INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- A tener en cuenta en las reuniones mediúmnicas ( 6 )
2.- Tiempos de transición
3.- Enfoques ante la propia muerte
4.- La muerte, bajo la perspectiva espiritista
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A TENER EN CUENTA EN LAS REUNIONES MEDIÚMNICAS ( 6 )
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Herminio
de Miranda propone que el
ambiente sea amplio y aireado, de tal modo que se evite la fatiga por la
intoxicación, debido al calor o a la falta de renovación de aire.
Una situación deseable, siempre que sea posible, sería la de programar las reuniones mediúmnicos para las ocasiones en las que el Centro Espírita no esté en la confluencia de muchas actividades simultáneas y febriles disminuyendo la agitación psíquica, sino favoreciendo el recogimiento indispensable para las manifestaciones espirituales.
Allan Kardec tuvo cuidado en no dogmatizar porque las leyes que rigen las relaciones entre los Espíritus y los hombres son flexibles, estableciendo la excepción y el criterio que lo determinaría, afirmando que los Espíritus comprometidos con las reuniones pueden comparecer a ellas en ocasiones diferentes de las habituales, presentándose con gusto si el fin es útil. Lo difícil es saber definir si es útil el fin perseguido. El fin anhelado por la reunión extraordinaria que pretendemos, no podrá ser atendida por los Espíritus si son fuera de tiempo.
Si es verdad que el Espiritismo vino a difundir ampliamente la mediúmnidad noble y popularizarla, liberándola del carácter esotérico con el que era considerada en el pasado, para que nadie se sintiese huérfano de la enseñanza espiritual, también es verdad que no podemos exponerla a un medio inadecuado bajo pena de tener a su luz eclipsada por nuestra precipitación.
( Continúa ....)
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TIEMPOS DE TRANSICIÓN
       Sin
duda, estamos viviendo Tiempos de transición, una etapa de la
humanidad en la que se están produciendo multitud de cambios en la sociedad.
Son momentos de transformación en todos los sentidos, que a mi juicio están
poniendo a prueba todos nuestros valores, todo aquello que hemos podido
aprender a lo largo de muchos siglos, ya que como espíritus en proceso de
evolución hemos gozado de múltiples existencias, animando diferentes
personalidades según las épocas, y experimentando aquellas vivencias que
necesitábamos para nuestro progreso.           
          
 El objeto de venir a una nueva existencia
no es otro que disponer de distintas facetas a desarrollar en diferentes
circunstancias y características, emprender nuevos retos, afrontar aquellos
proyectos necesarios para cada espíritu en particular, con el fin de
engrandecernos y desarrollar los atributos internos que poseemos. Así pues,
venimos unas veces animando personalidades masculinas, otras en cuerpo de
mujer; unas veces rodeados de lujo y poder, otras pasando miseria y necesidad.
Es decir, pasamos por la prueba de la riqueza y de la pobreza, de la salud y la
enfermedad, todo ello encaminado a nuestro progreso espiritual.   
                     
                     
      
 Asimismo, las leyes que rigen nuestra
evolución ya nos ponen en el camino aquello que sembramos en el pasado y que
ahora es el momento de recoger, tanto positivo como negativo. No se presentan
las pruebas y expiaciones por azar o casualidad, sino que obedecen a un
determinismo justo y sabio amparado por la sabiduría cósmica universal que rige
los destinos de universo, tanto material como espiritualmente. Mucho de cuanto
nos acontece en la vida a modo de retiros, pruebas, sufrimientos etc., viene
como consecuencia de esa siembra que hicimos en el pretérito.
De todo lo que vive y experimenta nuestra alma vamos aprendiendo.
Si hemos
aprovechado las diferentes existencias que la vida nos ha concedido como
auténticas oportunidades de aprendizaje, de rectificación y progreso, sabremos
qué hacer cuando se nos someta a prueba y no tengamos más remedio que 
tomar decisiones importantes. Pasaremos las nuevas pruebas, que son asignaturas
pendientes, exitosamente, y actuaremos en armonía y consonancia con la ley
natural, avanzado más rápidamente. Si no hemos aprendido de dichas existencias
y todavía vamos rezagados en cuanto a humildad y deseos de progreso,
tropezaremos en los mismos errores y no sabremos cuál es el camino cierto a
seguir; estaremos confusos o actuaremos dejándonos llevar por nuestro egoísmo,
tomando el camino más fácil, aquel que luego tendremos que desandar,
rectificando todos aquellos errores en los que hayamos podido incurrir. Para
eso nos preparamos en el plano espiritual antes de encarnar; hacemos una
revisión de todos aquellos débitos que tenemos, estudiamos las debilidades e
imperfecciones que nos llevaron a equivocarnos, a hacer un mal uso de nuestro
libre albedrío, y de todas aquellas acciones y circunstancias que propiciamos y
que hicieron que nos endeudáramos y contrajésemos responsabilidades con otros
espíritus que esperan que les restablezcamos en todo aquello en que les
perjudicamos.  Todo eso le lleva un tiempo al ser espiritual. Tiene que
hacerse consciente de todo cuanto pudo hacer y no hizo, de lo que hizo
equivocadamente; ha de entender que no se puede escapar de la justicia divina,
que con sus leyes imparciales e inexorables espera que retornemos al camino
recto y que corrijamos todos aquellos errores que, por ignorancia unas veces,
por egoísmo y comodidad otras, cometimos en el pasado y que más adelante
deberemos subsanar”.               
                     
                
Y ese momento siempre llega. A veces tarda siglos en llegar, pero las almas se reencuentran, la ley de justicia sale a su encuentro y llega un momento en el que ya no se puede esperar más. Son momentos de reajuste, de reconocer los errores, incluso las maldades, las imperfecciones, la falta de conocimiento de nuestro auténtico sentido de la existencia… todos ellos nos juegan malas pasadas y nos llevan a atentar hasta contra los seres más queridos, de nuestra propia familia. Entonces, la parte espiritual positiva, aquellos hermanos que velan por nuestro progreso, por nuestra rectificación, por nuestra felicidad, nos iluminan y aconsejan, haciéndonos ver nuestras actuaciones del pasado y el modo en que estas perturbaron y perjudicaron a nuestros deudos Llega el momento de la reconciliación en el que ese grupo de espíritus que se ven encadenados por sus odios y desencuentros del pasado tienen que tomar la decisión de perdonarse y de venir nuevamente a lavar aquellas faltas, aquellos hechos que nos produjeron tanto dolor y desencuentro, que son una mancha en nuestro libro de ruta y que nos convierten en esclavos de ese pasado turbio y convulso.
( Continúa y finaliza en el siguiente publicado)
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ENFOQUES  ANTE LA
PROPIA MUERTE
¿Hay,
en el estado futuro del espíritu, alguna diferencia entre el que, durante la
vida, temía la muerte, y el que la ve con indiferencia, y hasta con
alegría?
«La
diferencia puede ser muy grande; pero desaparece, no obstante, ante las causas
que
engendran ese temor o ese
deseo.- Ya se la tema, ya se la desee, puede uno ser movido a ello por muy
diversos sentimientos, y éstos son los que influyen en el estado del espíritu.
Es
evidente, por ejemplo, que en
el que desea la muerte sólo porque en ella ve el término de sus
tribulaciones, es ese deseo
una especie de murmuración contra la Providencia y contra las
pruebas que ha de sufrir».
982.
¿Es preciso hacer profesión de espiritismo y de creer en las manifestaciones,
para
asegurar nuestra suerte en la
vida futura?
«Si
así fuese, se seguiría que todos los que en él no creen, o que no han estado
en disposición de ilustrarse
sobre el particular, estarían desheredados, lo que es absurdo.. El bien es
lo que asegura la suerte venidera, y el bien es siempre bien, cualquiera que
sea el camino que a él conduzca».
 EL
LIBRO DE LOS ESPÍRITUS -
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LA MUERTE, BAJO LA PERSPECTIVA
ESPIRITISTA
El Espiritismo facilita la comprensión del proceso de la muerte y la situación del Espíritu después de ella, por los conocimientos que ofrece, los sentimientos que inspira y las disposiciones en las que coloca al Ser. al que hace comprender la necesidad de mejorarse permanentemente, liberándolo del enfermizo terror a la muerte y educándoles respecto al natural y saludable instinto de conservación. La confianza en nosotros mismos, asegurada `por una esperanza llena de optimismo y alegría, accionada por la certeza de nuestra inmortalidad, nos conducirá a un equilibrio psíquico y fisiológico adecuado. y a la conquista de un porvenir siempre más prometedor. No existen los muertos; los que se fueron viven la vida espiritual y desde el espacio donde se encuentran se interesan por nosotros y continúan su progreso.
La humanidad ha dedicado a las almas que partieron, un día señalado, pero no debiera ser solo un día. sino que en todos los momentos debiéramos dedicarles amorosos pensamientos, con los que se fortalecen y se pueden acercar más a nosotros.
Nuestros seres queridos viven y siempre que pueden están a nuestro lado, preocupados por nuestro progreso espiritual, aliviándonos en nuestras aflicciones e inspirándonos bellos y nobles pensamientos.
Así, gracias al Espiritismo, el hombre contemporáneo dejará de encarar la muerte con tanta perplejidad, angustia y temor, que caracterizó a sus antecesores, debido a las falsas nociones religiosas o materialistas que les inculcaron. Espíritus amantes del progreso y que ya han superado muchas de sus imperfecciones morales, miran las cosas y los acontecimientos con un criterio más exacto. Comprenden los beneficios de cada existencia y continúan con el deseo vehemente de seguir adelante en su progreso. Pero aquellos que se han llevado en la Tierra una existencia apegados a la materialidad, que no han vivido sino para la satisfacción y el placer de los sentidos y sus egoísmos, que , en una palabra, no han tratado de estimular sus facultades superiores, y si han desarrollado su inteligencia ha sido para servir al mal, al error, o a sus intereses personales, cuando llegan al mundo espiritual, llevan consigo sus vicios, sus pasiones, su apego a lo material, y en lugar de remontar el vuelo como los otros, ávidos de luz y progreso, se hallan auto-condicionados por el dolor y la angustia, se aferran traumatizados a los elementos terrenos y sufren largos periodos de turbación.
Se expresa así una ley de densidad espiritual por la que los individuos apegados a los bienes terrenos, al desencarnar, quedan psíquicamente cargados de partículas materializadas que los tornan pesados e incapacitados para elevarse a los planos superiores, al contrario que los seres idealistas y espiritualizados, cuyo cuerpo psíquico leve, se despega con facilidad del mundo físico y se proyecta hasta altas esferas espirituales. Entre ambas situaciones extremas, existe toda una gama de niveles intermedios, que responde a la escala de valores que rige a la inmensa mayoría de los seres humanos y en la que cada uno determinará su ubicación, ahora y en la vida póstuma, de acuerdo con sus pensamientos y sus obras.
Afortunadamente, actúan en el mundo espiritual, entidades benefactoras, que acompañan a la criatura recién desencarnada, o incluso antes, en su estado de agonía, y le ayudan a calmar sus dolores, a reencontrar su estado de conciencia, a adaptarse a su nuevo hábitat y a disponerse a continuar su tránsito evolutivo.
- Jon Aizpúrua- de su libro "Tratado de Espiritismo"
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