viernes, 30 de noviembre de 2012

INGENIERÍA GENÉTICA





¿ Le será lícito al hombre manipular la genética de otros animales o de sus propios semejantes?

Toda vez que las aspiraciones humanas se transformaren en alienación perturbadora, teniendo como objetivo intervenir en los códigos genéticos para realizar verdaderas aventuras, la legitimidad de la experiencia debe ceder lugar a los impositivos de una ética trabajada con rigor, a fin de que las vidas animales y humanas sean eximidas de las aberraciones, que muchas mentes desequilibradas, de ayer como de hoy, han intentado realizar en diversas culturas, particularmente en aquellas que se caracterizan por el totalitarismo del poder, que pretende considerar superiores a algunas razas en detrimento de otras, que padecerían su impiedad y la cobardía de las persecuciones crueles.
No es lícita, por tanto, la manipulación genética en animales – con excepción, cuando se tiene por objetivo mejorar la calidad de la raza, evitando su fragilidad y las enfermedades consecuentes del medio ambiente o de factores hereditarios – ni en criaturas humanas, sin graves consecuencias para la sociedad.

 ¿Las Leyes de Dios imponen algún límite a ese desarrollo?

El hombre tiene el derecho y el deber de investigar siempre, a fin de que el progreso no quede paralizado en las conquistas logradas. No obstante, cuando las experiencias superan la capacidad de control del ser humano, las Leyes de Dios, mediante fenómenos naturales, impiden su avance y permiten que acontecimientos inesperados, desastrosos, demuestren la insensatez de aquel que se yergue a la condición de semi-dios.

 El progreso moral del ser humano no acompañó el progreso tecnológico. Hace poco, el mundo asistió, impresionado, a una experiencia en la que una oreja humana fue implantada en el lomo de un ratón. Algunos científicos especularon sobre la posibilidad de la creación de una raza humana intelectualmente inferior, destinada exclusivamente a los trabajos pesados, sin el problema de eventuales reivindicaciones por mejores condiciones de vida. ¿Las leyes de la Naturaleza le permitirán al hombre penetrar en los mecanismos de la biogenética?

Entre las nobles funciones de la ciencia se encuentra aquella que se encarga de examinar las posibilidades denominadas imposibles, que pueden un día, tornarse factibles, realizables. No obstante, soñar con la creación de hombres y mujeres Xerox, insensibles al dolor, automatistas, sin percepción hacia su realidad existencial, es llevar la aspiración a la condición de pesadilla.

Sin duda, el científico puede intervenir en la constitución genética y perturbar su desarrollo, generando anomalías en el proceso de su multiplicación. Empero, para que la vida humana se exprese plenamente, es indispensable la presencia del Espíritu cuyo órgano modelador es el periespiritu, que estimula a las células conforme a las necesidades de naturaleza cármica, obedeciendo a la ley moral de causa y efecto.

 ¿Cuál es la visión de los Espíritus en torno a la bioética y del número excesivo de discusiones alrededor de la reglamentación de ese tema, considerando el gran avance de la ingeniería genética en el área de la clonación, control fetal, trasplantes y mutaciones?

Considerando la realidad del ser humano como Espíritu inmortal, el fenómeno de la muerte biológica es inevitable, sin que ese acontecimiento afecte la estructura de que está constituido. No obstante, ante la necesidad de evolucionar a través de las sucesivas reencarnaciones, el Espíritu desarrolla las potencialidades intelectuales y penetra en los mecanismos que rigen la vida material, descubriendo recursos preciosos para tornar la existencia física menos tormentosa, menos afliccionantes, como resultado de las conquistas en el transcurso de los milenios.
Los laboratorios de investigación amplían los campos de estudio y diariamente, nuevos descubrimientos contribuyen para que se pueda vivir con más equilibrio y más felicidad.
Sin embargo, simultáneamente, los atavismos materialistas que permanecen en muchos estudiosos de la vida, trabajan con objetivos de burlar el dolor, la muerte, la degeneración que, para ellos, pueden ser evitados, contornados, superados, presentando mecanismos especiales que faciliten la fuga a lo inevitable. De ese comportamiento, nacen propuestas absurdas para el momento y algunas otras trágicas para la vida.
Por tanto, es indispensable que sea levantada una ética para la genética, una bioética, para establecer límites y cercenar la oportunidad de desarrollar los sueños macabros , convirtiendo al ser humano en cobayo para experimentos dantescos, con el pretexto de construir seres superiores genéticamente organizados, postergando sine die el momento de la muerte física, realizándose trasplantes antes de que ocurra la muerte real e interfiriendo en la estructura de los genes y cromosomas, delante de fetos que presentan anomalías detectables, como si las mismas procediesen del cuerpo y no del Espíritu.
Tal procedimiento no considera los acontecimientos cármicos que se dan en las criaturas de complexión orgánica saludable con profundos disturbios psíquicos y emocionales o que se tornan víctimas de accidentes mutiladores y fenómenos degenerativos.
Cuando la Ciencia, por medio de sus nobles investigadores, se adueñe de la realidad del Espíritu, comprenderá la necesidad de establecer un código de preservación de la vida, de ese modo, una bioética fundamentada en el respeto y la dignificación de la criatura humana.
El sueño de lograr una clonación real, copiando seres patronizados, ya es una realidad; empero, bien distante de conseguir el mismo éxito con relación a la criatura humana, conforme a los moldes que conocemos, en razón de que sólo puede acontecer mediante la intervención del Espíritu, sin lo cual tendremos formaciones aberrantes de células que, desprovistas del modelo organizador biológico, jamás repetirán el individuo original.
Sin embargo, teniendo en cuenta que la ingeniería genética llegue a conseguir los requisitos indispensables para que la vida humana se manifieste, el Espíritu utilizará esa circunstancia y podrá reencarnar, jamás idéntico a otro, en razón de las conquistas que tipifican a cada uno.
Genoma humano

 ¿Las inserciones periespirituales en la zona física se darán en los genes del ADN celular? ¿Serían los genes campos prácticamente energéticos, de antipartículas atómicas, como incrustadas en fajas apropiadas de la molécula del ADN?

Podemos afirmar que el ADN, en su estructura íntima, es un campo de energía en su más elevada expresión, exteriorizada por el periespiritu en su función organizadora del cuerpo físico y toda su estructura molecular que, de alguna forma, se constituiría de antipartículas atómicas.

Divaldo Pereira Franco - Manuel Vianna de Carvalho (espíritu),

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jueves, 29 de noviembre de 2012

El Ejemplo como agente de propagación




         El ejemplo es el más poderoso agente 
                       de propagación 

                  Fuente: Revista Espírita- junio de 1869

Mensage de Allan Kardec espíritu


Recibido el 30 de abril de 1869 en la Sociedad de París.

Vengo esta noche, amigos míos, para hablaros por unos instantes. En la última sesión no respondí; estaba ocupado en las alturas. Nuestros trabajos como espíritus son mucho más extensos de lo que podéis suponer y los instrumentos de nuestros pensamientos no siempre están disponibles. Tengo aún algunos consejos que daros sobre la marcha que debéis seguir ante el público, para hacer progresar la obra a que dediqué mi vida corporal, y cuyo perfeccionamiento acompaño en la erraticidad.

Lo que os aconsejo antes que nada es sobre todo la tolerancia, el afecto, la simpatía de unos para con los otros y también para con los incrédulos.

Cuando veáis un ciego en la calle, vuestro primer sentimiento debe ser de compasión. Que así sea también para con vuestros hermanos cuyos ojos están cerrados y velados porlas trabas de la ignorancia o de la incredulidad. Lamentarlo, en vez de censurar. Por vuestra dulzura, mostrar vuestra resignación para soportar los males de esta vida, vuestra humildad en medio de satisfacciones, ventajas y alegrías que Dios os envía; mostrad que hay en vosotros un principio superior, un alma obediente a la ley, a una verdad también superior: el Espiritismo.

Las revistas, los diarios, los libros, las publicaciones de toda especie, son medios poderosos de introducir la luz por todas partes, pero es más seguro, es más íntimo y más accesible a todos, el ejemplo de caridad, dulzura y amor.

Agradezco a la Sociedad por ayudar en los verdaderos infortunios que le son indicados. ¡ Eso es buen Espiritismo, es la verdadera fraternidad. Ser hermanos: es tener los mismos intereses,los mismos pensamientos, el mismo corazón !.

Espíritas, sois todos hermanos en la más santa acepción del término. Pidiendo que os améis unos a otros, me limito a recordar la divina palabra de aquel que hace mil ochocientos años, por primera vez trajo a la Tierra el germen de la igualdad. Seguir su ley: Es la vuestra. NO hizo nada más que volver más palpables algunas de sus enseñanzas. Oscuro operario de aquel maestro, de aquel Espíritu superior emanado de la fuente de luz, reflejar esa luz como la luciérnaga refleja la claridad de una estrella. Pero esa estrella brilla en los cielos y la luciérnaga lo hace en la tierra. Tal es la diferencia.

Continuad las tradiciones que os dejé al partir.

Que el más perfecto acuerdo, la mayor simpatía, la más sincera abnegación, reinen en el seno de la Comisión. Espero que esta sepa cumplir con honra, fidelidad y consciencia el mandato que le fue confiado.

¡ Ah !, cuando todos los hombres comprenderán todo lo que encierran las palabras amor y caridad, en la Tierra no habrá más soldados ni enemigos; solo habrá hermanos; no habrá más miradas desconfiadas e iritadas; sólo habrá frentes inclinadas hacia Dios!

Hasta luego, queridos amigos, quedo agradecido, en nombre de aquel que no olvida el sorbo de agua y el óbolo de la viuda.

Allan Kardec


*****************************

Sea Feliz


Al salir hoy, deje que los rayos del sol
Penetren bien dentro de usted.
Su energía irá a irradiar su cuerpo
 por entero.

Liberando así, toda su capacidad
De ser, sentir, vivir.

Respire hondo y libere sus miedos.
Piense en todo lo que más desea de bueno para usted, 

Y para los seres que le rodean.
Mire entonces a su alrededor y perciba todo
en sus mínimos detalles. 

Vea como todo está diferente,
Con mucho más color, más energías,
más sentimientos.

Vea como su forma de sentir las emociones
Crearán una nueva fuerza interior. 

Usted hoy es un ser iluminado por el amor.
Amor puro, universal.
Amor viviente, incoherente. 

Amor, simplemente amor
Amor por la vida, por las cosas, por las personas. 
Amor por el mundo, por Dios.

Amor que vibra en sus entrañas
Dando un nuevo significado a sus pasos
Dando un nuevo caminar a sus sueños
Dando una nueva directriz en su dirección.

Salga sin miedo a equivocarse, ser feliz
Viva, libere la energía que late en usted. 

De su mano a quien necesite de ella
Levante a quien esté cayendo al suelo.
Sienta el perdón emanar de sus dedos.
Hoy usted puede con todo lo que es bueno.
Usted hoy es un ser lleno de vida.
Una vida que le fue prestada por Dios. 

Por tanto, ore por ella, de cuenta de ella
No la deje desviarse del camino cierto
¡Sea inmensamente feliz!  

Mi Buen Día especial a usted
Con mi corazón trasbordado de felicidad
Por la vida, por la amistad, por el amor.
 Neli Neto





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miércoles, 28 de noviembre de 2012

SOBRE LA REENCARNACIÓN







Los individuos

Las existencias de las distintas reencarnaciones, os permiten expandir vuestra conciencia, vuestras ideas, vuestras percepciones y vuestros valores. Rompéis con las restricciones que habéis adoptado, y crecéis espiritualmente en la medida en que aprendéis a liberaros de concepciones y dogmas que os limitan. Sin embargo, vuestro ritmo de aprendizaje depende enteramente de vosotros. Tener conceptos limitados, dogmáticos o rígidos sobre el bien y el mal puede frenaros. Las ideas estrechas sobre la naturaleza de la existencia pueden seguiros a través de varias vidas, si no elegís ser flexibles espiritual y psíquicamente.

Estas ideas rígidas pueden actuar verdaderamente como cadenas, que os forzarían a describir círculos como un cachorro atado a una cuerda. En tales casos, y quizás a lo largo de una serie de existencias, os podríais encontrar batallando contra los conceptos del bien y del mal y metidos en un círculo de confusión, duda y ansiedad.

A vuestros amigos y conocidos les preocuparán los mismos problemas, ya que atraéis a aquellos que tienen vuestras mismas preocupaciones. Por lo tanto, os repito: muchos de vuestros conceptos del bien y del mal están muy distorsionados y ensombrecen la comprensión que tenéis sobre la naturaleza de la realidad. Si dais forma en vuestra mente a una culpa, ésta se volverá real para vosotros, y tendréis que resolverla. Pero muchos de vosotros creáis culpas para las que no existe una causa justificada, y os cargáis a vosotros mismos con esas culpas sin motivo alguno. En vuestra dimensión de actividad parece haber una terrible variedad de males. Permitidme deciros que aquel que odia un mal se limita a crear otro. [...]

Si odiáis a otra persona, ese odio puede ataros a ella durante tantas vidas como vosotros permitáis que el odio os consuma. Vosotros atraéis, en esta existencia y en todas las otras, aquellas cualidades en las que concentráis vuestra atención. Si os preocupáis intensamente por las injusticias que creéis que os han hecho, atraeréis más ese tipo de experiencia; y, si continuáis de esa manera, eso se reflejará en vuestra siguiente existencia, si bien en el período entre vidas hay un «tiempo» para la contemplación y la comprensión.

Aquellos que no aprovechen en esta vida las ventajas de tales oportunidades, normalmente tampoco lo harán cuando ésta acabe. La conciencia debe expandirse. Debe crear. Debe volverse del revés para hacerlo. No existe nada a excepción de vosotros mismos que os pueda forzar a comprender estas cuestiones o a hacerles frente. Por lo tanto es inútil decir: «Cuando termine esta vida analizaré mis experiencias y corregiré mis acciones.» Eso sería como si un hombre joven dijera: «Cuando sea viejo y me retire, usaré todas las capacidades que estoy desarrollando ahora.» El escenario para vuestra «próxima» vida lo preparáis ahora. Los pensamientos que pensáis hoy se convertirán, de una manera u otra, en el tejido de vuestra próxima existencia. No existen palabras mágicas capaces de convertiros en sabios, de llenaros de comprensión y compasión, y de expandir vuestra conciencia.

Vuestros pensamientos y la experiencia cotidiana contienen las respuestas. Cualquier éxito en esta vida, cualquier capacidad los habéis desarrollado en las experiencias pasadas. Os corresponden por derecho. Habéis trabajado para desarrollarlos. Si miráis a vuestro alrededor a vuestros parientes, amigos, conocidos y compañeros de trabajo, también veréis qué tipo de personas sois, pues estáis atraídos hacia ellos, como ellos lo están hacia vosotros, a través de similitudes internas muy básicas.

Si examináis vuestros pensamientos durante cinco minutos algunas veces al día, varias veces al mes, tendréis una impresión correcta del tipo de vida que hasta ese momento os habéis preparado para la próxima existencia. Si no estáis contentos con lo que descubrís, será mejor que empecéis a cambiar la naturaleza de vuestros pensamientos y sentimientos... No existe una ley que diga que en cada vida deberéis encontrar a aquellos que habéis conocido antes; y, sin embargo, debido a la naturaleza de la atracción, sucede así a menudo. [...]

Cuando tu mente consciente ordinaria y en vigilia se adormece en el estado de sueño, viajas en otras dimensiones. Estás preparando tu propio camino. Cuando mueres, vas por esos caminos que has preparado ya. Existen varios periodos de adiestramiento que varían, de acuerdo con el individuo.

Debes entender la naturaleza de la realidad, antes le que puedas moverte bien dentro de ella. En la realidad física estás aprendiendo que tus pensamientos poseen realidad y que tú creas la realidad que conoces. Cuando abandonas esta dimensión, entonces te concentras en el conocimiento que has ganado. Si todavía no comprendes que puedes crear tu propia realidad, entonces regresas y de nuevo aprendes a manipular una y otra vez los resultados de tu propia realidad interna, cuando la encuentras objetivizada. Te enseñas a ti mismo la lección, hasta que por fin la has aprendido; luego empiezas a aprender cómo manejar la conciencia que es tuya, correcta e inteligentemente. Luego puedes formar imágenes para beneficio de otros y conducirlos y guiarlos. Luego agrandas constantemente el alcance de tu entendimiento.

Tú determinas el tiempo entre reencarnaciones. Si estás muy cansado, entonces te tontas un descanso. Si eres sabio, tomas tiempo para digerir tu conocimiento y planear tu siguiente vida, de la misma manera que un escritor planea su próximo libro. Si tienes demasiadas ligas con esta realidad o si eres demasiado impaciente o si no has aprendido lo suficiente, entonces puedes regresar con demasiada rapidez. Siempre queda esto como decisión del individuo. No existe la predestinación. Las respuestas se encuentran detrás de ti mismo entonces, como están dentro de ti ahora.

Las Familias

Hay varias razones que os hacen nacer en vuestra familia actual. Puede ser que después de la muerte os encontréis con una relación emocional muy fuerte con una personalidad de una vida pasada. Por ejemplo, si estáis casados y la relación con vuestro compañero no es verdadera, podría suceder que encontrarais una esposa o un marido de otra vida esperando por vosotros.

A menudo, los miembros de un grupo -militares, eclesiásticos, grupos de cacería-, establecen relaciones de familia en otra vida para resolver viejos problemas de una manera nueva. Las familias deben ser consideradas como una Gestalt de actividad psíquica; poseen identidad subjetiva, por más que ningún miembro particular del grupo sea consciente de ello.

Las familias tienen propósitos subconscientes comunes, aun cuando sus miembros individuales estén persiguiendo esas metas sin conocimiento consciente. Estos grupos se establecen con antelación, por así decirlo, en los períodos entre existencias físicas. A veces, un grupo de cuatro o cinco individuos se plantea un reto concreto y asigna a sus distintos miembros los diferentes papeles de una obra y posteriormente desarrollan esos papeles en una existencia física.

El ser interno es siempre consciente de los mecanismos ocultos de estas Gestalts familiares. Aquellos que han estado estrechamente vinculados por lazos emocionales prefieren permanecer unidos por relaciones físicas más o menos estrechas que pueden continuar durante muchas vidas. Sin embargo, siempre se recomienda establecer nuevas relaciones para evitar formar en las reencarnaciones «familias» limitadas, de crecimiento cerrado. Muchas de ellas forman organizaciones físicas que realmente son manifestaciones de grupos internos.

He hablado anteriormente de lo que sucede cuando se tienen conceptos rígidos sobre el bien y el mal. No hay más que una manera de evitar este problema: sólo la verdadera compasión y el verdadero amor conducen al entendimiento de la naturaleza del bien, y sólo estas cualidades sirven para aniquilar los conceptos erróneos y distorsionados sobre el mal.

Simplemente, ocurre que, si creéis en el concepto del mal, éste se hace realidad en vuestro sistema y siempre lo vais a encontrar manifestado. Por consiguiente, esa creencia vuestra en él os parecerá sumamente justificada. Si seguís acarreando estos conceptos a través de las sucesivas generaciones, a través de las encarnaciones, entonces estáis ampliando su realidad.

Permitidme intentar arrojar algo de luz sobre lo que estoy intentando deciros. Ante todo, el amor siempre debe ir acompañado de libertad. Si un hombre dice que os ama, pero niega vuestra libertad, normalmente lo odiaréis. No obstante, sus palabras harán que no justifiquéis vuestra emoción. Este tipo de enredo emocional puede conducir por sí mismo a otros enredos continuos que duran varias vidas.

Si odiáis el mal, debéis tener cuidado con vuestra concepción del término. El odio es restrictivo: estrecha el campo de vuestra percepción. Es realmente un cristal oscuro que ensombrece la totalidad de vuestra experiencia. Él hace que cada vez encontréis más y más cosas que odiar, y que llevéis esos elementos odiados a vuestra propia experiencia.

Bien. Si, por ejemplo, odiáis a uno de vuestros padres, os resultará relativamente fácil odiar a cualquier padre, porque en su cara veréis y proyectaréis siempre al que os ofendió originalmente. En las vidas siguientes podéis también veros empujados hacia una familia y encontraros enredados en las mismas emociones, ya que el problema son las emociones en sí y no los elementos que parecen provocarlas.

Si odiáis la enfermedad podéis atraer una vida siguiente de enfermedades, pues es el odio el que las ha atraído hacia vosotros. [...] Si vosotros expandís vuestro sentido del amor, o de la salud y de la existencia, en esta vida y en otras estaréis atraídos hacia esas cualidades, porque es en ello en lo que os concentráis. Una generación que odie la guerra no traerá la paz. Una generación que ame la paz traerá la paz.

El morir con odio hacia una causa o una persona es una gran desventaja. Ahora tenéis todo tipo de oportunidades para recrear vuestra experiencia personal por caminos más benéficos, y para cambiar vuestro mundo. En vuestra próxima vida vais a trabajar con esas aptitudes que son vuestras ahora. Si ahora insistís en hacer crecer el odio en vuestro interior, es muy probable que continuéis haciendo lo mismo. Por otro lado, esos chispazos de verdad, intuición, amor, alegría, creatividad y realización conseguidos ahora seguirán siendo vuestros más adelante al igual que lo son ahora. [...]

A lo largo de vuestra vida interpretáis a vuestra propia manera la realidad que veis y eso tiene cierto efecto sobre vosotros y, a su vez, sobre los demás. El hombre que odia prejuzga la naturaleza de la realidad de acuerdo con su propia y limitada comprensión.

El odio

Bien, en este capítulo sobre la reencarnación pongo énfasis en el tema del odio porque sus resultados pueden ser desastrosos. Un hombre que odia siempre se justifica a sí mismo, ya que nunca odia algo que reconozca como bueno. Por lo tanto, cree ser justo en su odio, pero el odio es en sí mismo una afirmación muy fuerte que lo seguirá durante sus vidas sucesivas, hasta que aprenda que el único destructor es el propio odio.

Me gustaría dejar claro que tampoco se gana nada odiando al odio, pues se cae en la misma trampa. Lo que hace falta es confiar plenamente en la naturaleza de la vitalidad, y tener fe en que todos los elementos de la experiencia se utilizan para un bien mayor, aunque no podáis percibir la manera en que el «mal» se transmuta en creatividad. Aquello que amáis también formará parte de vuestra experiencia en esta vida y en otras.

El concepto más importante que debéis recordar es que nadie os impone la experiencia de determinada vida, sino que ella se conforma fielmente de acuerdo con vuestras emociones y creencias. El gran poder de la energía del amor y la creatividad resulta evidente en el mero hecho de vuestra existencia. Ésta es una verdad olvidada muy a menudo: que [la combinación de] la conciencia y la existencia continúan y absorben aquellos elementos que os parecen tan destructivos a vosotros.

El odio es poderoso si creéis en él; sin embargo, aunque odiéis la vida, continuaréis existiendo. Cada uno de vosotros ha concertado citas que habéis olvidado, citas que, por así decirlo, habéis concertado antes de nacer en esta existencia. En muchos casos, los amigos que hacéis eran vuestros íntimos mucho antes de que los encontrarais en esta vida presente. Esto no quiere decir que todas vuestras amistades actuales hayan sido conocidos vuestros, y ciertamente no implica un disco aburrido que se repite y se repite, ya que cada encuentro es nuevo en sí mismo a su manera. Si recordáis lo que dije sobre las familias, comprenderéis que también los pueblos y las ciudades pueden estar compuestos por los habitantes pasados de esos mismos pueblos y ciudades, transportados con experiencias e historiales nuevos con los que el grupo intenta distintas experiencias.
Bien, a veces también hay variaciones, como por ejemplo que los habitantes de cierta ciudad de Idaho podrían ser los mismos habitantes renacidos que vivieron, digamos, en 1632 en una pequeña aldea irlandesa.

Algunas personas que quisieron viajar del Viejo al Nuevo Mundo podrían renacer en el Nuevo. Debéis recordar también que las capacidades adquiridas en vuestras vidas pasadas están a vuestra disposición para vuestro uso actual: cosecháis vuestros propios premios. A menudo se os da información sobre esto durante el sueño, y también existe un tipo de sueño a manera de Gestalt, un sueño raíz, a través del cual se comunican entre sí aquellos que se conocieron en vidas pasadas.

En estos sueños se da información general colectiva, que luego las personas pueden usar según su deseo. Se hacen planes globales para el desarrollo, y los miembros de un grupo -digamos, de una ciudad- toman decisiones sobre su destino. Algunos individuos siempre escogen nacer formando parte de algún grupo -es decir, renacen con contemporáneos del pasado-, mientras que otros desdeñan tales esfuerzos y vuelven en posiciones mucho más solitarias.

Esta es una cuestión de sentimientos psicológicos. Ciertos individuos se encuentran más cómodos, más seguros y más capaces trabajando en compañía. Podríamos considerar la analogía de una persona que llega a la universidad con su clase del jardín de infancia. En sus reencarnaciones, esta persona siempre escogería volver con sus compañeros. Otros, en cambio, saltarían de escuela en escuela y aparecerían solos -hablando relativamente- con una libertad y un reto mayores, pero sin el reconfortante marco de seguridad que escogen los anteriores.

En todos los casos el individuo es el juez, no sólo de cada vida sucesiva, de su tiempo, su entorno y la fecha histórica, sino también de su carácter superior y los métodos para lograrlo. Por consiguiente, hay tantas maneras distintas de reencarnarse como seres internos, y cada ser interno escogerá sus propios métodos característicos.

Las civilizaciones 

En cierta manera podría decirse que las civilizaciones se reencarnan al igual que se reencarnan los individuos. Cada entidad que se encarna trabaja en pro del desarrollo de aquellas capacidades que se nutren del entorno físico y se realizan plenamente en él. La entidad tiene una responsabilidad para con la civilización en la que tiene cada una de sus existencias, ya que ayuda a conformarla a través de sus pensamientos, emociones y acciones.

Aprende de sus fallos al igual que lo hace de sus éxitos. Vosotros creéis que la historia física comenzó con el hombre de las cavernas y ha continuado hasta el presente, pero también han existido otras grandes civilizaciones científicas; de algunas de ellas se habla en las leyendas y otras os son completamente desconocidas; pero todas, hablando en vuestros términos, ya se han desvanecido.

Quizás os parece que como especie sólo tenéis una oportunidad para resolver vuestros problemas, y que en caso contrario seréis destruidos por vuestra propia agresividad, por vuestra propia falta de comprensión y de espiritualidad. Igual que se os dan varias vidas para desarrollaros y completar vuestras capacidades, de la misma manera las especies han sido dotadas con algo más que la única línea de desarrollo espiritual que conocéis en la actualidad. La estructura de la reencarnación sólo es una faceta más de la totalidad del cuadro de posibilidades. En ella tenéis literalmente todo el tiempo necesario para desarrollar aquellos potenciales que necesitáis desarrollar antes de dejar el ciclo de reencarnaciones. Hay grupos de personas que, a lo largo de las reencarnaciones, se han encontrado con crisis tras crisis, han llegado a vuestro mismo punto de desarrollo físico, y entonces o bien han llegado más allá, o bien han destruido su propia civilización.

En este caso se les dio otra oportunidad, así como el conocimiento inconsciente no sólo de su fallo, sino de las razones que lo provocaron. Empezaron, pues, con una gran ventaja psicológica cuando formaron nuevos grupos primitivos. Otros, que solucionaron los problemas, dejaron vuestro planeta físico y se dirigieron a otros puntos del universo físico. Cuando alcanzaron ese nivel de desarrollo ya estaban maduros espiritual y físicamente, y fueron capaces de utilizar unas energías de las que vosotros no tenéis conocimiento práctico.

Para ellos la Tierra es ahora un hogar legendario. Formaron nuevas razas y nuevas especies que ya no podían acomodarse físicamente a vuestras condiciones atmosféricas. Aun así, también continuaron en el ciclo de reencarnaciones mientras habitaban la realidad física, aunque algunos de ellos han mutado y hace tiempo que han dejado tal ciclo.

Los que lo han dejado han evolucionado y se han convertido en las entidades mentales que siempre fueron, han abandonado la forma material. Este grupo de entidades sigue teniendo mucho interés en la Tierra, y le brindan apoyo y energía. En cierta manera, ahora se los podría considerar como dioses de la tierra. [...]

Lo primero de todo es que, como raza, vosotros os habéis considerado separados del resto de la naturaleza y de la conciencia.

Vuestra propia supervivencia como especie ha sido vuestra principal inquietud. Sólo considerabais a las otras especies a la luz del uso que pudierais darles. No habéis tenido ninguna concepción verdadera de lo sagrada que es toda conciencia, ni de vuestra relación con ella. Estabais perdiendo el control de esa enorme verdad.

En las circunstancias presentes continuáis manteniendo la idea de la supervivencia racial sin tener en cuenta sus consecuencias, la idea de cambiar el entorno para adaptarlo a vuestros propósitos; y eso os ha llevado a descuidar las verdades espirituales.

Por consiguiente, ahora estáis viendo los resultados en la realidad física. Bien, esas personalidades que están volviendo lo hacen por varias razones. Algunos de ellos se ven arrastrados de nuevo a la vida física debido a sus actitudes. Son aquellos que, en el pasado -hablando en vuestros términos-, deseaban fervientemente la existencia física sin considerar los derechos de las otras especies. Son sus propios deseos los que los conducen de vuelta.
La raza debe aprender el valor del hombre individual. También está aprendiendo su dependencia de las otras especies, y empieza a comprender su posición en el marco total de la realidad física.

Bien. Ciertos individuos renacen en este tiempo, simplemente para ayudaros a comprender. Están forzando el problema y están forzando la crisis, pues aún tenéis tiempo para cambiar de actitud. Estáis trabajando en dos problemas principales, pero ambos conciernen a lo sagrado del individuo, y la relación del individuo con los demás y con toda conciencia orientada físicamente.

El problema de la guerra os va a enseñar antes o después que, cuando matáis a otro hombre, básicamente acabáis matándoos a vosotros mismos. El problema de la superpoblación os enseñará que, si no os preocupáis con cariño por el entorno en el que vivís, a la larga éste no podrá manteneros, ya que no seréis dignos de él. No vais a destruir el planeta. No vais a destruir los pájaros y las flores, o los cereales y los animales. Vosotros no seréis dignos de ellos y ellos, os destruirán a vosotros.

Habéis creado el problema para con vosotros mismos dentro de vuestro marco de referencia. No entenderéis cuál es vuestra parte dentro del marco de la naturaleza hasta que realmente os veáis a vosotros mismos en peligro de destrozarla. No podéis destruir la conciencia. Ni tan siquiera podéis anular la conciencia de una simple hoja; pero, en vuestro contexto, si no se solucionan los problemas, ellos se desvanecerán de vuestra experiencia.

Sin embargo, la crisis es un tipo de terapia. Es un método de enseñanza que habéis creado para vosotros, porque lo necesitabais. Y lo necesitáis ahora, antes de que vuestra raza se embarque en viajes a otras realidades físicas. Debéis aprender ahora las lecciones en vuestro patio trasero, antes de poder viajar a otros mundos. Así que habéis traído esto sobre vosotros con ese propósito y vais a aprender.

Canalizado por Jane Roberts (médium)
Extractado de los primeros capítulos de Habla Seth II, Jane Roberts, Ed. Luciérnaga, España, 1988.




                                                                ************************

Creo en las personas.

Especialmente en aquellas que se les ve algo mas que la humanidad. Aquellas que a veces la gente confunde con ángeles u otras entidades divinas, hablo de aquellas personas que existen en nuestras vidas, que engrandecen nuestro espacio con pequeñas alegrías. De aquellas que miran a los ojos porque son verdaderas, que hacen elogios, que agradecen y piden disculpas con la misma simplicidad que un niño.

Personas que no necesitan hacer trampas para conseguir lo que buscan, porque sus deseos se muestran en sus acciones y reacciones, no en sus caprichos. Personas que hacen el bien y te protegen del mal, con una sonrisa, una palabra, un beso, un abrazo, una oración. Personas que van por la vida sin miedo a la oscuridad, que caminan firmes y levantan la cabeza en momentos de completa desesperanza. Personas, simplemente personas, que no siempre están seguros de todo, pero siempre cumplen. Personas transparentes, amigas, espontáneas, a veces ingenuas.

Prefiero creer en relaciones basadas en la confianza, la serenidad, la humildad y la sinceridad. Prefiero creer en aquellos encuentros que nos transmiten paz y tranquilidad. Prefiero creer en hombres y mujeres que reverencian la vida con la misma intensidad que un gran amor. Que pasan por la Tierra y dejan su huella, su recuerdo. Hombres y mujeres que habitan el perfecto universo y el orden de la existencia. Hombres y mujeres de alma limpia y puros de corazón.

Edison de Piracicaba.





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martes, 27 de noviembre de 2012

CARIDAD







En contraposición a las religiones exclusivistas que han tomado por precepto “fuera de la Iglesia no hay salvación”, como si su punto de vista, puramente humano, pudiese decidir la suerte de los Seres en la vida futura, Allan Kardec coloca estas palabras a la cabeza de sus obras: “Fuera de la caridad, no hay salvación”. Los Espíritus nos enseñan, en efecto, que la caridad es la virtud por excelencia; sólo ella da la llave de los cielos elevados. “Hay que amar a los hombres”, repiten, de acuerdo con Cristo, que resumió en estas palabras todos los mandamientos de la ley moral. Pero los hombres no son amables -se objetará-. Demasiada maldad se alberga en ellos, y la caridad es muy difícil de ser practicada.

Si los juzgamos así, ¿no es sino porque nos complacemos en considerar únicamente los malos aspectos de sus caracteres, sus defectos, sus pasiones y sus debilidades, olvidando con demasiada frecuencia que nosotros mismos no estamos exentos de ellos, y que si ellos tienen necesidad de caridad nosotros no tenemos menos necesidad de indulgencia? Sin embargo, no sólo el mal reina en este mundo. También hay bien en el hombre, hidalguía y virtudes. Hay, sobre todo, sufrimientos. Si queremos ser caritativos y debemos serlo, tanto por nuestro propio interés como por el del orden social, no nos obstinemos, en nuestros juicios acerca de nuestros semejantes, en lo que puede llevarnos a la maledicencia y a la denigración, y veamos en el hombre, sobre todo, a un compañero de sufrimientos, a un hermano de armas en la lucha de la vida. Consideremos los males que padece en todas las categorías de la sociedad. ¿Quién es el que no oculta una llaga en el fondo de su alma? ¿Quién no soporta el peso de las tristezas y de las amarguras? Si nos colocamos en este punto de vista para considerar al prójimo, nuestra benevolencia se cambiará al punto en simpatía. Se oye con frecuencia renegar contra la grosería y contra las pasiones brutales de las clases obreras, contra las codicias y las reivindicaciones de ciertos hombres del pueblo.
¿Se reflexiona lo suficiente en los malos ejemplos que les rodean desde la infancia? Las necesidades de la vida, las necesidades imperiosas de todos los días les imponen una tarea ruda y absorbente. No tienen tiempo, no tienen ocasión de ocuparse de sus inteligencias. Las dulzuras del estudio y los goces del arte les son desconocidos. ¿Qué saben ellos de las leyes morales, de su destino, de los resortes del Universo? Pocos rayos consoladores se deslizan por estas tinieblas. Para ellos, la lucha feroz contra la necesidad es de todos los instantes. La falta de trabajo, la enfermedad y la negra miseria les amenazan y les hostigan sin cesar. ¿Qué carácter no se agriaría en medio de tantos males? Para soportarlos con resignación, se necesita un verdadero estoicismo, una fuerza del alma que es tanto más admirable cuanto que es más bien instintiva que razonada.

En lugar de arrojar piedras sobre estos desgraciados, apresurémonos a aliviar sus males, a enjugar sus lágrimas, a trabajar con todas nuestras fuerzas porque se produzca en la Tierra un reparto más equitativo de los bienes materiales y de los tesoros del pensamiento. No se sabe bien lo que pueden sobre esas almas ulceradas una buena palabra, una demostración de interés, un cordial apretón de manos. Los vicios del pobre nos indignan, y, sin embargo, ¡cuánta disculpa hay en el fondo de su miseria! No pretendamos ignorar sus virtudes, que son mucho más asombrosas, puesto que florecen en el lodazal. ¡ Cuántas abnegaciones oscuras hay entre los humildes! ¡Cuántas luchas heroicas y tenaces contra la adversidad! Pensemos en las innumerables familias qne vegetan sin apoyo y sin auxilio; en tantos niños privados de lo necesario, en todos esos Seres que tiemblan de frío en el fondo de reductos sombríos y húmedos o en las buhardillas desoladas. ¡Qué papel el de la mujer del pueblo, el de la madre de familia en tales ambientes, cuando el invierno cae sobre la tierra, el hogar está sin fuego, la mesa sin alimentos y en el lecho helado unos harapos sustituyen a la manta, vendida o empeñada para comprar pan! Su sacrificio, ¿no es de todos los instantes? ¡ Cómo su pobre corazón se destroza en presencia de los dolores de los suyos! El ocioso opulento, ¿no debería avergonzarse de hacer ostentación de su riqueza entre tanto sufrimiento? ¡Qué responsabilidad aplastante para él, si en el seno de su abundancia olvida a los que abruma la necesidad!

Sin duda, mucho fango y muchas cosas repugnantes se encuentran en las escenas de la vida de los débiles. Quejas y blasfemias, embriaguez y proxenetismo, hijos sin corazón y padres sin entrañas: todas las fealdades se confunden en ellas; pero bajo este exterior repulsivo existe siempre el alma humana que sufre, el alma hermana nuestra, digna siempre de interés y de afecto. Sustraería al lodo de la cloaca, esclarecerla, hacerla subir, grada a grada por la escala de la rehabilitación, ¡qué gran tarea! Todo se purifica con el fuego de la caridad. Es el fuego que abrasaba a los Cristo, a los Vicente de Paúl y a todos aquellos que, en su inmenso amor hacia los débiles y los abatidos, encontraron el principio de su abnegación sublime.

Lo mismo les ocurre a los que tienen la facultad de amar y de sufrir intensamente. El dolor es para ellos como una iniciación en el arte de consolar y de tranquilizar a los demás. Saben elevarse por encima de sus propios males para no ver más que los males de sus semejantes y buscar remedio a ellos. De aquí los grandes ejemplos dados por esas almas elegidas que, en el fondo de su desgarramiento y de su agonía dolorosa, encuentran aún el secreto de curar las heridas de los vencidos por la vida.

La caridad tiene otras formas diferentes de la solicitud para los desgraciados. La caridad material o bienhechora puede aplicarse a un cierto número de semejantes bajo la forma del socorro, del sostén o de los estímulos. La caridad moral debe extenderse a todos los que participan de nuestra vida en este mundo. No consiste en limosnas, sino en una benevolencia que debe envolver a todos los hombres,desde el más virtuoso al más criminal y regir nuestras relaciones con ellos. Esta caridad podemos practicarla todos, por muy modesta que sea nuestra condición.

La verdadera caridad es paciente e indulgente. No humilla ni desdeña a nadie; es tolerante, y si trata de disuadir es con dulzura, sin violentar las ideas adquiridas. Sin embargo, esta virtud es escasa. Un cierto fondo de egoísmo nos lleva más bien a observar, a criticar los defectos del prójimo, en tanto que permanecemos ciegos para nosotros mismos. Cuando en nosotros existen tantos errores, ejercitamos de buen grado nuestra sagacidad en hacer resaltar los de nuestros semejantes. Así pues, la verdadera superioridad moral no existe sin la caridad y sin la modestia. No tenemos derecho a condenar en otros las faltas que estamos expuestos a cometer, y aun cuando nuestra elevación moral nos hubiese emancipado de ellas para siempre, no debemos olvidar que hubo un tiempo en que nos debatíamos entre la pasión y el vicio.
Existen pocos hombres que no tengan malas costumbres que corregir y enojosas inclinaciones que reformar. Acordémonos de que seremos juzgados con la misma medida que nos haya servido para juzgar a nuestros semejantes. Las opiniones que nos formamos acerca de ellos son casi siempre un reflejo de nuestra propia naturaleza. Estemos más dispuestos a disculpar que a condenar. Nada hay más funesto para el porvenir del alma que las malas conversaciones, qué esa maledicencia incesante que alimenta la mayor parte de las reuniones. El eco de nuestras palabras resuena en la vida futura; el humo de nuestros pensamientos malévolos forma como una espesa nube en la que el Espíritu queda envuelto y oscurecido.

Guardémonos de esas críticas, de esas apreciaciones malignas, de esas palabras burlonas que envenenan el porvenir. Huyamos de la maledicencia como de una peste; retengamos en nuestros labios toda frase amarga dispuesta a escaparse de ellos. En esto estriba nuestra felicidad.

El hombre caritativo hace el bien en la sombra; disimula sus buenas acciones, en tanto que el vanidoso proclama lo poco que hace. “Que la mano izquierda ignore lo que da la mano derecha” dijo Jesús. “El que hace el bien con ostentación ya ha recibido su recompensa. Dar a escondidas, ser indiferente a las alabanzas de los hombres es mostrar una verdadera elevación de carácter, es colocarse por encima de los juicios de un mundo pasajero y buscar la justificación de los actos en la vida que nunca acaba. En estas condiciones, la ingratitud y la injusticia no pueden alcanzar al hombre caritativo. Hace el bien porque es su deber y sin esperar obtener ventaja alguna. No busca recompensas; deja a la ley eterna el cuidado de hacer que se deduzcan las consecuencias de sus actos o, más bien, ni siquiera piensa en ello. Es generoso sin cálculo. Para favorecer a los demás, sabe privarse a si mismo, penetrado do la idea de que no existe mérito alguno en dar lo superfluo. Por eso, el óbolo del pobre, el dinero de la viuda, el pedazo de pan partido con el compañero de infortunio tienen más valor que las larguezas del rico. El pobre, en su carencia de lo necesario, puede aun socorrer al que es más pobre que él.

Existen mil maneras de hacernos útiles, de acudir a socorrer a nuestros hermanos. El oro no agota todas las lágrimas ni cura todas las llagas. Hay males para los que una amistad sincera, una ardiente simpatía, una efusión del alma harán más que todas las riquezas.

Seamos generosos para con los que han sucumbido en la lucha contra sus pasiones y han sido arrastrados por el mal; seamos generosos para con los pecadores, los criminales y los duros de corazón. ¿Sabemos por qué fases han pasado sus almas y cuántas tentaciones habrán tenido que soportar, antes de desfallecer? ¿Poseían ese conocimiento de las leyes superiores que ayuda en las horas de peligro? Ignorantes, inseguras, agitadas por los soplos exteriores, ¿podían resistir y vencer? La responsabilidad es proporcional al saber; se pide más al que posee la verdad. Seamos piadosos con los humildes, con los débiles, con los afligidos y con todos aquellos que sangran por las heridas del alma o del cuerpo.

Busquemos los ambientes donde los dolores abundan, donde los corazones se rompen, donde las existencias se consumen en la desesperación y el olvido. Descendamos por esos mismos abismos de miseria, con el fin de llevar hasta ellos los consuelos que reaniman, las buenas palabras que reconfortan y las exhortaciones que vivifican, con el fin de hacer que brille la esperanza ese sol de los desgraciados.

Esforcémonos en arrancar alguna víctima, en purificarla, en salvarla del mal, en abrirle el camino honrado.

 Solamente con la abnegación y el afecto aproximaremos las distancias, prevendremos los cataclismos sociales, extinguiendo el odio que se alberga en los corazones de los desheredados.

Todo cuanto el hombre haga por su hermano se graba en el gran libro fluidico cuyas páginas se desarrollan a través del espacio, páginas luminosas donde se inscriben nuestros actos, nuestros sentimientos y nuestras ideas. Y esas deudas nos serán pagadas largamente en las existencias futuras. Nada queda perdido ni olvidado. Los lazos que unen a las almas a través de las épocas son tejidos con las buenas acciones del pasado. La sabiduría eterna lo ha dispuesto todo para el bien de los Seres. Las buenas obras realizadas en la Tierra constituyen para su autor un venero de infinitos goces en el porvenir.

La perfección del hombre se resume en dos palabras: caridad y verdad. La caridad es la virtud por excelencia; es de esencia divina. Resplandece en todos los mundos y reconforta a las almas como una mirada, como una sonrisa del Eterno. Aventaja en los resultados al saber y al genio. Éstos no se manifiestan sin algo de soberbia. Son reconocidos y a veces desconocidos; pero la caridad, siempre dulce y bienhechora, enternece los corazones más duros y desarma a los Espíritus más perversos inundándolos de amor.

Amoroso – Revista Mensual - Asespaz
Año 5 No. 29– 2009
                                                                    ***********************


LLAMADA DE AMIGO  

No digas que no mereces la bendición de Dios

Atendamos la realidad.
Si la Divina Providencia no confiase en tí, no tendrías en tus manos tareas importantes como:
Una criatura querida para proteger; alguien a quien instruir; una casa que mantener; un doliente a quien asistir; una profesión para ejercer; ese o aquel encargo, aun de los más sencillos; alguna enseñanza de comportamiento; esa o aquella actividad de auxilio a los semejantes; algún trozo de tierra que cultivar; determinada máquina que conducir.
  Si la sabiduría de la Vida  nada esperase de ti, no te habría dado tantos recursos, como son:
La inteligencia lúcida que ayuda a discernir lo cierto de lo errado; la noción del bien y del mal; las ventanas de los cinco sentidos; la capacidad mental cuyas manifestaciones puedes utilizar hasta el infinito con tu propio esfuerzo; la visión del cuerpo y del alma con que realizas prodigios de observación y de análisis; la palabra que eres capaz de educar y con la que encuentras las mayores posibilidades de renovar el propio destino; la audición con que recoges mensajes de todos los sectores de la existencia, tan solo por el registro de sonidos diferentes; las manos que complementan a los brazos, expresándose como antenas hábiles en servicio; las facultades genésicas, que, iluminadas por el amor y dirigidas por el sentido de responsabilidad, te confieren poderes incomparables de creatividad en los dominios del cuerpo y del espíritu; los pies que te transportan, atendiendo tu voluntad.
  Si puedes detener mayores áreas de acción en usufructo de ventajas más amplias, no quedando solo en los encargos benéficos aquí relacionados, entonces ya obtuviste significativas promociones en los cuadros de la vida.
  En cuanto a imperfecciones o deficiencias que aún nos marcan, conviene señalar que estamos en evolución en la Tierra,sin ser espíritus perfectos.
   Reflexionemos en esto y aceptémonos como somos, procurando mejorarnos y al mejorarnos, estamos construyendo el camino cierto para la Espiritualidad Mayor.

(André Luiz) 




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lunes, 26 de noviembre de 2012

LA HIPOCRESIA Y LOS FALSOS PROFETAS



La hipocresía es el acto de pretender constantemente tener creencias, opiniones, virtudes, sentimientos, cualidades, o estándares que uno en realidad no tiene. La hipocresía es un tipo de mentira.

Vivimos tan pendientes de la opinión ajena que con frecuencia incurrimos en simulaciones, fingimientos, y hasta mentiras.A la hipocresía se la entiende como el discurso o conducta explícita o implícita en el que se dice o se hace de modo incongruente con lo que se piensa o se desea hacer. Hipocresía no es otra cosa que la capacidad para disimular o simular defectos y virtudes que tenemos o no tenemos -respectivamente- con el objetivo personal de ganar espacios en un mundo ante el cual, si nos presentamos como somos, quedaríamos fuera de lugar.

Este vicio, no es innato en los individuos, sino que se trata simplemente  de un aprendizaje social que puede  hacerse algunas veces con dolor, y otras sin él. Pero que se incorpora  a las pautas sociales  de aprendizaje,  que permite ganar espacios y recompensas –materiales y simbólicas – que gratifican al narcisismo frente  a la escala de valores expuestos en vidriera por la cultura contemporánea. El acceso a estos valores por parte del Yo sería imposible, o muy difícil de  de alcanzar, si no se recurre a estrategias hipócritas que son las que facilitan la accesibilidad a la parafernalia de valores contradictorios que conviven de manera promiscua  en la misma estantería.

En la mentira hay una expresa y consciente falsificación de la verdad, ya sea para ocultar un hecho o bien para deformarlo. En este sentido suelen ser inteligentes los códigos penales contemporáneos que, al incorporar la figura del "falso testimonio", solo encuadran bajo su capítulo las falsedades de la realidad que pueden ser demostradas con intencionalidad del acusado, o del testigo, por falsificar el relato de los hechos.
En la hipocresía no existe la intencionalidad descripta en términos de la realidad objetiva externa, sino que lo que se oculta, exagera o deforma, son contenidos de la realidad objetiva interna que -normalmente- entran en el ámbito de las relaciones interpersonales directas y no mediatizadas por otras personas, hechos o elementos del ambiente. Además de los contenidos no conscientes que existen en el actuar hipócrita, aparecen también los contenidos conscientes al igual que en la mentira. Más, en general no se encontrará en la hipocresía la intención expresa de provocar un daño a otro, sino que apunta a producir beneficios a sí mismo u objetos ligados al actor.
Se puede afirmar que mientras en la mentira hay una alteración del orden de los hechos externos, en la hipocresía hay una alteración de los estados afectivos que vive el actor de la conducta hipócrita.
En definitiva, debe quedar claro que en absoluto han podido dejar aclaradas las diferencias entre la hipocresía y la mentira. Las diferencias no son claras por que las mismas no tienen la magnitud que permita diferenciarlas como entidades absolutamente diferentes. La hipocresía y la mentira son dos constructos que tienen límites poco claros y con una superposición que facilita la confusión. Pese a todo, la hipocresía no es más que una de las formas que puede llegar a asumir el constructo mayor mentira.
Un acto hipócrita es "mentir" hacia adentro y hacia afuera. Al Yo y hacia los Otros. El sí mismo se construye y sostiene sobre la base de mentiras sistemáticas y coherentes, aunque esto que se describe no se da necesariamente siempre así. Las mentiras sistemáticas y coherentes, se venden, ofrecen, entregan a los Otros para facilitarles a ellos usarlas como un espejo donde reflejar la imagen de ése sí mismo que, ya devuelta por los Otros, se incorpora nuevamente al sí mismo que originalmente la emitió, pero reelaborada y digerida por el proceso de amagamiento y prefiguración que han hecho quiénes la devolvieron al poseedor originario. Es decir, hay una mentira hacia los Otros que se reelabora como una verdad -sobre base falsa- que se refleja como una mentira hacia el sí mismo.
Ser hipócrita no consiste simplemente en simular o fingir, mentir incluso, sino en hacerlo de una manera muy peculiar, a saber: para aparentar, precisamente, excelencia moral.

«Hay que decir, por tanto –escribe Tomás de Aquino–, que la hipocresía es simulación, pero sólo una clase de simulación: aquella en que una persona finge ser distinta de lo que es, como en el caso del pecador que quiere pasar por justo.»
Esta comienza y acaba en sí misma o, si se quiere, en el interés del hipócrita. Se trata, pues, de un vicio o de un mal en estado puro, en el sentido de que a ninguna otra finalidad puede servir –ni siquiera accidentalmente– que no sea la de imitar la virtud, lo que acaso resulte útil al hipócrita, pero a nadie más que a él. Hay gente que miente sobre sus posesiones o sobre sus logros, sobre sus amistades o sobre sus amores: el hipócrita miente sobre su bondad; y con sus actitud ningún bien puede alumbrar –ni siquiera de forma casual o involuntaria– y sí, a menudo, mucho mal. De todas las modalidades de simulación, fingimiento y mentira –modalidades que recorren una amplia gama, que va desde lo risible o ridículo hasta lo francamente perverso–, la hipocresía es, probablemente, la más miserable y la más ruin.

El objeto de la mentira del hipócrita no es otro que él mismo, pero no en relación a lo que tiene, sino a   lo que es en su más profunda interioridad; mentira, pues, respecto a su forma de ser, a su condición moral. La falsedad sobre el ser es propio y exclusivo del hipócrita, sin que eso sea óbice, para que alguien sea hipócrita y vanidoso al mismo tiempo.

El hipócrita jamás se engaña a sí mismo: el destinatario y la víctima de su engaño es siempre el otro. San Agustín, aprovechando el origen del término (hipócrita significa en griego comediante o actor), compara acertadamente al hipócrita con aquél que al actuar hace en su papeles de lo que no es (como el actor que sin ser Agamenón finge serlo); del mismo modo, el hipócrita es aquél individuo que aparenta ser lo que no es.

Y si el vanidoso o el narcisista se conforman con ser admirados, el hipócrita no anhela tanto la admiración como el beneficio, la culminación de un determinado interés. Y si la falsedad del vanidoso puede desplegarse en una amplísima gama de ámbitos, la del hipócrita se halla anclada por completo en el de la moralidad. La hipocresía consiste, pues, en un procedimiento para conseguir determinados beneficios que de ningún otro modo podrían alcanzarse más que aparentando ser moralmente lo que no se es.

Lo verdaderamente preocupante es que se trata, seguramente, de vicio más extendido de lo que acaso pudiera pensarse. Tanto que tal vez en mayor medida lo padecemos todos, y quizás hasta tal punto interiorizado que acabamos por no advertirlo ni ser conscientes de ello. Si se pregunta a la gente que califique su grado de bondad o de amabilidad, difícilmente podremos esperar que alguien se suspenda; y, sin embargo, diversos estudios demuestras que existen sensibles diferencias entre lo que la gente dice y lo que hace.

El hipócrita se parece al fariseo, muy dado a las prácticas exteriores, y al culto de las ceremonias. La religión para ellos, es una apariencia de virtudes, prefieren  siempre la letra de la ley, que mata, al espíritu que vivifica. Son hipócritas, enemigos encarnizados  de las innovaciones, llenos de orgullo y de excesivo amor al poder.

El objeto de la religión es conducir al hombre a Dios, y el hombre no llega a Dios hasta que es perfecto, toda religión  que no consigue hacer al hombre mejor, no consigue su objeto, y aquella en la cual cree apoyarse para hacer el mal, es o falsa, o falseada en su principio. Tal es el resultado de todas aquellas  cuya forma  altera el fondo. La creencia en la eficacia de las formas exteriores  es nula si no impide cometer asesinatos, adulterios, robos, calumniar y hacer daño al prójimo de cualquier modo que sea. Hace supersticiosos, hipócritas o fanáticos, pero no hace hombres de bien.

Jesús reunido con sus discípulos, atendió a unos escribas y fariseos de Jerusalén que le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos  traspasan  la tradición de los ancianos? Pues no se lavan las manos cuando comen pan.

Y  El les respondió: ¿Y vosotros, porque traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? Pues Dios dijo: Honra al padre y a la madre. Y: Maldice al padre  y a la madre, muera de muerte – Mas vosotros decís: cualquiera que dijera al padre, o a la madre. Todo don que yo ofreciere, a ti aprovechará – Y no honrara a su padre o a su madre: habrá hecho en vano el mandamiento por vuestra tradición.

Hipócritas, bien profetizo de vosotros Isaías, diciendo: este pueblo  con los labios me honra; mas el corazón de ellos lejos  está de mi – Y en vano me honran enseñando doctrinas y mandamientos de hombres.

Y habiendo convocado a las gentes, les dijo: Oíd y entended. No ensucia  al hombre  lo que  entre  en la boca; más si  lo que sale de la boca, eso ensucia al hombre.

Entonces Jesús les dijo a sus discípulos que los fariseos se habían escandalizado  con sus palabras, pero que “toda planta  que no ha sido plantada por el Padre, será arrancada de raíz”. Dejadlos, son ciegos que guían a otros ciegos y si ambos son ciegos caerán en el hoyo. Y respondiendo Pedro le dijo: Explícanos esta parábola. ¡Jesús les dijo vosotros también estáis sin entendimiento! ¿No comprendéis  que toda cosa  que entra en la boca, va al vientre, y es echado en lugar secreto? Más lo que sale de la boca, del corazón sale, y esto ensucia al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias. Estas son cosas que ensucian al hombre. Más el comer con las manos sin lavar no ensucia al hombre.

Y cuando estaba hablando un fariseo le rogo que fuera a comer a su casa. Y cuando entro se sentó a la mesa y el fariseo empezó a pensar  y a decir dentro de sí, ¿Por qué nos e habrá lavado las manos antes de comer? Y el señor le dijo: ahora vosotros  los fariseos, limpiáis lo de fuera del vaso y del plato: más vuestro interior está lleno de rapiña y de maldad. Necios ¿el que hizo lo que está fuera, no hizo también lo que está de dentro? (San Lucas cp. XI)

Los judíos habían descuidado los verdaderos mandamientos de Dios, para observar la práctica de los reglamentos establecidos por los hombres y cuyos rígidos observadores se hacían de ella un cargo de conciencia; el fondo, muy sencillo, Había concluido por desaparecer  bajo la complicación de la forma. Era mucho más cómodo observar los actos exteriores  que el reformarse moralmente “lavarse las manos que limpiarse el corazón”.

Así nos sucede en la actualidad, hay muchos hermanos que solo dan la imagen, pero que no son nada dentro.  Se creen en paz con Dios porque dicen trabajar en su nombre, pero permanecen con los mismos defectos, nada hacen por superarlos. La doctrina  moral de Cristo, ha hecho a muchos cristianos,  que a ejemplo de los antiguos judíos, creen su salvación con las prácticas  exteriores  que con las de  la moral. A estas adiciones  hechas por los hombres a la ley de Dios, son a las que Jesús  hacía alusión cuando dijo “Toda planta que mi padre celestial  no ha plantado, será arrancada de raíz”.

Hay dos fundamentos  en la vida  para  el que escucha las palabras de Jesús: el primero  es aquel que  las pone en práctica y de ellas se beneficia, es como construir una casa sobre una roca y cuando vienen las lluvias, los vientos,  se desbordan los ríos  y pese a todo eso, la casa no se cae, porque está cimentada sobre la roca. La segunda  es cuando el hombre las escucha y no las pone en práctica,  es como construir la misma casa pero en la arena y cuando llegan las inclemencias la casa cae  sin dejar nada útil, totalmente arruinada.

Con esto comprendemos que hay dos creencias  la verdadera y la falsa.

Todo el que quiera construir a de buscar un buen terreno, cavar buenos cimientos,  hecha sobre él una buena base para que soporte el peso de la casa.

En cambio todo el que  viva despreocupado, y al construir no tome en cuenta todos esos requisitos, su casa no ofrecerá ninguna garantía volviéndose peligrosa para sus habitantes.

Jesús en la parábola de la higuera seca, cuando Pedro le señala que la higuera que maldijo se seco , le respondió “tened fe en Dios”  - En verdad os digo,  que cualquiera que dijera a este monte: Levántate y échate al mar; y su corazón no dudase de ello  en su corazón, y creyese firmemente  en cuanto dijese, todo le será hecho. (San Marcos cap. 21)

La higuera seca es el símbolo de las gentes  que solo son buenas en apariencia, pero que en realidad  no producen nada bueno; oradores que tienen  más brillo que solidez, sus palabras  tienen el barniz de la superficie, agradan al oído, pero cuando se les analiza nada sustancial se encuentra en su corazón; después de haberlos escuchado uno se pregunta  qué partido se ha sacado de sus oraciones.

Por el fruto se conoce al árbol y no es buen árbol el que cría malos frutos. El hombre bueno, aquel que no finge, de su corazón saca el bien. Porque de la abundancia de su corazón habla su boca. Igual sucede con el hombre malo, del mal tesoro que guarda en su corazón, habla su boca.

El espiritismo nos dice también algo muy significativo:”Guardaos de los Falsos profetas” que vienen vestidos de ovejas y por dentro son lobos ladrones; Jesús  dijo “Guardaos que no os engañe alguno – Porque vendrán muchos en mi nombre, y dirán: Yo soy el Cristo: y a muchos engañaran.

 Profeta se llama  a todo enviado de Dios con la misión de instruir a los hombres y revelarles las cosas ocultas y los misterios de la vida espiritual.

En todos los tiempos los hombres han explotado, en provecho de su ambición, ciertos conocimientos que poseían, con el fin de adquirir  el prestigio de un poder digamos sobrehumano, o de una pretendida misión divina. Estos son los falsos Cristos y falsos profetas; la difusión del conocimiento sobre las cosas mata su crédito, y por esto disminuye su número  a medida que los hombres se ilustran. El Hecho de obrar aquello que para ciertas mentes parece prodigioso, no es señal de una misión divina,  puesto que puede ser resultado de los conocimientos  que cada uno puede adquirir, o de las facultades  orgánicas especiales  que el más indigno puede poseer, lo mismo que el más digno. El verdadero profeta  se conoce por caracteres más formales y exclusivamente morales.

El Espiritismo, no acredita en los falsos profetas ni en los falsos Cristos, el declara formalmente  que no produce milagros; que él viene a revelar las leyes del mundo  desconocidas, las que rigen las relaciones  del mundo corporal y del mundo espiritual, a explicar cierto orden  de fenómenos incomprensibles  hasta ahora destruyendo lo que quedaba  aún en el dominio de lo maravilloso. Aquellos pues que intenta explotar esos fenómenos en provecho suyo haciéndose pasar por mesías de Dios, no podrán abusar por mucho tiempo de la credulidad  y muy pronto serán descubiertos.  La ciencia al igual que el espiritismo averigua la causa de ciertos fenómenos, levanta el velo de muchos misterios.

Los que prefieren la oscuridad, la hipocresía, a la luz y el esclarecimiento, son los que se obstinan en combatirla; pero la verdad es como el sol: disipa las más densas tinieblas.

El Espiritismo  descubre además de los falsos Cristos y los falsos profetas, otra categoría  mucho más perniciosa entre los desencarnados, son los espíritus embusteros, hipócritas, orgullosos y pretendidos sabios  que de la tierra han pasado a la Erraticidad y toman nombres venerados para procurar  a favor de la máscara con que se cubren, para así dar credibilidad  a ideas extravagantes y absurdas. Muchos son los espíritus que se han manifestado a través de la inspiración, la mediúmnidad inconsciente, auditiva, parlante, como  antiguos profetas, por Cristo, por María, incluso por el mismo Dios. el espiritismo da los medios de probarles, enseñando las características por las que se reconocen a los buenos espíritus caracteres siempre “mortales y jamás materiales”

Para discernir  los buenos de los malos espíritus debemos aplicar las palabras de Jesús: Se conoce la clase del árbol por su fruto; un buen árbol no puede dar malos frutos y viceversa como ya mencionamos antes. Por la calidad de sus obras se juzga a los espíritus.

Son las obras las que se deben examinar. Si los que son sinceros están acompañados  de todas las señales de la misión que dicen desempeñar, si poseen las virtudes cristinas  y eternas; si son caritativos, si son amorosos, indulgentes, bondadosos, si en apoyo a sus palabras, unen los actos; entonces se puede decir: verdaderamente son enviados de Dios.

Se debe desconfiar de los escribas y fariseos que hablan en las plazas públicas vestidos con largos ropajes ¡desconfiemos de todos aquellos que dicen tener  el solo  y único monopolio de la verdad! Todo lo que revela un átomo de orgullo, debemos separarlo de nosotros como una lepra contagiosa que corrompe todo lo que toca. Recordando, que cada criatura lleva en su frente, sobre todo en sus actos, el sello de su grandeza o decadencia.”

El verdadero misionero de Dios debe justificar su misión por su superioridad, por sus virtudes, por su grandeza por el resultado y la influencia moralizadora de sus obras. Mirando si por su carácter, por sus virtudes, por su inteligencia, está fuera del papel que quiere representar, o del personaje cuyo nombre tome, no sabiendo copiar ni siquiera al modelo.

No fiarnos de los falsos profetas, sobretodo en un tiempo de renovación, porque muchos impostores se llamaran enviados de Dios; se procuran una vana satisfacción en la tierra, pero una terrible  justicia les espera. Erasto, Paris 1862.

Los falsos profetas no solo están entre los encarnados, son mayor número entre los espíritus orgullosos que bajo la apariencia de amor y caridad, siembran la desunión y retrasan  la obra emancipadora de la humanidad, emitiendo a diestro y siniestro sistemas absurdos a los médiums, fascinando  a aquellos que quieren engañar para dar más peso a sus teorías, apropiándose de nombres que solo con respeto pronuncian. Ellos son los que siembran  los principios  de antagonismos en los grupos, que les inducen a  aislarse los unos de los otros y a mirarse con mal ojo.

Si la verdad no es siempre apreciada por los individuos,  lo es por el buen sentido de las masas,  esto también es un criterio. Dios, queriendo que la verdad llegue para todos, no la concreta a un círculo estrecho y limitado; la hace brotar  en diferentes puntos con el fin de que por todas partes la luz esté al lado de las tinieblas.

Esos espíritus que se presentan  como consejeros exclusivos predicando la división y el aislamiento casi siempre son espíritus vanidosos y medianos, que procuran imponerse a los hombres débiles y crédulos prodigándoles alabanzas exageradas, con el fin de fascinarles y ponerles bajo su dominio, esta clase de espíritus deben ser rechazados, son espíritus hambrientos de poder, desconfiando de sus comunicaciones  que suelen tener  un carácter de misticismo y extrañeza.

Hay que escuchar los sabios consejos del apóstol San Juan, cuando dijo: “No creáis  a todo espíritu, más probad si los espíritus son de Dios”. Que aprendiésemos, a distinguir a los malos de los buenos espíritus para que nosotros mismos no fuésemos  a ser falsos profetas (Luoz, espíritu protector.)

 Chico Xavier, nos aclara en el libro “Religión de los Espíritus” en una Reunión pública el 30 de marzo de 1959 lo siguiente:

Ten cuidado de no atribuir a los falsos profetas el fracaso de tus emprendimientos morales.

Cada uno somos tentados según  la índole de nuestras imperfecciones.

No despertarás el hambre del pez con un señuelo de oro, ni atraerás la atención del caballo  con un plato de perlas, pero si lo lograras si ofrecieras  a su percepción un pequeño bocado  sanguinolento o algún cuenco de maíz.

De esa mismo modo, todos somos inducidos al error según las características de nuestra necesidad.

Dominados por el orgullo creemos en los que incitan nuestra vanidad y sedientos de poder asimilamos las sugerencias infaustas  de cuantos se proponen explotar nuestra hipocresía, insensatez y codicia.

Dentro de nuestro traje físico, si ya somos aprendices de Cristo,  tenemos la obligación de recurrir a su ejemplo como la medida ideal para nuestra conducta.

Busquemos, pues al Maestro de los maestros como luz para nuestro camino. Si cotejamos  los avisos, las novedades, los mensajes y las advertencias que recibimos, desde tal o cual sector  de información, aprenderemos sin sombras que la humildad y el servicio son nuestros deberes de cada hora, para que la verdad nos ilumine y el amor puro nos regenere, para estar definitivamente preservados del asedio del mal.

El mundo distingue ruidosamente a los hipócritas, a los expositores  de fantasías.

En todas partes, es común observar la victoria de los hombres con labia, que prometen milagros y maravillas. Esos merecen de las criaturas gran crédito. Basta encubrir la enfermedad, la debilidad, la ignorancia o el defecto  de los hombres, para que reciban acatamiento. No acontece lo mismo a los cultivadores de la verdad, por más simple que esta sea. A través de todos los tiempos, para esos últimos, la sociedad reservó la hoguera, el veneno, la cruz implacable.

Intentando huir a la angustiosa situación espiritual que le es propia, invento el hombre la “buena dicha”, imponiendo, con todo, a los adivinadores el disfraz dorado de las realidades  negras y duras. El charlatán más hábil en la fabricación de mentiras brillantes será el señor de la clientela más numerosa y brillante.

En el intercambio con la esfera invisible, urge que los nuevos discípulos se percaten  contra los peligros de esa índole.

La técnica del elogio, la disposición de parecer mejor, el prurito de caminar al frente de los demás, la presunción de convertir conciencias  ajenas,  son grandes fantasías. Es necesario no creer en eso. Más razonable es comprender que el servicio de iluminación es difícil, comenzando del esfuerzo de regeneración de nosotros mismos.

Es indispensable que no nos perdamos en conclusiones ilusorias. Agucemos los oídos, guardando la palabra del apóstol a los gentiles. Es imprescindible que nos esclarezcamos, individualmente, sobre  nuestra realidad, pues hay mucha gente esperando las alas de ángel que no le pertenecen.

Si te encuentra en servicio edificante, si tu conciencia está limpia ¿Qué e importan las opiniones livianas o hipócritas?

Cumple tu deber y camina.

Examina el material de los ignorantes y calumniadores como provechosa advertencia y acuérdate de que no es posible conciliar el deber con la liviandad, ni la verdad con la mentira.

 Trabajo realizado por Merchita
Extraído del Evangelio Según el Espiritismo de Allan Kardec
De Internet y de el Libro Camino Verdad y Vida de Chico XAVIER
Y DE Religión de los Espíritus de Chico Xavier.

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 SABIDURÍA DE LA VIDA

Con el paso del tiempo todas las personas envejecen, pero muy pocas maduran. Hay dos formas de vivir: sabiamente o neciamente, no hay término medio. Para que Dios pueda enseñarnos a vivir, tenemos que estar dispuestos a aprender.
¿Cómo llevar sabiduría a nuestra vida? 
Reconociendo la soberanía de Dios y buscando su dirección antes de actuar.
Aplicando los principios de su Palabra en cada área de nuestra vida.
Aprendiendo de los aciertos y de los errores. Rodeándonos de gente sabia.
Este es el gran desafío en la vida, desarrollar sabiduría en nuestra forma de vivir, para ser bendecidos nosotros, para que sean bendecidos aquellos que nos rodean y para poder ser de testimonio a los que Dios ponga en nuestro camino.
Busquemos la sabiduría de Dios antes de actuar y pongamos en práctica los principios de su Palabra más allá de nuestro parecer y nuestra propia opinión.
Desarrollemos humildad en nuestra vida para convertirnos en un alumno permanente, sabiendo que cuando uno deja de aprender también deja de crecer.
Nuestra vida está bendecida con sabiduría de parte de Dios, recordemos que si se la pedimos, Él nos la dará abundantemente y sin reproche!!!!!


Marilys Fernandez Rodriguez





Y además recomiendo los Blogs : el espirita albaceteño.-  elespiritadealbacete.blogspot.com
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