sábado, 28 de septiembre de 2024

Solidaridad entre los diferentes mundos

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.-Resignación espírita

2.-La amistad real

3.- La palabra

4.- Solidaridad entre los diferentes mundos

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                  RESIGNACIÓN ESPIRITA

Una de las acusaciones que se hacen al Espiritismo es la de llevar el hombre al conformismo. 

“Los espiritas se conforman con todo, – nos escriben – y de esa manera acabarán impidiendo el progreso, creando entre nosotros un clima de marasmo, favorable a la tiranía política del Oriente. La idea de la reencarnación es el caldo de cultura del despotismo, pues las masas creyentes se entregan a cualquier yugo”.

      Muchos confunden la resignación espirita con el conformismo religioso. Pero, contradictoriamente, acusan el Espiritismo y no acusan a las religiones. Por otro lado, quitan conclusiones teóricas de hechos que pueden ser observados en la práctica. La idea de la reencarnación no es nueva, no nació con el Espiritismo, y no necesitamos teorizar al respeto, pues tenemos toda la historia de la humanidad ante nuestros ojos, para mostrarnos prácticamente sus efectos.

     Vamos, sin embargo, en orden. Y tratemos, primero, de la resignación y del conformismo. La resignación espirita transcurre, no de una sumisión místico-religiosa a las fuerzas incontrolables, sino de una comprensión del problema de la vida. Cuando el espirita se resigna, no está sometiéndose por el miedo, sino sólo aceptando una realidad a la cual tendrá que sujetarse, exactamente para superarla, para vencerla. No es, pues, el conformismo que se manifiesta en esa resignación, sino la inteligente comprensión de que la vida es un proceso en desarrollo, dentro del cual el hombre tiene que equilibrarse.

¿Acaso no es así como hacemos todos, espiritas y no-espiritas, en nuestra vida diaria? ¿El lector inconforme no es también obligado, diariamente, a aceptar una porción de cosas de las que le gustaría huir? Pero la diferencia entre resignación o aceptación, de un lado, y conformismo, de otro, es que la primera actitud es activa y consciente, mientras la segunda es pasiva e inconsciente. El Espiritismo nos enseña a aceptar la realidad para vencerla.

“Si la enfermedad lo acosa– dicen  el espirita entiende que está siendo víctima del fatalismo kármico, del destino irrevocable. Si la muerte le roba un ser querido, él cree que no debe llorar, sino agradecer a Dios. Si el patrón lo castiga, él se somete; si el amigo lo traiciona, él perdona; si el enemigo le golpea en la mejilla izquierda, él le ofrece la derecha. El Espiritismo es la doctrina de la despersonalización humana”.

     Pero acontece que esa despersonalización no es enseñada por el Espiritismo, sino por el Cristianismo.

     Cuando el Espiritismo enseña la conformidad delante de la enfermedad y de la muerte, el perdón de las ofensas y de las traiciones, nada más está haciendo que repetir las lecciones evangélicas. Ahora, como el lector acusa el Espiritismo en nombre del Cristianismo, es evidente que está en contradicción. Además de eso, conviene aclarar que no se trata de despersonalización, sino de sublimación de la personalidad. Lo que el Cristianismo y el Espiritismo quieren es que el hombre egoísta, brutal, carnal, agresivo, animalesco, sea sustituido por el hombre espiritual. La “personalidad” animal debe dar lugar a la verdadera personalidad humana: la espiritual.

En cuánto al caso de las enfermedades, sería oportuno acordar al lector las curas espíritas. ¿No llega eso para demostrar que que no hay fatalismo kármico? Lo que hay es la comprensión de que la enfermedad tiene su papel en la vida humana. Pero cabe al hombre, en ese terreno, como en todos los demás, luchar para vencerla. El Espiritismo, lejos de ser una doctrina conformista, es una doctrina de lucha. El espirita lucha incesantemente, día y noche, para superar el mundo y superarse a sí mismo. Conociendo, sin embargo, el proceso de la vida y sus exigencias, no se tira ciegamente a la lucha, sino que busca realizarla con inteligencia, en un constante equilibrio entre sus fuerzas y el poder de los obstáculos.

J. HERCULANO PIRES

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                          LA AMISTAD REAL                                 


      Un gran señor que supo amontonar sabiduría, más allá de la riqueza,
auxiliaba a diversos amigos pobres, en el mantenimiento del buen animo en la lucha por la vida.
      Sintiéndose más viejo, llamó al hijo para que cooperara. El joven debía aprender con él a distribuir gentilezas y bienes.
      Para comenzar, lo envió a la residencia de un compañero de muchos años, al cual destinaba trescientos cruceiros mensuales.
     El joven siguió sus instrucciones.
     Viajó seis kilómetros y encontró la casa indicada. Pero contrariamente a lo que él esperaba, no halló una vivienda en ruinas. El domicilio, a pesar de ser modesto, mostraba encanto y confort. Las flores perfumaban el ambiente y albo lino vestía los muebles con belleza y decencia.
      El beneficiario de su padre lo saludó con efusiva alegría, y, después de una inteligente conversación, mandó a traer el café en un servicio agradable y distinguido. Le presentó a los familiares y amigos que se desenvolvían felices,
en una aureola enorme de salud y alegría.
      Dándose cuenta de la tranquilidad y la abundancia, allí reinantes, el portador regresó al hogar, sin entregar la dádiva.
– ¿Para qué? – Conversaba consigo mismo – aquel hombre no era un mendigo. No parecía tener problemas que mereciesen compasión y caridad.
      En verdad, su progenitor se engañaba.
      De vuelta, explicó a su viejo padre, con detalles, restituyéndole el importe de que fuera emisario.
      El anciano, con todo, después de oírlo tranquilamente, retiró más dinero de la cartera, dobló la cantidad y consideró:
– Hiciste bien, volviendo hasta aquí. Ignoraba que nuestro amigo estuviese bajo más amplios compromisos. Vuelve a la residencia de él y, en vez de trescientos, entrégale seiscientos cruceiros, mensualmente, en mi nombre, de ahora en adelante. Su nueva situación reclama recursos duplicados.
– Pero, padre mío – acentuó el mozo – no se trata de una persona en posición miserable. Por lo que supongo, el hogar de él posee tantas comodidades como el nuestro.
– Descanso bastante con la noticia – exclamó el viejo, e imprimiendo tierna censura a la voz consejera y añadió:
– Hijo mío, si no es lícito dar remedio a los sanos y limosnas a los que no precisan de ellas, semejante regla no se aplica a los compañeros que Dios nos confió. Quien socorre al amigo, solamente en los días de extremo infortunio, puede ejercer la piedad que humilla en vez del amor que santifica.
      Quien espera el día del sufrimiento para prestar el favor, muchas veces no encontrará sino silencio y muerte, perdiendo la mejor oportunidad de ser útil. No debemos exigir que el hermano de jornada se convierta en un mendigo, con el fin de parecer superiores a él, en todas las circunstancias. Tal actitud de nuestra parte representaría crueldad y dureza. Extendámosle nuestras manos hagámoslo subir hasta nosotros, para que nuestro concurso no sea orgullo vano. Toda la gente en el mundo puede consolar la miseria y compartir las aflicciones, pero son raros los que aprenden a acentuar la alegría de los entes amados. El amigo verdadero, con todo, sabe hacer esto.
      Vuelve, pues, y atiende mi consejo para que nuestro afecto constituya una sementera de amor para la eternidad. Nunca desees improvisar necesitados, alrededor de nuestra puerta y, sí, crear compañeros para siempre.
      Fue entonces que el joven, envuelto en la sabiduría paterna, cumplió cuanto le fue determinado, comprendiendo la sublime lección de la amistad real.

NEIO LÚCIO
FRANCISCO CANDIDO XAVIER

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                                     LA PALABRA

Poderoso vehículo de comunicación, la palabra es un instrumento que pocos utilizan como deberían.
La buena palabra eleva y consuela, enseña y corrige, ampara y salva.
La palabra mala envenena y mata, enloquece y fulmina, desequilibra y arma de odio.
Muchos hablan sin pensar, generando antipatías y fomentando crímenes.
Otros piensan sin hablar y pierden las oportunidades edificantes de sustentar el ideal del bien y de la vida.
Hablar por hablar expresa desequilibrio, tanto como callar siempre, denota una enfermiza introspección.
Dispone de ese bienaventurado instrumento que es la palabra, para preservar la vida y enriquecernos de bendiciones.
Usa el verbo con sabiduría, enseñando, ayudando e impulsando a las personas haciael avance y el progreso.
Articula la palabra sin griterío ni desorden emocional, de modo que se torne agradable, inspirando a los que te escuchan y generando simpatía.
El arte de hablar es una conquista que todos deben lograr.
No practiques esgrima con tu verbo, ni lo sepulten en el mutismo de la alineación.
Habla sobre el bien, el amor y la esperanza, promoviendo la alegría entre las criaturas y enseñándoles a adquirir seguridad personal, en el proceso de la evolución.
Episodios Diarios
Juana de Ángelis/ Divaldo Franco

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SOLIDARIDAD ENTRE LOS DIFERENTES

                             MUNDOS


      Volviendo al siglo XIX, el insigne codificador espírita, continuando con esa nueva visión de la vida y de aquello que nos rodea, dedica un capítulo en la obra “El Evangelio según el Espiritismo” al tema de la pluralidad de mundos habitados. En el III, con el título “Hay muchas moradas en la casa de mi Padre”, profundiza en el tema en el apartado titulado: “Diferentes categorías de mundos habitados”; aquí nos habla de los diferentes niveles evolutivos de los planetas y de sus humanidades, dividiéndolos de la forma siguiente:

* Mundos primitivos.- Destinados a las primeras encarnaciones del alma humana.
* Mundos de expiación y prueba.- En donde el mal domina y de los que cuesta mucho salir.
* Mundos regeneradores.- En donde las almas que aún tienen que corregirse adquieren nuevas fuerzas, progresando sin entorpecimientos, tan sólo teniendo que lidiar con las deficiencias propias.
* Mundos felices.- En donde el bien adquiere una dimensión superior, sobrepujando definitivamente al mal.
* Mundos divinos.- Morada de los espíritus purificados, en donde el bien reina sin mezcla alguna.

      Posteriormente, en el apartado INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS, el espíritu de San Agustín incide especialmente en los mundos de Expiación y Prueba, como el nuestro actual; y sobre los mundos de regeneración, explicando a grosso modo sus características principales desde el punto de vista espiritual y moral, para pasar, por último, en el apartado titulado “Progresión de los mundos”, a afirmar: “Ha llegado (la Tierra) ya a uno de sus periodos de transformación, en que de mundo de expiación va a pasar a ser un mundo regenerador; entonces los hombres serán en ella felices, porque reinará la ley de Dios” (San Agustín, París, 1862).
      Como podemos observar, está hablando del proceso planetario que está sufriendo actualmente la Tierra. Una Transición Planetaria que elevará a este mundo a uno de categoría superior, con todo lo que ello implica. Las humanidades progresan, es la ley, pero los mundos que las albergan también. No pueden estar indefinidamente sujetos a un rol, a una categoría; esto iría en contra de la ley de la evolución; del mismo modo que, en un pasado remoto, este globo fue promovido de Mundo Primitivo a Mundo de Expiación y Prueba.

      Por otro lado, un mundo de regeneración, además de las características ya mencionadas, posee una de gran importancia, y es la posibilidad real de un contacto físico con otras civilizaciones.

      También, en la obra del mismo autor “LA GÉNESIS”, en el capítulo 6, apartado “LA VIDA UNIVERSAL”, ítem 54, afirma: “Sabemos con certeza, que las obras de Dios son creaciones del pensamiento y la inteligencia, y que los mundos son la residencia de los seres que los contemplan y descubren en ellos, tras los velos, el poder y la sabiduría de quien los creó. Pero lo que interesa conocer es que las almas que los pueblan son solidarias entre sí”.

      ¿De qué clase de solidaridad nos están hablando?

      A continuación, en el ítem 56, agrega: “Si esos astros, que se armonizan en sus vastos sistemas, son habitados por inteligencias, no lo son por seres extraños unos de los otros, sino por seres marcados en la frente con el mismo destino, que deben reencontrarse en algún momento de acuerdo a sus funciones de vida y se buscarán según sus mutuas simpatías”.


      Como explica Kardec en los párrafos anteriores, existe una solidaridad entre los mundos, conexiones que nos vinculan unos a otros, aunque todavía no seamos capaces de entenderlo plenamente. Todo se armoniza en el Universo conformando una unidad de miras, en sus diferentes escalas con un propósito superior.


      Ellos, como nosotros, son espíritus en evolución, pero ya han superado determinadas etapas; lo que no ocurre todavía en nuestro mundo, en donde somos retenidos como parte del aprendizaje y consecuencia de nuestras limitaciones evolutivas temporales. En la medida en que dichas civilizaciones han ido progresando en todos los ámbitos del ser, la libertad de movimientos se ensancha, las posibilidades de trabajo en conjunto también, producto de la madurez y la capacitación adquirida durante muchos siglos. Es a partir de ese momento cuando se está en condiciones de superar las barreras físicas y tecnológicas, las distancias entre los mundos para socorrer, auxiliar, colaborar. Traducir, en una palabra, el amor universal emanado por nuestro Padre en hechos concretos y palpables. Tareas que requieren de intervenciones físicas para su realización, tanto en mundos de su mismo nivel evolutivo como en otros más rezagados. Eso sí, respetando siempre el libre albedrío de todos ellos y sin perturbar aquellas civilizaciones que no poseen un conocimiento espiritual avanzado, o que no están en disposición de entender todavía ni de valorar ese tipo de “solidaridad universal”.

Por otro lado, es a través del campo de la mediumnidad donde también se ha podido constatar esta realidad que nos ocupa, recogiendo valiosas informaciones dignas de estudio y análisis. Es significativa la pregunta 188 del “LIBRO DE LOS ESPÍRITUS”, en donde a pie de página encontramos una ampliación a la respuesta de los espíritus, realizada por Allan Kardec, a propósito de la longevidad humana en otros planetas: “Las condiciones de longevidad tampoco son en todas partes las mismas que en la Tierra y la edad no puede compararse. Una persona que había desencarnado hacía algunos años, fue evocada, y dijo que estaba encarnada hacía ya seis meses, en un mundo cuyo nombre nos es desconocido…”  Es decir, el espíritu comunicante estaba encarnado en otro planeta, poseía una materia física, y la había dejado momentáneamente para testimoniar en el que había sido su mundo hasta hacía pocos años.

      El estudio de la mediumnidad y sus múltiples variedades nos demuestra que espíritus encarnados pueden, por la facultad de aportes por ejemplo, manifestarse en cualquier lugar. Pueden, como en ese caso concreto, dejar sus cuerpos físicos en los lugares de origen, o incluso en las naves interplanetarias, para acudir espiritualmente a realizar una labor en nuestro plano físico, como lo haría cualquier espíritu libre. Ejemplos han existido en nuestro mundo; de estar su materia en reposo en un lugar concreto y manifestarse en otro.

      Lógicamente se comprende que para ello se necesitan ciertas facultades y un grado importante de elevación moral y espiritual.

- José M. Meseguer-
© Amor, Paz y Caridad, 2018
                                
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