viernes, 27 de marzo de 2015

El pensamiento espírita

        
   
        El Tambor del Beresina

Al estar algunas personas reunidas en nuestra casa con el objeto de constatar ciertas manifestaciones, se produjeron los siguientes hechos durante varias sesiones, los cuales dieron lugar a la conversación que vamos a relatar y que presenta un alto interés desde el punto de vista del estudio. El Espíritu se manifestó a través de golpes, los cuales no fueron dados con la pata de la mesa, sino efectuados en la propia textura de la madera. El intercambio de pensamientos que tuvo lugar en esta circunstancia entre los asistentes y el ser invisible no permitía dudar de la intervención de una inteligencia oculta. Además de las respuestas dadas a varias preguntas, ya sea por sí o por no, y por medio de la tiptología alfabética, los golpes tocaban a voluntad una marcha cualquiera, el ritmo de un aria, e imitaban la fusilería y el cañoneo de una batalla, el ruido del tonelero, del zapatero, haciendo el eco con una admirable precisión, etc.

Después tuvo lugar el movimiento de una mesa y su traslación sin ningún contacto de las manos, estando los asistentes apartados; una ensaladera ubicada sobre la mesa, en lugar de girar, se puso a deslizar en línea recta, también sin el contacto de las manos. Los golpes se hacían escuchar paralelamente en diversos muebles del cuarto, a veces simultáneamente, otras como si los mismos se respondiesen. El Espíritu parecía tener una marcada predilección por los toques de tambor, porque a ellos volvía a cada instante sin que se lo pidieran; frecuentemente a ciertas preguntas, en lugar de responder, tocaba la generala o la llamada. Interrogado sobre varias particularidades de su vida, él decía llamarse Célima, haber nacido en París, fallecido desde hace cuarenta y cinco años, y haber sido tocador de tambor.

Entre los asistentes, además del médium especial de efectos físicos que servía a las manifestaciones, había un excelente médium psicógrafo que pudo servir de intérprete al Espíritu, lo que permitió obtener respuestas más explícitas. Al haber confirmado, por la psicografía, lo que había dicho por medio de la tiptología sobre su nombre, el lugar de su nacimiento y la época de su muerte, se le dirigió la siguiente serie de preguntas, cuyas respuestas ofrecen varios rasgos característicos y que corroboran ciertas partes esenciales de la teoría.

1. Escríbenos algo, lo que tú quieras. – Resp. Ran plan plan, ran plan plan.
2. ¿Por qué escribes esto? – Resp. Yo era tocador de tambor.
3. ¿Habías recibido alguna instrucción? – Resp. Sí.
4. ¿Dónde has hecho tus estudios? – Resp. En los Ignorantinos.178
5. Nos pareces ser jovial. – Resp. Lo soy y mucho.
6. Nos has dicho que, cuando encarnado, gustabas beber demasiado; ¿es verdad? – Resp. Gustaba todo lo que era bueno.
7. ¿Eras militar? – Resp. Claro que sí, ya que era Tambor.
8. ¿En qué gobierno has servido? – Resp. En el de Napoleón el Grande.
9. ¿Puedes citarnos una de las batallas a las cuales has asistido? – Resp. La batalla del Beresina.
10. ¿Ha sido allá que has muerto? – Resp. No.
11. ¿Estabas en Moscú? – Resp. No.
12. ¿Dónde has muerto? – Resp. En las nieves.
13. ¿En qué cuerpo servías? – Resp. En los fusileros de la guardia.
14. ¿Amabas mucho a Napoleón el Grande? – Resp. Como lo amábamos todos, sin saber por qué.
15. ¿Sabes lo que sucedió con él después de su muerte? – Resp. Yo no me he ocupado sino de mí mismo después de mi muerte.
16. ¿Estás reencarnado? – Resp. No, ya que vengo a hablar con vosotros.
17. ¿Por qué te has manifestado a través de golpes sin que hayas sido llamado? – Resp. Es preciso hacer ruido para aquellos cuyo corazón no cree. Si aún no ha sido lo suficiente, os daré más todavía.
18. ¿Es por tu propia voluntad que has venido a golpear o realmente otro Espíritu te ha forzado a hacerlo? – Resp. Es por mi propia voluntad que vengo; realmente, hay otro a quien vosotros llamáis Verdad que también puede forzarme; pero hace mucho tiempo que yo quería venir.
19. ¿Con qué objetivo querías venir? – Resp. Para conversar con vosotros: he aquí lo que yo quería; pero había algo que me lo impedía. He sido forzado por un Espíritu familiar de la casa que me ha comprometido a que me volviese útil a las personas que me hicieran preguntas. – ¿Tiene, pues, mucho poder este Espíritu, ya que comanda así a otros Espíritus? – Resp. Más de lo que creéis, y sólo lo usa para el bien.

Nota – El Espíritu familiar de la casa se hace conocer con el nombre alegórico de Verdad, circunstancia ignorada por el médium.

20. ¿Qué te lo impedía? – Resp. No sé; algo que no comprendo.
21. ¿Lamentas la vida? – Resp. No, nada lamento.
22. ¿Prefieres tu existencia actual o tu existencia terrestre? – Resp. Prefiero la existencia de los Espíritus a la existencia del cuerpo.
23. ¿Por qué? – Resp. Porque uno está mucho mejor que en la Tierra; la Tierra es un purgatorio, y todo el tiempo que en la misma he vivido, siempre he deseado la muerte.
24. ¿Sufres en tu nueva situación? – Resp. No; pero todavía no soy feliz.
25. ¿Estarías satisfecho de tener una nueva existencia corporal? – Resp. Sí, porque sé que debo elevarme.
26. ¿Quién te lo ha dicho? – Resp. Bien lo sé.
27. ¿Estarás pronto reencarnado? – Resp. No lo sé.
28. ¿Ves a otros Espíritus a tu alrededor? – Resp. Sí, a muchos.
29. ¿Cómo sabes que son Espíritus? – Resp. Entre nosotros nos vemos tal cual somos.
30. ¿Con qué apariencia los ves? – Resp. Como se pueden ver a los Espíritus, pero no por los ojos.
31. Y tú, ¿con qué forma estás aquí? – Resp. Con la que tenía en vida, es decir, con la de tocador de tambor.
32. Y a los otros Espíritus, ¿los ves con la forma que tenían cuando estaban encarnados? – Resp. No; nosotros no tomamos una apariencia sino cuando somos evocados: de otro modo nos vemos sin forma.
33. ¿Nos ves tan claramente como si estuvieras encarnado? – Resp. Sí, perfectamente.
34. ¿Es por los ojos que nos ves? – Resp. No; nosotros tenemos una forma, pero no tenemos sentidos; nuestra forma no es más que aparente.

Nota – Seguramente los Espíritus tienen sensaciones, puesto que perciben; de otro modo serían inertes. Pero sus sensaciones no están localizadas como cuando tenían un cuerpo: ellas son inherentes a todo su ser.

35. Dinos positivamente, ¿en qué lugar estás aquí? – Resp. Estoy cerca de la mesa, entre el médium y vos.
36. Cuando golpeas, ¿estás debajo de la mesa, por encima o en el espesor de la madera? – Resp. Estoy al lado; no me meto en la madera: basta que yo toque la mesa.
37. ¿Cómo produces los ruidos que haces escuchar? – Resp. Creo que por una especie de concentración de nuestra fuerza.
38. ¿Podrías explicarnos la manera por la cual se producen los diferentes ruidos que imitas, por ejemplo, las raspaduras? – Resp. No sabría especificar mucho la naturaleza de los ruidos: es difícil explicar. Sé que raspo, pero no puedo explicar cómo produzco ese ruido que vosotros llamáis raspadura.
39. ¿Podrías producir los mismos ruidos con cualquier médium? – Resp. No, hay especialidades en todos los médiums; todos no pueden obrar del mismo modo.
40. ¿Ves entre nosotros a alguien, además del joven S… (el médium de influencias físicas por el cual este Espíritu se manifiesta), que podría ayudarte a producir los mismos efectos? – Resp. Por el momento no veo a nadie; con él estoy muy dispuesto a hacerlo.
41. ¿Por qué con él en lugar de otro? – Resp. Porque lo conozco más, y también porque es más apto que otro en ese género de manifestaciones.
42. ¿Lo conoces desde hace mucho tiempo, antes de su actual existencia? – Resp. No; lo conozco hace poco tiempo; de alguna manera, he sido atraído hacia él para hacerlo mi instrumento.
43. Cuando una mesa se levanta en el aire sin punto de apoyo, ¿qué es lo que la sostiene? – Resp. Nuestra voluntad, que le ha ordenado obedecer, y también el fluido que nosotros le transmitimos.

Nota – Esta respuesta viene en apoyo a la teoría que nos ha sido dada, a la cual hemos hecho referencia en los números 5 y 6 de esta Revista, sobre la causa de las manifestaciones físicas.

44. ¿Podrías hacerlo? – Resp. Pienso que sí; lo intentaré cuando el médium venga. (Él estaba ausente en ese momento.)
45. ¿De quién depende eso? – Resp. Depende de mí, ya que me sirvo del médium como instrumento.
46. Pero la cualidad del instrumento ¿no está para algo? – Resp. Sí, ésta me ayuda mucho, puesto que he dicho que no podría hacerlo con otros hoy.

Nota – En el transcurso de la sesión se intentó el levantamiento de la mesa, pero no se lo logró, probablemente porque no se puso en ello bastante perseverancia; hubo esfuerzos evidentes y movimientos de traslación sin contacto ni imposición de las manos. Entre las experiencias que fueron realizadas, se hizo la de la abertura de la mesa en el lugar donde se alarga; al ofrecer esta mesa mucha resistencia por su mala construcción, se la sostuvo de un lado, mientras que el Espíritu tiraba del otro y la hacía abrir.

47. ¿Por qué, el otro día, los movimientos de la mesa se detenían cada vez que uno de nosotros tomaba la luz para observar debajo? – Resp. Porque yo quería punir vuestra curiosidad.
48. ¿De qué te ocupas en tu existencia de Espíritu, ya que, en fin, no pasas el tiempo golpeando? –Resp. Frecuentemente tengo misiones que cumplir; nosotros debemos obedecer las órdenes superiores, y sobre todo cuando – a través de nuestra influencia – tenemos que hacer el bien a los humanos.
49. Sin duda tu vida terrestre no ha sido exenta de faltas; ¿las reconoces ahora? – Resp. Sí, las expío con justicia al estar estacionario entre los Espíritus inferiores; sólo podré purificarme más cuando tome otro cuerpo.
50. Cuando hacías escuchar golpes en otro mueble al mismo tiempo que en la mesa, ¿eras tú quien los producía u otro Espíritu? – Resp. Era yo.
51. Entonces ¿estabas solo? – Resp. No, pero solamente yo cumplía la misión de golpear.
52. Los otros Espíritus que estaban allí, ¿te ayudaban en algo? – Resp. No para golpear, sino para hablar.
53. ¿No eran, pues, Espíritus golpeadores? – Resp. No, la Verdad no había permitido golpear a nadie más que a mí.
54. Los Espíritus golpeadores ¿no se reúnen a veces en gran número, fin de tener más poder para producir ciertos fenómenos? – Resp. Sí, pero para lo que yo quería hacer podía bastarme solo.
55. En tu existencia espírita, ¿estás siempre en la Tierra? – Resp. Lo más frecuentemente en el espacio.
56. ¿Vas a veces a otros mundos, es decir, a otros globos? – Resp. No a los más perfectos, sino a los mundos inferiores.
57. Algunas veces ¿te diviertes al ver y al escuchar lo que hacen los hombres? – Resp. No; sin embargo, algunas veces tengo piedad de ellos.
58. ¿Hacia quiénes vas con preferencia? – Resp. Hacia los que quieren creer de buena fe.
59. ¿Podrías leer en nuestros pensamientos? – Resp. No, no leo en las almas; no soy lo bastante perfecto para esto.
60. Entre tanto debes conocer nuestros pensamientos, puesto que vienes hacia nosotros; de otro modo, ¿cómo podrías saber si creemos de buena fe? – Resp. No leo, pero escucho.

Nota – La pregunta 58 tenía como objetivo interrogarle hacia quiénes iba espontáneamente con preferencia, en su vida de Espíritu, sin ser evocado; a través de la evocación él puede – como Espíritu de un orden poco elevado – ser obligado a venir, incluso a un medio que le desagrade. Por otro lado, sin leer propiamente hablando nuestros pensamientos, podía ciertamente ver que las personas estaban reunidas con un objetivo serio y, por la naturaleza de las preguntas y de las conversaciones que escuchaba, juzgar que la asistencia estaba compuesta por personas sinceramente deseosas de esclarecerse.

61. ¿Has vuelto a encontrar en el mundo de los Espíritus a alguno de tus antiguos camaradas del ejército? – Resp. Sí, pero sus posiciones eran tan diferentes que no los he reconocido a todos.
62. ¿En qué consistía esta diferencia? – Resp. En el orden feliz o infeliz de cada uno.
63. ¿Qué les habéis dicho al reencontrarlos? – Resp. Yo les decía: Vamos a elevarnos a Dios, que Él lo permite.
64. ¿Cómo entendías esa elevación hacia Dios? – Resp. Cada peldaño superado es un peldaño más hacia Él.
65. Nos has dicho que habías muerto en las nieves; por consecuencia, ¿has muerto de frío? – Resp. De frío y de necesidades.
66. ¿Has tenido conciencia inmediata de tu nueva existencia? – Resp. No, pero no tenía más frío.
67. ¿Has vuelto alguna vez al lugar donde has dejado tu cuerpo? – Resp. No, me había hecho sufrir mucho.
68. Te agradecemos las explicaciones que has tenido a bien darnos; ellas nos han suministrado temas útiles de observación para perfeccionarnos en la ciencia espírita. – Resp. Estoy a vuestra disposición.

Nota – Como se ve, este Espíritu es poco elevado en la jerarquía espírita: él mismo reconoce su inferioridad. Sus conocimientos son limitados; pero hay en él buen sentido, sentimientos honorables y benevolencia. Como Espíritu, su misión es bastante ínfima, ya que desempeña el papel de Espíritu golpeador para llamar a los incrédulos a la fe; pero, en el propio teatro, el humilde traje de figurante ¿no puede cubrir un corazón honesto? Sus respuestas tienen la simplicidad de la ignorancia; pero, por no tener la elevación del lenguaje filosófico de los Espíritus superiores, ellas no son menos instructivas como estudio de las costumbres espíritas, si podemos expresarnos así. Es solamente estudiando todas las clases de ese mundo que nos espera, que se puede llegar a conocerlo, y de alguna manera marcar con anticipación el lugar que cada uno de nosotros puede allí ocupar. Al ver la situación que se han forjado – por sus vicios y por sus virtudes – los hombres que han sido nuestros iguales en la Tierra, es un aliento para elevarnos lo mayor posible desde aquí: es el ejemplo al lado del precepto. No estaría de más repetir que para conocer bien una cosa y hacerse de ella una idea exenta de ilusiones, es preciso verla en todos sus aspectos, así como el botánico no puede conocer el reino vegetal sino observando desde la humilde criptógama escondida bajo el musgo, hasta el roble que se eleva en los aires.

Allan Kardec
Revista Espirita 1858


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EL PENSAMIENTO ESPIRITA ES LA BASE  PARA LA TRANSFORMACIÓN MORAL
    En el transcurso de los milenios el hombre fue descubriendo formulas para lidiar con la naturaleza ante los impositivos de la sociedad. Dominó el fuego, adaptó la rueda, inventó la pólvora, conquistó  las letras, materializó representaciones artísticas, hizo la luz eléctrica, creo el avión, mejoró las comunicaciones, desenvolvió el superconductor, construyo el computador  y una inmensa lista más de inventos   e innovaciones que mejoran  la calidad de vida en la tierra. Y en ese recorrido las ideas de los pensadores (1) fueron dictando preceptos, alterando el formato de percepción del mundo, de la vida después de la muerte  y de la noción del destino.
Investigadores actuales afirman que “la trayectoria humana está repleta  de cambios justamente por el hecho de el hombre tener la capacidad de guiar su historia  en el campo de las ideas, que son agentes transformadores poderosos.” (2) Realmente, el mundo es el reflejo de ideas, todavía no siempre percibimos cuales de ellas están por tras de comportamientos y situaciones cotidianas. A rigor, lo que existe son múltiples ideas y o “filosofías” (3), este es: varias concepciones diferentes sobre la existencia.
En la clásica Grecia, Sócrates forjó el pensamiento de Platón, que influencia la mente de Aristóteles, que fue maestro de Alexandre, el Gran macedonio. Transcurrido  un milenio y medio después de Sócrates, el sacerdote Tomás de Aquino retomó el trabajo de Aristóteles,  adaptándolo al Cristianismo. Siglos después el filosofo Descartes,  hidalgo del Cogito erigió su inclinación en los escritos de Aquino, filosofo en matemáticas, siendo    considerado uno de los pensadores más importantes e influyentes de la Historia del Pensamiento Occidental. (4) A rigor las ideas subsisten, viven, se alteran, se adaptan. Ella son forjadoras de incalculables impactos de las circunstancias sobre las utopías y los sueños humanos. La mayoría de las personas, en casi todos los contestos históricos, ve el estoque acumulado de las ideas de una civilización como legado que puede tornarlos mejores.
Algunos hombres realizaran hazañas que afectaron las vidas de millares  u millones de personas. En cientos casos el impacto de tales influencias solo tiene mayor importancia en relación a aquel momento especifico, en otros casos, el impacto transciende  se hace sentir por muchas generaciones, llegando a ser decisivo en todo  lo que ocurre de aquel momento en adelante. Los ejemplos de Moisés. Jesús, Buda, Gutenberg, Lutero, Kardec permanecen  como paradigmas  para billones  de personas hasta hoy, influencias que hasta el mismo Hitler, Stalin, Mao Tse-Tung, aun son recordados, aunque sean tales dictadores la representació n del destrozo  de la libertad y de la vida de millones. ¿Gracias a Dios! Los dictadores desencarnan, las armas se oxidan, sin embargo los sueños  de quien ama la libertad no se pueden destruir.

Karl Marx aseveró que: “Los filosofos se limitaron a interpretar el mundo de diferentes maneras; era preciso, sin embargo, transformarlo. “Con la publicación de El Libro de los Espíritus, a mediados del siglo XIX surge la propuesta de filosofía transformadora y, de cierta forma, revolucionaria, proponiendo nueva reflexión  sobre los fundamentos de la existencia de Dios, del Ser, del destino y del dolor. El Espiritismo, por tanto, inauguró otra etapa del pensamiento filosófico. Es,efectivamente, nuevo paradigma del conocimiento, poseyendo solido aliciente de ideales concretos, sin tornarse temporalizado, herméticamente cerrado, porque acompaña  el avance de las nuevas informaciones y saberes, en la medida en que busca explicar la realidad a través de la razón, de la lógica y de la fe, utilizándo el discurso científico, filosófico y religioso, que se justifica con base en las fotos.
Allan Kardec fue el mayor librepensador del movimiento de ideas progresistas y transformadoras unidas a los temas sociológicos, antológicos, transcendentes y espirituales. El genial liones percibió el proyecto doctrinario como una nueva visión histórica del mundo, que revolucionaría los debates filosóficos con sus principios y sus propuestas liberales. Urge, sin embargo, reconocer  que la construcción mental  [el modo de pensar] de Kardec [el buen sentido encarnado, según Flammarión] fue decisivo y determinante para contribuir con la nueva orden de los acontecimientos sociales posteriores al siglo XIX. El ex druida concibió un nuevo modelo de un principio filosófico de profundas consecuencias éticas y morales sin las amarras separatistas de las religiones, lo que hace actualmente de la Doctrina Espirita una de las propuestas de transformación social más consistente jamás vista en la Historia.
El Codificador consultó a los pensadores del más allá (Espíritus) sobre un universo de cuestiones que siempre inquietaron el pensamiento humano: Dios, el alma, el origen de la vida, el hombre en la condición de espíritu inmortal y pluriexistencial, la muerte, los problemas sociales y familiares, la libertad, el sufrimiento, el destino  y la felicidad, entre otros. Mas, convengamos que el legado del Rivail impone necesaria renovación en la mentalidad de todos “practicantes espiritas”, sobre todo los que aun ejercen un Espiritismo solamente en los límites de los fenómenos mediúmnicas en los Centros Espiritas. Es necesario una efectiva participación de los Espiritas en las cuestiones sociales del país, aunque sin absoluta necesidad de militancia de partidos políticos, porque para ese propósito nuestra política es la del Evangelio y… PUNTO FINAL…!!
Allan Kardec explica que el propósito pragmático de el Libro de los Espíritus “es proponer guiar a los hombres que desean esclarecerse, mostrándoles, en los estudios, un fin grandioso y sublime: el del progreso individual y social  y el de indicarles el método que conduce a ese fin.” (5)
El Codificador nos llama atención para un punto fundamental; no podemos suponer que la naturaleza humana pueda transformarse de inmediato, por efecto de las ideas espiritas. Hasta porque, la influencia transformadora  que estas ejercen no es idéntica, ni del mismo grado, en todos los espiritas. Con todo, el resultado de esa influenciació n cualquiera que sea, aun que extremadamente débil, representa siempre una mejora, principalmente en lo que atiende a dar la prueba de la existencia de un mundo extra físico, lo que implica la negación de las doctrinas materialistas.
El Espiritismo “camina a la par con el progreso y jamás será ultrapasado, porque si nuevas conquistas [científicas, filosóficas] le demostraran estar en el error acerca de un punto cualquiera, el se modificará en ese punto. Si una verdad nueva se revelara, él la aceptará.” (6)
Distantes, pues, de los conflictos ideológicos, consecuentes de discusiones estériles en el campo intelectual, con el objetivo de entronizarse el pensamiento racionalista embasados en las “certezas” decantadas por las ciencias exactas, que temen confrontar con las ciencias humanas, los Pensamientos de  Cristo, difundidos por la Doctrina de los Espíritus representara  el asilo de los afligidos, sobre todo para los que oyeron aquella misericordiosa exhortación: “Venid a mí, vosotros que sufrís y tenéis hambre de justicia y Yo os saciare.” Aunque, para eso es necesario estemos dispuestos a seguir al Maestro, tomandole la cruz y siguiendole los pasos. (7)
Jorge Hessen

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El bien que hemos hecho nos da una satisfacción interior, que es la más dulce de todas las pasiones.
René Descartes.

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Materialización con ectoplasma


Autenticidad y comprobaciones


¿Qué significa comprobar una idea o fenómeno? ¿Presenciarlo y tocar sus efectos? ¿O admitirlo como razonable, dentro de una línea de razonamientos lógicos, experimentos personales y observaciones?

Numerosas personas no creen en los Espíritus, en fenómenos anímicos o mediúmnicos.

Algunas esperan pruebas, prefiriendo que sean producidas exclusivamente para sí, riéndose de aquellos que consideran crédulos o ingenuos.

Sobre esas personas, dice Allan Kardec: los que en el Espiritismo únicamente buscan efectos materiales, no le pueden comprender la fuerza moral. De ahí viene que los incrédulos, que apenas lo conocen a través de fenómenos cuya causa primaria no admiten, consideran a los Espíritus prestigiadores y charlatanes. No será, pues, por medio de prodigios que el Espiritismo triunfará en la incredulidad: será por la multiplicación de sus beneficios morales, por cuanto, si es cierto que los incrédulos no admiten los prodigios, no menos cierto es que conocen, como toda la gente, el sufrimiento y las aflicciones de quien rechaza alivio y consolación. (1)

Y observa aun: Los medios de convicción varían extremadamente, según los individuos. Lo que persuade a unos no impresiona a otros. Si uno se convence por medio de ciertas manifestaciones materiales, otro por comunicaciones inteligentes, la mayoría es por el razonamiento. (2)

En cuanto una mirada atenta y una mente abierta podrían ver evidencias de la vida espiritual y de la fenomenología espírita por todas partes, continuamos encontrando personas que las niegan sistemáticamente.

Tal vez, porque el convencimiento dependa del grado de entendimiento de la naturaleza de la realidad espiritual, que sólo puede llegar a un estudio profundo de las leyes universales y de una observación exenta de pasiones y sectarismo.

Sincronismo

  Muchas de las comprobaciones posibles, de una acción inteligente presidiendo nuestras vidas, ocurren en el campo de lo que llamaremos sincronismo.
  
Creado por el psicoanalista Carl Gustav Jung, en 1929, el término sincronismo define un principio de “unión no-causal”, o sea, uniones subjetivas y significativas entre hechos aparentemente no relacionados entre sí.

¿Alguna vez ya tuvo un presentimiento o intuición sobre una cosa que quisiese hacer? ¿Un rumbo que quisiese dar a su vida? ¿Y se preguntó como eso podría ocurrir? ¿Y entonces, después de casi haber olvidado el asunto y concentrándose en otras cosas, de repente encontró a alguien, o leyó alguna cosa, o fue a algún lugar que lo llevó a aquella misma oportunidad que había vislumbrado? (3)

Hechos sincronizados revelan el propósito de la vida, orientando e incentivando a través de pequeños y simples hechos, en general percibido solamente por aquel a quien se dirige. Puede ocurrir (y ocurre) con cualquier persona, lo que varía es el grado de conciencia al respecto.

Es preciso estar en contacto consigo mismo y con un nivel más sutil de percepción, para constatar que existen y funcionan. Puede ocurrir un hecho externo banal para la mayoría de las personas, pero con un significado subjetivo que descubrimos posteriormente, un significado que conduce a una nueva comprensión o percepción de sentidos anteriormente ocultos en las situaciones de la existencia.

Los caminos de la Espiritualidad son sutiles y delicados. Solamente las almas endurecidas piden pruebas retumbantes, y aún así serían capaces de dejar de creer en ellas.

Para los hijos de almas sensibles, una flor que nace en el jardín puede ser un recado de su madre, por los significados y conexiones internas que se establecen, por la sintonía de afecto que se crea.

¿No es curioso que aquellos que más exigen pruebas y comprobaciones sean aquellos que están más lejos de percibirlas y de comprender?

-Rita Foelker-
-La era del Espíritu-

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jueves, 26 de marzo de 2015

¿Por qué creo en la inmortalidad?


                ALLAN KARDEC  CHARLA CON LA                         VIUDA DE FOULON (ESPÍRITU)
             

8 de febrero de 1865


Querida Mme. Foulon, estoy muy contento por la comunicación que habéis dado para mí el otro día y con vuestra promesa de continuar nuestras conversaciones. Os he reconocido perfectamente en la comunicación. Habláis en ella de cosas ignoradas del médium, y que sólo pueden ser vuestras. Después, vuestro afectuoso lenguaje en cuanto a mí es el de vuestra alma cariñosa. Pero hay en él una seguridad, un aplomo, una firmeza que no os conocía en vuestra vida. Sabéis que sobre esto me he permitido más de una amonestación en ciertas circunstancias.

R. Es verdad, pero desde que me vi gravemente enferma, he recobrado mi firmeza de espíritu, perdida por las penas y las vicisitudes que me habían a veces hecho tímida durante la vida. Me he dicho: tú eres espiritista. Olvida la tierra. Prepárate a la transformación de tu ser, y ve, por el pensamiento, el sendero luminoso que debe seguir tu alma al dejar tu cuerpo, y que la conducirá dichosa y libre a las esferas celestes en que tú debes vivir en adelante. Me diréis que era un poco presuntuoso por mi parte contar con la dicha perfecta al dejar la Tierra. Pero había sufrido tanto, que tuve que expiar mis faltas de esta existencia y de las precedentes. Esta intuición no me engañó, y ella es la que me dio el valor, la calma y la firmeza de los últimos instantes. Esta firmeza se ha aumentado naturalmente cuando después de mi libertad he visto mis esperanzas realizadas.
P. ¿Queréis describirnos ahora vuestro tránsito, vuestro despertar y vuestras primeras impresiones?.

R. He sufrido, pero mi espíritu ha sido más fuerte que el sufrimiento material que le hacía sentir el desprendimiento. Me he encontrado, después del último suspiro, como en síncope, sin tener ninguna conciencia de mi estado ni pensar en nada y en una vaga somnolencia que no era ni el sueño del cuerpo, ni el despertar del alma. He permanecido bastante tiempo así. Después, como si saliese de un largo desmayo, me he despertado poco a poco en medio de hermanos que no conocía. Me prodigaban sus cuidados y sus caricias, me mostraban un punto en el espacio que parecía una estrella brillante, y me han dicho: “Allí es a donde vas a ir con nosotros. Tú no perteneces a la Tierra.” Entonces he recobrado la memoria. Me he apoyado en ellos, y como un grupo gracioso que se lanza a las esferas desconocidas, pero con la certidumbre de encontrar allí la dicha, hemos subido, subido, y la estrella se engrandecía. Era un mundo feliz, un mundo superior, donde vuestra buena amiga va a encontrar por fin el descanso. Quiero decir, el descanso debido a las fatigas corporales que he sufrido y a las vicisitudes de la vida terrestre. Pero no la indolencia del espíritu, porque la actividad del espíritu es un goce.

P. ¿Es decir, que habéis dejado definitivamente la Tierra?.

R. Tengo aún en ella muchos seres que me son queridos para dejarla definitivamente. Volveré a ella, pues, en espíritu, porque tengo que cumplir una misión al lado de mis hijos. Bien sabéis, por otra parte, que ningún obstáculo se opone a que los espíritus que habitan en los mundos superiores a la Tierra vengan a visitarla.
P. La situación en que estáis parece debe debilitar vuestras relaciones con aquellos que habéis dejado aquí.

R. No, amigo mío: El amor une las almas. Creedme, se puede estar en la Tierra más cerca de los que han alcanzado la perfección que de aquellos que la inferioridad y el egoísmo hace dar vueltas alrededor de la esfera terrestre. La caridad y el amor son dos motores de una atracción poderosa. Es el lazo que cimenta la unión de las almas, enlazadas la una a la otra, y la continúa a pesar de la distancia y de los lugares. No hay distancia sino para los cuerpos materiales. No la hay para los espíritus.
P. ¿Qué idea os formáis ahora de mis trabajos concernientes al Espiritismo?.

R. Encuentro que tenéis cargo de almas y que es penoso de llevar. Pero veo el fin y sé que lo alcanzaréis. Os ayudaré, si puede ser, con mis consejos de espíritu para que podáis superar las dificultades que os serán suscitadas, comprometiéndoos a propósito a tomar ciertas medidas propias para activar en vuestra vida el movimiento renovador a que se dirige el Espiritismo. Vuestro amigo Demeure, unido al Espíritu de Verdad, os será un auxilio más útil todavía. Es más sabio y lúcido que yo. Pero como sé que la asistencia de los buenos espíritus os fortifica y sostiene en vuestra obra, creed que la mía os la ofrezco siempre y por todas partes.

P. Se podría deducir de algunas de vuestras palabras que no prestaréis una cooperación personal muy activa a la obra del Espiritismo.

R. Os engañáis. Pero veo tantos otros espíritus más capaces que yo para tratar esta importante cuestión, que un sentimiento invencible de timidez me impide, por el momento, responderos según vuestros deseos. Puede ser que esto suceda, y entonces tendré más ánimo y atrevimiento, pero es preciso que antes lo conozca mejor. No hace más que cuatro días que he muerto. Estoy aún bajo la impresión del encanto, del deslumbramiento que me rodea. Amigo mío, ¿no lo comprendéis?. No soy capaz de expresar las nuevas sensaciones que experimento. He debido obligarme para volver en mí de la fascinación que ejercen sobre mi ser las maravillas que admiro. No puedo hacer otra cosa sino bendecir y adorar a Dios en sus obras. Pero esta situación pasará. Los espíritus me aseguran que pronto estaré acostumbrada a todas estas magnificencias, y que podré entonces con mi lucidez de espíritu tratar todas las cuestiones relativas a la renovación terrestre. Además de esto debéis considerar que en este momento, sobre todo, tengo una familia que consolar. Adiós y hasta luego. Vuestra buena amiga que os ama y os amará siempre, maestro mío, porque sois vos a quien he debido el único consuelo perdurable y verdadero que he conocido en la Tierra.

Viuda de Foulon

Extraído del libro “El cielo y el infierno”Allan Kardec

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¿POR QUÉ CREO EN LA INMORTALIDAD?


Hace muchos siglos, Cícerón escribió: hay en el espíritu de los hombres, no sé porque, un cierto presagio de una existencia futura, la cual crea raíces profundas en los mayores genios y en las almas más sublimes.”
Hellen Keller, escritora, conferencista y consejera de la Fundación Americana de los Ciegos, declaró: “El hecho de ser ciega y sorda para el mundo material me ayuda a desenvolver la conciencia del mundo invisible, espiritual.  Conozco  a mi amigos no por la apariencia física, sino por su espíritu.
      Gracias a eso, la muerte  no me separa de aquellos que amo. El cualquier momento puedo traerlos  cerca de mí,  con el fin de alegrar mi soledad. Por tanto, para mi no hay muerte en el sentido de la cesación de la vida.
Los que ven acostumbran  a confiar exclusivamente en lo que ven. Cuando un ente querido muere  y deja de ser visto, pierden el contacto con él.
Tengo   embotado el sentido de lo visible, al paso que el sentido interior  me proporciona la visión de lo invisible.
Cuando vagueo por la oscuridad, deparando con dificultades, tengo conciencia de voces animadoras que murmuran en el mundo del espíritu.  Emparedada en el silencio y en las tinieblas poseo la luz que me dará la visión mil veces más clara  cuando la muerte me puso en  libertad.”
¡El teólogo y filosofo inglés, Hames Matineau dijo, cuando conmemoraba sus 80 años: “como fue reducida la parte del trabajo de  mi vida que conseguí ejecutar!
“Nada es tan claro como esto: la vida en la Tierra, aun la más plenamente vivida, es apenas un fragmento. Así, la vida intelectual y espiritual del hombre en la Tierra no es un círculo perfecto  y completo, sino una parábola que cada vez más se extiende  al infinito.
Esta tierra no nos da a beber de la copa hasta el final de la vida. Nos permite sólo un sorbo de amor, la belleza, el carácter y la verdad."
“Si la muerte es el fin de todo, el trofeo está, por así decir, irónicamente apartado de nosotros. Un Dios digno de confianza no procedería así."
Hornell Hart, profesor emérito de sociología en la Universidad de Duke, así se expresó en los años 60: “Mi creencia personal de la inmortalidad ha sido inconmensurablemente  fortalecida por la investigación física. Esa investigación, hace más de 75 años, esclareció una cuestión que me afligió por largo espacio de tiempo: “el yo, el Espíritu, el alma, ¿sobrevive a la muerte?
“Más de 3 millones de experiencias, como las efectuadas en la Universidad de Duke, por el Dr. Joseph Banks Rhine, y en otros lugares, demostraron que el Espíritu humano puede funcionar independientemente del espacio y tiempo,  tal como nosotros lo entendemos.”
“El Hecho de poder observar nuestra conciencia   y operar separadamente del cerebro  y del organismo material refuerza mi creencia en que el alma transciende al cuerpo.”
Esas anotaciones demuestran que la inmortalidad y la  individualidad del alma, bien como su consecuente evolución infinita, són una necesidad lógica para todos aquellos que creen en un Dios sabio y justo.

                     ¿Usted sabía?


Que el Dr. Charles Richet,, premio Nobel de Fisiología en 1913 y creador de la Metapsíquica, investigó, por largo tiempo, los fenómenos de apariciones tangibles  de personas ya fallecidas?
El pudo observar y conversar con esos espíritus, materializados, obteniendo de ellos informaciones valiosas acerca de la vida después de la muerte.
Sus principales obras en esa materia fueron: “Tratado de Metapsíquica”, “El Sexto sentido”, “El futuro de la Premonición” Y “La Gran Esperanza”.

Redacción de Momento Espirita 


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        LA CARNE ES DÉBIL

(Este estudio se ha publicado en la Revue Spirite de París, en 1869, y por consiguiente no pertenece a las Obras Póstumas. Lo incluimos aquí por su importancia
-Sociedad Anónima Propagadora del Espiritismo)



Hay pensamientos viciosos que evidentemente son inherentes al Espíritu,porque tienden más a lo moral que a lo físico: otros más bien parecen la consecuencia del organismo y por esta razón, se cree que en ellos hay menos responsabilidad. Tales son las predisposiciones a la cólera, a la malicie, a la sensualidad, etc.
Esta perfectamente reconocido hoy por los filósofos espiritualistas que los órganos cerebrales, correspondiendo a las diversas aptitudes, deben su desarrollo a la actividad del Espíritu; que este desarrollo es, pues, un efecto y no una causa.
Un hombre no es músico porque tiene la protuberancia de la música, sino que tiene la protuberancia de la música porque su Espíritu es músico.
Si la actividad del Espíritu obra sobre el cerebro, debe obrar igualmente sobre las demás partes del organismo. El Espíritu es así el artista de su propio cuerpo, que amolda, por decirlo así, con objeto de apropiarlo a sus necesidades y a la manifestación de sus tendencias. Dado esto, la perfección del cuerpo en las razas adelantadas sería el resultado del trabajo del Espíritu, que perfecciona su organismo a medida que aumenta sus facultades. (El Génesis según el-Espiritismo,Cáp. II; Génesis Espiritual).
Por una consecuencia natural de este principio, las disposiciones morales del Espíritu deben modificar las cualidades de la sangre, darle más o menos actividad, provocar una secreción más o menos abundante de bilis o de otros fluidos. Así es,por ejemplo, como el glotón se siente venir la saliva o, como vulgarmente se dice,el agua a la boca, al ver un manjar apetitoso. No es el manjar quien puede sobrexcitar el órgano del gusto, puesto que no hay contacto: es, pues, el Espíritu,cuya sensualidad se ha despertado, quien obra por el pensamiento sobre este órgano, mientras que la vista de este manjar no produce efecto alguno .en otro Espíritu. Lo mismo sucede con todos los apetitos, con todos los deseos provocados por la vista.
La diversidad de las emociones no puede explicarse en muchos casos sino por la diversidad de las cualidades del Espíritu. Tal es la razón por que una persona sensible vierte fácilmente lágrimas: no es la abundancia de las lágrimas la que da la sensibilidad al Espíritu, sino la sensibilidad del Espíritu es la que provoca la secreción abundante de lágrimas. Bajo el imperio de la sensibilidad se ha modelado el organismo sobre esta disposición normal del Espíritu, como se ha modelado sobre la del Espíritu glotón.
Siguiendo este orden de ideas, se comprende que un Espíritu irascible debe infundirse en un temperamento bilioso: de donde se deduce que un hombre no es colérico porque es bilioso, sino que es bilioso porque es colérico. Lo mismo sucede con todas las demás disposiciones instintivas. Un Espíritu débil e indolente dejará a su organismo en un estado de atonía en relación con su carácter, en tanto que si es activo y enérgico, dará a su sangre y a sus nervios cualidades completamente distintas. La acción del Espíritu sobre el físico es de tal modo evidente, que se ve con frecuencia producirse por el efecto de violentas conmociones morales grandes desórdenes orgánicos. La expresión vulgar: La emoción le ha vuelto la sangre, no es tan desnuda de sentido como pudiera creerse; luego, ¿Quién ha podido volver la sangre sino las disposiciones morales del Espíritu?
Este efecto es sensible, especialmente en los grandes dolores, las grandes alegrías y los grandes sustos, cuya reacción puede hasta causar la muerte. Se ven gentes que mueren de miedo de morir; ¿que relación existe, pues, entre el cuerpo del individuo y el objeto que causa su espanto, objeto que, con frecuencia, no tiene realidad alguna? Se dice: es efecto de la imaginación: sea; pero, ¿que es la imaginación sino un atributo, un modo de sensibilidad del Espíritu? Difícil parece atribuir la imaginación a los músculos y a los nervios, porque entonces no se explicaría por que estos músculos. Y estos nervios no tienen siempre imaginación; por que no la tienen ya después de la muerte; por que lo que en unos causa un espanto mortal, excita el valor en otros, etc.
De cualquier sutileza que se use para explicar los fenómenos morales por las solas propiedades de la materia, se cae inevitablemente en un laberinto, en cuyo fondo se percibe, en toda su evidencia y como única solución posible, el ser espiritual independiente, para quien el organismo no es sino un medio de manifestación, como el piano es el instrumento de las manifestaciones del pensamiento del músico. Del mismo modo que el músico armoniza su piano, puede decirse que el Espíritu armoniza su cuerpo para ponerlo al diapasón de sus disposiciones morales.
Es curioso, en verdad, ver al materialismo hablar incesantemente de la necesidad de levantar la dignidad del hombre, cuando se esfuerza por reducirlo a un pedazo de carne que se pudre y desaparece sin dejar ningún vestigio; reivindicar para él la libertad como un derecho natural, cuando le considera solo un mecanismo sin responsabilidad de sus actos.
Con el ser espiritual independiente, preexistente y sobreviviendo al cuerpo, la  responsabilidad es absoluta; pues, para la mayoría, el primero, el principal móvil de la creencia en la nada, es el espanto que causa esta responsabilidad, fuera de la ley humana, y a la cual creen escapar cerrando los ojos. Hasta hoy ninguna buena definición tenía esta responsabilidad: no era mas que un terror vago, fundado, es preciso reconocerlo, en creencias no siempre admisibles por la razón: el Espiritismo la demuestra como una realidad patente, efectiva, sin restricción, como una consecuencia natural de la espiritualidad del ser; por eso ciertas gentes tienen miedo al Espiritismo, que les turbaría en su inquietud, colocando frente a ellos el terrible tribunal del porvenir. Probar que el hombre es responsable de todos sus actos, es probar su libertad de acción, y probar su libertad, es elevar su dignidad.
La perspectiva de la responsabilidad fuera de la ley humana es el elemento moralizador más poderoso; a este fin conduce el Espiritismo por la fuerza de las cosas.
Según las precedentes .observaciones fisiológicas, puede, pues, admitirse, que el temperamento es, en parte al menos, determinado por la naturaleza del Espíritu, que es causa y no es efecto. Decimos en parte, porque hay casos en que el físico influye evidentemente sobre lo moral; por ejemplo, cuando un estado mórbido o anormal esta determinado por una causa externa accidental,independiente del Espíritu, como la temperatura, el clima, los vicios hereditarios de constitución, un mal pasajero, etc. La moral del Espíritu puede entonces estar afectada en sus manifestaciones por el estado patológico, sin que su naturaleza intrínseca sea modificada.
Excusarse de las malas acciones por la debilidad de la carne, no es, pues, más que un pretexto para escapar a la responsabilidad. La carne no es débil sino porque el Espíritu es débil, lo que cambia la cuestión y deja al Espíritu la responsabilidad de todos sus actos. La carne, que no tiene pensamiento ni voluntad, no prevalece nunca sobre el ser pensador y que quiere; el Espíritu es quien da a la carne las cualidades correspondientes a sus instintos, como un artista imprime a su obra material el sello de su genio. El Espíritu, libre de los instintos de la bestialidad, se amolda un cuerpo que ya no es un tirano para sus aspiraciones hacia la espiritualidad de su ser: entonces es cuando el hombre come para vivir, porque vivir es una necesidad, pero no vive ya para corner.
La responsabilidad moral de los actos de la vida, queda, pues íntegra; pero la razón dice que las consecuencias de esta responsabilidad deben ser proporcionadas al desarrollo intelectual del Espíritu; cuanto más ilustrado, le es menos excusable, porque con la inteligencia y el sentido moral nacen las nociones del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto. El salvaje, muy próximo todavía a la animalidad, que cede al instinto del bruto comiéndose a su semejante, es, sin duda,menos culpable que el hombre civilizado que comete simplemente una injusticia.
También en la medicina encuentra esta ley su aplicación y da la razón del mal éxito de aquella en ciertos casos. Desde el momento que el temperamento es un efecto y no una causa, los esfuerzos intentados para modificarlo pueden ser paralizados por las disposiciones morales del Espíritu, que opone una resistencia inconsciente y neutraliza la acción terapéutica. Es, pues, preciso obrar sobre la causa principal: si se consigue cambiar las disposiciones morales del Espíritu, el temperamento se modificará él mismo bajo, el imperio de una voluntad diferente o, por lo menos, la acción del tratamiento médico será secundada en vez de ser contrarrestada. Dad, si es posible, valor al poltrón y veréis cesar los efectos fisiológicos del miedo: lo mismo sucede con las demás disposiciones.
Sin embargo, ¿se dirá, el médico del cuerpo, puede hacerse médico del alma?
¿Está en sus atribuciones hacerse el moralizador de sus enfermos? Si,indudablemente, hasta cierto punto; es hasta un deber que un buen médico no desatiende nunca, desde el instante que ve en el estado del alma un obstáculo al restablecimiento de la salud del cuerpo; lo esencial es aplicar el remedio moral con prudencia, tacto y oportunidad, según las circunstancias. Desde este punto de vista, su acción es forzosa- mente circunscrita, porque, además de no tener el médico sobre el enfermo más que un ascendiente moral, una transformación del carácter es difícil en cierta edad: a la educación primera es a quien incumbe esta clase de cuidados. Cuando desde la cuna la educación se dirija en este sentido, cuando se trate de ahogar en su germen las imperfecciones morales, como se
hace para las imperfecciones físicas, el médico no encontrará ya en el temperamento un obstáculo contra el cual es impotente su ciencia las mas de las veces.
Este es, como se ve, todo un estudio pero un estudio completamente estéril,en tanto que no se cuide de la acción del elemento espiritual en el organismo.
Participación incesantemente activa del elemento espiritual en los fenómenos de la vida: tal es la clave de la mayor parte de los problemas contra los que se estrella la ciencia; cuando la ciencia haga tener en cuenta la acción de este principio, verá abrirse ante ella horizontes completamente nuevos. El Espiritismo demuestra esta verdad.

A. Kardec
              
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