viernes, 28 de febrero de 2014

EL HOMBRE ANTE LA VIDA


                                   EL HOMBRE ANTE LA VIDA


               

En el crepúsculo de la civilización, mientras nos encaminamos hacia la alborada de nuevos milenios, el hombre que ha madurado su capacidad de razonar supera las fronteras de la inteligencia común, y en su interior despiertan ciertos interrogantes que encienden su corazón.
¿Quiénes somos?
¿De dónde venimos?
¿Dónde está la estación terminal de nuestros destinos?
En los bordes de la senda que transita se alzan los oscuros restos de los ídolos que ha adorado y, mientras sensaciones de abatimiento se asoman a su alma enfermiza, el anhelo de una vida superior sacude lo más profundo de su ser, como un brasero ardiente de ideal bajo la espesa capa de cenizas del desengaño.
Recurre a la sabiduría y examina el microcosmos en el que sueña.
Reconoce la estrechez del círculo en el que vive.
Observa las minúsculas dimensiones del Hogar Cósmico en el que se desenvuelve.
Descubre que el Sol, fuente de luz de su opaca residencia planetaria, tiene un volumen 1.300.000 veces mayor que el de ella.
Aprende que la Luna, insignificante satélite de su morada, está a más de 380.000 kilómetros del mundo que le sirve de cuna.
Los planetas vecinos evolucionan muy lejos, en el espacio ilimitado.
Entre ellos se destaca Marte, que dista de nosotros unos 56.000.000 de kilómetros en la época de su mayor aproximación.
Extiende las investigaciones más allá del Sol y analiza otros centros de vida.
Sirio, con su grandeza, lo hace aparecer deslucido.
Polux la imponente estrella de los Gemelos, lo eclipsa en majestad.
Capela es 5.800 veces mayor.
Antares exhibe un volumen superior aún.
Canopus tiene un brillo ochenta veces más intenso que el del Sol.
Fascinado, se da cuenta de que no existe el vacío, que la vida es patrimonio de la gota de agua, así como también es la esencia de los inconmensurables sistemas siderales. Y asombrado ante el esplendor del Universo, cuando emprende la difícil tarea de
descubrirse así mismo, el hombre vuelve su pensamiento hacia el suelo al que está imantado y reclama al amor, para que responda a la soberanía cósmica vibrando dentro de la misma nota de grandeza, aunque en el ambiente en el que vive, el amor es todavía como una planta milagrosa en la que están asomando tiernos brotes.
Circunscrito al reducido núcleo consanguíneo al que se adapta, o cuando toma parte en un equipo de intereses comunes pasajeros en el que provisoriamente se incluye, padece las zozobras de la envidia, la codicia, el egoísmo, el dolor... No sabe dar si no recibe, no logra ayudar sin protestar y al mostrarse exigente para con los demás, soporta de parte de ellos los golpes siempre renovados de la incomprensión y la discordia, con escasas
posibilidades de auxiliar y de auxiliarse.
Ha vislumbrado a la Majestad Divina en los Cielos y reconoce en sí mismo la pobreza infinita de la Tierra.
Tiene el cerebro inflamado de gloria y el corazón invadido por la sombra.
Se enorgullece ante los espectáculos magníficos de lo Alto y padece las miserias de aquí abajo.
Desea comunicar a los demás cuanto ha aprendido y comprendido al contemplar la vida ilimitada, pero no encuentra oídos que lo entiendan.
Advierte que en la Tierra, el Amor es aún tan escaso como la alegría que pueden proporcionar los oasis cercados.
Y cuando corta el eslabón que lo sujeta a la miserable familia humana, el hombre que abre los ojos a la grandeza de la Creación, deambula por el mundo como un viajero incomprendido y desubicado, como un peregrino que no tiene patria ni hogar,sintiéndose al mismo tiempo como un infinitesimal grano de polvo dentro de los Dominios Celestiales.
Sin embargo, en ese hombre se está ampliando la acústica del alma y a pesar de los sufrimientos que lo afligen, las Inteligencias Superiores están edificando sobre él los 
cimientos espirituales de la Humanidad Nueva.
Francisco Cândido Xavier

DERROTERO
DICTADO POR EL ESPÍRITU EMMANUEL

Aportación de Juan Carlos Mariani

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DOS PESOS Y  DOS MEDIDAS
“Bien aventurados los que tienen sed de justicia, porque serán saciados”. Esa afirmativa de Jesús nos hace pensar si podemos incluirnos en el número de los que tienen sed de justicia.
Según los diccionarios, justicia quiere decir conformidad  con derecho; virtud de dar a cada uno lo que es suyo. Jesús, sin embargo, se refirió a la justicia, recomendando que hiciésemos al prójimo lo que nos gustaría que el prójimo nos hiciese.
Todavía, nosotros, que tantas veces hemos cobrado  de la divinidad que sacie nuestra sed de justicia, si analizáramos profundamente, no estaríamos verdaderamente con sed de justicia, en el real sentido del término.
En la convivencia diaria, muchas veces nos sorprendemos actuando de forma injusta.
El trato con las personas que nos rodean es diferenciado conforme la posición social o financiera, de subalternidad o de autoridad, de la que cada uno está investido.
Si nos dirigimos a la sirvienta que limpia, por ejemplo, hablamos de determinada forma, en un tono de voz y atención distintas de los que empleamos para hablar con personas que ocupan cargos que, a nuestro ver, son más importantes.
Si la persona que nos procura está vestida con trajes elegantes, aun mismo que no sepamos de quien se trate, nuestra deferencia es inmediata. Más, si está envuelta en andrajos, es muy diferente nuestra atención.
Otro ejemplo, es cuando nuestro vehículo comienza a demostrar señales de que en breve tendrá el motor fundido. ¿Cuál es la primera idea que se nos viene a la mente?
Si fuésemos personas justas, ciertamente  haríamos una buena revisión reparando los daños, al ofrecerlo a alguien, en el caso de venta, diríamos la verdad al comprador.
Más lo que normalmente ocurre  es la idea  darle salida lo más rápido posible. Y quien lo compre que quede con el prejuicio, al final el mundo es de los expertos, pensamos. ¡Y nos decimos personas justas!
Si a la inversa acontece a nosotros, inmediatamente nos indignamos ante del que llamamos una gran deshonestidad. ¿Cómo puede alguien vender un vehículo  a punto de explotar el motor? ¡Qué injusticia!
Si observamos a los gobernantes corruptos sacar ventajas personales  con los recursos públicos, inmediatamente levantamos la voz y clamamos por  justicia.
¿Más cuántos  de nosotros compramos atestados falsos, para engañar al jefe y recibir el salario integral?
Utilizamos, en variados momentos,  dos pesos y dos medidas.  Y como nos conocemos sabemos porque actuamos de esa manera. Sabemos cuáles son  nuestras verdaderas intenciones.
Así, podemos preguntarnos: ¿será que tenemos en nosotros mismos sed de justicia? ¿O será que en los pesos y medidas solo pensamos en nosotros mismos?
La promesa de Cristo es real y se cumplirá cuando efectivamente tengamos sed de justicia, usando, como  justicia divina, un único peso y una única medida, con imparcialidad.
¡Piense en eso!
Los Espíritus Superiores recomiendan que en caso que tengamos dudas en cuanto al procedimiento que debemos adoptar para con el prójimo, que nos coloquemos en el lugar de este y hagamos exactamente lo que desearíamos que nos fuese hecho.
De esa forma, jamás nos equivocaremos, una vez que todos queremos lo mejor para nosotros mismos.
 Redacción del Momento espirita.   
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      ¡Alegría! 

Uno de los aspectos psicológicos que más interés nos ha despertado en los últimos años es la Depresión. Se estima que existan en Brasil por lo menos seis millones de deprimidos crónicos, sin hablar de los varios millones de deprimidos comunes. La Depresión es una falta de vitalidad, es una perdida de interés por las personas y por las cosas, es un estado de postración y desánimo delante de la vida, es un sentimiento de inutilidad e insignificancia de todo. La Fatiga es el nombre más común dado a nuestras depresiones existenciales. Es una forma de cansancio más agudo, físico y mental.
La Fatiga o Depresión es la pérdida de nuestra energía. Entenderemos mejor el cansancio vinculado 
al concepto de energía. La ausencia de energía es la incapacidad para la acción. En los momentos depresivos, la voluntad más clara es la de no hacer nada, es la incapacidad para vivir, para el contacto con el mundo en movimiento. Modernamente, uno de los mayores problemas que acometen al hombre es su incompetencia para luchar con su propia energía. Es la perdida abusiva continúa y excesiva de su energía. 
En la Fatiga hay dos polos: hay una pérdida, y por eso, se dice que la persona esta agotada, pero hay también un polo de saturación y de exceso. Exceso de preocupaciones, exteriorizado sobre todo a través de la ansiedad de nuestro cuerpo en busca del futuro: La prisa es una motivación excesiva de nuestro cuerpo en busca del futuro; es la voluntad de que el mundo haga ocurrir algo “para ver lo que va a pasar”; es la voluntad en el cuerpo de que el desconocimiento se vuelva conocido antes de la hora; es la tensión corporal para un peligro que pueda venir, la preparación del cuerpo para una lucha.

En la Fatiga hay un máximo y un mínimo, las tensiones y preocupaciones y su correspondiente futuro, que es la depresión, en mayor o menor grado. Todos nosotros poseemos una energía de vida, una energía personal, que nos mueve a la acción y que posibilita estar presentes a la realidad viva de la existencia, volviéndonos aptos para la relación con el mundo. Cuando, eventualmente, debido a algunos factores, perdemos contacto con esa energía individual, nos sentimos deprimidos y fatigados.
¿Y cuál es el nombre de esta Energía Vital que, si es perdida constantemente y no es recuperada, nos hace caer en la fatiga? ¿Cuál es el nombre de esta energía individual que nos fue dada de gracia, de presente, que nos es innata, y cuya pérdida nos conduce a un estado de sufrimiento?
Algunos la llaman Paz, Vida Interior, Armonía, Amor, Entusiasmo, Motivación, Equilibrio, Sentimiento, Espontaneidad, Simplicidad y Naturalidad. Pero, hay un nombre que congrega a todos estos aspectos, un nombre que es la síntesis de todos estos modos de estar. Esta energía nuestra vital se llama Alegría. La Alegría es nuestra energía de vida y, si la perdemos constantemente, y no sabemos recuperarla, esto nos hace caer en la fatiga.
Todas las personas fatigadas presentan algo en común: están tristes, perdieron la alegría de vivir, la alegría de estar en la existencia, la alegría de saborear el movimiento del mundo. Algunos dirán: “¡Pero nosotros estamos alegres o no, de acuerdo con las circunstancias, de acuerdo con los acontecimientos!” Ahí está.
En una sociedad competitiva, transferimos para los otros la determinación de nuestra energía vital, es invitarnos ingenuamente para el camino depresivo, ¡es entregar nuestra alma al diablo!
La Alegría es un proceso personal, inalienable e intransferible. Cada uno de nosotros es el único responsable por la administración de su propia energía. Y la Alegría no cae del cielo, no es algo que ocurra por acaso. Ella tiene que ser plantada, abonada, regada, tratada y cogida.
Y nuevamente plantada, abonada, regada, tratada y cogida. La Alegría nace de la integral disposición íntima delante de la vida. Ella no nos es dada por nadie, ella ya es nuestra, es un don de la vida. Somos nosotros mismos viviendo. Es ella nuestro sí a la vida. La alegría no es simplemente la risa – la sonrisa es apenas un fruto de ella. La alegría es un proceso íntimo de contacto con el Universo. ¿Pero, como podemos evitar la perdida de nuestra energía vital? ¿Cómo podemos recuperarla después de haberla perdido?
En todos los temas de la serie Desenvolvimiento Comportamental, del primero al último, nosotros sólo tratamos de este asunto – el único tema de este mensaje es el tema de la Alegría. Cuando hablamos del miedo de perder y en la voluntad de ganar y que el miedo de perder nos hace tristes por la posibilidad de la pérdida y la voluntad de ganar despierta nuestra alegría por la posibilidad de ganar.
Cuando señalamos las posturas de la víctima y del héroe es porque son comportamientos vitales que nos llevarán a la depresión. Cuando decimos que nos conviene perdonarnos por el pasado, es porque la culpa es una tristeza por el error y el autoperdón es la recuperación de la alegría. Y si la envidia es la tristeza en nosotros mismos por no ser como los otros, la autocomparación es el mecanismo para devolvernos la energía, la alegría perdida. Pero somos muy expertos en la perdida de nuestra alegría.
Son muchos juegos elaborados los que aprendemos en la relación humana, responsables por la perdida de nuestra energía vital. Uno de los juegos es el Juego de la Razón. Consiste en nuestra relación con las otras personas con el objetivo de tener la razón: “¡Yo tengo razón. Usted no tiene razón. Yo es que tengo razón!”. Como si la cosa más importante para nosotros fuese tener razón. Es la disputa constantemente para ver quien es el mejor, el más inteligente, el más entendido, el más seguro, el más experto.
Es la supremacía de la discusión sobre la Reflexión. Es el perder-ganar en la relación humana. Este mecanismo mina nuestras energías en la relación y, al final, uno tiene razón o los dos tienen razón y 
no llegan a nada – están tristes y frustrados. Otro juego, ya reflejado en este mensaje, es el juego de la infelicidad, es el Juego de la Víctima. Eso ocurre cuando transformamos nuestra vida en un muro de lamentaciones, cuando usamos la tristeza como forma de manipulación del ambiente, cuando cambiamos nuestra Alegría por la locura del control.
Finalmente, un tercer juego, responsable por la perdida de nuestra motivación vital, es el Juego de la Renuncia. Este juego consiste en soltar las cosas que nos son importantes, que son abonos para nuestra alegría interior, a favor de alguien y en nombre del amor, para después, deprimidos, decir:“¡Si no fuese por ti, si no hubiese hecho esto por ti, yo sería feliz! ¡Tú eres el culpable por yo no estar bien!” En el juego de la renuncia hay una incapacidad de decirse No Hay un deseo omnipotente de decir siempre Sí, aun que sea falso.
Hay un deseo de parecer siempre bueno, incluso no siendo verdadero. Existe una gran diferencia entre el Amor y el favor. En el Amor, hacemos para los otros lo que nosotros podemos y queremos hacer, sacando alegría del propio acto de querer y de hacer, pues estamos realizando nuestra opción. La donación, en este caso, nace dentro de nosotros, como desbordamiento, expresando nuestra manera de estar en aquel momento.
Es un acto de devoción. El favor, por otro lado, ocurre cuando hacemos o dejamos de hacer algo, nos sacrificamos. Es cuando nos matamos para satisfacer a alguien, cuando la opinión de alguien es más importante que la nuestra al determinar lo que queremos y lo que podemos. Sacrificarse es volverse sagrado para el otro. A través del sacrificio, transformamos el acto espontáneo de Amor en una obligación, para ser adorados por aquellos a favor de los cuales renunciamos.
El sacrificio es el mayor de todos los apegos, porque en su interior hay un deseo camuflado de comprar el corazón del otro. Cuando obramos por Amor, jamás alguien será ingrato con nosotros en nuestra vida, pues en el Amor verdadero no hay espacio para la ingratitud. Pero en el amor falso de la renuncia, está siempre la figura de la ingratitud. Llamamos ingrata a aquella persona a quien prestamos un favor y que, en la hora de cobrar, no nos quiere pagar. Ingratos para nosotros han sido aquellos que no se vendieron, que no se prostituyeron a nuestro favor.
La renuncia, que se pretendía constituir en Amor, es una distorsión cultural. Se cree en el amor como si fuese una protección, como sustitución al otro, el grado de sacrificio como prueba del grado de amor, como si el amor tuviese grados. Dice Milbert Newman en su libro “Sea Usted Mismo Su Mejor Amigo”: “Usted puede ver claramente la diferencia entre Amor y lo que aparentemente es amor en las relaciones entre padres e hijos. Los padres siempre afirman que están obrando por amor a los hijos. Pero es fácil ver que no lo están, por el modo como el niño reacciona.
Ella se siente culpable, porque lo que obtiene no fue por Amor, sino por abnegación. Nadie en verdad quiere los frutos del sacrificio de otra persona. El sacrificio es uno de los peores tipos de comodismo, es alimentar aquella parte de usted que se siente sin valor. Nadie se beneficia con eso, lo que no quiere decir que usted no pueda a veces decidir desistir de las cosas. Pero esta es una elección que usted hace y es hecha por amor. Es hecho por amor a sí mismo y no por auto-aversión.”
 Aquí termina la cita del texto. Existen muchos preconceptos relativamente a la Alegría, relativamente al amor a sí misma.
La única cosa real en nuestras relaciones, que caracterizan el Amor, es la Alegría. Lo que caracteriza la felicidad conjunta es la comunión de la Alegría. La Alegría es la manifestación en cada uno de nosotros del plano humano de la armonía Cósmica, de la armonía Divina. Cuando perdemos nuestra Alegría, aunque sea en nombre del amor, no estamos de hecho en estado de Amor.
No es posible unir Amor y dolor. Mucha renuncia en la relación humana proviene del miedo de ser llamados egoístas. Este miedo nos hace salir de nuestros límites, de nuestros espacios de tiempo y darnos más allá de nuestras propias condiciones. Hay una confusión generalizada sobre lo que es el Egoísmo.
Siempre nos llamó la atención el hecho de que si alguien nos llama egoístas es porque esa persona está buscando alguna cosa para ella. Es siempre el intento de sustraernos algo a favor de ella, es siempre una forma de controlar nuestra vida. y hay aun en esto una distorsión religiosa. ¡La Biblia dice: “Ama a tú prójimo como a ti mismo”, y no en vez de ti mismo!
Hacer las cosas que nos hacen felices es exactamente lo opuesto del egoísmo. Significa satisfacernos en nuestra totalidad, incluyendo nuestros sentimientos, nuestras uniones y responsabilidades para con los otros. Si no aprendemos esto, nunca nos importará de verdad las otras personas. Si no nos amamos, si no nos respetamos, si no cuidamos de nosotros mismos, ¿de dónde vamos a sacar el amor por alguien? Como máximo vamos a hacer cosas para satisfacer a las otras personas.
El mayor de todos los egoísmos es cuando queremos a alguien para nosotros, cuando queremos que las personas piensen, sientan y obren relativamente a nosotros, de la manera que deseamos. Es muy fácil dar las propias cosas, del propio tiempo, del propio espacio, de las propias necesidades, para ser adorados, amados y halagados por los otros, para que hablen bien a nuestro respecto.
Las personas que no se aman pueden adorar a otras porque adorar es relacionarse con el otro sintiéndose inferior a él. Las personas que no se aman pueden gustarles otras, porque gustar es relacionarse con el otro de manera censurable, sintiéndose inferior a él y usándolo para llenar un vacío interior. Pero no pueden amar, porque el Amor es el testimonio del ser completo, vivo, trasbordados en nosotros. Si nada tenemos, nada podemos dar.
Perdemos la Alegría cuando, a través de estos juegos, nos apartamos del presente y nos envolvemos con el fantasma del pasado o con el fantasma del futuro, en lo que pasó o en el miedo de lo que vendrá.
Todas las veces que salimos de la base sólida y real del ahora, sin coraje de lanzar lo que quedó atrás y con miedo de que nos puede ocurrir en el futuro, perdemos nuestro estado de danzar y hacemos crónica la vida en el estado de lucha.
Nuestro vacío interior pierde la fertilidad de una vida plena y se transforma en el sentimiento de aislamiento y de soledad. La fiesta del encuentro con lo que nos cerca, se transforma en una prisión y vivir pasa a ser un peso y no un juego.
La Culpa y el pasado sólo se resuelven a través del perdón y, el miedo al futuro, a través de la Esperanza. Perdonándonos por lo que ya paso y a través de la Esperanza, dejando el futuro entregado al propio futuro, dejando el futuro para cuando sea presente, dejando lo desconocido para cuando sea conocido, renacerá en nosotros la lucidez humana y alegres cantaremos y danzaremos la rueda de la vida.
La Alegría es un proceso de comunión con las otras personas, una sensación íntima y armónica de formar parte de un todo. Es una manera calmada e inocente de ver el mundo, como sabíamos hacer en nuestra infancia. La Alegría es cuando no medimos la vida por el tiempo, sino por la cualidad o intensidad de ella.
Es cuando nos volvemos simples como los árboles y las estrellas; cuando dejamos la vida fluir en sí misma y en nosotros, peregrinos de la gratitud; cuando acogemos la existencia como un mundo de loor; cuando estamos en Estado de Gracia y hallamos gracia en todo lo que existe.
¡Danos, Señor, la alegría de los pájaros y de los niños, para que podamos jugar y cantar en lo que tiene de gratis la vida! .

Antonio Roberto Soares - psicólogo y rosacruz

jueves, 27 de febrero de 2014

¡ CUIDADO CON LOS OBSESORES !


COMO LOS OBSESORES INVADEN LA VIDA DE LAS PERSONAS INCAUTAS

El trecho que vamos a transcribir es pequeño  más tiene un profundo significado.  Habiendo venido en una expedición socorrista procedente de la Costra Terrestre André Luiz se sorprende al notar la presencia de tantos espíritus iluminados pernoctando  en una casa humilde en el barrio Flamengo en Río de Janeiro

Se tranquilizó sin embargo al participar de una sesión espirita con muchos cooperadores entre los cuales Isidoro (desencarnado) y su viuda Isabel (encarnada, dona la sencilla habitación).

Después de las oraciones, de leído el Evangelio y comentado los mensajes, el instructor de la expedición visitante,  indagado por André Luiz,  y teniendo en vista un grupo de espíritus errantes y sombríos que llegaron a la puerta de la casa,-  mas  en ella  no consiguieron entrar,  explicó la situación con palabras de real  esclarecimiento acerca de las Leyes Divinas que rigen el estado propio  de cada  espíritu, según sus obras  y su conducta en la tierra después del pasaje por el túmulo.

Son frases de elevada sabiduría principalmente  para los sufridores  y los que aún no tienen visión espiritual. leamos pues con atención “A esa altura del esclarecimiento, noté que formas  sombrías, algunas monstruosas, se arrastraban en la calle, a la procura de abrigo conveniente.

Reparé, con espanto, que muchas tomaban   nuestra dirección, para,  después de algunos pasos, retirarse atemorizadas. Provocaban asombro. Muchas,  parecían verdaderos animales deambulando  en la vía publica.  Confieso que  sentí mi corazón incontrolable.  Calmo, como siempre, Aniceto nos tranquilizo: - no teman – dijo. Siempre que amenaza la tempestad, los seres vagabundos de las sombras se  mueven buscando asilo.  Son los ignorantes que vaguean en las calles, esclavizados  a las sensaciones más fuertes de  los sentidos físicos.

Se encuentran aun  apegados a las expresiones más bajas de la experiencia terrestre y  los aguaceros les incomodan tanto  como al hombre común, distante del hogar. Buscan, de preferencia, las casas de diversión nocturna,  donde la ociosidad encuentra  válvula en las disipaciones.

Cuando esto no se les  torna accesible, penetran en  las residencias abiertas, considerando que,  para ellos, la materia del plano aún presenta la misma densidad característica. Y, demostrando interés en valorizar la lección del minuto, añadió: Observen como se inclinan para acá, huyendo, enseguida, espantados e inquietos.  Estamos  tomando una enseñanza más  sobre los efectos de la oración. Nunca podremos enumerar todos los beneficios de la oración.

Todas las veces, que se ora en un hogar, se prepara la mejoría del ambiente doméstico. Cada oración del corazón constituye  una emisión electromagnética de  relativo poder. Por eso mismo, el culto familiar del evangelio no es tan solo un curso de  iluminación interior,  mas  también  un proceso avanzado  de defensa exterior,  por las claridades espirituales que se crean alrededor.

El hombre que ora trae consigo inpenetrable coraza. El hogar que cultiva la oración se transforma en fortaleza. Las entidades de las sombras experimentan choques de golpe,  al contacto con las vibraciones  luminosas de este santuario doméstico, y es por eso que se mantienen a distancia, procurando otros rumbos…  En unos momentos, penetrábamos, de nuevo, en el salón bendecido de la modesta residencia.
Como quien estuviese atravesando un país por sorpresa, otro hecho despertaba mi profunda admiración. Isidoro e Isabel vinieron a nosotros, con los brazos entrelazados, irradiando ventura. Aquella viuda pobre del barrio humilde vestía ahora lindamente, no obstante la adorable sencillez de su presencia. Sonreía contenta,  al lado del esposo, nos veía a todos, nos saludaba amable. – Amigos míos – dijo ella serena -  mi marido y yo tenemos una excursión instructiva `para esta noche.

Les dejo  a nuestros niños por algunas horas, desde ya les  agradezco el cuidado y el cariño. - ¡Vaya, hija mía! – Respondió una señora anciana – aproveche  el reposo corporal. Deje a los niños con nosotros. ¡Vaya tranquila!
La pareja se fue con una expresión de compromiso sublime. Nuestro orientador se inclinó para nosotros y habló: -  observen ustedes  como la felicidad divina se manifiesta  en el sueño de los justos? Pocas almas encarnadas  conozco con la ventura de esta mujer admirable, que ha sabido aprender la ciencia del sacrificio individual.”

Portado por Espiritismo en la Red
Traducido al español por Merchita 



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              DIOS EXISTE


Un hombre, como de costumbre fue al barbero a cortar el pelo y hacer la barba.
Como eran conocidos, el barbero y el cliente,mientras  el servicio era ejecutado, conversaban sobre diversos asuntos hasta que el barbero comentó:_ ¡ Dios no existe!
El cliente, con sorpresa, preguntó: ¿Cómo dice?, ¿Que Dios no existe?.
El barbero argumentó: Eso mismo que usted oyó. ¡ Dios no existe !. Veo todos los días en la televisión a niños pasando hambre, viviendo en la miseria, políticos  robando impunemente, inocentes muriendo de manera bárbara y tantas otras cosas que revuelven.
¿ Usted cree que si Dios existiese permitiría tanta injusticia?. ¡ Dios no existe!.
El cliente escuchó muy atento. Al fin el corte terminó y la barba estaba hecha, el cliente se levantó, pagó la cuenta y salió reflexionando sobre todo lo que había escuchado del barbero, hasta que se encontró con un mendigo en es esquina, sentado en el suelo con el pelo revuelto, batiendo los hombros y con una barba enorme, aún por hacer. Viendo eso volvió a la misma hora a la barbería y llegando afirmó:
¡ Los barberos no existen !
El barbero, oyendo eso, no  entendió, pero el cliente reafirmó: ¡Los barberos no existen !
¿ Cómo que no existen?. Yo estoy aquí y soy barbero. Usted debe haber quedado dolido como me dice que yo no existo. Soy un barbero.
Entonces el cliente explicó:
Llegando a la esquina vi un hombre con los cabellos grandes y revueltos, y con barba por hacer. Si el barbero existiese él no estaría así.
- ¡ Ah, yo sí existo !. El problema es que él nunca vino hasta aquí a cortar su cabello o hacer la barba.
Pues entonces- dijo el cliente- Dios también existe, el problema es que  las personas no van hasta Él. Dios está siempre de puertas abiertas todos los días aguardando a que la gente resuelva arreglar nuestras vidas...

Alexandra Albergaria






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COMUNICADO  ESPIRITUAL
EN EL CENTRO DE LAS VERDADES UNIVERSALES ESTA...


EN EL CENTRO DE LAS VERDADES UNIVERSALES ESTA EL
CONOCIMIENTO DE LA VIDA ESPIRITUAL


Seamos benditos del Todopoderoso: Vuestro guía Demeure me ha per­mitido que os dirija unas palabras en torno a la VERDAD. Perdonar los errores o falta de dicción que pueda cometer en mi exposición.

La VERDAD; queridos hermanos, ha sido siempre combatida, tergiver­sada y en ocasiones ocultada, porque ha sido y es el escudo, el dique, la fortaleza donde se han estrellado la maldad, el egoísmo y la sinrazón. La Verdad ha sido, en fin, el temor que han tenido los que mal piensan, los que tienen ideas torcidas y quienes realizan actos reprobables. Por otro lado, la Verdad ha sido la antorcha lumínica que en los horizontes ha iluminado de una manera perfecta y precisa el camino a las humanidades y ha sido también el báculo en el que se han sostenido las Santas Religio­nes. La Verdad, en una palabra, es atributo Divino y, por consiguiente, SANTA.

Por ello, queridos hermanos, la Verdad debe regir y guiar todos vuestros pensamientos y vuestras acciones.

En el centro de las verdades universales está el conocimiento de la vida espiritual o Ciencia del Espíritu, sin mistificaciones, sin preámbulos falsos ni pantomimas ridículas. Esta Ciencia, estudiada, catalogada, razonada y asimilada convenientemente por hombres rectos y de buena volun­tad, cambiará la trayectoria peligrosa que ha tomado la humanidad.

Los materialistas han sido en todas las épocas los mayores enemigos de lo espiritual, porque no conciben que exista esa llama eterna que pro­gresa y se engrandece practicando el bien, la abnegación, el sacrificio, la virtud y el amor.

Todos los que estudiáis esta Ciencia, los que de una manera razonada y objetiva escucháis las enseñanzas y consejos del más allá; los que tenéis en vuestro corazón el convencimiento firme de la existencia eterna del alma, tenéis, aunque no lo creáis, una mayor fe que los demás, porque estáis basados en una razón lógica, sustentados en un pedestal que, como divino, tiene que ser firme, y los vendavales no lo pueden destruir, y porque estáis apoyados en una Verdad Absoluta, ya que si no hay espíritu, no hay inteligencia; si no hay inteligencia, no hay soplo divino, que es la quinta esencia de Dios. Sí, hermanos, si no hay espíritu, no hay vida ni razón de vivir, de saber, de estudiar, de hacer el bien ni de progresar en pos de la Gran Verdad. El espíritu es ley Divina, es el soplo bendito de Dios, por el cual os habéis convertido en seres pensantes que inves­tigáis lo que sois, de dónde venís y a dónde podéis ir. Es la Verdad abso­luta porque la razón lógica de hoy y vuestra ciencia mañana lo aceptarán plenamente. No importa que todavía traten de desvirtuar su realidad, su eternidad y su dirección en todos los acontecimientos universales, porque muy pronto se generalizarán los estudios de las Leyes espirituales y su conocimiento abrirá las puertas a la propagación y aceptación de la comu­nicación espiritual, que es una Verdad emanada de Dios.

Por consiguiente, queridos hermanos, practicar el conocimiento de las Leyes espirituales con la mayor profundidad y objetividad, apoyándoos siempre en la inquebrantable fe de la razón. Ser siempre justos, no juzgar a nadie, porque ¿quiénes sois vosotros para juzgar cuando habéis de ser todos juzgados? Que os falte tiempo en vuestra fugaz vida en el plano material, para bendecir la justicia infinita de Dios.

Amaos sinceramente los uno a los otros, porque eses es el emblema del verdadero cristiano. Uníos en todos los actos; en el dolor mas que en otras ocasiones. No importa que lloréis, no importa que el dolor invada vuestra alma; sufrirlo con abnegación y paciencia porque son los escalones que os conducirá a la verdadera felicidad, ya que todo conducen a Dios.

Perdonar si os he molestado con mis torpes palabras. Que Dios nos bendiga a todos.

Y conforme a las Leyes de Dios, porque en ellos tenéis todos las bases para vuestra perfección, vuestra purificación y vuestro consuelo. Si así lo hicierais, vuestro mundo se convertiría en un lugar privilegiado de paz, amor y armonía incomparables.

Tener esos códigos en vuestras manos siempre para que os sirvan de báculo en todas vuestras decisiones y para que cuando os halléis contritos, recordéis las sublimes frases que nos dictó, por orden de Dios, nuestro Maestro JESÚS. Si los cumplís fielmente, cuando lleguéis al tránsito veréis la luz de la razón con toda su magnitud, su poder y sabiduría y recordaréis con satisfacción los sinsabores y sacrificios, porque gracias a ellos habréis obtenido una gran recompensa.

No dejéis pasar los momentos de vuestra fugaz existencia en la tierra sin hacer el bien y alabar a Dios, Su Poder, Su Luz y Su bondad infinita. Deteneos a observar cómo Su obra lo abarca todo en infinidad de creaciones que el hombre aún no ha podido descubrir y admirar, pero que están allí a la espera de que las descubra.

Ser, hijos míos, ardientes discípulos del Maestro y saber que todo lo que pensamos y hacemos lo ve Dios con Su misericordia infinita. La grandeza de Sus obras, la magnitud de Sus creaciones y las radiaciones de Sus incomparables luces iluminan vuestros espíritus cuando en ellos se elaboran pensamientos nobles, desinteresados y llenos de amor; cuando vuestros corazones laten llenos de una fe inquebrantable os convierte en héroes; pero héroes para dignificar a Dios en todos los momentos de vues­tra vida.

Amaos mucho los unos a los otros: Es un mandamiento del Padre Celestial. Sois hermanos de la familia universal y eterna. No sois herma­nos, padres, hijos o amigos de una sola encarnación, sino que estáis unidos en virtud de muchos hechos y etapas que juntos habéis vivido.

Cuando estéis elevando en silencio esas plegaria al Altísimo (que todas son oídas), poner en ellas el entusiasmo místico y sublime de vuestro corazón, vuestro entendimiento y vuestra fe.

Saber que sois hijos de Dios y que como tales habéis de responder con vuestro proceder a Su amor, a Su obra, a Su justicia y a Sus Leyes. Ser siempre justos, mansos de corazón, no adular nunca y practicar la caridad en silencio para que tenga el mérito que el Padre desea y podáis recibir la recompensa a que seáis merecedores.

Desde La Otra Vida
Enviado por Mari Carmen Sánchez

martes, 25 de febrero de 2014

UNA VERSIÓN DIFERENTE

UNA VERSIÓN DIFERENTE.
Es muy natural, hoy en día,  la discusión acerca del aborto. Un asunto como ese no podría merecer menor atención de las personas, por la seriedad  con que se presenta.
Cuando tratamos de esas cuestiones, podríamos ir un poco más hondo en nuestro raciocinio, preguntándonos si, en algún momento de nuestras vidas, ya no cometimos algún tipo de aborto.
Tal vez la primera respuesta que nos venga a la mente es la de que nunca cometimos un aborto. Por lo menos, no en lo que se refiere a la interrupción de la gestación de un cuerpo.
Mas si pensaramos de forma más amplia, podríamos decir que provocamos un aborto toda vez que, por un motivo u otro, impedimos que buenas ideas se manifiesten.
Cuando impedimos que una persona exprese sus sentimientos, sus opiniones.
O si no contribuimos  con lo que tenemos de bueno para alguien, estamos abortando las oportunidades que las situaciones nos ofrecen.
Si pensamos bien, esos hechos ocurren con frecuencia en nuestras vidas.
Si estamos quitando ideas, reprimiendo hechos, matando buenos pensamientos, estamos provocando el aborto de buenas cosas.
Cuando, en el hogar, no permitimos que las ideas de los demás familiares sean expresadas; cuando no permitimos que un hijo o hermano nos cuente algún hecho;  cuando no damos la debida atención a sus conversaciones, podemos estar cometiendo un aborto  de los más serios, porque impedimos que el ingenio, el interés, la confianza de la criatura se manifieste.
Tal vez esos hechos no nos parezcan importantes, pero si no colaboramos para  el buen entendimiento familiar, a través del dialogo, valorando las buenas ideas, las opiniones, estamos andando por las vías del egoísmo, practicando el aborto de las oportunidades de  crecimiento y armonía.
Debemos meditar acerca del asunto, y examinar si no estamos cometiendo muchos abortos de ese tipo.
Las buenas ideas, las grandes realizaciones siempre exigieron  un tiempo para acontecer, un tiempo que se hace natural para que las cosas maduren y vengan a fructificar en el tiempo adecuado.
Es así como se da con la formación de la vida física, que requiere un tiempo determinado para que el cuerpo se forme y pueda salir a la Luz.
Dé una oportunidad  a las buenas ideas, a las opiniones constructivas, para que la vida se haga con las buenas realizaciones de cada día, en la construcción conjunta de un futuro mejor, como hace Dios,  que nos renueva  cada día la certeza de que vivir es para siempre.
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 Amar al prójimo como a sí mismo, es hacer por los otros lo que nos gustaría que los otros hiciesen por nosotros, es la expresión máxima  de la caridad, porque resume todos los deberes del hombre con el prójimo.
No podemos encontrar guía más seguro para tal respecto que de lo que hacer al prójimo aquello que deseamos para nosotros.
Cuando permitamos y respetemos el espacio de las personas que conviven con nosotros. Oyendo con atención sus ideas y respetando sus opiniones, estamos en el rumbo cierto para la destrucción del egoísmo.
¡Piense en eso!
Redacción de Momento Espirita
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LA UNIÓN HACE LA FUERZA                  

No olvides que somos partes de un vasto grupo de almas, como puntos integrantes de un círculo.

Además de la familia consanguínea, tenemos un equipo espiritual al que nos imantamos por los más fuertes lazos del corazón.

Nadie odia sin haber amado profundamente y nadie experimenta animosidad sin haber conocido antes la bendición de la simpatía.

Por eso mismo, los desafectos constituyen también fuerzas de nuestro conjunto, que no podemos eliminar y por esa razón es que el santuario doméstico o la oficina de trabajo, son siempre preciosos educadores en donde sombras y luces se mezclan para nosotros como hojas y flores.

Aprendamos con Jesús a usar la química del amor, en la intimidad de nuestros pensamientos, practicando cada día, pequeños ejercicios de tolerancia,si nos proponemos efectivamente abrirnos a la fraternidad que nos arrojará a las gloriosas cimas de la vida.

Reconozcamos que todos los obstáculos son medidas de nuestra fe y que todos los dolores son oportunidades valiosas a nuestro agradecimiento y, fortaleciendo el cariño donde ya existía la confianza y exaltando la plantación de bondad donde aún repuntan los espinares de la aversión, sepamos vivir con el amor
que Cristo nos enseñó, en la certeza de que nuestros mínimos actos de renuncia y ternura, de entendimiento y gentileza, de auxilio y  generosidad, representan decisivo esfuerzo de nuestra alma, no solo en nuestra elevación, sino también en el levantamiento salvador de nuestro grupo entero.


(Texto de Emmanuel através de la Psicografia de Francisco Cândido Xavier.

Aportado por 
Alexandra Albergaria

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Leonardo Boff
    

 Com-pasión

Muchas personas se han extrañado de que haya escrito en esta columna que “sin compasión (en el sentido budista) no se combate el hambre”. ¿Por qué "en el sentido budista"? Porque compasión, en el sentido común, posee una connotación despectiva: es sentir pena por el otro, sentimiento que lo rebaja, pues ve en él el hambre de pan sin ver también el hambre de belleza.
Podríamos entender la com-pasión en el sentido del cristianismo originario, sentido altamente positivo, que es tener miseri-cor-dia, es decir, un corazón (cor) capaz de sentir a los míseros y salir de sí para socorrerlos. Actitud que la misma palabra com-pasión sugiere: tener pasión con el otro, sufrir con él, alegrarse con él, andar el camino con él. Pero esta acepción no prosperó. Predominó la otra, moralista y menor, de quien mira de arriba abajo y echa una limosna en la mano del sufridor. 
Sin embargo, la concepción budista de la compasión es diferente. Tiene que ver con la pregunta básica de la que nace el budismo: ¿cuál es el camino que nos libera del sufrimiento? La respuesta de Buda es: "por la com-pasión, por la infinita com-pasión". En la actualización del Dalai Lama: "ayuda a los otros siempre que puedas, pero si no puedes, jamás los perjudiques " (O Dalai Lama fala de Jesus, Fisus 1999, p. 214). Como podemos ver, Buda coincide en esto con Jesús.
La "gran com-pasión" (karuna en sánscrito) implica dos actitudes: desapego de todas las cosas y cuidado con todas las cosas. Por el desapego renunciamos a poseerlas y aprendemos a respetarlas en su alteridad y diferencia. Por el cuidado nos acercamos a las cosas para entrar en comunión con ellas, responsabilizarnos por su bienestar y socorrerlas en su sufrimiento. Es un comportamiento solidario que nada tiene que ver con la pena y la mera asistencia. Para el budista el nivel de desapego revela el grado de libertad y de madurez que poseo; y cuánta benevolencia y responsabilidad tengo con todas las cosas, el nivel de cuidado. La com-pasión engloba las dos dimensiones. Exige, pues, libertad, altruismo y amor.
La com-pasión no conoce límites. El ideal budista es el bodhisattva, aquella persona que lleva tan lejos el ideal de la com-pasión que se dispone a renunciar al nirvana y acepta incluso pasar por un número infinito de vidas sólo para poder ayudar a los otros en su sufrimiento. Ese altruismo se expresa en la oración del bodhisattva: " Mientras dure el tiempo, persista el espacio y haya personas que sufren, quiero también durar yo para liberarlas del sufrimiento.” La cultura tibetana expresa ese ideal a través de la figura del Buda de los mil brazos y de los mil ojos. Con ellos puede, com-pasivo, atender a un número ilimitado de personas.
Partiendo de esta comprensión, se entiende que sin com-pasión no se puede combatir eficazmente el hambre. Hay que acoger al pobre como lo que es, como un sufridor. Y simultáneamente cuidar de él como un co-igual.
La com-pasión en el sentido budista nos enseña también cómo debe ser nuestra relación con la naturaleza: primero, respetar su alteridad; después, cuidar de ella. Y sólo entonces usarla, en la medida justa, para nuestro provecho.
A la "guerra infinita" de la demencia actual, debemos oponer la "com-pasión infinita" de la sabiduría budista. ¿Utopía? Sí, pero es la mejor manera de mostrar nuestra verdadera humanidad, hecha de com-pasión y de cuidado.
Leonardo Boff
( Aportado por Cassio López )