INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Una frase de Krisna
2.- ¿Jesucristo pudo resucitar muertos porque era Dios?
3.- Kardec y el auto conocimiento
4.-Reflexiones y consejos espíritas
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UNA FRASE DE KRISHNA :
“Así como el alma residente en el cuerpo material, pasa por las etapas de infancia, juventud, virilidad y vejez, así a su debido tiempo pasa a otro cuerpo y en otras encarnaciones volverá a vivir y desempeñar una nueva misión en la Tierra”.
-Krishna-
El Bhagavad Gita –
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¿Jesucristo pudo resucitar muertos porque era Dios?
Jesús de Nazaret nunca dijo ser Dios, pero sí hijo de su Padre Celestial, al igual que lo somos todos los seres humanos, cosa que Él nos dejó enseñado, por tanto los supuestos "milagros" no los realizó por ser Dios, sino por su enorme ascendiente evolutivo y moral, que le permitían un enorme poder para manejar energías físicas y espirituales, y además de eso, en su presencia se le sometían todos los seres espirituales que habían en su entorno físico.
Durante su vida pública, no resucitó muertos ni hizo milagros, tal como se entienden en el sentido de alterar o transgredir de forma extraordinaria lo que está sujeto a unas normas y leyes de la Naturaleza. Eso sí que hubiese sido algo “sobrenatural”, pero nada existe fuera de la Naturaleza, pues esta es el orden establecido por el Padre para la Creación. Existen fenómenos paranormales o extraordinarios, llamados así porque están fuera de la comprensión y aceptación de la ciencia humana, pero no sobrenaturales, porque no puede contradecirse Dios a Sí mismo en su Creación.
Jesús no vino a este mundo para hacer de mago prestidigitador ni para romper las Leyes Naturales establecidas por el Padre. Además, Él no dijo en ningún momento que Él mismo fuese Dios, y desde luego no lo era. Él solamente dijo ser Hijo de Dios, y por extensión también nos enseñó que todos somos como Él, hijos del mismo Padre. Dios es nuestro Padre Celestial, porque de Él procedemos.
Por otra
parte, es de señalar que Dios solo se manifiesta mediante unas normas fijas creadas por Él,
que son las leyes cósmicas naturales, por lo Dios no se dedica a resucitar
seres humanos en este pequeño planeta Tierra, ni a hacer grandes milagros para
impresionarnos con su poder. Si tales milagros fuesen ciertos y reales, tal como se
entienden, Dios estaría actuando contra sus propias Leyes establecidas por Él mismo. que
tienen un carácter universal, esto es, que son iguales en todo el Universo. Creer en la fantasía de los milagros de resucitar cadáveres u otros, es como pretender rebajar
la infinita grandeza y sabiduría del Creador.
En la
persona de Jesús de Nazaret encarnó el Espíritu
regidor de la Tierra, el Cristo, al que desde el principio de la Creación de la misma, Dios encomendó en esa gran misión. Él fue y es su Guía,
que tutela este planeta y a sus criaturas, desde el comienzo de la
existencia de nuestro mundo, a lo largo de todo su proceso. Él es sin duda, el Ser
espiritual de más elevado, cercano al Padre, y de la más alta jerarquía
espiritual que ha encarnado jamás en la Tierra.
Precisamente
este elevado Ser, encarnó en la persona de Jesús de Nazaret, para impulsar
nuestra evolución enseñándonos el camino a la perfección y a la felicidad
cerca del Padre, con Su mensaje ético y moral que tanto ha
impulsado la evolución espiritual en la Tierra, además de mostrarnos
nuestra filiación Divina haciéndonos comprender que somos hermanos
procedentes de un mismo Padre común y que juntos nos debemos aproximar
a nuestro Padre común, por el camino del Amor que nos lleva a una felicidad
incomprensible todavía para los seres humanos que habitamos actualmente este
pequeño mundo de Expiación y Pruebas que es la Tierra.
De otra
parte, un Ser Crístico de su nivel, no actúa aislado y en solitario en un mundo
tan inferior como lo es el nuestro y mas aún como lo era la Tierra en
aquella época, sino que lo hizo asistido y apoyado por la enorme
energía mental y la gran capacidad espiritual vibratoria de muchos otros
evolucionadísimos Seres del Plano Espiritual o de otras dimensiones, que nunca
dejaron de acompañarle, ayudarle y servirle en su misión divina.
Los prodigios de Jesús fueron reales, pero no sobrenaturales, Jesús no vino a alterar la Naturaleza; fueron hechos que estuvieron
basados en el dominio natural de las energías físicas y espirituales, y la autoridad que Su Espíritu tenía sobre
la Naturaleza, como magnetizador y manejador de las energías cósmicas, además
de por su enorme ascendiente espiritual y poder sobre todos los seres espirituales que
ante Su sola presencia le quedaban sometidos. Jesús realizó sus prodigios
mediante el gran poder mental y magnetizador que irradiaba, así como por
la potente energía sanadora que dirigía y controlaba desde la mente mediante Su
voluntad. Él tenía estas capacidades de modo natural, sin tener que hacer para
ejercerlas esfuerzos extraordinarios, debido a su elevadísimo nivel de
evolución alcanzada, en todos los sentidos. De hecho, el único “secreto” que Él podía
tener para mantener y aplicar esas capacidades, era su permanente conexión
espiritual con el Padre y con todo el cortejo de grandes Seres espirituales que
lo acompañaban y asistían permanentemente.
Él
no vino a este mundo para hacer mágicos y maravillosos
milagros trastocando el orden Divino de la Creación, de la vida y
de la muerte, establecidos por el Padre, derogando con ello la Ley
Natural establecida, ni ninguna otra ley divina, porque estas leyes
fueron establecidas por el mismo Dios Creador, infinitamente
superior en Jerarquía a todas sus criaturas, incluidos los “Arcángeles” y
todos los “Cristos Planetarios”.
Jesús fue un profundo conocedor del espíritu humano y su psicología,
y sabía como despertarlo al interés por una comprensión espiritual y
guiarlo por el camino para realizar una reforma moral que nos
impulsase en el proceso evolutivo. Por eso, a veces obró prodigios de sanación
mediante su gran poder Divino, cuando las leyes de Causa y
Efecto lo permitían, pero lo que no hizo nunca, a pesar de las
apariencias, fue resucitar cadáveres en el literal sentido de su significado,
derogando así una ley natural establecida por el Padre, ni menos aún
pretendiendo impresionar a nadie haciendo que ningún espíritu ya
libre de la materia regresara desde el Más Allá a ocupar la misma materia
abandonada con la muerte, pues además para ser creído y llegar al corazón de
los que le escuchaban, no necesitaba ejercer de poderoso mago prestidigitador ni de
romper con las Leyes Naturales establecidas, sino que lo lograba llegando al
corazón de quienes le seguían por la pureza y elevada irradiación espiritual, o por el enorme magnetismo que le caracterizaba. Tenemos por ejemplo, el
episodio evangélico de la “resurección” de su amigo Lázaro, de la que el
evangelista señala, para remarcar más el hecho de esa resurección en sí mismo, que el cadáver ya
olía, para dejar claro que no había otro sentido en el cuadro descrito, que el
de la verdadera y auténtica muerte, y que Jesús, impresionado ante la muerte de
su amigo, sollozó, lo que vendría a señalar que el mismo Jesús era un Ser
humano, tan sensible como cualquiera, y lo tuvo por muerto, no sabiendo lo que
poco después acontecería con el amigo por su mediación. Sin embargo, este caso,
como tantos otros conocidos o desconocidos que se han dado a lo largo de la
historia humana, bien pudo ser en realidad, un estado de catalepsia o muerte
aparente, del que el Cristo lo sacó por su gran poder magnetizador y su autoridad
sobre todos los Espíritus.
Por
estos poderes hizo también otros muchos “milagros”, pero discretamente,
de modo que no transcendieron y por eso no han pasado a la historia
a través de aquellas ancestrales crónicas primero relatadas y más tarde escritas que fueron seleccionadas de los escritos Evangélicos, pues queda claro
que a Jesús no le interesaba captar la atención de ese modo, no era esa su
misión, porque además esto hubiera sido más bien una rémora para
cumplir con su verdadera misión de llegar a despertar el sentimiento y el corazón
de las personas.
- José Luis Martín-
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KARDEC Y EL AUTO CONOCIMIENTO

Es complicado caminar por tierras
extrañas, en un viaje donde falta conocimiento del camino a seguir. Cuando esto
ocurre las probabilidades de error son grandes. Imprescindible, por lo
tanto, es abastecerse de todas las condiciones para que este viaje transcurra
de la mejor forma posible.
El viaje que nos
referimos aquí es el retorno del Espíritu al mundo de la materia, por las
puertas sagradas de la reencarnación.
¿Pero, y el
planeamiento? ¿No planeamos este viaje de retorno al mundo físico? Si lo
planeamos, no será algo tan extraño, al final, es como si recordásemos los
caminos a recorrer, basta seguir el camino planeado y no nos perderemos.
Si, es verdad, si
seguimos el planeamiento elaborado, procurando cumplirlo, todo es más fácil ;
con todo, todo planeamiento está sujeto a cambios de rumbo, ya que, depende de
nuestras elecciones.
Podemos seguir lo
que fue planeado en el plano espiritual, como podemos, entorpecidos por los
sentidos de la carne, adentrarnos por otros caminos.
Entonces, ¿Cómo
lograr éxito en nuestra jornada terrena, si no cumplimos lo que nos fue trazado
otrora, en el plano espiritual? A final, si optamos por otros caminos que no
son los estudiados y planificados, nuestras posibilidades de éxito son
más difíciles.
Sí
que, hasta pueden quedar más difíciles, pero no imposibles; la
variación de lo planificado no quiere decir fracaso existencial.
Entretanto, hay en
toda esta historia un ingrediente que hace la diferencia en nuestro favor: ¡el
auto conocimiento!
Auto conocimiento
que está explícito en la codificación de la Doctrina Espírita, más precisamente
en la cuestión de nº 919, de“El libro de los Espíritus”, donde
los bienhechores indican el autoconocimiento como condición esencial para el
éxito en los palcos de la vida.
Quien ejercita el
auto conocimiento sabe las virtudes que posee y las limitaciones a superar.
Y dígase de
paso, que conocer las virtudes no quiere decir ser prepotente, pero sí saber
las conquistas efectuadas, ¿o alguien duda que tenemos muchas conquistas?
Si, tenemos muchas
virtudes, muchas habilidades que desarrollamos al largo de nuestras
existencias. El gran problema es que muchos consideran que saber de la
existencia de estas virtudes es vanagloriarse.
Nada de esto; eso
si es auto conocerse, saber lo que ya fue conquistado. Lo que no puede es
resbalar a los excesos e idolatrar la propia figura, o utilizar las conquistas
efectuadas en el campo de la cultura, por ejemplo, para constreñir al
semejante, eso ya es otra historia.
Quien se considera
profesor de la vida, estará efectivamente preparado para ocupar un dignísimo
lugar al lado de “DIOS”, y entra en letargia existencial dejando de avanzar por
la simples razón de considerarse perfecto. Somos todos seres en constante
construcción, insertos en un incesante proceso de aquilatar virtudes y superar
limitaciones, con todo, es necesario conocer las virtudes que faltan por
conquistar y los defectos que si debe depurar.
Es ilustrativo el
caso del alcoholismo, una enfermedad que solo es vencida cuando el alcohólico
se entera de su condición. Es necesario que el alcohólico primero admita que
está enfermo, para después vencer el vicio. Mientras el alcohólico intenta
engañarse, considerando que no tiene nada, persistirá enfermo por un
simple motivo: ¡ignorancia!
Ese ejemplo apenas
demuestra la necesidad constante que tenemos de cultivar el
autoconocimiento, estudiándonos permanentemente para que no quedemos sometidos
a nuestras debilidades.
Y en el tópico del
auto conocimiento, vale la pena recordar a Kardec, ya que, se autoconocía y
sabía las virtudes que poseía, como también tenía plena ciencia de que no
era el único capaz de desempeñar el trabajo de organización de la Doctrina
Espírita.
Y demostrar eso
de manera objetiva e segura, sin aires de superioridad que caracterizan al ser
prepotente. Nos dice en “Obras Póstumas”, refiriéndose a la
caridad: (...) “Es cierto que no me pertenece formular el inventario
del bien que pude hacer; pero en un momento en el que todo parece olvidarse,
debe serme permitido manifestar a los que me sobrevivan, que mi conciencia me
dice que no he traicionado a nadie, que he hecho todo el bien que me ha sido
posible y que he respetado y no he pedido cuentas a la opinión; sobre este
punto mi conciencia está tranquila,” (...)
Y de la misma obra
arriba citada, extraemos otra prueba de autoconocimiento que poseía el
codificador, que no se consideraba insustituible, dejando explícito que una
obra gigantesca como el Espiritismo, no queda subordinada a solamente un
hombre, prueba cabal de la magnitud divina: (...)” no tengo la
pretensión de ser indispensable, que Dios es muy sabio para hacer
descansar el porvenir de una doctrina que debe regenerar el mundo sobre la vida
de un hombre, y que además, me ha sido dicho que para cumplir mi tarea de
constituir la doctrina, me será otorgado el tiempo necesario.” (...)
En la familia, en la sociedad, en el trabajo y en las actividades voluntarias que desempeñamos, somos todos importantes, con todo, no insustituibles. Tener consciencia de la condición de eternos alumnos de la vida es el secreto para que no nos estacionemos en la prepotencia, ni nos hundamos en las oscuras aguas de la falta de confianza en nosotros mismos. Todos tenemos virtudes, es importante saber esto. Todos tenemos limitaciones, y es más importante aun no ignorarlas, para que cumplamos fielmente los designios del Creador, que nos prepara a todos un futuro prometedor.
Pensemos en esto.
Autor: Wellington Balbo
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Reflexiones y consejos espíritas
Conserva siempre vivo el ideal de felicidad.
Trabaja mirando el bien propio y el bien de la humanidad.
Pero no tengas la preocupación de acumular riquezas materiales que no te llevaras al partir, es suficiente con lo necesario.
Acumula riquezas espirituales y verdaderas, estas son las únicas que te llevarás, construidas con los beneficios que prestas a tus semejantes; porque mañana, cuando partas al mundo espiritual, recibirás de todos la alegría y la gratitud del auxilio realizado.
La alegría del bien que se realiza es el mayor tesoro que podemos obtener.
Cultiva la Paz y el amor en alto grado.
La Paz es el estado del alma del que siente en si la plenitud y la calma de la vida.
La Paz nace de nosotros mismos, de la conciencia tranquila, del cumplimiento exacto de nuestros deberes y vibra en nosotros a pesar de todos los sufrimientos, calumnias e injusticias.
No pierdas la Paz y cuando la tristeza quiera apagar tu alegría , eleva una oración a Dios, la Luz y la Paz brillarán siempre en ti.
-Ángeles Calatayud- ****************************
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