lunes, 26 de junio de 2023

Obsesión espiritual; síntomas y posible ayuda

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Máximas extraídas de las enseñanzas de los Espíritus (1 de 3)

2.- La desencarnación

3.- Obsesión espiritual; síntomas y posible ayuda

4.- Espiritualismo y Materialismo

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MÁXIMAS EXTRAÍDAS DE LAS ENSEÑANZAS DE LOS ESPÍRITUS ( 1 de 3)

                              


1.- Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas. Dios es eterno, único, inmaterial, inmutable, todo poderoso, soberanamente justo y bueno. Debe ser infinito en todas sus
 perfecciones, pues si supusiéramos imperfecto uno solo de sus atributos, Él ya no sería Dios.

2.- Dios creó la materia que constituye los mundos; también creó seres inteligentes que llamamos Espíritus, encargados de administrar los mundos materiales según las leyes inmutables de la creación, y estos son perfectibles por su naturaleza. Perfeccionándose, se aproximan a la Divinidad.

3.-El Espíritu propiamente dicho es el principio inteligente; su naturaleza íntima nos es desconocida; para nosotros es inmaterial, porque no tiene ninguna analogía con lo que llamamos materia.
4.- Los Espíritus son seres individuales; tienen un envoltorio etéreo, imponderable, llamado periespíritu, especie de cuerpo fluídico semejante a la forma humana. Pueblan los espacios, que recorren con la rapidez del rayo y constituyen el mundo invisible.

5,. El origen y el modo de creación de los Espíritus nos son desconocidos; solo sabemos que son creados simples e ignorantes, quiere decir, sin ciencia y sin conocimiento del bien y del mal, pero con igual aptitud para todo, pues Dios, en su justicia, no podía eximir a unos del trabajo que habría impuesto a otros para llegar a la perfección. En el principio, quedan en una especie de infancia, sin voluntad propia y sin consciencia perfecta de su existencia.

6.- Desarrollando el libre albedrío en los Espíritus al mismo tiempo que las ideas, Dios les dice:   " Pueden aspirar a la felicidad suprema, así que hayan adquirido los conocimientos que les faltan y cumpliendo la tarea que les impongo. Entonces trabajarán para su engrandecimiento; este es el objetivo; irán alcanzándolo siguiendo las leyes que grabé en sus conciencias". En consecuencia de su libre albedrío unos toman el camino más corto, que es el del bien, otros el más largo, que es el del mal.

7.- Dios no creó el mal; estableció leyes, y esas leyes son siempre buenas, porque Él es soberanamente bueno; aquel que las observase fielmente sería perfectamente feliz; pero los Espíritus, teniendo su libre arbitrio, no siempre las observan, y el mal viene de su desobediencia. Entonces se puede decir que el bien es todo lo que es conforme a la ley de Dios y el mal todo lo que es contrario a esa misma ley.

8.- Para cooperar, como agentes del poder divino, con la obra de los mundos materiales, los Espíritus se revisten temporalmente de un cuerpo material. Por el trabajo que su existencia corpórea necesita, perfeccionan su inteligencia y adquieren, observando la ley de Dios, los méritos que deben conducirlos a la felicidad eterna.

9,. La encarnación no es impuesta al Espíritu como una especie de castigo; esta es necesaria para su desarrollo y para la realización de las obras de Dios, y todos deben resignarse a ella, tomen el camino del bien o del mal; pero los que siguen el camino del bien avanzan más rápidamente, tardan menos en llegar a su fin, y llegan en condiciones menos penosas.

10,. Los Espíritus encarnados constituyen la humanidad, que no está circunscrita a la Tierra, sino que puebla todos los mundos diseminados por el espacio.

11,. El alma del hombre es un Espíritu encarnado. Para ayudarle en el cumplimiento de su tarea, Dios le dio como auxiliares a los animales, que le son sumisos, y cuya inteligencia y carácter son proporcionales a sus necesidades.

12. El perfeccionamiento del Espíritu es fruto de su propio trabajo; no pudiendo en una única existencia corpórea, adquirir todas las cualidades morales e intelectuales que deben conducirlo al objetivo, este llega por una sucesión de existencias, dando en cada una de ellas algunos pasos adelante en el camino del progreso.

13.- En cada existencia corpórea el Espíritu debe cumplir una misión proporcional a su desarrollo; cuanto más ruda y laboriosa sea, mayor será su mérito al cumplirla, Cada existencia es, así, una prueba que lo aproxima al objetivo. El número de sus existencias es indeterminado. Depende de la voluntad del Espíritu el abreviarlas, trabajando activamente en su perfeccionamiento moral; así como depende de la voluntad del operario que debe realizar un trabajo, abreviar el número de días para su ejecución.

14.- Cuando una existencia fue mal empleada, no aprovechó al Espíritu, que debe recomenzarla en condiciones más o menos penosas, en razón de su negligencia y de su mala voluntad; así es como en la vida, podemos ser obligados a hacer al día siguiente lo que no hicimos el anterior, o que rehacer lo que hicimos mal.

15 La vida espiritual es la vida normal del Espíritu; ella es eterna y la vida corpórea es transitoria y pasajera; es apenas un instante en la eternidad.

16.-En el intervalo de sus existencias corpóreas, el Espíritu está errante. No por duración determinada; en ese estado el Espíritu es feliz o infeliz, de acuerdo con el buen o mal empleo de su última existencia; él estudia las causas que apresuraron o retardaron su desarrollo; toma resoluciones que intentará poner en práctica en la próxima encarnación y elige, él mismo, las pruebas que considera más adecuadas para su progreso; pero algunas veces se engaña, o sucumbe, no manteniendo como hombre las resoluciones que tomó como Espíritu.

17.-El Espíritu culpable es castigado por los sufrimientos morales en el mundo de los Espíritus, y por las penas físicas en la vida corpórea. Sus aflicciones son consecuencia de sus faltas, quiere decir, de su infracción a la ley de Dios; de modo que constituyen simultáneamente una expiación del pasado y una prueba para el futuro, de modo que el orgulloso puede tener una existencia de humillación o el tirano una vida de servidumbre, o el mal rico una encarnación en la miseria.

18.- Hay mundos muchos que se hallan en condiciones muy diferentes. Cuanto menos adelantado es el Espíritu, los cuerpos que reviste son más pesados y materiales; a medida que se purifica, pasa a mundos superiores moral y físicamente. La Tierra no es el primero ni el último, pero es uno de los mundos más atrasados.

19.- Los Espíritus culpables son encarnados en mundos menos adelantados, donde expían sus faltas por las tribulaciones de la vida material. Esos mundos son para ellos verdaderos purgatorios, de los cuales depende de ellos salir, trabajando en su progreso moral. La Tierra es uno de esos mundos.

20.- Dios, siendo soberanamente justo y bueno, no condena a sus criaturas a castigos perpétuos por las faltas temporales: les ofrece en cualquier ocasión medios para progresar y reparar el mal que ellos practicaron. Dios perdona, pero exige el arrepentimiento, la reparación y el retorno al bien, de modo que la duración del castigo es proporcional a la persistencia del Espíritu en el mal; consecuentemente el castigo sería eterno para aquel que permaneciese eternamente en el mal camino, pero cuando una señal de arrepentimiento entra en el corazón culpable, Dios extiende sobre él su misericordia. La eternidad de las penas debe así ser entendida en sentido relativo, y no en sentido absoluto.

- Alexandra Albergaria- (Continúa en la siguiente publicación)

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                      La desencarnación 

Raúl Teixeira
No hay ninguna razón para prestar culto a la muerte. La muerte es uno de esos fenómenos naturales, con los cuales nos acostumbramos. Con ella también nos acostumbramos. Desde todos los tiempos, las personas tienen miedo a la muerte porque se fue pasando de un individuo a otro esa misma idea de que morir es acabar. El sujeto muere, el fin, se acabo, nunca más lo veremos, nunca más nos vera. Pero, cuando nos damos cuenta de que no es bien así que las cosas suceden, todo se transforma. Pasamos a ver la muerte como una transformación, como vimos en todos los demás sectores de la naturaleza material. Es por causa de esto que la muerte representa el desgaste de los órganos.
Por las vías naturales el individuo va muriendo, por causa del desgaste de los órganos. Pero, ese desgaste comienza a darse cuando nacemos. Cuando el bebe sale del vientre de la madre y respira la primera vez con sus propios pulmones, ya comienza a quemar sus células, con los esfuerzos que la naturaleza le impone. Así, nuestra muerte comienza con nuestro nacimiento. Es como si comenzásemos a cronometrar en una carrera. En el momento en que el coche sale, pulsamos el cronometro. Cuando el niño emite su primer gemido, se pulsa el cronometro de la vida orgánica. Y ahí vivimos durante un periodo de algunas horas, de algunos meses o años, o decenas de años.
La muerte no representa el fin de las cosas. Vimos que el ser espiritual sale del cuerpo, pero no sale de la vida. Está claro que en nuestra cultura judaico-cristiana, aprendemos a sufrir con la muerte. Hay otras culturas que festejan la muerte porque saben que es la liberación, es la gran salida. Como tenemos esa herencia religiosa judaico-cristiana, todo para nosotros es regado con mucho sufrimiento, mucho tormento. Para completar, las religiones tradicionales trataran de envolver el fenómeno de la muerte en lo que hay de peor, en paños negros, en paños morados, con muchos cirios, con mucha lagrima. Tenemos esa sensación de que nuestro ser querido murió definitivamente. Pero, cual nada. Pablo de Tarso dijo: Si Jesús Cristo resucito, todos nosotros resucitaremos. Y esa resurrección de Cristo no es en el nivel físico, es en el nivel espiritual porque, al final de cuentas, en el nivel físico es imposible resucitar.
Nuestro cuerpo sufre los efectos de descomposición, del deterioro de la materia. Nuestro cuerpo se deshace, vira en agua llena de moléculas, de átomos que van sufriendo las transformaciones a que nos reportamos. Luego, ese cuerpo no retornara más. Aquellos que imaginan la resurrección de la carne no pararan para pensar en la complicación que seria para la Divinidad trasladar átomos y moléculas para formar un cuerpo original. Se tendría que deshacer de otros cuerpos, que ya se banquetearon, que se sirvieron de los elementos de ese cuerpo anterior. Es mucho más fácil admitir que no es por ahí que las cosas acontecen.
Nuestros muertos están de pie, continúan vivos en esa otra dimensión. ¿Para donde vamos después de que morimos? ¿Para el cielo, para el infierno, para el purgatorio, para el limbo? No, nada de eso. Volvemos al hogar primitivo, al mundo espiritual o mundo de los Espíritus. Es de allá que venimos para la Tierra, es para allá que retornaremos al salir de la Tierra. Y ese mundo normal primitivo es la realidad que nos circunda. Todos estamos circundados, inmersos en ese mundo normal primitivo, el mundo de los Espíritus.
¿Y el infierno? Ese no es una cuestión del mundo de los Espíritus, es del alma humana. Nosotros construimos en nosotros mismos nuestro infierno, con nuestras actitudes incorrectas, con nuestros crímenes, nuestros vicios, nuestra pereza.
¿Y el cielo? De la misa forma, construimos el propio cielo que deseamos para nosotros, por la obediencia a las Leyes de Dios, por el servicio al bien al prójimo.
¿El purgatorio? Es aquí mismo en la Tierra. Purgatorio es un lugar donde se purga, donde se limpian, se lijan, se liman las anfractuosidades que cargamos, las irregularidades que cargamos. Ese purgatorio es el planeta Tierra.
Dios espera que creamos ese Reino de los Cielos en nuestro interior porque tal sea la vida, tal será la muerte.
- Raúl Teixeira-

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Obsesión espiritual; síntomas y posible ayuda.

En principio el identificar un caso de obsesión, no es muy sencillo, pues entramos en un campo en el que los psiquiatras y psicólogos, deberían intervenir solamente  cuando estén seguros de que están ante problemas mentales o psicológicos del orden de la salud, pero cuando el caso escapa a una solución académica por parte de la ciencia psiquiátrica y no se definen claramente los  síntomas en el campo de la salud, la intervención solo cabe a espiritistas experimentados en hacer trabajos de esta clase con el apoyo de alguna mediumnidad que facilite la comunicación y consulta con el plano espiritual, de modo que formando un equipo especializado de encarnados y desencarnados, formado por espíritas magnetizadores y Espíritus desencarnados que controlan esos trabajos de desobsesión para que no se vean perturbados por otros  desencarnados del mismo tenor que el Espíritu obsesor y que tratan de ayudar a este en sus desviadas intenciones.
  Al respecto, son diversos los  síntomas de obsesión: cambios en los  comportamientos que se pueden observar en  personas que comienzan a padecer  esta clase de mal espiritual, por ejemplo los hábitos y reacciones habituales de la persona se suelen modificar, llegando a asumir  posiciones y actitudes extrañas y perjudiciales, inducidas sobre aquellos que les someten con sus  mentes obsesoras,  cayendo en un foso de sombras  del que es muy difícil y penoso salir.
    Conforme sea la constitución temperamental, que es un factor de relevante importancia, el obsesado se vuelve apático,  o  tiende a la depresión y a la melancolía, en razón del mensaje telepático deprimente que recibe,  así como  por los clichés mentales pesimistas o negativos que resuenan en su conciencia.
   En el otro extremo, entre los obsesados  de una constitución nerviosa excitable, se producen casos de agresividad y violencia; en desarmonía con sus actitudes habituales  explota violentamente con  frecuencia por tonterías, de lo cual  luego se arrepiente, exponiendo la constitución psíquica  a altas cargas de energías psíquicas negativas que dañan los nervios, con los correspondientes perjuicios para su organismo físico-psíquico.
    A los hábitos saludables habituales, van sucediendo las reacciones intempestivas, perdiendo los criterios de concepto y de valor que dan lugar a extravíos  y extrañas formas de conducta.
 Cuando la Obsesión alcanza mayor fuerza se le denomina Subyugación y cuando esta es insistente, puede llevar a una especie de locura que no responde a tratamientos psiquiátricos con  una medicación normal. Esta “locura”  solo se puede  tratar con grandes  posibilidades de cura, mediante el adoctrinamiento y la rectificación moral a que se puede conducir  al Espíritu obsesor, llevándole al arrepentimiento, así como también a la víctima de  la obsesión; sin embargo el solo e insistente tratamiento con medicamentos  puede terminar por dañar su cerebro y  entonces la víctima de la obsesión es cuando se convierte en un auténtico  lisiado mental.
      La Subyugación puede ser física o psíquica, o de ambas formas a la vez, según la forma como se manifieste.  La primera no implica la pérdida de lucidez mental e intelectual, porque actúa directamente sobre los centros motores, obligando al individuo aunque  se niegue a obedecer y a ceder ante la violencia que le imprime el obsesor. Llegado a este punto es donde pueden aparecer las enfermedades orgánicas ante el cambio de las condiciones celulares adecuadas que  facilitan las enfermedades por el acceso de virus y bacterias.
      Mediante  esta vigorosa y continua acción fluídica, pueden terminar por dañar los tejidos orgánicos, perturbando el metabolismo en general con los consiguientes perjuicios físicos.
     En el segundo caso el paciente se ve dominado mentalmente permaneciendo en un estado de pasividad, no siendo extraña la tortura emocional y  llegando a perder por completo la lucidez. Así pierde temporal o definitivamente el área de la consciencia, siendo incapaz de expresarse libremente, permaneciendo aturdido. Su visión, su audición y los demás sentidos confunden la realidad objetiva con el imperio de tantas vibraciones que registra desordenadamente en la esfera física y en la  espiritual.
   Estos casos se  pueden  ayudar a  través de  un  diagnóstico  espiritual  hecho   por  alguna   persona  con una facultad intuitiva  y de videncia  muy experimentada  en tratar  esta  clase  de  problemas, y que pueda llegar a establecer el origen del  conflicto  entre el  espíritu  obsesor  y  el  del obsesado para  definir las causas del problema  existente entre ambos y tratar de hallarle una solución.
     Una vez comprendida la dinámica reencarnatoria que nos relaciona a todos desde unas vidas a otras, se puede llegar a la solución del conflicto mediante el adoctrinamiento y esclarecimiento de ambas partes, desmontando así los vínculos de odio y de venganza que les unen, y que actúan como un imán entre el obsesor  y su víctima; y también, por supuesto, con mucha oración por  ellos y a ser posible,  junto a ellos.     
     Hay que hacerles comprender y sentir que la única salida para sus respectivos sufrimientos generados en un pasado común, es el perdón y  el reconocimiento fraterno mutuo como hijos de un mismo Padre que son. Hay que hacerles comprender a los obsesados  que permaneciendo en la construcción del bien, difícilmente les podrán afectar las inducciones perversas o criminales procedentes de las regiones inferiores del plano astral,  sin embargo, si permanecen en posiciones de vulgaridad, placer, impiedad, vicio o desorden, reciben mayor influjo de ondas mentales equivalentes, cayendo cada vez más hondo en las ataduras de sus verdugos, como precipicios de aturdimiento y desequilibrio.
     Tales personas  acuden al descanso físico buscando revivir  y recrear en su mente  las  ambiciones desenfrenadas o  las pasiones perturbadoras, vitalizándolas  cuando no encuentran medios de realizarlas físicamente. Después durante el sueño se desdoblan reencontrándose por afinidad con otros seres - encarnados o desencarnados- con los cuales se identifican, recibiendo una mayor carga de sensaciones de  esas necesidades falsas, o dando cabida a esos estados anhelados que les turban o afligen. Cuando despiertan  encuentran  su mente atribulada  con estas emociones, así como un incómodo cansancio físico y psíquico, encontrando dificultad para fijarse en las oportunidades de realizaciones positivas que   la vida les ofrece, mientras tanto la idea obsesora fijada y viciosa, ya ha quedado establecida a través de ese  intercambio mental nocturno.  
    Sin los ejercicios de reflexión más profunda y sin los hábitos saludables de edificación del bien en sí mismos; sin el constante  ejercicio de la oración como intercambio de fuerzas extra-físicas, llegan a aparecer esas actitudes sorpresa que le llegan a empujar hacia la idea engañosa del suicidio en medio de cuadros neuróticos, psicóticos o esquizofrénicos.

- Jose Luis Martín -

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“Entre las causas más comunes de la obsesión encontramos las siguientes: Malos hábitos y conductas desordenadas”.

                                           - Juan Luis Sánchez -


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    ESPIRITUALISMO Y MATERIALISMO

     Los diferentes sistemas filosóficos que han sido concebidos en todos los tiempos como reflexiones generales sobre los principios fundamentales del conocimiento, pensamiento y acción humanos, pueden ser resumidos y colocados dentro de dos vertientes esenciales, atendiendo a las definiciones que otorgan a las categorías de materia y espíritu, sus relaciones y la primacía entre ellos; la filosofía materialista, que considera a la materia como la única realidad, cataloga el pensamiento y el psiquismo como fenómenos materiales y niega, por ende, cualquier clase de existencia de un principio espiritual diferente de lo material o sobreviviente después de la muerte; y la filosofía espiritualista, que admite dos elementos básicos en la constitución del Universo: la materia y el espíritu, siendo este un principio activo e inteligente, independiente y superior a aquella, que la trasciende por su cualidad imperecedera y superviviente.
     La historia del pensamiento filosófico, científico, natural y social, se caracteriza por un esfuerzo permanente del hombre por captar la realidad, darle una explicación racional, y proyectarla al servicio de la humanidad. El mayor contraste que se presenta en la historia de la filosofía, en sus periódicos desenvolvimientos, es sin duda el que ocurre entre las tendencias opuestas del materialismo y el espiritualismo.
   Tal esfuerzo, en el que los partidarios de ambas posturas han esgrimido sus mejores argumentaciones para demostrar la validez de sus tesis, ha devenido progresivamente en un reconocimiento cada vez mayor de la legitimidad y certeza del pensamiento espiritualista, no solo en el plano filosófico y ético, sino también a nivel de las comprobaciones científicas.

- Jon Aizpurúa- ( de su obra "Tratado de Espiritismo")

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