INQUIETUDES
1.- La Pena de Muerte
2.- ¿ Cómo atender a los Espíritus en sufrimiento?
3.-Laboratorio del mundo invisible
4.- Mediumnidad: Afinidad, aceptabilidad, aproximación e incorporación
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La “Pena de Muerte”
Todavía, en pleno siglo XXI aún
existe en algunos países en donde esta
clase de pena máxima y extremada, es
impuesta a los reos cuando son hallados culpables de cualquier delito
según las leyes de esos países.
Esto pone de manifiesto el retraso evolutivo y la crueldad de los seres humanos que mantienen y defienden esas terribles leyes inhumanas, así como la total falta de conocimiento espiritual de sus gentes y gobernantes. Y digo "conocimiento espiritual", que no es lo mismo que "religioso", pues en algunos de esos paises tan atrasados moralmente, se ejecuta sin escrúpulos la pena capital, precisamente por delitos contra su religión; o sea, por tener ideas religiosas o morales diferentes a las establecidas en los “libros sagrados” del país en cuestión.
El Ser humano , bajo ningún concepto, nunca puede moralmente justificar ante la Conciencia Cósmica, el acto de quitar la vida a un semejante, por mucho mal que este haya hecho . La Vida es un don sagrado que viene de Dios, y el Ser humano, no tiene potestad moral alguna para destruir lo que Dios ha establecido, en ningún caso, interrumpiendo una vida por mucha justicia que crea hacer con este supremo acto de venganza, siempre fría, cruel y calculada.
Si el reo al que se condena a muerte ha cometido contra la sociedad o contra algún miembro de la misma algún delito moral o algún perjuicio, matándolo no se le hace pagar su falta porque el daño que hizo no se ha reparado después de quitarle la vida..
La pena de
muerte es en realidad un acto de venganza
humana camuflada muchas veces en la legalidad y a veces ni siquiera
eso, y Dios que es Amor, no es vengativo
sino infinitamente misericordioso y justo, pero con una justicia que
no es venganza ni muerte: La Ley de Consecuencias es la aplicación de Su justicia:
Quien hace mal, se castiga él mismo para aprender de su error y corregirse. Recordemos
el 5º Mandamiento de la Ley Divina dado a Moisés, en la 1ª
Relevación: “ No matarás “. ¿No es lo suficientemente claro?.
Hay lugares en donde además se hace un espectáculo público de las ejecuciones de condena, en los que la morbosidad y la crueldad de los espectadores se ve incentivada con el horror de los asesinatos presenciados. En la Edad Media, se hacía exactamente así: Acudian a las plazas públicas en donde se ofrecía un espectáculo “ejemplificante” para los curiosos. Vemos por esto que el ser humano ha avanzado moralmente muy poco, pues la misma falta de piedad que entonces había es la que ahora se sigue apreciando en los pueblos en los que esta práctica cruel y macabra está normalizada.
Menos justificado aún está, bajo un punto de
vista moral, cuando la ejecución de la “pena capital” es por
condenas a causa de ideas políticas diferentes a las del poder
establecido, o debido a mantener credos religiosos
diferentes, fanáticos e irracionales que así la imponen o la
alientan
La condena al reo culpable siempre debe tener un fin regenerativo del mismo, para la reintegración social del que ha delinquido, pero nunca su muerte, que no soluciona nada, por lo que no se debe usar esa condena como un instrumento de venganza, porque entonces, la regeneración moral, el arrepentimiento por el daño que pudo hacer con su delito y su posible vuelta a la sociedad, ya no son posibles. Si realmente es culpable de algo, solamente le quedará poder responder en el plano espiritual, porque en su existencia material ya no tendrá oportunidad de regeneración ni de arrepentimiento alguno.
Por otra parte, cuando se aplica esta cruel venganza a sangre fría a un condenado por algún delito, las personas que fueron sus víctimas y que creían encontrar en ese acto de la ejecución el colmo de la justicia, de la felicidad y de la tranquilidad espiritual, se encuentran con que después de la misma, tras una inicial satisfacción por la que su odio y su resentimiento quedan desahogados y descargados, después les queda un vacío interior y un mal estar o desequilibrio psíquico añadidos como un peso en su conciencia.
Esta clase de justicia humana tan cruel, en realidad es una injusticia y un crimen, porque solo es un acto de venganza y la venganza siempre es ciega en cuanto al concepto de justicia. Supone también una falta de fe en la Justicia Divina que es la que en el tiempo pone todo en su lugar; esta falta de fe viene derivada de una falta de conocimiento espiritual adecuado. No debemos condenar a morir a nadie, pues sabemos que por encima de estos criterios humanos de justicia que suelen ser imperfectos y a veces hasta injustos, existe una Justicia Divina real, perfecta, inmanente e inexorable para con todos nuestros actos, que restablece el desequilibrio de la injusticia, y lo hace tanto en este mundo como en el más allá.
Un asesino que comete un crimen, realiza un acto ilegal y condenable ante Dios y ante la sociedad, pero cuando es la sociedad misma quien comete el crimen “legal” con la pena de muerte, es esa sociedad quien queda comprometida y endeudada ante la Justicia Divina
Es importante tener en
cuenta que muchas veces se ha condenado a un inocente, cosa que se ha probado
después, al cabo del tiempo. Si se le hubiese aplicado de inmediato la pena
capital, se habría matado a esa persona inocente, mientras el
verdadero culpable quedaría libre de cargo por su delito
y este quedaría impune ante la sociedad que condenó y mató a un
inocente. La pena de muerte es un terrible
error y peor todavía si se ha aplicado ya y después se comprueba la inocencia
del ejecutado.
Otro
tema bien distinto al de la pena de muerte ejecutada fría y despiadadamente, es
cuando a un Ser humano se le arrebata la vida, no mediante penas de muerte
o venganzas mas o menos legales y calculadas , sino cuando esa muerte es
causada por otra persona como un acto proporcional en
legítima defensa de la vida propia o defendiendo
la de otro..
- Jose Luis Martín-
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127. La escritura directa o pneumatografía es aquella que se produce espontáneamente sin auxilio de la mano del medium ni del lápiz. Basta tomar una hoja de papel blanco, lo que se puede hacer con todas las precauciones necesarias para no ser chasqueado por ninguna superchería, doblarla y colocarla en alguna parte, en un cajón o simplemente sobre un mueble, y si se tienen las condiciones que se requieren, al cabo de cierto tiempo más o menos largo se encuentran en el papel caracteres trazados, diversos signos, palabras, frases y aun discursos, las más de las veces con una sustancia pardusca parecida al plomo; otras veces con lapiz encarnado, tinta ordinaria y aun tinta de imprenta. He aquí el hecho en toda su sencillez, y cuya reproducción, aunque poco común, no es, sin embargo, muy rara, porque hay personas que lo obtienen con mucha facilidad. Si se ponía el lápiz con el papel se podría creer que el Espíritu se ha servido de él para escribir; pero desde el momento que el papel está enteramente solo, es evidente que la escritura está formada por una materia depositada. ¿De dónde ha tomado el Espíritu esta materia? Tal es la pregunta que hemos dicho, a cuya solución nos ha inducido la caja de tabaco de que más arriba hemos hablado.
CAPÍTULO VIII LIBRO DE LOS MEDIUMS - ALLAN KARDEC
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MEDIUMNIDAD: AFINIDAD, ACEPTABILIDAD,
APROXIMACIÓN E INCORPORACIÓN
Kardec
nos enseña cómo “la naturaleza de las comunicaciones está siempre relacionada con
la naturaleza del Espíritu” ,
pero destaca que:
“además de la aptitud del Espíritu, está la del médium,
instrumento que le resulta más o menos cómodo, más o menos flexible, y en el
que descubre cualidades particulares que no podemos apreciar” (LM, 2ª parte,
Capítulo XVI, inciso 185).
Y
agrega:
“… no obstante la igualdad de condiciones en cuanto al poder
mediúmnico, el Espíritu dará preferencia a uno u otro, según el tipo de
comunicaciones que quiera transmitir” (LM, 2ª parte, capítulo XVI, inciso 185).
En el mismo artículo, Kardec recuerda que las aptitudes del médium en su vida actual no siempre son determinantes para definir el contenido de los mensajes que recibe. Así, los poetas pueden no ser capaces de traer mensajes psíquicos en forma de poesía, mientras que otros sin aptitud para el conocimiento científico pueden traer sabias comunicaciones. Según Kardec, lo mismo sucede con el dibujo, la música, etc.
Los factores más importantes en el
establecimiento de la conexión mediúmnica son otros: los Espíritus “se comunican dando
preferencia más o menos acentuada a tal o cual médium, según sus simpatías” (LM, 2ª parte, Capítulo XVI, ítem
185). Las cualidades del médium son esenciales para que exista afinidad
entre el médium y el espíritu comunicador: “es la intención, el
pensamiento íntimo, el sentimiento más o menos loable de quien interroga al
Espíritu” (LM, 2ª parte, Gap
. XVI, inciso 186).
La afinidad se obtiene a través de la sintonía
del Espíritu con los pensamientos, comportamientos, emociones y palabras que
suele emitir el médium. De ahí inferimos la importancia del conocimiento
evangélico-doctrinal del médium, su sinceridad de propósito, los tipos de
pensamientos que emite a diario, su interés por el desarrollo de las virtudes y
por la eliminación de los defectos y vicios. Como hemos visto, nuestros
pensamientos y emociones permean los fluidos, y son los fluidos que emitimos
los que atraen otros fluidos similares, permitiendo un mayor o menor equilibrio
del medio.
La similitud de pensamientos y propósitos (o
intenciones) es muy importante para que el médium capte los fluidos de la
espiritualidad. Como los Espíritus se comunican a través de pensamientos y
no de palabras, son ideas o imágenes que el Espíritu emite en relación con el
médium y éste capta según su capacidad. También puede haber mayor afinidad
entre espíritus en los que hay implicación emocional (otras existencias,
amistad, simpatía, etc.) este tipo de implicación no es imprescindible para que
se produzca la conexión mental.
Por lo tanto, el médium principiante debe buscar establecer comunicación con un Espíritu determinado, porque “…sucede muchas veces que no es éste con quien se establecen más fácilmente las relaciones fluídicas, por mucha simpatía que tenga” (LM, Capítulo XVII, ítem 203 – énfasis añadido). Otras cuestiones también influyen en la conexión mediúmnica. Entre ellas, podemos mencionar las condiciones de aproximación de la entidad comunicante. Sólo habrá comunicación verdaderamente mediúmnica si hay un espíritu dispuesto a transmitirla, y para que los buenos espíritus se manifiesten en una obra es necesario que el ambiente esté debidamente preparado.
Kardec
nos enseña que las reuniones sociales ordinarias son diferentes de las
reuniones mediúmnicas, y que éstas, “ para obtener resultados deseables, requieren
condiciones especiales” (LM,
2ª parte, Capítulo XXIX, ítem 324). El carácter del propósito de la
reunión también influirá: las reuniones para asuntos frívolos atraerán
espíritus frívolos; las reuniones con objetivos serios atraerán espíritus
serios.
El patrón vibratorio también es importante entre
los factores que ayudan al acercamiento. El patrón vibratorio es
consecuencia de los tipos de fluidos o pensamientos emitidos en el momento del
trabajo, y que orientarán la sintonía del médium con el Espíritu
comunicante. Para mejorar su patrón vibratorio, el médium debe protegerse
de pensamientos inferiores por lo menos en el día del trabajo, prepararse con
oraciones y lecturas evangélicas, evitar peleas y malentendidos, en fin,
mantener una conducta intachable. De ahí la importancia de “Orar y Velar”
y “ la Reforma Íntima ” como factores de equilibrio.
Por lo tanto, el médium desequilibrado dificulta la comunicación con los Espíritus, porque con el periespíritu desequilibrado, tampoco es posible establecer una conexión mediúmnica plena con la espiritualidad. También podemos agregar la disposición del médium a servirse de intermediario, su aceptabilidad. El miedo o la inseguridad del médium pueden dificultar el intercambio mediúmnico. El médium debe confiar en que la preparación del ambiente y los buenos propósitos del encuentro atraerán espíritus serios y bien intencionados, y debe dejarse envolver por los fluidos del ente comunicante.
Para
servir como fiel instrumento de espiritualidad, el médium debe practicar la
humildad, “callarse” mentalmente para que el Espíritu pueda manifestarse a
través de él. Sin embargo, el médium no debe entregarse al primer Espíritu
que viene, solamente; establecer un contacto mediúmnico: “La dificultad que
encuentran la mayoría de los médiums principiantes es la de tener que tratar
con espíritus inferiores'” (LM,
2ª parte, Capítulo XVII, 211 – énfasis añadido).
Aún en la pasividad, Edgard Armond destaca el
papel del médium en la aceptación de la conexión periespiritual; ' 'Es natural, por tanto,
y hasta necesario, que haya pasividad en el acto funcional mediúmnico y plena
actividad y conciencia fuera de este acto” (Mediumnidad, segunda parte; Capítulo 22: “El Desarrollo” –
énfasis añadido). Según el autor, la pasividad deseable no es la nulidad
de los deseos y decisiones, no representa la sujeción del médium al plano
espiritual. El médium no es esclavo de la espiritualidad, sino que debe
controlar y disciplinar sus emociones para entregarse de manera consciente y
segura cuando sea necesario. El propio Armond advierte del peligro de la
pasividad extrema:
“La pasividad ciega entrega médiums a la influencia de fuerzas y
entidades de todas las clases y esferas, indiscriminadamente, y esto es
altamente dañino” (Mediumnidad, 2ª parte – Capítulo 22: “El Desarrollo”).
Todos
estos factores son predisposiciones necesarias para la incorporación. A
partir de estos prerrequisitos se podrá completar el circuito mediúmnico y el
médium podrá transmitir el mensaje del plano espiritual como un verdadero
intermediario. Podemos concluir recordando nuevamente a Kardec, quien
afirma:
“Para que la comunicación sea buena, debe venir de un Espíritu
bueno. Para que este buen Espíritu pueda transmitirlo, es necesario que el
objetivo le convenga” (LM Capítulo XVI, ítem 186)
BIBLIOGRAFÍA:
El Libro de los Médiums – 2ª parte, Cap. XVI ítem 185 - Allan Kardec El Libro de los Médiums - 2ª parte, Cap. XVI ítem 186 – Allan Kardec El Libro de los Médiums – 2ª parte, Cap. XVII intesn 203-211 – Allan Kardec El Libro de los Médiums – 2ª parte, Cap. XXIX tema 324 - Allan Kardec
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