu escalera hacia convertirte en una mejor persona, en que puedes quedarte solo/a un tiempo y duele, claro que duele y mucho, pero luego, conforme vas avanzando, te vas encontrando en esos niveles con personas mucho mas afines a ti, personas que gracias a su propio proceso, están en el mismo nivel que tu y que si tu sigues avanzando, ellos también..
     En esos niveles de avance ya no hay dolor, ni apego, ni sufrimiento; hay amor, comprensión, respeto absoluto.
     Así es nuestra vida amigos/as, una infinita escalera, donde estarás con las personas que estén en el mismo nivel que tu y si alguien cambia la estructura se acomoda.
     Me costó mucho soltarme, aun después de una fuerte ruptura, seguía viendo para atrás, esperando un milagro y el milagro apareció, pero no de la manera en que yo hubiera supuesto, apareció bajo otros nombres, otros cuerpos, otras actividades. Perdí a una amiga y gané a 20 mas, perdí un mal trabajo y ahora tengo un excelente trabajo y con oportunidades de tener mas de lo que soñé alguna vez, perdí un auto que no me gustaba y ahora manejo el auto de mis sueños, perdí a un hombre al que creí amar, para darme cuenta que ahora lo que tengo en este momento de mi vida, ni siquiera podía soñarlo hace unos cuantos meses.
     Cada pérdida, cada cosa que sale, es porque así tiene que ser. Déjales ir y prepárate para todo lo bueno que viene a tu vida. Tu sigue avanzando y confía,porque esta escalera es mágica y si no me crees, porque no lo compruebas por ti mismo/a?

Recopilado por Carmen Checo
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

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