Es muy común oír a las personas, y principalmente a los jóvenes, diciendo que quieren aprovechar la vida. Y eso generalmente es usado como disculpa para eximirse de asumir responsabilidades.
Pero, al final de cuenta, ¿qué es aprovechar la vida?
Para unos es matarse poco a poco con comilonas, bebidas alcohólicas, tabaco y otras drogas.
Para otros es arriesgar la vida en deportes peligrosos, trasnochar en orgías, saciar sus deseos físicos.
Quizás esto suceda porque muchos de nosotros no sabemos por qué estamos en la Tierra. Y por esa razón desperdiciamos la vida en vez de aprovecharla.
Un cierto día, un joven que trabajaba en una oficina pública en compañía de otros compañeros que solían reunirse al fin de su jornada para beber y fumar a gusto, fue invitado a acompañarlos. Él les agradeció y dijo que no bebía y que tampoco le agradaba el humo del cigarrillo. Los demás se rieron de él y le preguntaron, con ironía, si era la religión que no se lo permitía, y él les contestó: “mi inteligencia es la que me impide hacer eso.” ¿Y qué inteligencia es esa que no te permite aprovechar la vida? Le preguntaron los compañeros. El muchacho contestó serenamente: ¿ustedes piensan que yo gastaría el dinero que gano para envenenarme? Ustedes se consideran muy listos, pero están pagando para perjudicar su propia salud y acortar la vida, que para mí vale muchísimo.
Observando las cosas bajo ese punto de vista, podremos considerar que aprovechar la vida es darle el valor que le corresponde. Es invertir los minutos preciosos que Dios nos concede en actividades útiles y engrandecedoras.
Cuando dedicamos nuestras horas en saludable convivencia con los familiares, estamos aprovechando bien la vida.
Cuando hacemos ejercicios, nos distraemos en una recreación y en el esparcimiento saludable, estamos dando valor a la vida.
Cuando estudiamos, trabajamos, paseamos, sin intoxicarnos con drogas y excesos de todo tipo, estamos aprovechando de forma inteligente nuestra existencia.
Cuando realmente nos gusta algo, no escatimamos esfuerzos para preservarlo. Así también sucede con relación a la vida. Y no nos engañemos de que la estamos aprovechando si estamos terminando con ella.
Si es usted partidario de esa idea, vale la pena repensar con seriedad en qué consiste aprovechar la vida. Y si usted cree que los vicios no afectan la existencia, visite a alguien que esté despidiéndose de ella gracias a un cáncer de pulmón provocado por el cigarrillo.
Converse con quien entrega la fuerza física a una cirrosis hepática causada por las bebidas alcohólicas.
Oiga a un goloso crónico que esté aprisionado por el dolor a causa de las exageraciones en la mesa. Visite a un infeliz que perdió la libertad y la salud por las drogas que le consumen lentamente. Observando la vida a través de este prisma, quizás cambie su concepto sobre “aprovechar la vida”.
***
“La vida es un poema de belleza, cuyos versos son constituidos de propuestas de luz, escritas en la partitura de la naturaleza, que le exalta la presencia en toda parte.
En consecuencia, la oportunidad de la existencia física constituye un cuadro a parte de encantamiento y conquistas, mediante cuyo aprendizaje el espíritu se embelesa y alcanza los altos planos de la realidad feliz.”
Tomado de "Momento Espírita" Vida: Desafíos y Soluciones – cap. Alegría de Vivir.
La Doctrina
Espirita dispone de valiosos tesoros para poder adquirir la felicidad en la
Tierra y después de ella. Conocerla y
practicar sus enseñanzas, representa una
libertad dichosa para aquellos que aspiran a disfrutar de mejores días, que anhelan la
paz y que elaboran el bien.
La obsesión en los
días actuales es una de las perturbaciones que más afectan al hombre.
Estigmatizados por inenarrables tormentos íntimos, que proceden del interior del alma, los
obsesados por Espíritus han
padecido lamentable abandono por parte
de los respetables estudiosos de las
ciencias de la mente.
En cambio el
Espiritismo con cristianos decididos, iluminados por la fe espirita,
ayudan con múltiples procesos de fluido terapia y adoctrinamiento,
encuadran los alineados, casi en su
totalidad, como obsesos, sin la indispensable atención hacia las
enfermedades de carácter psiquiátrico.
No son verdaderos
los postulados extremistas negativos de los primeros, ni tampoco las
exageraciones de los segundos.
Cada uno trae las
causas que producen la distonía y los desarreglos, tanto físicos como
psíquicos o ambos simultáneamente.
El hombre está
destinado a la perfección, todos los atrasos
que se impone y desvaríos que se
permite, constituyen impedimentos para su avance, convirtiéndose en cadenas
que lo retienen en la retaguardia.
Los códigos divinos
establecen que solamente a través del
amor se puede aspirar a la paz y
pretender lograr metas felices.
De esencia
edificante, el amor es la base de la
vida, y al mismo tiempo la fuerza que
impulsa al ser hacia las realizaciones de ennoblecimiento.
Cuando el
hombre es dominado por las viles
pasiones, el desgobierno, la locura, lo encarcelan en las sombras, de la
aflicción prolongada.
Por esta razón,
junto a las terapéuticas más valiosas, el amor hacia los pacientes de cualquier
enfermedad produce insospechados resultados.
De igual forma,
mientras se insista en perseverar en la
rebeldía sistemática, en el odio
escandaloso, los celos, la envidia, la mentira, la soberbia, la concupiscencia,
la avaricia, la mezquindad y todas las bajas pasiones, el dolor uncirá al
culpable al carro de la aflicción reparadora y al resarcimiento impostergable.
Nadie está en
régimen de excepción en la Tierra. No hay disculpa alguna, ante los urgentes compromisos con la vida.
En cada sufridor,
se encuentra un espíritu en prueba
redentora, invitándonos a la reflexión y
a la caridad.
Un sinnúmero de
obsesos que expurgan sus faltas y crímenes cometidos con anterioridad,
transitan por la masa humana. Son defraudadores de los dones de la vida que
retornan uncidos a aquellos que tornaron infelices, engañaron y
abandonaron, pero de los cuales no consiguieron liberarse…
Murieron, si, sin
embargo, no se aniquilaron. Cambiaron la vestimenta, no obstante, permanecieron
los mismos.
Mientras que el
amor no se sobreponga al odio y el perdón a la ofensa, marchan en reñida lucha, persiguiendo y auto afligiéndose sin término, por
perseverar en el error.
El número de
obsesos en la Tierra es muy grande, mayor de lo que se puede suponer. Se
encuentran en soledad, en grupos y en colectividades enteras…
Los días actuales
son graves para el destino del hombre y de la Humanidad.
Al Espiritismo le
compete una gigantesca misión, restaurar
el Evangelio de Jesús para las criaturas , clarificar el pensamiento filosófico
de la Humanidad y ayudar a la ciencia, concitándola al estudio de las causas en
los escondrijos del espíritu, antes que en sus afectos.
Consolador, al
espiritismo le cabe erradicar definitivamente los fulcros del sufrimiento donde
quiera que se encuentre, además de enjugar las lágrimas y los sudores.
El dolor no es de
origen divino, por tanto, posee carácter transitorio con función específica y
de fácil superación, desde que el hombre se obstine en alcanzar la finalidad
legítima de la existencia.
Ante los obsesos, y
las obsesiones, hemos de armarnos con los recursos del amor, para lograr el
éxito de romper las cadenas y
liberarnos para los acometimientos de la felicidad.
“Los medios de
combatir la obsesión varían, de acuerdo con el carácter que ella reviste".
Considerando el
grave problema de la obsesión, el grupo
que se prepare para atender ese ministerio de socorro a obsesos y obsesores debe observar algunos
requisitos muy a tener en cuenta.
Todos los que
ejercen actividades, modestas o no, se dedican con cariño y se especializan,
adquiriendo competencia y distinción, se capacitan para las competiciones derivadas de tales
actividades.
En las tareas de
desobsesión, no son menos relevantes los valores y las cualidades especiales
exigibles, para que se logre el éxito.
Comenzando desde la
organización mediúmnica hasta las
expresiones de carácter moral de las Entidades comunicantes.
Así, en la
desobsesión, cuando se pretende trabajar en equipo, se hace imprescindible:
Armonía de conjunto, se consigue por el ejercicio de la cordialidad entre los diversos
miembros que se conocen y se ayudan en
la esfera de lo cotidiano.
b) Elevación de propósitos, bajo cuyo programa cada uno se entrega, en régimen de abnegación, a las
finalidades superiores de la practica
medianímica, de lo que derivan los resultados
de naturaleza espiritual, moral y física de los encarnados y de los
desencarnados que son socorridos;
c)Conocimiento Doctrinario, este capacita a los médiums y a
los adoctrinadores, asistentes y participantes del grupo a una perfecta
identificación, mediante la cual se pueden resolver los problemas y las
dificultades que surgen, a cada instante, en el ejercicio de las tareas desobsesivas;
d)Concentración, por medio de cuyo comportamiento se dilatan los registros de los
instrumentos mediúmnicos, facultando
sintonía con los comunicantes, traídos expresamente a los recintos propios para la asistencia
espiritual;
e)Conducta moral sana, en cuyas bases estén
esculpidas las instrucciones
evangélicas, de modo que las emanaciones
psíquicas, sin miasmas funestos, puedan
constituir plasma de sustentación de aquellos que, en intercambio, necesitan de
los valiosos recursos de vitalización
para la asistencia espiritual.
f)Equilibrio interior de los médium y adoctrinadores, solo los que están con salud
equilibrada están capacitados para el trabajo en equipo. Las personas
nerviosas, versátiles, susceptibles, evidentemente son carentes de auxilio, no encontrándose
habilitadas para llevar a cabo más altas realizaciones, como las que
exigen recogimiento, paciencia,
afectividad, clima de oración, en esfera de lucidez mental
g)Confianza, disposición
física y moral que se derivan de la certeza de que
los Espíritus, aunque, invisibles para algunos, se encuentran presentes,
actuantes, vinculándose a ellos,
mentalmente, en intercambio psíquico eficiente, de cuyos diálogos consiguen extraer estimulos
y coraje para el trabajo en ejecución.
h)Circunspección que no expresa catadura, y si responsabilidad y concienciación de
trabajo, aunque con el rostro sereno, natural cordial;
i)Médiums adiestrados, atentos que no se permitan perturbar a los demás miembros
del conjunto, siendo disciplinados, para que los gestos, golpes y escarnios no
transformen el intercambio santificante
en algarabía embarazosa y
desconcertante.
j)Lucidez del instructor para los diálogos, cuyo
campo mental armonizado, debe ofrecer
posibilidades de fácil comunicación con los Instructores Desencarnados, a fin
de cooperar eficazmente con el programa
en pauta, evitando discusión infructífera, controversia irrelevante, debate
dispensable o información precipitada y
maléfica al atormentado que ignora el
trance grave del que es víctima;
k)Puntualidad, a fin de que todos los miembros puedan leer y comentar, en ambiente de
conversación edificante, con el que se despojan
de los tóxicos físicos y
psíquicos que acumulan, como consecuencia de las actividades normales; y que
todos procuren como enseña Allan Kardec, ser cada día mejor que el anterior y
de cuyo esfuerzo se obtiene credenciales
para mayor campo de sintonía elevada, con méritos para si mismo y para el
trabajo en el cual se empeñan…
Estas no son todas las pautas exigibles para realizar una tarea superior de
desobsesión, sin embargo, la sincera y honesta observancia de estas darán calidad al esfuerzo empeñado, en una
tentativa de cooperación con el Plano
Espiritual interesado en la liberación del Hombre que todavía se demora atado a
las riendas de la retaguardia, en lento proceso de renovación.
*************
Extraído del libro
“Cadenas Rotas” de Divaldo Pereira Franco
Pregunta No. 167 de << El Libro de los Espíritus>>
<< ¿Cual es el objeto de la reencarnación? >>
<< Respuesta - la expiación y mejoramiento progresivo de la humanidad. ¿dónde estaría sin esto la justicia?>>
Es dolorosa sin duda, la unión considerada infeliz. Es claro que no es obligatorio para nadie soportar las dificultades que su pareja le genera, considerando que todo espíritu es libre para tomar sus propias decisiones. Lo normal es que se conquiste un equilibrio suficiente en los matrimonios unidos por el compromiso afectivo, para que no pierdan la oportunidad de encontrar su verdadera liberación.
Indiscutiblemente las deudas que tenemos son anotadas en la contabilidad de la vida; aún antes de que la vida lo manifieste hacia fuera, graba en nosotros mismos el monto y las características de nuestras faltas.
La piedra que arrojamos al prójimo tal vez no regrese hacia nosotros de la misma forma, más permanece con nosotros en la figura del sufrimiento. Y, cuando no eliminamos la causa de la angustia, los efectos de ella perduran por siempre en nosotros, y la molestia no se extingue en forma definitiva, si no eliminamos el origen del mal.
En las uniones terrenales encontramos grandes alegrías; pero también dentro de ellas es donde habitualmente nos hallamos enfrentados a las más duras pruebas. Esto debido a que no nos damos cuenta de inmediato o no vemos en el compañero o compañera, los reflejos de su vida íntima.
Es natural que todas las uniones afectivas en el mundo se nos muestren como jardines encantadores, recordándonos libros de educación cuya carátula nos muestra los objetivos a alcanzar. La existencia física, mientras tanto, es un proceso especifico de evolución, en el transcurrir del tiempo, y así como el alumno no tiene meritos por solo su impecable presentación personal en la escuela o colegio que se educa, al igual el espíritu encarnado ningún provecho recogerá de su vida matrimonial si no pasa del simple noviazgo.
Los principios kármicos se desarrollan con el tiempo; pruebas, tentaciones, reconciliaciones, o situaciones expiatorias surgen en el momento preciso, en el orden en que nosotros recapitulamos las oportunidades y las experiencias, como ocurre con la semilla, que, debidamente plantada, ofrece el fruto en un determinado tiempo.
El matrimonio puede ser antecedido de la dulzura y de la esperanza, pero esto no impide que en los días subsiguientes, en su marcha incesante traiga a los cónyuges los resultados de sus propias creaciones del pasado.
El cambio espera a todas las criaturas en los diferentes caminos del universo, con el objeto de que la renovación nos perfeccione.
La joven suave que hoy nos fascina, para la unión afectiva, en muchos casos será talvez mañana la mujer transformada, capaz de imponernos tremendas dificultades para la conquista de la felicidad; pero, esa misma joven suave fue, en el pasado – en existencias pasadas –, la victima de nosotros mismos, cuando le infringimos los golpes de nuestra deslealtad e imprudencia, convirtiéndola en la mujer temperamental ó infiel con la cual nos toca ahora convivir y compartir nuestra existencia para rectificar el pasado. El muchacho que atrae en el presente a la compañera para los lazos de la comunión más profunda, muchas veces será probablemente el hombre cruel y desorientado, susceptible de obligarla a llevar todo un calvario de aflicciones o de penas incompatibles con las ansias de felicidad que palpitan en su alma. Ese mismo muchacho, fue en el pasado – en existencias que ya pasaron – la victima de ella misma, cuando, caprichosa e imponente le desfiguro el carácter transformándolo en un hombre vicioso e hipócrita al que ahora debe tolerar y reeducar.
Siempre que amamos a alguien y nos entregamos a el, en comunión sexual, ansiamos apartarnos de ese alguien, para después – solamente después -encontrar en ese alguien los defectos que antes no veíamos, y nos hallamos frente a la criatura anteriormente dilapidada por nosotros, y que nos hiere justamente en los puntos en que nosotros la perjudicamos, en el pasado; y no solo nos exige el pago de nuestras deudas sino que, nos pide comprensión, asistencia, tolerancia y misericordia, para así rehacernos ante las leyes del destino. La unión supuestamente infeliz deja de ser por lo tanto, una cárcel de lágrimas y pasa a ser una escuela bendita, donde el espíritu equilibrado y afectuoso, lejos de desertar, acepta, siempre que le es posible, al compañero o la compañera que mereció o que necesita, con el fin de liquidar sus deudas de acuerdo al principio de causa y efecto, liberándose así de las sombras que ayer se levantaron, en victoria silenciosa sobre si mismo, hacia los dominios de la luz.
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El espírita Albaceteño.- elespiritadealbacete.blogspot.com
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“EL
MAESTRO JESÚS, nos enseñó que EL PODER DE LA ORACIÓN se encuentra
en todos los seres humanos, desde los de cuna noble hasta el mas humilde
de los humanos.
SEÑOR; Hoy me dirijo a Ti y te pido :
PADRE te pido
por EL INDIGENTE para que le ayudes a soportar su soledad.
PADRE
te pido por EL QUE NO TIENE hogar.
PADRE
te pido por esos NIÑOS que no tienen alimento.
PADRE
te pido por EL ENFERMO para que tenga resignación y coraje para
soportar su enfermedad.
PADRE
te pido por EL PRESO para que en su corazón encuentre el
arrepentimiento.
PADRE
te pido por EL QUE NO CREE en ti, para que lo ayudes a encontrarte.
PADRE
te pido por EL HERMANO QUE MARCHO al mundo espiritual,para que
encuentre el camino de acercarse a Tí, y encuentre su paz
espiritual para su progreso.
Así
una vez y otra vez más me paso el día pidiendo, y todavía me
quedan que pedir muchas cosas más. Por eso te agradezco :
TE
AGRADEZCO PADRE POR TODO LO QUE ME DAS, una y mil veces gracias, por
que tu me has enseñado esa palabra mágica, la que da sentido a mi
oración,
GRACIAS
PADRE GRACIAS, no importa que mis ojos se llenen de lágrimas, unas
veces por dolor y otras muchas por agradecimiento, desde lo mas
profundo de mi corazón.
Con
todo respeto y amor os mando esta sincera oración.
GRACIAS
PADRE GRACIAS.
Autor:
Una
Rosa Blanca.
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Amigos Dios nos conceda la paz, cara a las luchas de la vida.
La Ciencia de la Tierra, muchas veces, es la tentación de los hombres en el mundo en el sentido de definir algunos detalles de la Sabiduría Infinita. Mientras la primera es inestable e inquieta, modificándose al soplo de las teorías aisladas, la segunda es la eterna expresión de la Vida Universal, controlando todos los fenómenos en los variados departamentos de la Existencia Infinita. El hombre sorprendido en los tiempos modernos, apenas descifra las primeras letras de un inmenso alfabeto, no obstante sus elevadas conquistas como la radiotelefonía. Laplace dio a los estudiosos una idea aproximada de la realidad, que aun no es la última palabra sobre nuestro sistema cosmogónico, con todo somos obligados a reconocer en sus principios la verdad fundamental con respecto a la familia de nuestro sol y acerca de los fenómenos que regeneran la consolidación planetaria en la aurora de los orígenes. Por encima de todos esos apéndices científicos que pueblan vuestros momentos de estudio y de meditación, más allá de las teorías conocidas sobre la constitución de la materia, sobre la vibración molecular, sobre los sistemas atómicos, existe una ciencia grandiosa que será la gran luz del futuro. Me refiero a la ciencia de los fluidos, dentro de la cual ha de operarse un día la reunión de la ciencia y de la fe, positivándose nuestras intuitivas revelaciones en el campo del racionalismo puro. En todos los planos existe la materia, como expresión para la vida espiritual. Su vibración fluídica es la que determina su estudio de rarefacción o de condensación compatible con las finalidades del medio. Son exámenes y estudios para los cuales no encontramos, en la época presente, gran facilidad de traducción en vuestras palabras y que solamente serán más vulgarizados y mejor interpretados cuando el hombre se desvíe del mortecino, de la incomprensión y del egoísmo. La cooperación general facilita la ambientación de determinados conocimientos. Acerca de la composición y de la vida de los astros, continuad en vuestros estudios. Ellos son útiles y necesarios. Esclarecidos por la claridad de la creencia los campos de vuestra razón están aptos para recibir y crear nuevos elementos del trigo de la verdad. Algún día podremos traeros mejores elucidaciones y esclarecimientos, hablándoos del campo magnético, dentro del cual se procesan los grandes fenómenos de los vínculos del mundo, como entre vosotros, el afecto y el amor establecieron la harmonía del cosmos social. Con respecto a los meteoros, no debéis olvidar que la naturaleza, en sus más simples expresiones, está llena de trabajadores invisibles, propuestos por Jesús. Ahora los bólidos no están por defecto en ciertos lugares del planeta, y es preciso que sepáis que semejantes fragmentos de materia inflamada caen, algunas veces, a millares por día, sobre la faz del orbe. Las Fuerzas Espirituales, incumbidas de acompañar las actividades de su caída, establecen la trayectoria de esos cuerpos, de forma de preservar el patrimonio de la vida. La caída de un meteoro sobre una ciudad no es, sin embargo imposible. Cuando se verifica semejante acontecimiento deberéis aprovecharlo en el examen de las dolorosas expiaciones colectivas, que, tantas veces, han servido de tema a nuestras humildes disertaciones. Sobre los mundos, mucho podría hablaros, todavía, es necesario adosar la lección a fin de que no vengamos a caer en el dominio de la fantasía. Para cada explicación, debe existir una comprensión y no podemos ultrapasar el límite de aquello que vuestros conocimientos actuales son susceptibles de comprender. Más aunque reconociendo esos hechos como deducciones lógicas y racionales, hemos traído siempre a vuestro mundo de intuición muchas realidades en carácter profético, que solamente más tarde, podrá la razón aceptar. Por hoy es solo, rogando a Jesús que os conceda muy buenas noches, se despide de vosotros vuestro amigo.´ Francisco Cándido Xavier del libro Acción Vida y Luz
Desde la antigüedad, grandes tragedias se abaten sobre la Humanidad. A fenómenos naturales – ciclones, maremotos, volcanes – se han sumado situaciones tormentosas desencadenadas por la acción humana, como incendios, derrumbes de construcciones y genocidios. Y a lo largo de la gran epopeya humana siempre se ha preguntado: ¿por qué?
Para los que creen en la bondad, en la misericordia y en la justicia de Dios, las interrogaciones son aún más profundas. En fin, ¿cuáles son las razones para que el Creador permita que sus hijos – aparentemente inocentes – sean víctimas de las catástrofes que dejan detrás de sí la muerte, la miseria, la enfermedad, la orfandad y la viudez, y que hacen infelices a miles de vidas?
Al quedarse intrigado con la secuencia de pruebas colectivas que marcan la trayectoria de la Humanidad, el Codificador del Espiritismo, Allan Kardec, indagó a los Inmortales acerca de las razones de tales tragedias. Y los Bienhechores Espirituales han explicado, en el capítulo seis de la tercera parte de El Libro de los Espíritus, que las calamidades destructivas son pruebas que dan al hombre oportunidad de evolucionar y de ejercitar su inteligencia al demostrar paciencia y resignación delante de la voluntad de Dios.
El Espiritismo enseña que todas las aflicciones tienen una causa justa, originada en la actual existencia o en vidas anteriores. Por eso, los Espíritus Superiores no se ponen en estado de rebeldía ante las tragedias. Por el contrario, se muestran serenos y compadecidos delante del sufrimiento. Ellos nos estimulan a aprovechar la oportunidad para hacer el bien a las víctimas de las catástrofes. Ellos nos informan que dichas ocasiones ofrecen al hombre la oportunidad de manifestar sus sentimientos de abnegación, de desinterés y de amor al prójimo.
De esta manera, no se debe tener extrañeza cuando leemos, en el texto de El Libro de los Espíritus, algunas expresiones más fuertes. Una de ellas, la que dice: «Es necesario castigarlo en su orgullo», debe ser entendida como una expresión del siglo diecinueve. El Espiritismo explica que Dios no castiga ni premia. Él ama a todos sus hijos y los corrige mediante leyes eternas y justas. Para entender mejor el contexto de estas afirmaciones, sugerimos la lectura integral del cap. VI (Ley de Destrucción) de la 3ª Parte de El Libro de los Espíritus.
En esta edición, usted va a leer una entrevista realizada al médium brasileño Divaldo Pereira Franco sobre las muertes colectivas. Además, hemos seleccionado el texto: «Tragedia en el Circo», del Espíritu Hermano X, psicografiado por el médium Chico Xavier, que muestra las conexiones entre una gran prueba colectiva – el incendio que mató a miles de personas en Brasil, en 1961 – y los acontecimientos ocurridos en Roma en el año 177 de la Era Cristiana.
Divaldo, hemos visto diversos acontecimientos que acabaron en muertes colectivas en varios lugares del mundo, algunos de magnitudes mayores que los otros. ¿Cuál es la visión espírita sobre las muertes colectivas?
El eminente Codificador del Espiritismo, Allan Kardec, tuvo el cuidado de preguntar a los Espíritus sobre esos flagelos destructores, conforme la pregunta nº 737, de El Libro de los Espíritus, y ellos contestaron que esos fenómenos ocurren para hacer progresar a la Humanidad. La destrucción es necesaria para que haya la regeneración moral de los Espíritus que, en cada nueva existencia, suben una grada en la escalera del perfeccionamiento. Es necesario que se vea el objetivo, para que los resultados puedan ser apreciados. Solamente desde vuestro punto de vista personal los apreciáis; de ahí viene que los califiquéis de flagelos, por culpa de los perjuicios que os causan. Son, pues necesarios, tales flagelos, porque despiertan la conciencia humana hacia la solidaridad y para la imprescindible autoiluminación.
2. ¿Todas las personas que desencarnan colectivamente, tienen necesariamente vínculos con el pasado?
Sin ninguna duda. Cuando ocurre una calamidad generalizada, aquellos que se encuentran involucrados en el proceso de rescate están liberándose de un compromiso colectivo que fue asumido anteriormente, en cuyo período se practicaron males innombrables contra el ser humano aisladamente y la sociedad en general. No siempre, sin embargo, hay vínculos individuales, unos con otros, siendo parte del grupo por afinidad vibratoria.
3. En la Revista Espírita de 1858, el Espíritu San Luís, afirma que, cuando una existencia ha sido puesta en peligro es una advertencia deseada antes de la encarnación, para desvío del mal y hacer que el individuo se torne mejor. ¿Sería esto la causa por la cual algunas personas no son alcanzadas durante una catástrofe?
No pocas veces se encuentran personas no vinculadas de necesidad de los flagelos destructores, en el momento en que ocurren. Sin embargo, son invitadas a graves reflexiones propias salvándose, a fin de que sus existencias se tornen provechosas, modificando la conducta y ampliando el área de servicio iluminativo personal y en beneficio de la humanidad.
Por esta razón, muchos hombres y mujeres que se encuentran en el seno de los sucesos lamentables se salvan de forma, a veces, inexplicable, como ocurrió en el tsunami y siempre sucede en otros sucesos no menos dolorosos.
4. Desencarnaciones colectivas como las que ocurrieron en Paraguay (incendio en un supermercado en Asunción), o en Argentina (incendio en una discoteca en Buenos Aires) tiene cierta similitud con la tragedia del Circo, en Niterói, Brasil, hecho narrado por Humberto de Campos, a través de la psicografía de Chico Xavier, en la cual, las víctimas del incendio eran antiguos romanos que llevaron a jóvenes cristianos entregarlos a la muerte en la arena... En su opinión, ¿estos hechos recientes, serían rescates de similar origen?
Sí. Sin embargo, no necesariamente reuniendo verdugos de los cristianos en días del pasado. La Humanidad ha vertido tantas lágrimas con las tragedias ocasionadas con religiosos intolerantes como a través de gobiernos arbitrarios, por políticos deshonestos y violentos como por medio de hábiles negociantes que explotan a las masas, llevándolas a la miseria y al sufrimiento...
Periódicamente la Divinidad reúne a esos agresores de la Conciencia Cósmica de diversos períodos y los invita a la desencarnación en masa, dolorosa, aflictiva, de modo que rescaten los débitos cometidos, sin que sean necesarios otros agentes humanos para hacerlo.
Algunos, que desencadenan las tragedias, por ignorancia, locura o perversidad, se tornan, sin darse cuenta, instrumentos de la Ley Soberana, dando así continuidad a la irrefutable labor de purificación propuesta por la Justicia Divina.
5. Recordamos al Espíritu André Luiz, en el libro «Nuestro Hogar», narrando sobre la preparación del plano espiritual para una gran tragedia, que sería la Segunda Guerra Mundial. ¿Podría narrarnos cómo los Espíritus actúan desde el otro lado de la vida ante estos hechos?
Conforme nos enseña El Libro de los Espíritus, en la Parte 2a., Capítulo IX, especialmente las preguntas de nºs. 537 y siguientes, hay Entidades que presiden los fenómenos y los dirigen de acuerdo con las atribuciones que tienen.
En la tradición de todos los pueblos existen esos arquetipos procedentes de las generaciones anteriores, que informan sobre la existencia de elementales, gnomos, hadas, genios, sílfides, elfos, salamandras, orixás..., que son responsables de los fenómenos de la Naturaleza, tanto en la construcción como en la destrucción, de forma que la Tierra alcance su nivel más elevado en la condición de mundo de regeneración.
Bajo el comando de Espíritus nobles y sabios, verdaderos ingenieros siderales que planean los sucesos de cualquier matiz en el planeta terrestre, aquellos cooperadores son incumbidos de realizarlos, de la misma forma que sucede en nuestra sociedad, en lo concerniente al progreso individual y al de las masas.
Después de estudiar las necesidades de aquellos que estarán incluidos en la depuración a través del flagelo destructivo, elaboran las acciones, utilizándose de los fenómenos geológicos (como en el caso del tsunami), otros de naturaleza diversa (incendios, conflictos armados, guerras, accidentes colectivos) o se responsabilizan de su resultado, atendiendo, de ese modo, a los objetivos de la evolución.
6. Sabemos a través de revelaciones mediúmnicas y para nuestra ilustración, la causa pasada de las personas que desencarnaron durante catástrofes, en el caso específico del tsunami, en el mar Índico, con más de 250 mil muertes, ¿Cuál sería el origen? ¿Los Espíritus Benévolos le han informado algo al respecto?
En comentario particular, sin que yo pueda demostrar su legitimidad, el Espíritu Joanna de Ângelis me informó que las víctimas del fenómeno destructivo a que nos estamos refiriendo, fueron parte de las antiguas legiones bárbaras que destruyeron, prácticamente Europa y otros pueblos, en el pasado, especialmente, Alarico I y sus ejércitos, cuando sometieron a su talante cruel varios países, incluyendo a Tracia y Grecia, habiendo amenazado antes Constantinopla y, cuando conquistando Roma, la saquearon y quemaron durante seis días, que se prolongaron por mucho tiempo, en el año 410 (d.C.), en que también él desencarnó...
7. Finalmente, ¿Cómo ve la acción solidaria y ayuda humanitaria de los países desarrollados, ante el sufrimiento de los países afectados?
La Humanidad está constituida por Espíritus en estados primarios, pero también por aquellos que ya alcanzaron un estado más elevado estado de evolución y que constituyen ejemplos que arrastran a las multitudes. Infelizmente, han ocurrido fenómenos sociales lamentables, por culpa de la indiferencia de algunos líderes, sin embargo, avanzamos con el progreso rumbo a la felicidad que es improrrogable bajo el comando de Jesús.
Es natural, por tanto, que todos los pueblos se unan y se ayuden recíprocamente, ya que esos fenómenos dolorosos volverán a ocurrir, posiblemente más severos, exigiéndonos cuidados y atención, mientras aguardamos que sucedan y donde vuelvan a ocurrir.
Se reconoce la madurez espiritual de un pueblo por sus sentimientos de fraternidad, de solidaridad humana, y no solamente por sus conquistas científicas y tecnológicas, que aunque auxilien mucho, no impiden que ocurran flagelos destructores de este y de otros aspectos.
(Entrevista concedida a Luis Hu Rivas, para «La Revista Espírita») LAS CALAMIDADES DESTRUCTORAS (preguntas de «El Libro de Los Espíritus»)
737. ¿Cuál es el objetivo de las calamidades destructoras para la humanidad?
Para hacerla avanzar más rápido. ¿No hemos dicho que la destrucción es necesaria para la renovación moral de los Espíritus, que logran en cada existencia un nuevo grado de evolución? Es preciso ver el final para poder apreciar los resultados. Ustedes juzgan desde su punto de vista personal y las llaman calamidades debido al perjuicio que ocasionan, pero con frecuencia son necesarias para impulsarlos más rápidamente a un estado mejor y conseguir en pocos años lo que requeriría siglos. (744)
738. ¿No podría emplear la Divinidad otros medios diferentes a las calamidades destructoras para lograr el progreso de la humanidad?
Sí, y los emplea todos los días, porque ha dado a cada uno los medios de progresar a través del conocimiento del bien y del mal, es el hombre quien no lo aprovecha. Hay que golpearlo en el orgullo para hacerle sentir que es débil.
Pero en esas calamidades mueren tanto los hombres buenos como los malos, ¿es eso justo?
Durante la vida el hombre lo relaciona todo con el cuerpo, pero después de la muerte piensa de otra forma. Ya lo dijimos, la vida del cuerpo es poca cosa, un siglo en la Tierra es un relámpago en la eternidad y los sufrimientos que se prolongan por algunos meses o días, no son nada, esta es una enseñanza que les servirá en el futuro. Los Espíritus, he aquí el mundo real que preexiste y sobrevive a todo (85), son los hijos de Dios y objeto de toda su atención, el cuerpo es el disfraz conque aparecen en el mundo. En las grandes calamidades que diezman a los hombres sucede algo parecido a lo que sucede en el ejército; durante la guerra ve sus vestiduras usadas, desgarradas o perdidas, pero el general se preocupa más por los soldados que por sus uniformes.
Pero los que mueren durante esas calamidades, ¿acaso no son víctimas?
Si considerarán la duración de la vida como lo que es, poca cosa con relación al infinito, no le darían tanta importancia. Esas víctimas tendrán en otra existencia una gran compensación por los sufrimientos que sobrellevaron, si los saben soportar sin quejarse.
Bien sea que muramos como consecuencia de una calamidad u otra causa ordinaria, es preciso que suceda cuando nos llegue la hora de partir. La única diferencia consiste en que en las calamidades muere un número mayor a la vez.
Si pudiésemos colocarnos por encima de la humanidad con el pensamiento y abarcarlo todo al mismo tiempo, esas calamidades tan terribles parecerían flagelos pasajeros en el destino del mundo.
739. ¿Tienen alguna utilidad las calamidades destructoras desde el punto de vista físico, a pesar de los daños que ocasiona?
Sí, algunas veces cambian el estado de una región, pero el bien que resulta lo experimentarán las generaciones futuras.
740. ¿No serán las calamidades también pruebas morales para el hombre enfrentándolo a las más duras necesidades?
Las calamidades son pruebas que le otorgan al hombre la oportunidad para ejercitar la inteligencia, demostrar su paciencia y resignación a la voluntad Divina, desplegando simultáneamente los sentimientos de abnegación, desinterés y amor al prójimo, si no está dominado por el egoísmo.
741. ¿Puede el hombre contrarrestar las calamidades que lo afligen?
Sí, en cierta forma, pero no como generalmente lo entiende. Muchas de esas calamidades son consecuencia de la imprevisión, en la medida que adquiera experiencia y conocimiento, puede evitarlas, si sabe buscar las causas. Pero entre los males que afligen a la humanidad hay los que pertenecen a los designios de la Providencia, sufriendo cada ser las consecuencias. A éstos el hombre no puede oponerse, debe resignarse a la voluntad divina, pero muchas veces los agrava por descuido.
Entre las calamidades destructoras naturales e independientes de la voluntad del hombre, podemos colocar en primer lugar las epidemias, el hambre, las inundaciones, las inclemencias del tiempo sobre los cultivos. Pero, ¿acaso no ha encontrado el hombre en la ciencia, en los trabajos manuales, en el mejoramiento de la agricultura, en la irrigación y rotación de cultivos, en el estudio de las condiciones higiénicas, los medios para neutralizar del todo o al menos atenuar esos desastres? ¿Acaso antiguas comarcas asoladas por terribles calamidades no están preservadas hoy día? ¿Qué no podrá hacer el hombre para el bienestar material cuando sepa utilizar todos los recursos de la inteligencia? ¿Cuándo del cuidado personal de trato sepa unir el sentimiento de la verdadera caridad para con los semejantes? (707)
Entrevista concedida a Luis Hu Rivas, para «La Revista Espírita»