INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.-Origen de los primeros seres humanos (mi versión)
2.-Leyes Universales: Autoanálisis
3.-Nunca pierda la oportunidad de aprender
4.- Allan Kardec, arquitecto del Espiritismo ( II )
***************************
Origen de los primeros Seres humanos
( mi versión)
Antes de intentar desarrollar el presente artículo, he de señalar que no es mi intención herir susceptibilidades, ni crear ciencia-ficción. Se trata de teorías y conclusiones propias, sacadas tras algunos años estudiando dos temas que aquí se relacionan: El fenómeno Ovni-Extraterrestres y los relatos bíblicos.
Normalmente los Seres espirituales cuando reencarnan habitan el mundo físico que les corresponde y les conviene más, pero sin embargo, a veces sucede que espíritus de un grado determinado ante un inmediato cambio de ciclo planetario del mundo que habitan, por no haber merecido continuar habitando en él, pasan a habitar masivamente otros mundos de inferior categoría evolutiva a la alcanzada por ellos mismos, debido a tener algo pendiente que saldar en esos mundos y de paso cuando regresan a un mundo inferior, al no perder lo ganado en su mundo de origen, y mediante su superior evolución personal e individual, impulsan la evolución de los habitantes que pueblan ese mundo atrasado para ellos.
Este fue el caso de
la “Raza Adámica” (
recordemos el bíblico y mítico relato de Adán y Eva, representados como dos
seres humanos individuales que engendraron a toda la humanidad iniciando así un
descomunal incesto que dura hasta nuestros días).
Cuando
los “Hijos de Dios” fueron expulsados del “Paraiso” (tal como relata la Bíblia,
refiriéndose el “Paraíso” al mundo de procedencia de la
raza Adámica), porque llegaron “desterrados” desde su “Paraíso
perdido”( en otro lejano planeta), y en la Tierra, se mezclaron con “las hijas
de los hombres” (las hijas de “Eva”, o raza
humana primitiva descendiente directo del “Cromagnon”).
Llegados a este
punto, he de hacer dos incisos para añadir lo siguiente: El mundo de
procedencia de los Seres espirituales que llegaron a la Tierra, era un planeta
de la estrella llamada Capella, de la constelación de Cochero.
Las
razas primarias que habitaban anteriormente la Tierra, Cromagnon y Neardenthal,
se fueron formando y agrupando a partir de las estirpes de simios que habían
evolucionado, abandonando las copas de los árboles selváticos, y descendiendo a la
tierra, donde agrupados fueron cambiando sus hábitos de vida y evolucionaron hasta
el prototipo humano. De aquí surge otra interrogante: ¿Por qué determinadas
estirpes de simios evolucionaron hasta el prototipo humano, mientras otras han
permanecido siendo simios, miembros de la escala animal?; ¿Pudo haber habido
alguna intervención tecnológica exterior a la Tierra para que esto sucediera?.
Difícil planteamiento que por ahora me temo que queda sin posible respuesta.
Pero volvamos a los desterrados de Capella. Estos “ Hijos de
Adán”, recién llegados de otro mundo de donde fueron expulsados ( unos en
espíritu y otros en cuerpo físico, siendo estos trasladados hasta
aquí en naves interestelares similares a las que aún hoy
en día, aparecen en nuestros cielos sobre los campos, mares y ciudades), y
sigue diciendo el relato bíblico: “ encontrando hermosas a las “hijas de los
hombres” (terrícolas), se cruzaron o emparejaron con ellas, forjando
una nueva raza de “gigantes de seis dedos”, tal como describe literalmente el texto
bíblico En
nuestra época reciente, la ciencia ha confirmado su probable realidad al
descubrir yacimientos de restos fósiles de tales gigantes de seis dedos; ( tal vez estos
primeros padres inter-espaciales tienen un cuerpo físico que algunos
de ellos, además de tener en relación a nosotros una exagerada
estatura, también podría ser que tuviesen seis dedos en cada mano,
tal como describe el relato de la Bíblia).
Precisamente se conocen tres tipos de “seres
extraterrestres” en general, ( probablemente haya más, pues sus procedencias
desde el Cosmos son variadas) : los hay de baja estatura, amplia capacidad
craneal, y seis dedos; otros similares, pero de estatura y aspecto más
semejante a nosotros, y otros de estaturas altísimas asombrosas, aunque
conservan un aspecto humano como nosotros, parecidos al tipo nórdico : además de la estatura,
son de tez blanca, cabellos rubios y ojos azules.
Aparte de las migraciones de Espíritus de un mundo a otro, es de señalar que
de modo excepcional, existen algunos Seres espirituales de muy elevado rango
evolutivo que reencarnan voluntariamente en mundos inferiores, en
misión de ayuda por Amor a las Humanidades que los pueblan. Para no causar recelos
ni rechazos, reencarnan en la misma raza y prototipo físico que los habitantes
de la tierra de nacimiento. Entre estos los hay de grado muy elevado, siendo
mencionados como Avatares, Mesías, Profetas, Enviados, etc, que han
venido a la Tierra en diferentes épocas y lugares para ejercer
una importante misión de carácter social o espiritual, ayudando así
a evolucionar a la Humanidad o a un sector de la misma. Se puede apreciar
fácilmente en todos ellos, una misma y elevada moralidad que se
asemeja paralelamente a la enseñada por Jesús Cristo, basada en el
Amor al Padre mediante el amor al prójimo y a toda la Creación.
- José L. Martín -
***********************************
*************************
NUNCA PIERDA LA
OPORTUNIDAD DE APRENDER
Nunca pierda la oportunidad de aprender con una dificultad. Aprender, generalmente, es destruir una visión y construir una nueva perspectiva.
Cuando alguien para y se cuestiona sobre los motivos de estar enfrentando un problema, infelizmente, la mayoría encuentra la respuesta de modo errado: culpando al otro. La culpa es del jefe, del compañero, de los padres, del empleado.
El otro nunca es la respuesta para sus problemas. Si usted no aprende con la dificultad, va a repetirla hasta el infinito. Va a cambiar de empleo, de compañero, de empleados.... pero cuando se de cuenta de que cambió a las personas y el problema continúa siendo el mismo y se repite.
Las dificultades son oportunidades de aprendizaje y cuando perdemos esa lección, el dolor se torna inútil.
Para todo problema existe una solución. Además, esta es una definición: el problema es un acontecimiento siempre acompañado de solución. Cuando usted no tenga una solución será necesario definir cual es el problema.
Usted descubre que no tiene dinero para pagar las cuentas. Está bien, no tener dinero es un problema, principalmente si los acreedores le están cobrando y los intereses aumentando. La solución, ciertamente se inicia por el recorte de gastos, continúa con una negociación con los acreedores y alguna acción para ganar más dinero. Al final aprendió de esa situación que parecía tener solo un aspecto negativo. Usted:
- Aprendió a gastar de acuerdo con sus ingresos.
-Aprendió a ser humilde para negociar con los acreedores.
- Aprendió a ganar más.
¡ La solución siempre existe! Y en la mayor parte de las veces, la persona sabe cual es. Lo difícil es tener el coraje de realizarla. Nunca pierda la oportunidad de aprender con una dificultad.
Aprender generalmente es destruir una visión y construir una nueva perspectiva.
Y, principalmente, tenga la certeza de que el problema será resuelto. Si usted tuviese alguna duda, piense de esta manera: si muriese ahora, ¿ cual sería la evolución del problema?. ¿ Se da cuenta?. Él será resuelto de alguna manera.
La única cosa que no funciona es juzgar en el otro la responsabilidad de sus dificultades. El odio bloquea la creatividad y solo empeora las cosas. Las personas que alguien llama como enemigos, son los mejores maestros que la vida nos ofrece para ayudarnos a aprender las lecciones de crecimiento. Ellos nos mantienen preparados para poder evolucionar. Después que usted resuelve una dificultad, agradece a esa persona por enseñarle una lección. Por eso, Luis A. Gasparetto dijo: " Perdonar es descubrir que usted no tiene razón ninguna para perdonar, es solo vivir lo aprendido. Eso solo acontece cuando usted aprovecha la oportunidad para crecer". Si guarda odio contra alguien, piense en la lección que usted tiene que aprender y su vida será mucho mejor.
( Aportado por Claudia Dantas )
*****************************

...//... Igual que para la educación del género humano, hizo obra de educación en su trayectoria de difusión espírita, aclarando punto por punto todos los conceptos de esta nueva espiritualidad a la luz de rigurosas observaciones y experiencias. Con un extraordinario espíritu de síntesis, efectuó un inmenso trabajo de compilación y comparación, agotando a los médiums haciendo preguntas en forma cruzada, volviendo atrás sobre los puntos oscuros o mal definidos. A cada instante aplicó, con inteligencia y método la topología educativa de Henri Pestalozzi: partir del hecho bruto, del elemento “natural”, para la fuerza de experimentación y de observación, pero también de abstracción y de intuición, establecer el precepto educativo, teórico y científico del espiritismo. Con respecto a la difusión de la nueva filosofía y ciencia espírita, fue un infatigable comunicador, brillante orador, conferencista contundente, pero a quien también le encantaba recibir en su casa a los numerosos visitantes que querían conocerlo. Con ese público atraído por las ideas espíritas, era el mismo pedagogo benevolente, que explicaba con un rigor sin fallas las menores dificultades de comprensión, procediendo siempre de lo conocido a lo desconocido, de lo simple a lo compuesto, haciendo tocar con los dedos las verdades esenciales, y no confiando al espíritu más que lo que había sido captado por la inteligencia. Ante cada crítica, sabía elevar un razonamiento irrefutable, de una claridad y una lógica temibles, porque era verdadera y justa.
Esa manera de actuar, ese comportamiento de rigor y método, le permitió al espiritismo salir de los balbuceos y los hábitos de la interpretación subjetiva y empírica, al darle las armas pacíficas para oponerse a todas las contradicciones, intolerancias y otros múltiples ataques que tuvo a sufrir en repetidas oportunidades.
Aún hoy, el edificio establecido por Allan Kardec sigue teniendo una notable coherencia y es la primera obra de referencia sobre ese mundo espiritual paralelo, en permanente interacción con nuestro mundo material, y las leyes que rigen esa interacción. En primer lugar Kardec aportó esa pedagogía indispensable a la tarea de estructuración, luego de difusión, de los principios espíritas. Por otra parte, el retrato hecho por Anna Blackwell, la traductora inglesa de su obra en el siglo XIX, es revelador de lo que era el hombre y su personalidad: “Allan Kardec es de estatura media, robusto, de cabeza ancha, redonda, firme, con rasgos marcados y ojos gris claro, que más bien parece alemán que francés. Es enérgico y tenaz, pero de un temperamento tranquilo, prudente y realista hasta de una cierta frialdad. Incrédulo por naturaleza y por educación, de una razón lógica y precisa, eminentemente pragmático en ideas y acciones, se distancia tanto del misticismo como del entusiasmo. Serio, poco dado a la charlatanería, sin afectación, pero con una cierta dignidad tranquila, resultado de la seriedad y la independencia de criterio, que son los rasgos distintivos de su carácter, no busca ni evita las discusiones, pero sin aceptar críticas sobre el tema al cual ha dedicado toda su vida. Recibe amablemente a los innumerables visitantes que vienen de todas partes del mundo para hablar con ellos sobe las ideas de las que es el representante más autorizado, respondiendo a las preguntas y a las objeciones, resolviendo dificultades e informando a todos los investigadores serios con quienes habla libremente y con animación. Muestra en toda ocasión un rostro radiante, agradable, del que se transparenta su buen humor, aunque por su sobriedad natural en sus maneras, nunca se le ve reír”.
Allan Kardec, el científico
Dentro del esfuerzo de investigación positiva y de experimentación que caracteriza al fundador del espiritismo, el conjunto de sus trabajos responde a un mismo enfoque, el que ya había sido vislumbrado por E. Swedenborg, que responde a la noción de rigor científico y que parte del hecho registrado. Es también el que ya había sabido desarrollar el brillante espíritu del niño en la escuela de Pestalozzi. Recomendando a quien quisiera conocer en serio el espiritismo obligarse al estudio riguroso y profundo, él mismo definió un esbozo de metodología dentro de la observación pura y sistemática de las cosas. Así escribió en El Libro de los Médiums: “Toda enseñanza metódica debe proceder de lo conocido a lo desconocido. Para el materialista, lo conocido es la materia, partid pues de la materia, y procurad ante todo, haciéndosela observar, convencerle de que en él hay algo que escapa a las leyes de la materia”. Partiendo de la teoría espírita que se define como hipótesis de trabajo y extraída de la observación de hechos registrados, Allan Kardec invita luego a pasar revista a los fenómenos espíritas encontrados.
Éstos se vuelven entonces explicados o explicables: uno puede darse cuenta, comprender la posibilidad, conocer las condiciones en que pueden producirse y los obstáculos que pueden encontrar, y eso cualquiera que sea el orden en que sean llevados por las circunstancias. Derivando lógicamente de esa conducta, lo que se pone en juego es la repetición experimental y lo que debe permitir invalidar o confirmar la teoría inicial, siendo ésta susceptible de modificaciones a todo lo largo de las comprobaciones ulteriores producidas por esos mismos experimentos.
Este enfoque fenomenológico, presentido por Kardec en una época en que la ciencia moderna se encontraba en sus primeros balbuceos, no tiene nada que envidiar al moderno enfoque científico de los más grandes científicos de nuestro tiempo. Corresponde a la esencia misma del avance científico, tal y como lo aplicaron los grandes sabios de los años 1885 a 1925 sobre, por ejemplo, los fenómenos de materialización y de ectoplasmia por médiums de efectos físicos. Podemos resumir así las principales exigencias:
- Observación imparcial y sistemática de los hechos, - Sometimiento de los hechos a la experimentación dentro de la capacidad de repetición y renovación de las observaciones,
- Establecimiento de una teoría como hipótesis de trabajo,
- Comprobación experimental de la hipótesis y si fuera necesario ajustar la tesis inicial,
- Establecimiento de una ley general que considere la relación de causa a efecto, las mismas causas deben producir los mismos efectos.
Nunca se apartó Allan Kardec de esta línea de conducta, heredada de su formación en Yverdon con el contacto simple pero auténtico con la naturaleza, que agudizó su sentido de la observación meticulosa y atenta. He allí el considerable aporte que permitió al espiritismo encontrar su carta de nobleza para hacer juego de igual a igual con las ciencias, porque justamente contenía en él todos los atributos de la ciencia. Esa actitud dio al espiritismo una suerte de fianza moral que autorizó finalmente a romper el sobre oculto de las creencias y las supersticiones que le impedía ser lo que realmente es:
- una filosofía, pero este atributo es más fácil de comprender debido al vínculo manifiesto con las grandes cuestiones metafísicas del hombre,
- y una ciencia a carta cabal, para una época en que, para existir, la propia ciencia defendía lo contrario de una fe secular donde el pensamiento humano era comprimido desde hacía siglos por
la intolerancia religiosa (recordemos a Galileo) seguía siendo un reto desde el instante en que las nociones de alma, de comunicación con el más allá y de leyes divinas que allí están incorporadas, volvían a reducir más la idea espírita justamente a religión o creencia religiosa. No olvidemos que
en tiempos de Allan Kardec, catolicismo y Estado todavía estaban “naturalmente” unidos, que cuando él nació el primer dirigente del país había sido consagrado por el Papa, confirmando así su legitimidad de soberano de derecho divino por la gracia de Dios.
Allan Kardec, el arquitecto indispensable
Lejos de ser una actividad arbitraria, un pasatiempo, un entretenimiento o hasta un engañabobos, la esencia misma del espiritismo se halla muy en otra parte. Para Kardec, se trata a la vez de una investigación científica y filosófica, reunir estas dos nociones convertidas en enemigas, en primer lugar porque el objetivo no es gratuito, luego porque los resultados alcanzados son indudables, y por último porque las consecuencias que impone son de un alcance y un poder capitales para la evolución y el porvenir de la humanidad. Si el espiritismo como doctrina filosófica pudo ser fundamentado científicamente, se lo debe a la particular formación de su codificador, pero también a su personalidad y su carácter. En suma, en 1854 hubo un feliz encuentro —¡pero finalmente no tan arriesgado!— entre una ciencia que daba sus primeros pasos y un hombre muy cultivado y avezado en las exigencias más objetivas del rigor científico, que hasta muchos de sus detractores saludaron.
Si bien la vida de pedagogo como H. L. D. Rivail al servicio de la instrucción pública durante más de un cuarto de siglo dejó algunas huellas a través de una docena de obras reconocidas y adoptadas por la Universidad de Francia, fue el espiritismo el que hizo salir del anonimato a Allan Kardec. A la inversa, fue él y nadie más quien salvó el espiritismo del peligro de ser una simple fantasía, un entretenimiento de salón. A no dudarlo, no hubo casualidad en ese encuentro:
H. L. D. Rivail fue un espíritu comisionado para cumplir justamente esa inmensa tarea de estructuración y codificación de lo que significaba el espiritismo aun antes de que existiera la palabra. Y si pasó dos veces más tiempo en la instrucción que en el espiritismo, fue porque ciertamente era preciso sembrar las semillas en el mantillo del hombre ya fértil para recoger más tarde todas las cualidades y aptitudes necesarias para ese trabajo. No se explica el espiritismo si se olvida que un hombre de razón, humanista, honesto y riguroso, hizo los experimentos antes de poner por escrito las bases del concepto espírita. Bien lejos de significar que el espiritismo había planteado como hipótesis inicial la existencia e intervención de los espíritus o cualquier otro principio de su filosofía (reencarnación, etc.) “el espiritismo llega a la existencia de los espíritus cuando esa existencia es resaltada con evidencias por la observación de los hechos” como diría él a la inversa. Si los espíritus no se hubieran manifestado, nunca hubiera habido filosofía, ciencia o moral espírita derivadas de ello. Sin su enseñanza, ningún hombre —habría sido un genio— hubiera podido encontrar los principios, las leyes y las reglas de conducta del espiritismo, y H. L. D. Rivail jamás se hubiera convertido en Allan Kardec y finalmente no se le habría concedido mayor interés.
Soporte esencial para la investigación metapsíquica
Así, es evidente que hacía falta un espíritu del temple de Allan Kardec, con el método y el rigor que fueron suyos, para demostrar a los filósofos que el espiritismo no es una doctrina abstracta, a los religiosos que no es una nueva secta, y finalmente a los científicos que el ámbito espírita es tan natural como el de la biología, la física o la química para citar sólo estas. Comprender el espiritismo significa, para todos y cada uno de los que se interesan con seriedad en el asunto, comprender y conocer a su fundador en su vida y en la obra que ha legado en herencia para toda la humanidad. Si fue inseparable de un hombre para que le diera el impulso, fue inseparable de los espíritus que permitieron esa enseñanza, pero sin embargo, no quedó encadenado al hombre para desaparecer con él. A partir de allí, el espiritismo pudo vivir y seguir viviendo su propia vida, enriquecerse con el avance de la ciencia y de las conciencias y marcar su independencia por su existencia propia, tal como el ser humano que crece después de haber sido parido. Es en ese sentido que Allan Kardec tuvo estas palabras algunos meses antes de su muerte: “El espiritismo no es más solidario con aquellos a quienes gusta llamarse espíritas que la medicina con los charlatanes que la explotan, ni la sana religión con los abusos o hasta crímenes cometidos en su nombre. No reconoce como adeptos sino a aquellos que ponen en práctica sus enseñanzas, es decir, que trabajan por su propio mejoramiento moral, esforzándose por vencer las malas inclinaciones, ser menos orgullosos, más dulces, más humildes, más pacientes, más benevolentes, más caritativos hacia el prójimo, más moderados en todas las cosas porque ese es el signo característico del verdadero espírita”. Nadie puede imaginar lo que hubiera ocurrido con la investigación parapsíquica sin el pensamiento kardecista que establece las bases ineludibles a toda reflexión sobre el asunto. Es justamente lo que proponen los diferentes artículos de esta revista explicando cómo las investigaciones, los trabajos y las obras de los continuadores, pudieron hacer avanzar la reflexión científica y filosófica a partir de esta arquitectura inicial establecida por Allan Kardec.
-Le Journal Espírita nº 81-
*********************************
No hay comentarios:
Publicar un comentario