Aspectos Científicos del Espiritismo
¿Es el Espiritismo Ciencia?
¿Bajo qué criterios?
¿Qué es lo qué caracteriza a la ciencia Espírita?
¿Ha desmentido la ciencia los postulados espíritas?
¿Que contribuciones pueden dar la doctrina al presente y al futuro de las ciencias?
¿Bajo qué criterios?
¿Qué es lo qué caracteriza a la ciencia Espírita?
¿Ha desmentido la ciencia los postulados espíritas?
¿Que contribuciones pueden dar la doctrina al presente y al futuro de las ciencias?
La presente ponencia intentará contestar estas preguntas o más bien indicar caminos para la profundización de su comprensión, y que dada su profundidad, lo haremos en cuatro momentos distintos:
1. Evolución de los criterios científicos
2. Las dimensiones científicas de la codific`ción y de |os principios doctrinarios
3. El acercamiento de las recientes descubiertas científicas a los principio espíritas
4. La contribución del espiritismo al presente y al futuro de las ciencias
1. Evolución de los criterios científicos
2. Las dimensiones científicas de la codific`ción y de |os principios doctrinarios
3. El acercamiento de las recientes descubiertas científicas a los principio espíritas
4. La contribución del espiritismo al presente y al futuro de las ciencias
1. LA EVOLUCIÓN DE LOS CRITERISO CIENTIFICOS
En la antigüedad, las ciencias eran consideradas de naturaleza deductiva, porque partían de principios generales, de enseñanzas tradicionales, para aplicaciones deductivas en casos particulares. Las matemáticas, la filosofía aristotélica, la escolástica medieval son ejemplos de este tipo de ciencia, así como los antiguos conocimientos del misticismo oriental y de las religiones.
En el mundo moderno vamos a asistir a una verdadera revolución en cuanto a la manera de acercarnos al conocimiento de las leyes que rigen el mundo, con el advenimiento de la revolución científica, con la construcción de un nuevo método para conocer o sea el método inductivo de Francis Bacon y la revolución racionalista de Descartes.
Nace de ahí el conocido método científico o método experimental, el cuál echaba por tierra la antigua idea de acercamiento a la verdad, a través de la revelación, e impuso un nuevo criterio para su verificación: – la comprobación de los hechos a través de pruebas concretas, que pudiesen ser repetidas mediante la experimentación y la observación rigurosa de los hechos; obteniéndose de ahí las conclusiones generales y a través de la inducción se llegaría al descubrimiento de las leyes del fenómeno.
Los criterios de validez científica que resultaron de todo este proceso evolutivo, se puede resumir, afirmando que para poseer un status de ciencia, una determinada área debe de tener: Un Conjunto de objetos ( materiales o conceptuales) un campo de acción característico; Unas Teorías o conjunto de propiedades fundadas en determinados principios generales Un método científico (procedimientos de que se vale para ampliar los conocimientos y criterios que rigen sobre la validez de las demostraciones). Un aspecto descriptivo: enumeración objetiva de cuerpos y de sus propiedades Un aspecto especulativo: hipótesis formuladas con el fin de explicar algunos fenómenos en condiciones conocidas Un aspecto experimental: provocar determinados fenómenos en condiciones conocidas o controladas para verificar las relaciones de causa y efecto Un aspecto deductivo: de elaboración teórica por métodos lógicos para inferir consecuencias de unos hechos o de unas hipótesis, que permitan emitir conclusiones y elaborar sistemas teóricos coherentes entre sí y con una realidad objetiva. Sin embargo, los criterios científicos continuaron avanzando después del advenimiento del método experimental. Nicolas Abbagnano, uno de los más respetados filósofos contemporáneos, nos muestra, que las concepciones de ciencia han avanzando mucho hasta los días de hoy, tornándose cada vez más amplio el abanico de lo que debe o no considerarse como científico. Pasamos de una concepción muy cerrada de una ciencia experimentalista, organicista y mecanicista – que no incluía la psicología, porque ésta manejaba algo muy imponderable para el experimentalismo reinante – y por supuesto excluía también el naciente espiritismo, hasta otra más profunda y amplia, que desde las investigaciones lás sofistisadas en el campo de la física, de la bhología, de0la neurología, de la parapsicología, etc., ha dado condiciones para la aparición de nuevas áreas como por ejemplo la psicobiofísica, la psicotrónica, la parapsicología, la parapsiquiatría, la psicobiofísica, etc. Esta concepción concibe la ciencia como un sistema autocorrectivo, o sea, que entiende que la ciencia no pueda dar la última palabra, pues siempre se puede conocer más sobre todo. Por eso critica las limitaciones que la “pretensión absoluta de validez”, de las concepciones científicas anteriores, instalando una nueva y más abierta concepción de ciencia provisional. o sea, que se puede saber cada vez más sobre todo. Allan Kardec, ya se había adelantado desde 1857, en ese sentido, cuando afirmó que: “Caminando a la par del progreso, el espiritismo jamás será superado, porque, si nuevos descubrilientos le demostrqsen que está en un error acerca de un punto cualquiera, él se modificará en ese punto. Sh una nueva verdad0se revelara, él la aceptará”. (Génesis, cap. 1: 55) Desde luego se nota que aunque este criterio científico más avanzado haya surgido en la segunda mitad del siglo XX, ya estaba contenido en la arquitectura misma de la doctrina Espírita desde su origen. El avance de los criterios científicos, ha permitido un nuevo espacio para el conocimiento humano y para la expansión de las ciencias del espíritu hacia los centros de investigación de la ciencia. Desde luego se nota que aunque este criterio científico más avanzado haya surgido en la segunda mitad del siglo XX, ya estaba contenido en la arquitectura misma de la doctrina Espírita desde su origen. Examinemos si, los procesos utilizados para la codificación del Espiritismo y los principios doctrinarios generados de las investigaciones, se encajan o no en los criterios de científicos. ( Continuará) -Revista Espírita 1861- ***************************************
EL VERDADERO SENTIDO DE LA VIDA
EL VERDADERO SENTIDO DE LA VIDA
“Si contribuyes a la felicidad de otras personas, encontarás el verdadero bien, el auténtico significado de la Vida.” Dalai Lama
Puede parecer algo sabido o que tenemos claro por la fuerza de la costumbre; pero si nos paramos a analizar un momento, con sinceridad, sobre lo que la vida significa para cada persona, comprobaremos cómo nuestras ideas, creencias o principios sobre la cuestión no son todo lo sólidos que solemos pensar.
Sin duda la educación, la cultura, la tradición, las costumbres y la religión, son aspectos importantes que ayudan a formarse un criterio personal sobre el significado de la vida humana. No obstante, podemos comprobar fácilmente que todo lo que se nos dice al respecto no es fruto de nuestra propia reflexión, sino de clichés establecidos por otros, por ideologías o creencias que nos vienen sobrevenidas sin que nosotros intervengamos de antemano.
A veces es pues conveniente pararse en el camino y, ante las circunstancias y vicisitudes que nos rodean, ponernos a pensar por nosotros mismos, acerca de cuáles son aquellas razones, principios, emociones, creencias o postulados que realmente sintonizan con nuestro interior sobre lo que creemos firmemente que es la vida humana.
Para ayudarnos en este aspecto intentaremos abordar el tema desde tres ángulos o perspectivas diferentes: la filosófica, la psicológica y la espiritual.
Desde antiguo el sentido de la vida preocupó a los grandes pensadores y hombres de ciencia. Tanto es así que muchas veces la religión se apropió del sentido de la vida en los pueblos primitivos; haciendo dogma en cada lugar sobre aquello que cada religión consideraba como más importante en este sentido. No obstante, las voces discrepantes surgieron paralelamente en todos los tiempos y lugares; enfrentando las teorías oficiales que los sacerdotes o religiosos del lugar pudieran mantener, con aquellos libre pensadores que se atrevieron a desafiar la opinión establecida por amor a la verdad.
Desde el antiguo Egipto; donde la revolución religiosa de Amenofis IV (Akenatón) cambió radicalmente los dioses egipcios y la concepción que se tenía de la vida y de la muerte; pasando por la religión Zoroástrica de Persia, la Grecia clásica, Mesopotamia, Asiria, Babilonia o Israel. En todos los pueblos antiguos, una transformación religiosa conllevaba nuevos conceptos sociales que implementaban otros modelos, cambios en el pensamiento y en las costumbres. Otro ejemplo fue Moises, que trajo un decálogo que fue posteriormente reformado por Jesús en la tradición Judeo-cristiana; modificando los conceptos de ojo por ojo por el de amar y perdonar a los enemigos.
Pero además de las religiones, las costumbres y las tradiciones de los pueblos; la historia de la filosofía nos ha mostrado a lo largo del tiempo diferentes concepciones sobre lo que es la vida. Por exponer alguna de las más actuales: la vida es propósito y significado. Es propósito porque cada persona busca, directa o indirectamente, realizarse mediante un logro que suele considerar el propósito principal de su existencia. Y es también significado, porque para conseguir el propósito de la vida hay que actuar de forma que aquello que hagamos tenga un significado importante para nosotros que nos confirme que vamos en la dirección adecuada para conseguir el propósito.
A nivel psicológico la vida tiene un profundo sentido trascendente. Así nos lo explica uno de los eminentes psicólogos de las últimas décadas. Victor Frankl, neurólogo y psicólogo austriaco, Dr. Honoris causa en más de 28 Universidades de todo el mundo creó una psicoterapia llamada “logoterapia” consistente precisamente en explicar que la vida tiene un sentido; y que éste es principalmente la trascendencia.
El hombre quiere trascender, quiere dejar huella, mediante un ejemplo, una obra musical, literaria, siendo un buen padre, dedicándose altruístamente a una causa noble, etc. Todos ansiamos dejar huella, perseverar en la memoria de los que nos aman, aunque conscientemente no lo admitamos. Y en ese anhelo de trascendencia juega un papel importantísimo la libertad de poder elegir y el amor; este último es un sentimiento que sublima al ser humano por encima de su propia identidad.
Para Frankl, no somos únicamente materia, ni solamente una máquina biológica, psicológica y social; sino también espiritual, trascendente, capaz de sublimarnos y elevarnos a través del amor. Ese es el sentido psicológico de la vida.
“La preocupación o desesperación por encontrarle a la vida un sentido valioso es una angustia espiritual, pero en modo alguno representa una enfermedad.”
Victor Frankl – Psiquiatra
Y el sentido espiritual de la vida no es ni más ni menos que un “sentido moral”. En la acepción que tiene la palabra moral, despojada de connotaciones religiosas, y que significa realmente la capacidad de las personas de distinguir el bien del mal. El hombre es un ser moral porque ha sido dotado de libre albedrío; y esta libertad que nadie nos puede arrebatar como confirma Frankl, nos permite decidir por nosotros mismos que camino escoger; el de lo correcto o el de lo incorrecto, el bien o el mal.
Si añadimos los conocimientos que la ciencia del espíritu nos proporciona al respecto, veremos que la propia inmortalidad del alma reside en la conciencia del indivíduo y el progreso moral es el principal objetivo de la vida de toda persona aquí en la tierra. Esta visión ofrece una perspectiva mayor; pues se comprende que la vida no acaba con la muerte; siendo esta última únicamente una transformación, donde prescindimos de un cuerpo biológico para seguir viviendo integralmente en estado espiritual, en otro plano de conciencia, revestidos de un cuerpo semi-material llamado periespíritu que nos ofrece todo tipo de experiencias intelectuales, psicológicas, sensitivas y espirituales.
La muerte no existe como tal (cesación de la vida), todo se transforma en el universo; la materia se convierte en energía (como ya ha demostrado fehacientemente la física cuántica), y la energía en distintas agregaciones moleculares y atómicas dan lugar a la existencia de la materia. Así pues, cuando hablamos del sentido de la vida, hemos de hacerlo desde un punto de vista integral; es decir, desde todos los aspectos y formas de vida: la física y la espiritual.
También en la vida espiritual existe un sentido, que se haya perfectamente imbricado con el que se posee cuando tenemos un cuerpo biológico; pues en ambos casos el sentido principal de la vida es el progreso moral, el avance intelectual y el ascenso en la escala evolutiva del alma humana. Después de una temporada en el espacio, -totalmente relativa en función del progreso del espíritu- el ser inmortal decide regresar a un cuerpo físico mediante el proceso de la reencarnación, a fin de seguir aprendiendo, experimentando, creciendo y avanzando en potencialidades como la inteligencia, la conciencia, el amor, el desarrollo integral, la reparación de sus faltas y la liberación de las amarras materiales que le atan y esclavizan a los mundos transitorios de la materia.
Ello es debido a que la verdadera vida es la del alma; pues esta última es inmortal, y cuanto menos materializado se encuentra el espíritu, más capacidad, más vida y más felicidad experimenta, no encontrando obstáculos para su desarrollo y su crecimiento integral hacia la plenitud y la felicidad. Las teorías materialistas del hombre que abogan por una creación basada en el azar, la fuerza ciega y la inexistencia de una causa inteligente en el universo, se encuentran en franco retroceso mayormente por el avance de la propia ciencia.
Después de siglo y medio de adoctrinamiento cultural y educativo basado en el materialismo, el individualismo y la falsa creencia de que “sólo la evolución” puede explicar el origen del hombre y de la vida, estos conceptos han calado tan hondo en las costumbres y principios de la sociedad que, todavía hoy, la ciencia encuentra enormes obstáculos para avanzar en el camino de la búsqueda de la verdad.
Para ello se hace preciso, -como muchos hombres de ciencia reclaman desde hace décadas-, eliminar los prejuicios de una explicación basada únicamente en el “orden material para el universo, como una máquina biológica para explicar al hombre y un sin sentido basado en la nada” enfrentando de una vez el estudio de “la realidad inmortal del ser humano y el origen de la creación por una causa primera e inteligencia suprema”, para intentar entender la perfección de las leyes que rigen en todo el universo físico y espiritual.
Vivimos tiempos extraordinarios en todos los sentidos; y pronto, en menos del tiempo que pensamos, el avance científico acercará el hombre y el universo a Dios de una manera extraordinaria; para hacernos comprender que el sentido de la vida se haya comprendido dentro de un plan mayor: una creación extraordinaria por parte de la Inteligencia Suprema y Causa Primera del universo; que ha creado este último para que el hombre lo explore, lo descubra, lo investigue, y a través del mismo alcance su propia plenitud, felicidad y perfección mediante su propio esfuerzo. Al tiempo.
El sentido de la vida: Antonio Lledó Flor
© 2017, Amor, paz y caridad
“Si crees en la reencarnación, la vida es como la escuela. Cada vida sirve para preparar la siguiente, hasta que obtienes finalmente el título superior de la escuela de la vida y de la muerte”.
Lou Marinoff – Filósofo – Libro: Más platón y menos Prozac
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AUTISMO, BREVE
COMENTARIO BAJO EL PRISMA KARDECIANO
Hay una teoría para
explicar la supuesta genética de la inteligencia. ¿Acaso el Autismo (1) será el precio de la inteligencia, conforme ratifica el descubridor de la estructura del DNA James Watson? “Los
genes que predisponen a algunas personas para habilidades intelectuales
elevadas serian los mismos que disparan dolencias como el Autismo,
Esquizofrenia y, hasta [asómbrense]
“Estupidez” .(2) Es esa, también,
la hipótesis de un grupo de investigadores de la Universidad del Colorado.
Watson comenzó a desenvolver su hipótesis, después de haber sido el primer ser
humano en tener el genoma secuenciado.
Descubrió que tenía mutaciones en tres genes ligados al reparo del DNA.
“Personas con esas mutaciones tienden a tener hijos especiales” (3) – teoriza
Watson – que tienen un hijo que sufre de una deficiencia cognitiva similar al
autismo, hecho ese que no acostumbra abordar en público, pero que, ciertamente,
habría influenciado sus opiniones sobre el tema. El afirmó, cierta vez, que la
“idiotez” es genética y que seria, moralmente, necesario modificar genes
humanos para eliminarla. James ya defendió, en el pasado, más allá de las
terapias convencionales (inyección de genes “corregidos” en pacientes con dolencias
metabólicas), la modificación de genes en el linaje germinativo de células
humanas (gametos, como óvulos y
espermatozoides). Eso haría que la alteración, fuese heredada por los
descendientes de la persona.
Probablemente, un
poco menos especulativa, es la relación, entre cognición y dolencias mentales,
hechas por el grupo liderado por James Sikela, de la Universidad de Colorado.
El grupo descubrió una correlación entre el alto número de copias de un gen, en
una cierta región de DNA humano, y el
desenvolvimiento del cerebro. Esa región, dicen otros estudios heterodoxos,
estaría, también implicada con el Autismo y Esquizofrenia. El peligro de las afirmaciones científicas, muchas
veces, significa el materialismo, cual velo puesto entre la realidad y los ojos
de los científicos.
“El Autismo
continua siendo un desafío, un enigma, una esfinge.” (4) Todos los genéticos y biotecnologías que se apoyan en el determinismo genético,
(5) no ceden espacio para la existencia del Espíritu, y, mucho menos, para la
reencarnación. Se sabe que son más de tres
billones las combinaciones
genéticas posibles en el ser humano. Normalmente, ningún científico
materialista piensa en la existencia de vida en una dimensión más allá del
túmulo, y, mucho menos, en las leyes de Causa y Efecto. Con todo, saben que hay
dificultades en los dos aspectos, tanto
en el genotipo (genes que acarrearían una característica), como en el fenotipo
(características, de hecho, manifestadas externamente en el individuo).
El investigador
Stephen Jay Gould, ya desencarnado, también tenía un hijo autista [Josh, un
eximio calculador de calendarios, capaz de decir, en segundos, en que día de la
semana cae una fecha cualquiera]. Paradojicamente, Gould se tornó un estoico
adversario del determinismo genético – “lo que no deja de ser una indicación de
que parece haber muchas más determinaciones entre genes y cultura de lo que puede suponer la
biotecnología.” (6) “En verdad, el
esquema de un gen/una dolencia no es aplicable, ni aun mismo a males con
mecanismos más inmediatamente bioquímicos, como el cáncer”. (7) Menos aun
pueden ser usados para entender o
controlar manifestaciones complejas como “inteligencia” o “idiotez”.
A titulo de rigor,
no hay un tratamiento para el portador de psicosis desintegrativa o hipotonía
profunda. El autista es como un cuerpo sin nadie dentro, sin embargo,
recordemos que el espíritu inmortal está en su plena conciencia y percibe lo que ocurre a su alrededor,
aunque “encapsulado” en si mismo. Para los espiritas, la causa puede ser “un sentimiento
de culpa no resuelto, suscitado por un desvió de comportamiento, ocurrido en vidas anteriores. Pero el Autismo no es un
castigo, sino un instrumento de aprendizaje, de “ajuste de la conciencia
ética fustigada por el arrepentimiento o
remordimiento y deseosa de pacificarse”.
(8) Esta dolencia es un trastorno invasivo del desenvolvimiento que se manifiesta, normalmente, antes de los
3 años de edad. Se caracteriza por un desenvolvimiento anormal y por mostrar
alteraciones en tres áreas: interacción
social, comunicación y comportamiento. En la mayoría de los casos, la causa
es desconocida. En otros casos, se debe
a problemas médicos como las infecciones intra-uterinas, de las cuales las más
habituales son la rubeola, dolencias congénitas como el síndrome del X Frágil,
también conocida como síndrome de Martin &Bell que, “por su incidencia, se
considera la primera causa de deficiencia mental hereditaria”. (9), y el síndrome
Fetal Alcohólico, provocado por la gestante, que ingiere demasiadas bebidas alcohólicas durante
el embarazo. La mayoría de las veces, las causas son desconocidas, siendo de
ese modo, un verdadero misterio para la Ciencia.
En términos médicos, puede
decirse, que no hay un psicofármaco específico para tratar el autismo. Los medicamentos que se utilizan son
administrados, solamente, para controlar las agitaciones psicomotoras y las auto agresiones producidas por los autistas. Es una patología de etiología
muy compleja, que requiere, no solamente, un abordaje multidisciplinario que
envuelve a los educadores, psicólogos y terapeutas ocupacionales, pero,
sobretodo, exige un análisis bajo la Luz de la Doctrina Espirita.
En ese estado
mental patológico, que lleva a la persona a encerrarse en su propio mundo,
alejándose, en gran medida, del mundo exterior, hay deudas pasadas muy graves,
acompañadas, normalmente, por la consecuente obsesión espiritual, por lo que el
tratamiento indicado pude ser el de la desobsesión, el de la aplicación de
pases y de la utilización de agua fluidificada. Hay casos de autistas que
consiguieron la cura completa, sin embargo son muy raros. Sin embargo, en la
literatura médica, hay casos de pacientes que consiguieron cierta autonomía y
una mejoría, insólita, poco común.
Existen personas
que están dentro del llamado Autismo clásico, otras presentan algunas de las
características autistas, aliadas a una inteligencia fuera de lo común,
generalmente volcada a un asunto especifico, siendo que esas personas tienen
extrema dificultad para el relacionamiento
inter personal, gran rigidez en las rutinas del día a día, y aparente
desprecio por los sentimientos de los otros. Pero, al menos consiguen vivir en sociedad… aun siendo llamados
de mala forma a causa de su anomalía, con términos poco elegantes.
Sabemos que
hay vida antes de la vida, vida después
de la vida y vida entre las vidas.
Cuando haya mayor integración de la ciencia, entendiendo al ser humano de
forma más completa, con el cuerpo, cerebro y espíritu, creo que comprenderemos
más sobre las muchas psicopatologías desafiadoras.
En las obras de literatura médico-espirita, vamos a
encontrar innumerables esclarecimientos sobre sus causas y sobre el proceso de
formación de los síntomas, y que vienen
a lanzar una nueva luz sobre estos mismos síntomas, dado que, en las
instrucciones kardecianas, cada persona es vista bajo la óptica de la
reencarnación. “Aun cuando los imperativos genéticos producen situaciones
orgánicas o psíquicas constreñidoras en el individuo, tales como: gemelos
siameses, síndrome de down, ciegos y
lisiados, esos se derivan de la conducta personal anterior en vidas pasadas, y deben ser considerados
como estimulo o métodos correctivos, educacionales, que las Leyes de la Vida recurren para el
mejoramiento de los seres humanos. “ (10) Como se observa, desde el punto de
vista doctrinario, hay esos aspectos determinantes de la patología, el autista
es un ser que, por algún motivo, no, “acordó” en el mundo material. Permanece
escondido, en el aterrizaje de su existencia carnal y espiritual. Muchas veces, se observan, algunos casos,
que no son propiamente de autismo, sino de aspectos autísticos, grados o niveles de disturbios mentales y emocionales. De
este modo, lo máximo que se podría afirmar, en términos de consenso, seria
decir que, de entre los sistemas básicos atribuidos al síndrome, cada autista
presenta, diferentes énfasis sobre esta o aquella característica intrínseca. “Mirado dentro de sí mismo, el autista vive en un mundo de
aislamiento. Los científicos que
buscan colapsar esa barrera trabajan con
bases en hipótesis diversas y opuestas,
utilizando una gama inmensa de abordajes y terapias. (11)
Podemos reafirmar,
entonces, que el Autismo es una corregimiento natural de la vida impuesto al
espíritu, objetivando la restricción de su relacionamiento con los que lo
rodean. Eso, sin embargo, no impide que el espíritu reciba las manifestaciones
de afecto y cariño a él dirigidas que, ciertamente, gracias a esas impresiones
vigorosas de amor, contribuirán para minimizar la alineación temporal en que
vive, y, quien sabe, tal vez acelerar su cura.
Jorge Hessen
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" LA FE NECESITA DE UNA BASE, Y ESA BASE ES LA PERFECTA COMPRENSIÓN DE AQUELLO EN LO QUE SE DEBE CREER. PARA CREER NO BASTA VER, ES NECESARIO COMPRENDER".
- Allan Kardec-
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EL PROBLEMA DIVINO
Objeciones y contradicciones
El problema divino, por ser el más vasto, el más profundo de los problemas, ya que abarca a todos los demás, ha sido motivo de teorías y sistemas sin número que corresponden a otros tantos grados de la comprensión humana, a otras tantas etapas del pensamiento en su marcha hacia lo absoluto.*
En este dominio, las contradicciones abundan. Cada religión explica a Dios a su manera; cada teoría lo describe a su modo. Y de todo esto resulta una confusión, un caos inextricable. ¡Qué formas tan variadas de la idea de Dios, desde el fetiche del negro al Parabrahm de los Indons, al Acto puro de Santo Tomás! De esta confusión, los ateos han sacado argumentos para negar la existencia de Dios; los positivistas, para declararle incognoscible.
¿Cómo remediar este desorden? ¿Cómo escapar a estas contradicciones? De la manera más sencilla. Basta elevarse lo suficientemente por encima de los sistemas y las teorías para unirlas en su conjunto a través de lo que tienen en común. Basta elevarse hasta la Gran Causa, en la cual todo se resume y se explica.
La estrechez de miras ha desnaturalizado y comprometido la idea de Dios. Suprimamos las barreras, las prisiones, los sistemas cerrados que se contradicen, excluyen y combaten para sustituir los por las grandes miras de las concepciones superiores. A ciertas alturas, la ciencia, la filosofía y la religión, hasta aquí divididas, opuestas y hostiles bajo la influencia de sus concepciones restringidas, se unen y funden en una poderosa síntesis expresada a través del Espiritualismo Moderno.
Así se cumple la ley de evolución de las ideas. Después de la tesis hemos tenido la antítesis. Estamos alcanzando la síntesis, que resumirá a todas las formas y creencias y será la gloria del siglo 20 el haberla establecido y formulado.
Examinemos rápidamente las objeciones más comunes. La más frecuente es la que consiste en decir: Si Dios existe, si es -como lo pretendéis- bondad, justicia y amor, ¿por qué el mal y el sufrimiento reinan a nuestro alrededor? Dios es bueno, y millones de pobres seres sufren en su alma y en su carne. Todo es dolor y desgarro en la vida de las multitudes. La iniquidad es soberana sobre nuestro globo, y la ardiente lucha por la existencia hace en él nuevas víctimas cada día.
Como lo hemos demostrado en otras páginas27, el sufrimiento es un poderoso medio de educación para las almas. Desarrolla en ellas la sensibilidad, que es ya, por sí sola, un acrecentamiento de la vida. A veces es una de las formas de la justicia, un correctivo para nuestros actos inmediatos o lejanos.
El mal no es más que la consecuencia de la imperfección humana. Si Dios hubiese hecho a los seres perfectos, el mal no existiría. Pero entonces el Universo estaría fijo, inmóvil en su monótona perfección. La magnífica ascensión de las almas a través del infinito sería suprimida de una vez. ¡Nada para conquistar; nada para desear! Mas, ¿qué sería una perfección sin méritos, sin esfuerzos para obtenerla? ¿Podría tener el valor de un premio para nosotros?
En resumen: el mal sólo es lo menos evolucionando hacia lo Más; lo inferior hacia lo superior; el alma hacia Dios.
Dios nos ha hecho libres: de ahí la existencia del mal, fase transitoria de nuestra ascensión. La libertad es la condición necesaria de la variedad en la unidad universal. Sin ella, la monotonía hubiera hecho un Universo insoportable. Dios nos ha dado la libertad con ese impulso de vida inicial por la cual el Ser evolucionará por medio de su propio esfuerzo a través de los espacios y de los tiempos sin límites, en la escala de las vidas sucesivas, en la superficie de los mundos que pueblan la extensión.
Nosotros emanamos de Dios, como nuestro pensamiento emana de nuestro Espíritu, sin fraccionarlo, sin disminuirlo. Libres y responsables, nos volvemos dueños y forjadores de nuestros destinos. Mas, para desarrollar los gérmenes y las fuerzas existentes en nosotros, es necesaria la lucha, la lucha contra la materia, contra las pasiones, contra todo lo que llamamos el mal. Esta lucha es dolorosa y los fracasos numerosos. Sin embargo, poco a poco, la experiencia se adquiere, la voluntad se templa, el bien se desprende del mal. Una hora viene en que el alma triunfa sobre las influencias inferiores, se recobra y eleva por medio de la expiación y la purificación hasta la vida feliz. Entonces comprende y admira la sabiduría y la previsión de Dios, que, al hacer de ella el árbitro de sus propios destinos, ha dispuesto todas las cosas de manera que pueda lograrse, mediante ella, la mayor felicidad posible para cada uno de nosotros.
La condición actual de toda alma es el justo resultado de sus existencias pasadas. De igual manera en nuestra existencia presente elaboramos, día a día, por medio de nuestros actos libres y voluntarios, el destino que nos hemos construido para el porvenir.
Otras objeciones se presentan: hay una que no podemos descuidar, pues constituye uno de los puntos principales de la filosofía. Se nos pregunta: ¿Dios es un ser personal, o bien el Ser universal, infinito? No puede ser las dos cosas, pues -como se dice- estas concepciones son diferentes y se excluyen mutuamente. De ahí las dos grandes concepciones sobre Dios: el deísmo y el panteísmo. En realidad esta contradicción no es más que un error de óptica del Espíritu humano, que no sabe comprender a la personalidad ni al infinito.
La personalidad verdadera es el yo, la inteligencia, la voluntad, la conciencia. Nada impide concebirla sin límites, es decir, infinita. Siendo Dios la perfección, no puede ser limitado. Así es como se concilian dos nociones en apariencia contradictorias.
Otra cosa: ¿Dios es incognoscible, como dicen los positivistas, entre ellos Berthelot? ¿Es el abismo de los agnósticos, la Isis velada de los tiempos de Egipto, el temible y misterioso Santo de los Santos de los hebreos, o bien puede ser conocido?
La respuesta es fácil: Dios es incognoscible en su esencia, en sus profundidades íntimas; pero se revela por toda su obra en el gran libro abierto ante nuestros ojos y en las honduras de nuestro Ser.
Podría argumentarse aun: Nos habéis dicho que el fin esencial de la vida, de todas nuestras vidas era entrar más y más en la comunión universal, para mejor amar y mejor servir a Dios en sus designios; mas, no pudiendo ser conocido Dios en toda su plenitud, ¿cómo se puede amar y servir a lo desconocido?
No hay duda -replicaremos nosotros- de que no podemos conocer a Dios en su esencia; pero lo conoceremos por sus leyes admirables, por el plan que ha trazado para todo lo creado y en el cual se manifiestan su sabiduría y su justicia. Para amar a Dios, no es necesario separarlo de su obra; es preciso verlo en su universalidad, en el raudal de vida y amor que derrama sobre todas las cosas. Dios no es lo desconocido, es solamente lo invisible.
El alma, el pensamiento, el bien y la belleza moral son igualmente invisibles, mas, sin embargo, ¿dejamos por ello de amarlos? Y amando a éstos, ¡no es también amar a Dios, que es su fuente y también el pensamiento supremo, la belleza perfecta, el bien absoluto!
EL GRAN ENIGMA, DIOS Y EL UNIVERSO
LEÓN DENIS
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" LA FE NECESITA DE UNA BASE, Y ESA BASE ES LA PERFECTA COMPRENSIÓN DE AQUELLO EN LO QUE SE DEBE CREER. PARA CREER NO BASTA VER, ES NECESARIO COMPRENDER".
- Allan Kardec-
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EL PROBLEMA DIVINO
Objeciones y contradicciones
El problema divino, por ser el más vasto, el más profundo de los problemas, ya que abarca a todos los demás, ha sido motivo de teorías y sistemas sin número que corresponden a otros tantos grados de la comprensión humana, a otras tantas etapas del pensamiento en su marcha hacia lo absoluto.*
En este dominio, las contradicciones abundan. Cada religión explica a Dios a su manera; cada teoría lo describe a su modo. Y de todo esto resulta una confusión, un caos inextricable. ¡Qué formas tan variadas de la idea de Dios, desde el fetiche del negro al Parabrahm de los Indons, al Acto puro de Santo Tomás! De esta confusión, los ateos han sacado argumentos para negar la existencia de Dios; los positivistas, para declararle incognoscible.
¿Cómo remediar este desorden? ¿Cómo escapar a estas contradicciones? De la manera más sencilla. Basta elevarse lo suficientemente por encima de los sistemas y las teorías para unirlas en su conjunto a través de lo que tienen en común. Basta elevarse hasta la Gran Causa, en la cual todo se resume y se explica.
La estrechez de miras ha desnaturalizado y comprometido la idea de Dios. Suprimamos las barreras, las prisiones, los sistemas cerrados que se contradicen, excluyen y combaten para sustituir los por las grandes miras de las concepciones superiores. A ciertas alturas, la ciencia, la filosofía y la religión, hasta aquí divididas, opuestas y hostiles bajo la influencia de sus concepciones restringidas, se unen y funden en una poderosa síntesis expresada a través del Espiritualismo Moderno.
Así se cumple la ley de evolución de las ideas. Después de la tesis hemos tenido la antítesis. Estamos alcanzando la síntesis, que resumirá a todas las formas y creencias y será la gloria del siglo 20 el haberla establecido y formulado.
Examinemos rápidamente las objeciones más comunes. La más frecuente es la que consiste en decir: Si Dios existe, si es -como lo pretendéis- bondad, justicia y amor, ¿por qué el mal y el sufrimiento reinan a nuestro alrededor? Dios es bueno, y millones de pobres seres sufren en su alma y en su carne. Todo es dolor y desgarro en la vida de las multitudes. La iniquidad es soberana sobre nuestro globo, y la ardiente lucha por la existencia hace en él nuevas víctimas cada día.
Como lo hemos demostrado en otras páginas27, el sufrimiento es un poderoso medio de educación para las almas. Desarrolla en ellas la sensibilidad, que es ya, por sí sola, un acrecentamiento de la vida. A veces es una de las formas de la justicia, un correctivo para nuestros actos inmediatos o lejanos.
El mal no es más que la consecuencia de la imperfección humana. Si Dios hubiese hecho a los seres perfectos, el mal no existiría. Pero entonces el Universo estaría fijo, inmóvil en su monótona perfección. La magnífica ascensión de las almas a través del infinito sería suprimida de una vez. ¡Nada para conquistar; nada para desear! Mas, ¿qué sería una perfección sin méritos, sin esfuerzos para obtenerla? ¿Podría tener el valor de un premio para nosotros?
En resumen: el mal sólo es lo menos evolucionando hacia lo Más; lo inferior hacia lo superior; el alma hacia Dios.
Dios nos ha hecho libres: de ahí la existencia del mal, fase transitoria de nuestra ascensión. La libertad es la condición necesaria de la variedad en la unidad universal. Sin ella, la monotonía hubiera hecho un Universo insoportable. Dios nos ha dado la libertad con ese impulso de vida inicial por la cual el Ser evolucionará por medio de su propio esfuerzo a través de los espacios y de los tiempos sin límites, en la escala de las vidas sucesivas, en la superficie de los mundos que pueblan la extensión.
Nosotros emanamos de Dios, como nuestro pensamiento emana de nuestro Espíritu, sin fraccionarlo, sin disminuirlo. Libres y responsables, nos volvemos dueños y forjadores de nuestros destinos. Mas, para desarrollar los gérmenes y las fuerzas existentes en nosotros, es necesaria la lucha, la lucha contra la materia, contra las pasiones, contra todo lo que llamamos el mal. Esta lucha es dolorosa y los fracasos numerosos. Sin embargo, poco a poco, la experiencia se adquiere, la voluntad se templa, el bien se desprende del mal. Una hora viene en que el alma triunfa sobre las influencias inferiores, se recobra y eleva por medio de la expiación y la purificación hasta la vida feliz. Entonces comprende y admira la sabiduría y la previsión de Dios, que, al hacer de ella el árbitro de sus propios destinos, ha dispuesto todas las cosas de manera que pueda lograrse, mediante ella, la mayor felicidad posible para cada uno de nosotros.
La condición actual de toda alma es el justo resultado de sus existencias pasadas. De igual manera en nuestra existencia presente elaboramos, día a día, por medio de nuestros actos libres y voluntarios, el destino que nos hemos construido para el porvenir.
Otras objeciones se presentan: hay una que no podemos descuidar, pues constituye uno de los puntos principales de la filosofía. Se nos pregunta: ¿Dios es un ser personal, o bien el Ser universal, infinito? No puede ser las dos cosas, pues -como se dice- estas concepciones son diferentes y se excluyen mutuamente. De ahí las dos grandes concepciones sobre Dios: el deísmo y el panteísmo. En realidad esta contradicción no es más que un error de óptica del Espíritu humano, que no sabe comprender a la personalidad ni al infinito.
La personalidad verdadera es el yo, la inteligencia, la voluntad, la conciencia. Nada impide concebirla sin límites, es decir, infinita. Siendo Dios la perfección, no puede ser limitado. Así es como se concilian dos nociones en apariencia contradictorias.
Otra cosa: ¿Dios es incognoscible, como dicen los positivistas, entre ellos Berthelot? ¿Es el abismo de los agnósticos, la Isis velada de los tiempos de Egipto, el temible y misterioso Santo de los Santos de los hebreos, o bien puede ser conocido?
La respuesta es fácil: Dios es incognoscible en su esencia, en sus profundidades íntimas; pero se revela por toda su obra en el gran libro abierto ante nuestros ojos y en las honduras de nuestro Ser.
Podría argumentarse aun: Nos habéis dicho que el fin esencial de la vida, de todas nuestras vidas era entrar más y más en la comunión universal, para mejor amar y mejor servir a Dios en sus designios; mas, no pudiendo ser conocido Dios en toda su plenitud, ¿cómo se puede amar y servir a lo desconocido?
No hay duda -replicaremos nosotros- de que no podemos conocer a Dios en su esencia; pero lo conoceremos por sus leyes admirables, por el plan que ha trazado para todo lo creado y en el cual se manifiestan su sabiduría y su justicia. Para amar a Dios, no es necesario separarlo de su obra; es preciso verlo en su universalidad, en el raudal de vida y amor que derrama sobre todas las cosas. Dios no es lo desconocido, es solamente lo invisible.
El alma, el pensamiento, el bien y la belleza moral son igualmente invisibles, mas, sin embargo, ¿dejamos por ello de amarlos? Y amando a éstos, ¡no es también amar a Dios, que es su fuente y también el pensamiento supremo, la belleza perfecta, el bien absoluto!
EL GRAN ENIGMA, DIOS Y EL UNIVERSO
LEÓN DENIS
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