martes, 5 de agosto de 2025

Razonada profesión de fe espiritista: Dios

 INQUIETUDES   ESPÍRITAS 

1.-  Nadie es profeta en su tierra

2.- Qué es el Espiritismo

3.- Inmigración de espíritus

4.- Razonada profesión de fe espiritista: Dios

                                      **********************************


                                                  



" NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA "

1. “Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban y
decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero?
¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? Y se escandalizaron de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos” (San Mateo, 13:54 a 58).


2. Jesús enunció una verdad convertida en proverbio, una verdad de todos los tiempos, la
que podríamos detallar más, diciendo: Nadie es profeta en vida.

En el lenguaje usual, esta máxima se refiere a la credibilidad que un hombre goza entre los suyos y
entre aquellos en medio de quienes vive, así como a la confianza que les inspira por la superioridad del saber y la inteligencia. Si hay excepciones, son raras y en todos los casos jamás son absolutas.

El principio de esta verdad es una consecuencia natural de la debilidad humana que puede
explicarse así:

La costumbre de verse desde la infancia, en las circunstancias vulgares de la vida, establece
entre los hombres una especie de igualdad material que, a menudo, lleva a rehusar el
reconocimiento de superioridad moral en quien fue compañero y comensal, salido del mismo medio y de quien se conocen ciertas debilidades. El orgullo sufre en razón del ascendiente que debe soportar. Quien quiera que se halle por encima del nivel medio siempre está expuesto a los celos y a la envidia. Quienes se sienten incapaces de llegar a su altura se esfuerzan por disminuirlo, denigrándolo, hablando mal y calumniándolo. Más pequeños se ven, más gritan, creyendo engrandecerse y eclipsarlo mediante el ruido que hacen. Tal fue y será la historia de la Humanidad, en tanto los hombres no comprendan su naturaleza espiritual y no se depuren en su aspecto moral.

Tal prejuicio es propio de los espíritus mezquinos y vulgares, que lo refieren a su propia
personalidad.

Por otra parte, cuando sólo se conoce a los hombres por su espíritu se tiende a idealizarlos, y
la lejanía en el tiempo y en el espacio engrandece tal ideal. Prácticamente, se los separa de la
Humanidad. Es como si no debiesen hablar ni sentir como todos. Como si su lenguaje y sus
pensamientos debiesen tener la altura constante de lo sublime, sin pensar que el espíritu no puede
estar tenso de manera continua y en perpetuo estado de sobreexcitación. En el contacto diario de la vida privada, se conoce demasiado al hombre material, que en nada se distingue del hombre común.
El hombre corporal, que impresiona los sentidos, casi termina por desdibujar al hombre espiritual, que sólo conmueve el espíritu. De lejos, vemos únicamente los destellos del genio, de cerca, los descansos del espíritu.

Después de la muerte, ya no existe la comparación, el hombre espiritual se yergue solo y parece tanto más grande cuanto que el recuerdo del hombre corporal se halla más distante.  Por esa  causa, los hombres que marcaron su paso por la Tierra mediante obras de auténtico valor, son más apreciados después de su muerte que en vida. Son juzgados con mayor imparcialidad, porque al desaparecer los envidiosos y los celosos, los antagonismos personales ya no existen. La posteridad es un juez desinteresado que estima la obra del espíritu, la acepta sin un entusiasmo ciego si es meritoria y la rechaza sin odio si carece de valor, haciendo abstracción de la individualidad que la produjo.

Tanto menos podía Jesús escapar a las consecuencias de ese principio, inherente a la naturaleza humana, siendo que vivía en un medio de escasa cultura y entre hombre dedicados por entero a la vida material. Sus compatriotas sólo veían en Él al hijo del carpintero, al hermano de hombres tan ignorantes como ellos mismos. Se preguntaban qué podía convertirlo en alguien superior a ellos y con derecho a censurarlos, motivo por el cual, después de comprobar que su palabra pesaba menos sobre los suyos, que lo despreciaban, que sobre los extranjeros, se fue a predicar entre quienes lo escuchaban y en medio de quienes hallaba simpatía.

Se puede apreciar qué tipo de sentimiento animaba a sus parientes por el siguiente hecho: sus propios hermanos, acompañados por su madre, llegan a una reunión donde Él se encontraba
para llevárselo, diciendo que estaba fuera de sí (San Marcos, 3:20 y 21, 31 y 35 y El Evangelio
según el Espiritismo, cap. XIV).

Por una parte, los sacerdotes y fariseos acusaban a Jesús de obrar por el demonio. Por la otra, era tachado de loco por sus parientes más cercanos. ¿No es así como obran en nuestros días con los espíritas? ¿Deben éstos quejarse por no ser tratados por sus conciudadanos mejor de lo que lo fue Jesús? Sin embargo, este hecho, que no sorprende el que sucediera hace dos mil años en un pueblo ignorante, resulta inadmisible en el siglo XIX en naciones civilizadas.

 ( NOTA:  Y ahora es más inadmisible en nuestro presente siglo XXI entre civilizaciones que se siguen creyendo civilizadas)

EL GENESIS
Allan Kardec

                                          ***********************************


                                                                  


                                  QUÉ ES EL ESPIRITISMO  

    ( ACLARACIÓN DE KARDEC A UN SACERDOTE)



El sacerdote. -¿Me permitiría usted, caballero, que a mi vez le dirija algunas
preguntas?

ALLAN . KARDEC. –Con mucho gusto. Pero, antes de responderlas, creo útil manifestarle el terreno en que espero colocarme para responderle.
Debo manifestarle que de ningún modo pretenderé convertirlo a nuestras ideas.
Si desea conocerlas detalladamente, las encontrará en los libros donde están expuestas; allí las podrá usted estudiar detenidamente, y libre será de rechazarlas o aceptarlas.
El Espiritismo tiene por objeto combatir la incredulidad y sus funestas consecuencias, dando pruebas patentes de la existencia del alma y de la vida futura. Se dirige, pues, a los que no creen en nada o que dudan, y usted lo sabe, el número de ellos es grande. Los que tienen una fe religiosa, y a los que basta esa fe, no tiene necesidad de él. Al que dice: “Yo creo en la autoridad de la Iglesia y me atengo a lo que enseña sin buscar nada más”, el Espiritismo responde que no se impone a nadie ni viene a forzar   convicción alguna.
La libertad de conciencia es una consecuencia de la libertad de pensar, que es uno de los atributos del hombre, y el Espiritismo se pondría en contradicción con sus
principios de caridad y de tolerancia si no las respetase. A sus ojos, toda creencia, cuando es sincera y no induce a dañar al prójimo, es respetable aunque fuese errónea. Si alguien se empeña en creer, por ejemplo, que es el Sol el que da vueltas y no la Tierra, le diríamos: Créalo usted, si le place; porque eso no impedirá que la Tierra dé vueltas; pero del mismo modo que nosotros no procuramos violentar su conciencia, no procure usted violentar la de otros. Si convierte usted en instrumento de persecución una creencia inocente en sí misma, se trueca en nociva y puede ser combatida.

Tal es, señor sacerdote, la línea de conducta que he observado con los ministros de diversos cultos que a mí se han dirigido. Cuando me han interrogado sobre puntos de
la doctrina, les he dado las explicaciones necesarias, absteniéndome empero de discutir ciertos dogmas, de que no debe ocuparse el Espiritismo, ya que cada uno es libre de apreciarlos. Pero jamás he ido en busca de ellos con el intento de destruir su fe por medio de la coacción. El que a nosotros viene como hermano, como hermano lo recibimos. Al que nos rechaza le dejamos en paz. Este es el consejo que no ceso de dar a los espiritistas, porque jamás he elogiado a los que se atribuyen la misión de convertir al clero. Siempre les he dicho: Sembrad en el campo de los incrédulos, que en él hay abundante mies que recoger.

El Espiritismo no se impone, porque, como he dicho, respeta la libertad de conciencia. Sabe, por otra parte, que toda creencia impuesta es superficial y sólo da las apariencias de fe, pero no la fe sincera. A la vista de todos expone sus principios, de modo que pueda cada uno formar opinión con conocimiento de causa. Los que los aceptan, laicos o sacerdotes, lo hacen libremente y porque los encuentran racionales; pero de ninguna manera abrigamos mala voluntad respecto de los que no son de nuestro parecer. Si hay lucha entre la Iglesia y el Espiritismo, estamos convencidos de que no la hemos provocado nosotros.

- Allan Kardec -

                      **********************




                                                                   

                                                                 
               INMIGRACIÓN DE ESPÍRITUS  


     Hablaremos hoy de las inmigraciones de Espíritus adelantados, que vienen a encarnarse en vuestra Tierra. Ya nuevos mensajeros tomaron el bastón de peregrino; ya se extienden a millares por vuestro globo; por todas partes están dispuestos por los Espíritus que dirigen el movimiento de transformación por grupos, por series. 
Ya la Tierra se estremece al sentir en su seno a aquellos que una vez vio pasar a través de su humanidad naciente. Ella se alegra de revisarlos, porque en el presente vienen a conducir a la perfección, tornándose los Guías de los Espíritus ordinarios que necesitan ser impulsados por los buenos ejemplos. 
Sí: grandes mensajeros están entre vosotros. Son los que se tornarán los sostenedores de la generación futura. A medida que el Espiritismo vaya creciendo y desarrollándose, los Espíritus de un orden cada vez más elevado, vendrán a sustentar la obra, en razón de las necesidades de la causa. Por todas partes Dios repartió destellos para la doctrina: ellos surgirán en su tiempo y en su lugar. Así, sabed esperar con firmeza y confianza; todo lo que fue predicho acontecerá, como dice el libro sagrado, hasta una tilde. 
Si  la transición actual, como acaba de decir el maestro, levantó las pasiones e hizo surgir la escoria de los Espíritus encarnados y desencarnados, ella también despertó el deseo ardiente, en una porción de Espíritus de una posición superior en los mundos de los torbellinos solares, de venir nuevamente a servir los designios de Dios para ese gran acontecimiento. 
      Esto es por lo que yo decía hace poco que la inmigración de Espíritus Superiores se operaba en vuestra Tierra para disparar la marcha ascendente de vuestra humanidad. Por eso, redoblar el coraje, el celo, el fervor por la causa sagrada. Sabedlo: nada detendrá la marcha progresiva del Espiritismo, pues poderosos protectores continuarán vuestra obra.
(Mensaje del Espíritu de Mesmer – Revista Espírita de 1865).


                                                              *************************



                                                                  
 RAZONADA PROFESIÓN DE FE ESPIRITA:

                          DIOS

1,. Hay un Dios, inteligencia suprema y causa primera de todas la cosas

La prueba de la existencia de Dios se encuentra en el siguiente axioma: No hay efecto sin causa. Continuamente vemos una multitud innumerable de efectos cuya causa no está en la humanidad, puesto que esta es impotente para producirlos ni para explicarlos; la causa está, por tanto, por encima de la humanidad y es a esta causa a lo que llamamos Dios, o Jehová, o Alláh,, Brahama, Gran Espíritu, etc, según la diversidad de idiomas, tiempos y lugares.

Estos efectos no se producen al acaso, fortuitamente y sin orden: desde la organización del más pequeño insecto y de la más diminuta semilla, hasta la ley que gobierna los mundos que circulan por el espacio, todo indica un pensamiento, una combinación, previsión y solicitud que supera a todas las concepciones humanas. Por tanto esta causa es absolutamente inteligente.

2,. Dios es eterno, inmutable, inmaterial, único, todopoderoso y soberanamente justo y bueno.

Dios es eterno, porque si hubiese tenido un principio, se daría a entender que algo ha existido antes que Él; o bien que había salido de la nada, o que un ser anterior a Dios le habría creado. Así es que, por grados, nos remontaríamos al infinito de la eternidad.

Es inmutable, porque si estuviese sujeto a cambios, las leyes que rigen el universo no tendrían estabilidad alguna.

Es inmaterial; es decir, que su naturaleza difiere de todo lo que nosotros llamamos materia, pues de otro modo estaría sujeto a las continuas transformaciones de esta y ya no sería inmutable.

Es único, porque de haber varios dioses, habría diversidad de voluntades, y por consiguiente no habría unidad de miras ni de poder en el arreglo del universo.

Es omnipotente porque es único. Si ni fuese omnipotente, es porque habría algo más poderoso que Él: Dios no lo habría creado todo y aquellas cosas que no fuesen obra Suya, serían la obra de otro Dios.

Es soberanamente justo y bueno. La sabiduría providencial de las Leyes Divinas se manifiesta lo mismo en lo más pequeño como en lo más grande, y esta sabiduría no permite dudar de la justicia ni de la bondad de Dios.

3.- Dios es infinito en sus perfecciones.

Si se supusiera imperfecto uno solo de los atributos de Dios o se suprimiera la más pequeña porción de la eternidad, inmutabilidad, inmaterialidad, unidad, omnipotencia o justicia y la bondad de Dios, se daría lugar a la imposición de un ser poseedor de lo que a aquel le faltara, y ese ser, siendo más perfecto, sería Dios.

Obras Póstumas. Allan Kardec-

                                                *
****************************


















No hay comentarios:

Publicar un comentario