INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Memorias de un hombre mediocre
2.- El crimen trae el crimen
3.-El destino de los niños después de la muerte
Pensamiento: Entre los hermanos y en los Centros
4.- El problema de la violencia
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Cosme
Mariño |
Memorias de un hombre mediocre
Voy a ocuparme en este capítulo de
mi conversión al espiritismo, mis experiencias personales y muchos detalles
que, aparentemente sin importancia, han ido sin embargo fortaleciendo mis
convicciones, victoriosas ya después de 40 años, de las vacilaciones e
incertidumbres que naturalmente embargaron mi espíritu, al sufrir el choque
rudo e inesperado de la luz deslumbradora, cuando vivía sumido en las tinieblas
de la ignorancia y del error en que hoy viven la mayoría de los hombres que no
aciertan a comprender esta hermosa verdad que los envuelve y los compenetra sin
tener conciencia de ella, nada más porque la incredulidad e ignorancia sobre la
naturaleza del alma inmortal, no halla eco en sus corazones, que sólo tienen fe
en la vida presente y limitan sus aspiraciones a todo cuanto es banal y
transitorio.
Desearía que mis estudios y
experiencias sobre esta gran verdad del espiritismo y la evolución progresiva
que he imprimido a mis ideas y sentimientos, pudiera servir de punto de partida a
todos cuantos lean estas memorias, para que, como yo también, iniciaran una era
personal, que llevara la paz a sus conciencias torturadas por la duda y les
sirviera de palanca en la que se apoyaran para dar un poderoso vuelo hacia la
espiritualidad que es la base de la ciencia, la filosofía y la religión del
provenir.
Los estudios que hemos hecho los
espiritualistas al abandonar el antiguo y gastado método de la fe ciega, para
sustituirlo por la fe razonada y el método experimental, han tenido la virtud
de desvanecer muchísimos errores en los que habíamos sinceramente creído y que
en otro tiempo nos sirvieron de norte y guía de nuestra marcha incierta y
formaron las costumbres y creencias que sustentábamos.
La adquisición más fundamental que
hemos hecho, ha sido la convicción de que el objeto de la vida, tal como hasta
ahora se lo ha considerado, es a todas luces falso; que las orientaciones,
creencias y métodos empleados para cumplirlas debidamente, lo único que han logrado es mantener nuestra ignorancia y hacernos desgraciados, a tal punto
que, ha habido un momento, momento que desgraciadamente se ha hecho carne en
algunos hombres pensadores, en que se ha llegado a creer que este mundo está
mal hecho; que sus instituciones, sus anhelos, sus creencias, constituyen un
absurdo; supuesto que todo es mentira, injusticia y egoísmo.
Los pesimistas, siguiendo a
Schopenhauer, abundan en todas partes; es notorio que este pesimismo desolador,
mata todos los entusiasmos, todos los anhelos generosos y coloca a muchos un
arma en sus manos para librarse de una existencia tan inexplicable como absurda
e injusta, y a otros más tímidos, los desorienta e inutiliza para el
cumplimiento de los más fáciles deberes.
Y todo esto proviene del
desconocimiento casi absoluto de las muchedumbres, del verdadero objeto y fin
que el Hacedor se propone al concedernos estas existencias terrenales.
Estudiando el espiritismo, creo haber encontrado la clave, resolviendo estos tres graves problemas: ¿Qué es lo que somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?....
Resueltos estos tres grandes
problemas, con el criterio filosófico y científico del espiritismo, se pisa ya
el terreno que tiene fatalmente que conducirnos a un rápido perfeccionamiento
de nuestro sentido moral e intelectual, y desarrollados estos sentidos, quedan
despejadas las incógnitas más aterradoras y mortificantes que limitan las
percepciones espirituales del hombre; las dudas se sustituyen por una realidad
que, si bien es relativa, basta para iniciar una segura orientación; el pasado,
el presente y el porvenir forman los eslabones que unen nuestra actuación
anterior con la presente y la que naturalmente vendrá dado el supuesto de que
somos inmortales y las existencias terrestres representan etapas.
Misiones con sus correspondientes
intermitencias y descanso y estudio para volver a seguir la marcha
interrumpida, con mayores seguridades y mejores probabilidades de éxito, porque
la experiencia que vamos adquiriendo en cada existencia interrumpida por la
muerte, no se pierde jamás, y por lo tanto, cuando llegamos al ocaso de la
vida, avasallados por los errores cometidos, por las debilidades del carácter
que tanto nos han hecho sufrir, no podemos exclamar como ahora
algunos que dicen: "¿ de qué nos sirve la experiencia adquirida
si no podemos empezar de nuevo otra existencia?".
Este raciocinio es uno de los
tantos errores corrientes, originados en el falso concepto que se tiene de
nuestra actuación en el mundo, del verdadero objeto y fin de nuestras
existencias terrenales.
No, la experiencia adquirida en
una existencia, no se pierde jamás, porque esta existencia será repetida tantas
veces cuantas sean necesarias para el progreso del ser, para adquirir la
sabiduría, y por lo mismo, desterrar del espíritu la ignorancia y la mentira;
los errores y debilidades morales cometidos en una existencia, no tienen una
sanción irrevocable, porque las existencias terrestres sirven como depurativo
de las almas, y si hoy cometieron faltas y crímenes provenientes de las propias
imperfecciones, el arrepentimiento y el dolor que experimentan al traspasar el
umbral que separa este plano de existencia, del más allá del sepulcro, los aleccionan para el
porvenir, de manera que cuando vuelvan de nuevo a la vida material con
sedimentos de progreso, ya sabrán esquivar los malos pasos, y no incurrirán en
las anteriores faltas, porque el arrepentimiento y el dolor sufrido al
reconocerse culpables en el mundo, los preservarán de caer de nuevo.
No recordarán ciertamente las
causas y los detalles de esas faltas pero sí, una poderosa intuición, un
profundo sentimiento de virtuosidad se opondrá a las tentaciones y a las
solicitaciones del mal para no caer otra vez de nuevo.
Y así, pues, véase cuan grande,
razonada y hermosa es esta doctrina del espiritismo, cuando viene a revelar al
mundo material la razón justa de nuestra existencia terrestre, el origen y el
fin de su destino inmortal, y a explicar todas las anomalías y aparentes
injusticias que han conducido al hombre a negar que la creación es la obra
ordenada, justa, sabia, de una inteligencia suprema y a exclamar con
Schopenhauer y su escuela: el mundo y todo cuanto en él existe es absurdo y la
vida no vale la pena de ser vivida.
Las consideraciones que acabo de
exponer no nacieron de golpe en mi espíritu, al abrazar el espiritismo. A
medida que me he ido compenetrando de su realidad y el estudio y la observación
me han permitido ir descubriendo los velos de la esfinge que ocultan la
sabiduría bajo su mutismo desalentador, estas consideraciones me han asaltado
como la consecuencia natural de la luz espiritual, con cuya ayuda he llegado a
comprender la grandeza de la creación, sus leyes justas y admirables y el
destino de los seres nacidos del amor divino para la realización de ese mismo
amor, única ruta que conduce a la felicidad y la perfección.
Pero pondré punto final a estas
consideraciones generales para ocuparme de mi conversión al espiritismo.
Cosme Mariño.- “Memorias
de un hombre mediocre”
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EL CRIMEN TRAE EL CRIMEN
197 – ¿El Espíritu de un niño, muerto en edad temprana, está tan adelantado como el de un adulto?
– A veces mucho más, porque puede haber vivido más y tener mayor experiencia, sobre todo si progresó.
– ¿El Espíritu de un niño puede, pues, estar más adelantado que el de su padre?
– Esto es muy frecuente; ¿acaso no veis muchas veces eso en la Tierra?
198 – ¿Pertenece a una categoría superior el Espíritu de un niño que por haber muerto a tierna edad, no pudo hacer mal?
– Si no hizo mal, tampoco ha hecho bien y Dios no le libra de las pruebas que debe soportar. Si es puro no se debe a que sea un niño, sino a que progresó mucho.
– La duración de la vida de un niño puede ser para el Espíritu que está encarnado en él, el complemento de una existencia interrumpida antes del tiempo marcado, y su muerte, la mayor parte de las veces, es una prueba o una expiación para los padres.
– Vuelve a empezar una nueva existencia.
Si el hombre tuviese una sola existencia y si después de esa existencia su suerte futura quedase decidida para la eternidad, ¿ cuál sería el mérito de gran parte de la especie humana que muere en edad tierna, para disfrutar, sin esfuerzos, de la felicidad eterna y con qué derecho quedaría eximida de las condiciones, tan duras a veces, impuestas a la otra mitad? Semejante orden de cosas no podría estar conforme con la justicia de Dios. Por la reencarnación, la igualdad es para todos; el futuro pertenece a todos sin excepción y sin favoritismo para nadie; los que llegan de último no pueden culpar por ello sino a sí mismos. El hombre debe tener el mérito de sus actos, como tiene la responsabilidad de ellos.
instintos tan diferentes en niños de la misma edad, educados en las mismas condiciones y sometidos a las mismas influencias? ¿De dónde procede esa perversidad precoz, sino de la inferioridad del Espíritu, puesto que la educación no contribuyó para ello? Los que son viciosos, lo son porque sus Espíritus han progresado menos, y sufren entonces las consecuencias, no de sus actos de niño, sino de los de sus existencias anteriores. Es así como la ley es la misma para todos y a todos alcanza la justicia de Dios.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.
Todo espírita debe portarse con la mayor humildad posible, frente a sus hermanos. Porque la humildad es siempre un ejemplo de buenas maneras, jamás nos compromete, ni es causa de disturbios ni de riñas. Esa humildad, sin embargo, no debe ser nunca fingida, sino leal y siempre dispuesta a servir. El espírita debe siempre considerarse inferior a sus hermanos, disponiéndose a ser el servidor de todos.
MIGUEL VIVES
EL PROBLEMA DE LA VIOLENCIA
La violencia y la agresividad están generalizadas, hoy en día, por todas partes, en las más sencillas familias, en los grupos más serios y formales, en todas partes, surge el violento que rompe con las reglas del buen vivir.
Todos pensamos que son seres rebeldes y que como fieras, hemos de apartar de la sociedad, nos gusta dar una buena imagen, ser precavidos, y vamos a la procura de un mundo mejor, pero para ello, todos tenemos que poner de nuestra parte.
El violento lo es porque hay algo que lo incomoda, que lo altera y que lo saca de quicio, y cabe al humilde procurar no violentarle, por el contrario adivinar y esmerarse en la forma de cómo tratarle para que lejos de alterarse, se calme y encuentre el lenitivo para que no sufra su espíritu, que la mayoría de las veces, es portador de enfermedades adquiridas en el pasado, donde sufrió el asedio de otros espíritus, y la forma de defenderse es la agresividad, es un escape para su alma que no puede soportar con normalidad lo que le rebela o le altera.
La gente está llena de frustraciones, miedos, rencores, envidias, celos… y todo ello les produce un carácter violento, a veces poco distinguible, a veces confundido entre una maraña de contenciones sociales o morales, que explotan cuando menos espera.
Violencia y ceguera, la de la ignorancia, pero no la ignorancia del simple, del que es campechano y tiene poca ciencia, sino la ignorancia del que se cree valedor, inteligente, con razón. Esta ignorancia del orgulloso es terrible, carga de odio y violencia contra todo aquello que es diferente o que le discute o que no se doblega a su ego.
El hombre es violento en todas partes, en casa, en el trabajo, en el instituto, en los centros comerciales, en la calle, en los medios de transportes, en sus iglesias, en su creencias, en la política, todos sus actos están cargados siempre en determinados momentos de violencia. Generalmente la violencia se muestra en arrebatos, violencia en ataques, y violencia enquistada, como una peste contagiosa habitualmente.
La violencia puede ser combatida, todos podemos hacer a nuestro alrededor un mundo mejor, y es aprendiendo a amar a nuestros semejantes, sobre todo a aquellos que nos alteran, que nos sacan de quicio con su forma de actuar, si aprendemos a ser tolerantes con ellos, la violencia para con ellos desaparece.
Las semillas de la violencia se siembran y cultivan en la infancia, se desarrollan durante la adolescencia y empiezan a dar sus frutos malignos pronto en la edad adulta. La experiencia que más nos predispone a recurrir a la agresión despiadada es haber sido repetidamente objeto o testigo de crueldades durante los primeros quince años de la vida.
En nuestros días, la violencia es uno de los problemas más preocupantes, aunque en realidad bien es verdad que, que la búsqueda de la convivencia pacífica es una característica natural que abunda en los seres humanos y que nos ayuda a sobrevivir, a evolucionar y a mejorar nuestra esperanza y calidad de vida. Ninguna sociedad puede perdurar sin que sus miembros estén continuamente ayudándose unos a otros.
Esta grave dolencia humana, en general, está disminuyendo. Nadie que se tome la molestia de examinar los índices de violencia en los últimos 70 años podrá evadir el hecho cuantificable de que en la actualidad está menos extendida que nunca. Este dato reconfortante se debe a que la posición de los niños en la sociedad ha mejorado radicalmente, la mujer en un gran número de naciones ha dejado de ser una propiedad del hombre, y las democracias han proliferado. Un aviso: es importante no confundir las noticias de sucesos aberrantes que plagan los medios de comunicación –conscientes de nuestra proverbial atracción por las historias de tragedias– con la vida cotidiana.
Procuremos en la parte que nos corresponde ser bondadosos, hagamos de nuestro mundo, un mundo mejor, ya con eso contribuiremos al bien general, pues estemos convencidos de que el mejor emprendimiento al que podemos contribuir es a la procura del bien común.
- Merchita-
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