INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.-En el proceso desobsesivo
2.-Los sueños
3.-Turbación y percepciones
4.- La Providencia
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EN EL PROCESO DESOBSESIVO
Son
muchos los que llegan al conocimiento de la doctrina Espirita por los látigos
del sufrimiento, por perturbadoras pruebas dentro del campo de la obsesión.
Poco a
poco, despiertan para las realidades de la vida, esforzándose por la propia
iluminación y la de los adversarios que los comprimen psíquicamente, en las
dilatadas imposiciones perniciosas.
Los
cooperadores adiestrados son deseados para asegurar la mejoría del enfermo,
pero lamentablemente no se encuentran en lo general en el campo de acción del
hombre terráqueo, ya que no merecen su convivencia y la mayoría de las veces no
se cuenta con servidores ideales, solo se puede agradecer la mayoría de las
veces a obreros modestos; caracterizados por el espíritu de servicio, con
coraje suficiente para vencer los prejuicios y las conveniencias de los grupos
sociales y de las personas negativas, afanándose en la distribución del bien.
La
ignorancia y la mala fe siempre denigran lo que desconocen, presentando con
colores fuertes de la propia incuria, aquello que no desean que se expanda ni
alcance a otras áreas humanas.
La verdad
no es patrimonio de individuos ni de grupos. Tiene carácter universal. Es la
misma en todas partes y en todos los tiempos, variando en la forma, en el
vestuario, con lo que se presenta para ser ofrecida a los hombres.
El
Espiritismo es una doctrina perfecta en su estructuración científica,
filosófica y moral, teniendo mucho que ver con las diversas ramas del Conocimiento, ya que investiga las causas, mientras que la Ciencia todavía
examina sus efectos. Allan Kardec debió penetrar en el examen y estudio de la
Doctrina Espirita para publicar “El Libro de los Espíritus”; comprendió que su Doctrina es una Filosofía que responde a las más diversas cuestiones complejas y embarazosas del pensamiento,
proponiendo soluciones a los enigmas de las “ciencias del alma” tanto como a los conflictos de la fe que tanto han atormentado a religiosos, honestos o no,
que se debaten en aflictivas dudas.
Grandes
desafíos surgen en embates vigorosos, a fin de que poco a poco, el obsesado se
desprenda del zarzal en el que se enredó a través de los tiempos.
La
obsesión es el resultado de una demorada convivencia psíquica entre dos
Espíritus afines, bien sea por el amor que desata las pasiones inferiores o a
través del odio que galvaniza los litigantes, imantándolos uno al otro con
vigor.
Cuando
son tomadas las primeras providencias para la terapia de la desobsesión surgen
efectos inmediatos, que son consecuencia de esa aptitud: 1) la rebeldía del
enemigo, que cambia la técnica de la agresión, reformulando, su programa de
persecución atacando a la presa con el objetivo de desanimarla 2)
propicia una falsa concesión de libertad, esto es, afloja el cerco, antes
pertinaz, permaneciendo, sin embargo, vigilante, aguardando la oportunidad
para lanzar un asalto fatal, en el que triunfen sus planes infelices.
En la
primera hipótesis, la victima, no adiestrada en el conocimiento de la
desobsesión, porque se siente empeorar, razona, equivocadamente, que la
medicación le está siendo más perjudicial que la enfermedad e, inspirada por su
semejante, planea abandonar el procedimiento nuevo; lo que, a veces, realiza,
permitiendo a la astuta Entidad liberarlo, momentáneamente, de las sensaciones
constrictivas para sorprenderlo, más tarde, cuando sus reservas de fuerzas sean
menores y los recursos del equilibrio se hagan poco viables… En la segunda hipótesis, al sentirse menos oprimido, el obseso se cree desligado de los nuevos compromisos
y vuelve a las actitudes vulgares de antes, cayendo, posteriormente en la
urdimbre hábil, de su vigilante carcelero espiritual.
Jesús
afirmó con razón, que el Espíritu inmundo al salir del hombre, anda por lugares
áridos, procurando reposo, y no encontrándolo, dice: “Volveré para mi casa de
donde salí; y al llegar la halla barrida y adornada, después va y lleva consigo
siete Espíritus más, peores que él. El ultimo estado de aquel hombre acaba
siendo peor que el primero, “Es siempre conveniente recordar que todo obseso de
hoy es verdugo de ayer que pasó sin la conveniente corrección moral, ahora
cayendo en la maldad que él mismo cultivo.
El vicio mental derivado de la
convivencia con el huésped genera ideo plastias perniciosas de las que se alimenta
psíquicamente el hospedero. Aun cuando sea apartado el factor obsesivo,
permanecen, por largo tiempo, los hábitos negativos, engendrando imágenes,
perjudiciales que constituyen la psicoesfera enfermiza, en la cual se mueve el
paciente. El más severo esfuerzo que el enfermo psíquico por obsesión debe
movilizar, es el de la reeducación mental, adaptándose a las ideas optimistas,
a los pensamientos sanos, a las construcciones edificantes. Las lecturas
iluminativas, la oración inspiradora, el trabajo renovador, hasta que se creen
hábitos moderados, propiciadores de paisaje mental bendecido por la
revitalización y por el equilibrio. Gracias a tales factores, no siempre la
cura de la obsesión ocurre cuando son apartados los pobres perseguidores, sino
cuando compañeros de lucha instalan en el mundo intimo las bases del legítimo
amor y del trabajo fraternal a favor del prójimo, tanto como de si mismos, a
través del recto cumplimiento de los deberes.
Los
hombres esperan siempre que se operen milagros, cuando le son impuestos el
esfuerzo y la dedicación a través del tiempo, casi siempre desertan del
compromiso o lo relegan al olvido, afirmándose desencantados con los otros de
quien exigen una conducta superior, que así mismos no se permiten. Se
justifican sin justificar a los otros; se excusan, pero se tornan jueces
rigurosos de aquellos con los cuales conviven, o a quien recurren, buscando
ayuda. Por eso la salud mental que se deriva de la liberación de las
alineaciones obsesivas se hace difícil, porque ella depende, sobretodo, del
enfermo, en el máximo de su esfuerzo y no exclusivamente de su ánimo
perturbador.
Nadie
espere reposo y placer, ni anhele de inmediato comodidad y bienestar del
que no sea merecedor. La tierra es madre generosa y la existencia carnal
constituye oportunidad reparadora, salvadas raras excepciones cuando el
Espíritu se encuentra en misión para propulsar el progreso de la humanidad, aun
así, en esos casos, el dolor y la soledad, los testimonios de muchos tipos no
les quedan al margen…
El
crecimiento para Dios solamente se da a través de la mejoría intima, a través
del trabajo fraternal verdadero entre las criaturas del camino de nuestra
evolución, así nos lo enseño Jesús que bendijo el trabajo y el deber con el
propio esfuerzo.
Trabajo
realizado por Merchita
Extraído
del libro “Cuadros de la Obsesión” de Divaldo Pereira Franco
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LOS SUEÑOS
No queráis atesorar para vosotros tesoros en la tierra: donde orín y polilla los consume; y en donde ladrones los desentierran y roban. - Mas atesorad para vosotros tesoros en el cielo; en donde ni los consume orín ni polilla; y en donde ladrones no los desentierran ni roban. - Porque en donde. está tu tesoro, allí está también tu corazón.
Por tanto os digo, no andéis afanados por vuestra alma, que comeréis, ni para vuestro cuerpo, que vestiréis. ¿No es más el alma que la comida, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo, que no siembran ni siegan, y vuestro padre celestial las alimenta: ¿Pues no sois vosotros mucho más que ellas? - ¿Y quién de vosotros, discurriendo, puede
añadir un codo a su estatura?
¿Y por qué andáis acongojados por el vestido? Considerad como crecen los lirios del campo; no trabajan ni hilan. - Yo os digo que ni Salomón en toda su gloria fue cubierto como uno de éstos. - Pues si al heno del campo, que hoy es, y mañana es echado en el horno, Dios viste así: ¿Cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?
No os acongojéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos? - Porque los gentiles se afanan por estas cosas. Y vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de todas ellas.
Buscad, pues, primeramente, el reino de Dios y su justicia: y todas estas cosas os serán añadidas. - Y así no andéis cuidadosos por el día de mañana.
Porque el día de mañana a sí mismo se traerá su cuidado. "Le basta al día su propio afán". (San Mateo, cap. VI, v. de 19 a 21, y de 25 a 34).
Estas palabras, tomadas literalmente, serían la negación de toda previsión, de todo trabajo y de consiguiente de todo progreso. Con tal principio, el hombre se reduciría a un estado pasivo espectante; sus fuerzas físicas e intelectuales, no tendrían actividad; si tal debiese ser su condición normal en la tierra, nunca hubiera salido de su estado primitivo, y si de ello hiciera su ley actual, no tendría otra cosa que hacer sino vivir sin hacer nada. No pudo ser tal el pensamiento de Jesús, porque estaría en contradicción con lo que dijo en otra parte y con las mismas leyes de la naturaleza. Dios ha creado al hombre sin vestido y sin abrigo, pero le ha dado la inteligencia para que se lo fabrique. (Cap. XIV, núm. 6; cap. XXV, número 2.)
Es preciso, pues, no ver en estas palabras sino una poética alegoría de la Providencia, que nunca abandona a los que ponen en ella su confianza, pero quiere que trabajen por su parte. Si no viene siempre en ayuda para un socorro material, inspira las ideas con las cuales se encuentran los medios de salir del paso.
Dios conoce nuestras necesidades y provee según lo que se necesita; pero el hombre, insaciable en sus deseos, no siempre sabe contentarse con lo que tiene; no le basta lo necesario, sino que le es indispensable lo superfluo, y entonces la Providencia le abandona a sí mismo. Muchas veces es desgraciado por su causa y por haber desconocido la voz que le avisaba por medio de su conciencia, dejándole Dios que sufra las consecuencias con el fin de que le sirva de lección para el porvenir.
8. La tierra produce lo suficiente para alimentar a todos sus habitantes; cuando los hombres sepan administrar los bienes que da según las leyes de justicia, de caridad y
de amor al prójimo, cuando la fraternidad reine entre los diversos pueblos, como entre
las provincias de un mismo imperio, lo superfluo momentáneo del uno servirá para el
otro, y cada uno tendrá lo necesario. El rico se considerará entonces como teniendo una grande cantidad de semillas, que si las siembra, producirán el céntuplo para él y para los otros; pero si él solo se come las semillas, si malgasta y deja perder lo sobrante de lo que coma nada producirán, y no habrá para todos, y si las encierra en su granero, los gusanos las comerán: por esto ha dicho Jesús: No acumuléis tesoros en la tierra, que son perecederos, pero sí en el cielo, porque son eternos, o en otros términos: no deis más importancia a los bienes materiales que a los bienes espirituales y saber sacrificar los primeros en provecho de los segundos. (Cap. XVI, núm. 7 y siguientes.)
La caridad y la fraternidad no se decretan con leyes; si no están en el corazón, el egoísmo las ahogará siempre; hacérselas penetrar, es obra del Espiritismo.
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC
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